El hip-hop energiza unas ‘Indias Galantes’ memorables en el Real

‘Las Indias Galantes’, en la producción de la coreógrafa Bintou Dembelé y el músico Leonardo García-Alarcón. Foto: ©Christophe Raynaud de Lage
La coreógrafa francesa Bintou Dembelé, especialista en hip-hop y danzas urbanas, y su compañía Rualité se unen al músico Leonardo García-Alarcón para construir un concierto-ballet basado en ‘Las Indias Galantes’ de Rameau. Un espectáculo que llega este miércoles al Teatro Real tras dos funciones memorables en París. Espíritu rompedor en una improbable pero maravillosa unión de las danzas urbanas y el barroco francés. Hemos hablado con García Alarcón, nacido en Argentina, y nos ha ofrecido esta delicia de entrevista.
El espectáculo fue todo un suceso en la temporada 18/19 de la Ópera de París. El músico Leonardo García-Alarcón y la coreógrafa francesa Bintou Dembelé se unían al director de escena Clément Cogitore para poner en pie una producción de Las Indias Galantes de Rameau en la que el hip-hop y las danzas urbanas eran protagonistas. El propio Cogitore dirigió un documental sobre la creación de ese espectáculo que se ha convertido en una cinta de referencia sobre la actualización de la ópera barroca. Una película que allí donde se ha proyectado ha creado un estado de ánimo absolutamente euforizante en el público.
Ahora, seis años después, García-Alarcón y Dembelé tratan de repetir la hazaña, esta vez sin la participación de Cogitore, con un nuevo espectáculo concebido con el mismo espíritu rompedor, pero con la posibilidad de viajar por el mundo para esparcir la semilla de la improbable, pero maravillosa unión de las danzas urbanas y el barroco francés. Tras dos funciones memorables en La Seine Musicale de París con unas críticas inmejorables, el espectáculo llega al Teatro Real, donde se estrena este miércoles, 28 de mayo, y repite los días 29 y 31 de mayo y el domingo 1 de junio. Las Indias Galantes narra historias de amor galante que ocurren en lugares entonces remotos y exóticos, comprendidos bajo el nombre genérico de Las Indias. Estos lugares son Turquía, Perú, Persia y Norteamérica.
Hablamos con Leonardo García-Alarcón, un músico de primer nivel internacional acostumbrado a las grandes gestas y los retos titánicos.
¿Qué novedades trae el siglo XXI para esta partitura de 1735?
Acabamos de hacer dos primeras funciones del espectáculo en París y algunos de los bailarines han creído que el compositor estaba todavía vivo. Imagínate la fuerza que puede suponer eso. Pensaban que Rameau iba a venir a escucharnos y vernos en el estreno. Fue impresionante. Pensaron que la música había sido compuesta ahora para este espectáculo. Nunca creyeron que estábamos hablando de música antigua. Esa ha sido una de las cosas que más me ha gustado del proyecto. Es impresionante observar hasta qué punto la música de Rameau contiene una pulsión tan actual para ellos.
¿Qué tiene de especial para ti, musicalmente hablando, ‘Las Indias Galantes’?
Bueno, estamos en el clímax de la vida de Rameau, un hombre que tiene 52 años y que empieza a componer esta obra a los 51 años. En Las Indias Galantes hay una sabiduría enorme, un conocimiento de la técnica superior, pero a la vez con una libertad muy grande de todo lo que le había propuesto su sociedad. Y de todo lo que le había propuesto la música de Lully, que él admiraba, pero de alguna manera dejó atrás.
Lo que se siente con Rameau y Lully es que podemos admirar a nuestros abuelos, pero no queremos ser como ellos. Estamos ante una revolución técnica para su época y también nos damos cuenta de que él sabe que está creando una obra que va a perdurar en el tiempo como algo absolutamente clásico. Rameau es tal vez el primer clásico de la historia, porque todo lo que se escucha en esta partitura parece absolutamente intemporal y es absolutamente racionalizado para provocar, como en un laboratorio, una emoción. Y esa emoción es rítmica. Creo que es el primer gran compositor francés, además, porque logra transformar la lengua francesa para que pueda ser cantada de una manera flexible y asimétrica sin que parezca mecánica. Y es algo que vamos a escuchar hasta la actualidad en canciones de Piaf o Aznavour, por ejemplo. Él utiliza a mediados del siglo XVIII apoyaturas y tremblements que van a ser heredados en todas las músicas francesas venideras.

