Aire Libre de abril #YoMeQuedoEnCasa
Como tantas otras actividades e informaciones afectadas por la pandemia que vivimos y la reclusión a la que obliga, esta sección tendría poco sentido y habría que cerrarla porque en ella