La compañía Rualité de Bintou Dembelé protagoniza la versión de ‘Las Indias Galantes’ de Rameau que llega al Teatro Real el día 28. Foto: © Christophe Raynaud de Lage.
¿Qué le puedes decir a alguien neófito que no conozca esta obra y vaya a ver vuestro espectáculo?
Lo que se le puede decir a alguien que venga a ver y escuchar este espectáculo es simplemente que le va a ser muy difícil querer irse de la sala y que la palabra memorable, tal vez con su etimología de memoria trascendente, va a poder ser utilizada para la noche que va a vivir.
En realidad, ‘Las Indias Galantes’ no es una ópera, ¿verdad?
Exacto. Nunca olvido que Rameau escribió en la partitura Ballet Heroique. Es un ballet, en realidad. Y tal vez sea a esto a lo que hemos vuelto con Bintou Dembelé: a otorgarle a la danza un espacio gigante en el espectáculo. Sin embargo, ella, que es muy generosa conmigo, con mi orquesta y con mi coro, ha sido capaz de lograr que la música encuentre también su lugar preeminente. Es una simbiosis de música y danza. Los cantantes de mi coro, el Choeur de Chambre de Namur, también bailan en el espectáculo. Ha costado muchísimo, ha sido un trabajo de más de un año, pero hoy para ellos es algo absolutamente natural.
Así que el coro, los cantantes, también bailan. Un poco como en la versión de ‘The Fairy Queen’ de Purcell dirigida por William Christie con Les Arts Florissants y con puesta en escena y coreografía de Mourad Merzouki.
Exacto, ellos bailan también todo el tiempo, de tal forma que el público no sabe muy bien quiénes son los bailarines y quiénes los cantantes. Desde el covid estuve tratando de convencer a Bintou Dembelé para rehacer este espectáculo.
Se trata tal vez de reivindicar una forma diferente de hacer las cosas…
En realidad, consiste en otorgarle a esta partitura y a los ritmos que contiene su lugar en la danza. Las Indias Galantes es casi un tratado de danza, de todo lo que conocemos desde el Renacimiento. Podríamos hacer una conferencia de cuatro horas de todo lo que existe dentro de esta obra. Sabemos que Francia ha desarrollado el ballet tradicionalmente y que desde el siglo XVI, con el ballet comique de la Reina, y luego con los ballets de Lully en el siglo XVII avanzaron en una dirección que se conoce muy poco. En los ballets de Lully había música para ser danzada, pero también música lírica en el medio, aunque muy alejada del recitativo como lo conocemos ahora. Abreviando, se trata de una escritura con un ritmo muy grande y una melodía muy reconocible. La cosa es que ahora hemos logrado construir un espectáculo nuevo de dos horas y media. Ya no dura tres horas y media como antes.

La coreógrafa Bintou Dembelé también firma la puesta en escena de esta versión semi-escenificada de ‘Las Indias Galantes’ de Rameau. ©Christophe Raynaud de Lage
Pero entonces, según cuentas, has tenido que recortar la partitura.
Sí. Hemos hecho un espectáculo nuevo. Si te das cuenta, hemos borrado o tachado el título Les Indes Galants y le hemos puesto uno nuevo: De la Voix des Âmes, De la Voz de las Almas, y es un concierto coreográfico. Es decir, que incluso el título ha cambiado, pero queríamos ser muy honestos con el espectador y explicarle claramente cuál era la inspiración primigenia.
Hay aficionados que creen que este show que vamos a ver es el mismo que ya asombró en la Ópera de París en 2019 y realmente no es el mismo espectáculo, ¿no?
No. Aquel espectáculo tenía dirección de escena de Clément Cogitore. Entonces me preguntaron qué pieza me parecía la más adecuada para poder hacer la primera ópera barroca en la Bastilla y elegí Las Indias Galantes. Más tarde, Stéphane Lissner, el director de la Ópera de París, vio un documental en el Festival de Cannes, una pequeña cinta de unos 5 minutos dirigida por Clément Cogitore con los bailarines de Bintou Dembelé. Inmediatamente me dijo: Ya tengo la persona con la que vas a hacer Las Indias Galantes. Eso fue en 2017 y en 2019 lo creamos. Y se convirtió en lo que muchos describen como uno de los más grandes sucesos que han visto en la ópera, porque la reacción del público fue maravillosa.
He leído críticas de aquella primera representación y precisamente lo que peor ponían era la puesta en escena.
Admiro muchísimo a Clément Cogitore. Y lo digo muy en serio, porque él fue quien tuvo la visión de reunir alrededor de la música barroca a la compañía de Bintou Dembelé. Él tuvo esa visión y de alguna manera acertó. Mira, hay cuadros de Rubens, por ejemplo, en los que se pinta danza y en esas pinturas los bailarines están entrelazados con una fuerza tremenda. Ese tipo de danza yo no la he visto en la reconstitución histórica de la danza barroca que se hizo en el siglo XX. Esa reconstrucción es muy versátil, gestual, un tipo de danza muy de la Corte. Y creo que es importante devolverle cierta visión.
¿Y esta nueva propuesta la habéis hablado con Clément Cogitore?
Sí, sí. Hemos hablado con él y ha estado absolutamente de acuerdo con todo esto. Él sabe, como todos los directores de escena, que hay producciones –como esta de la Ópera de París– que casi no pueden viajar por cuestiones técnicas. Y la demanda de este espectáculo era muy, muy alta. Así que le dije a Bintou Dembelé que era hora de pensar un poco en nosotros y en la misión que teníamos de llevar el espectáculo por el mundo. Para ella ha sido también una especie de revancha consigo misma. La experiencia que tuvimos vino a revolucionar en cierto modo la ópera, fue un trabajo transformador. Pero ella quería hacer ahora algo más espiritual, algo más íntimo, que tuviera cierta forma de ritual que fuera capaz de crear una conciencia de que los seres humanos de los cinco continentes somos una gran familia.
Está el mundo tan polarizado que en realidad esto nos hace mucha falta.
Efectivamente. Ella quería transmitir esa sensación de que podemos reunirnos todos alrededor de una misma fogata y crear un nuevo ritual, nuevos diálogos, nuevas resistencias, pero también quería dejar constancia de lo que pasa en nuestra sociedad actualmente: la falta de comunicación que provoca guerras, la tecnología que nos está haciendo cada día más artificiales. Mucha gente se queda solo con los momentos extraordinarios de virtuosidad, de violencia física y sudor del espectáculo, pero también hay momentos de grandísima ternura, casi suspiros que nos permiten interiorizar la música barroca sin pasar por lo patrimonial. Yendo directamente a la belleza.

La luz es también protagonista en este montaje de ‘Las Indias Galantes’ con coerografía de Bintou Dembelé. Foto ©Christophe Raynaud de Lage
Bueno, supongo que la mayoría o casi todo lo que se baila es hip-hop y danzas urbanas.
Sí, absolutamente.
¿Cuántos bailarines?
Ellos son 14. Más el coro y los solistas, son unas 34 personas bailando casi todo el tiempo juntos, pero hay momentos en los que los bailarines también cantan con el coro. Es todo fantástico.
¿Tú crees que el barroco es un poco como el pop-rock de la llamada música clásica o culta? Muchos aficionados a la clásica empiezan siempre por el barroco o la música antigua, porque les resulta más fácil y accesible.
(Risas). Es cierto que la puerta de entrada suele ser el barroco, pero en cuanto a lo del pop-rock yo creo que es al revés. Me refiero a que el barroco ha seguido existiendo en todas las músicas populares posteriores. El barroco es la invención de una melodía simple que cuenta una historia acompañada de un bajo continuo. Desde Monteverdi hasta nuestros días eso está presente. Aznavour, los Beatles… ¿Pero qué es el reguetón sino un recitativo rítmico?
En una crítica al espectáculo de 2019 leí que tu batuta había contribuido mucho al éxito de la propuesta porque te lanzabas, y abro comillas, “por derroteros descabellados, desenfrenados, entusiastas y salvajes”…
Para mí es muy importante proponerle a los músicos un camino que no esté solamente basado en el preciosismo, que es adonde se ha llevado tradicionalmente el barroco francés. Les hago ver tiempos nuevos, pero muy basados en lo que la partitura dice. Si en la partitura se lee presto, no se puede tocar como un simple vivace. Tenemos que asumir lo que Rameau nos propuso. Como americano, debo decirte que cuando entramos ahora a Notre Dame de París y la vemos clara y renovada después del incendio, nos parece una basílica americana… Mucha gente tiene nostalgia de lo antiguo, cuando en realidad la obra primigenia no era así. Cuando se limpió la Capilla Sixtina, muchos críticos, incluso los mayores expertos en Miguel Ángel pusieron el grito en el cielo. Simplemente tenían nostalgia de lo que estaban acostumbrados a ver, aunque el resultado tras la restauración se pareciera mucho más a lo que el propio Miguel Ángel vio. En mi caso le ofrecí a todos los involucrados en el espectáculo el material justo para que pudieran sentirse libres sin creer que estaban cometiendo un sacrilegio.
Evidentemente te siguen y tienen una gran confianza en tu criterio
Los músicos me siguen generalmente. Los músicos de Capella Mediterránea saben que amo trabajar con coreógrafos para justamente poder sacarle el polvo a las partituras. Me costó casi tres años que Sasha Waltz aceptara hacer una coreografía para La Pasión según San Juan de Bach. El Atis de Lully, que nadie más quería hacer después de William Christie, lo he podido llevar a cabo con el gran coreógrafo Angelin Preljocaj. También le he propuesto hacer Idomeneo a Sidi Larbi Cherkaoui. (La Pasión según San Juan de Sasha Waltz se puede ver estos días en el canal Arte).
Precisamente Cherkaoui tiene una famosísima versión de ‘Las Indias Galantes’ que está en DVD.
Cierto. La conozco. De hecho, Ana Quintans, que canta con nosotros, había cantado en la versión de él en Alemania.

Los solistas y los cantantes del coro se unen también a la compañía de danza para este espectáculo sobre ‘Las Indias Galantes’ de Rameau. © Christophe Raynaud de Lage
¿Qué nos puedes decir del elenco que has elegido?
Desde que conocí a Julie Roset con 18 años, siempre ha sido algo de otro planeta para mí. Ella ha ganado el Victoire de la Musique en París como la mejor solista en Francia del año pasado. También ha ganado el concurso Operalia de Plácido Domingo. Siempre he creído que el propio Rameau compuso arias para ella. Me acuerdo de cuando Natalie Dessay vino a un concierto nuestro y la escuchó; se quedó helada, porque sintió como que su voz hubiera resucitado en la de Julie.
Ana Quintans posee esa voz que va directa al corazón, que presiona y que a veces hasta da miedo. Escucharla es como mirar al sol. Tiene un francés perfecto. Ella ha cantado mucho con William Christie y con Roset. Las conozco y quería tenerlas a las dos, porque son muy complementarias. Julie canta casi una quinta o una sexta más aguda que Ana Quintans. Una es más emoción pura y la otra más aérea.
Mathias Vidal es el tenor agudo por excelencia. Ha cantado también esta producción con nosotros en la Ópera de París. Es el típico registro de la ópera francesa. Es todo un emblema en Francia. Ha cantado mucho con Marc Minkowski. Y luego tenemos a Andreas Wolf. Los muros se caen cuando ese barítono-bajo canta. Es un alemán que me conmueve tanto que le di el papel de Jesús en La Pasión según san Juan que comentaba.
Aquí puedes consultar las funcione y entradas para Las Indias Galantes en el Teatro Real.
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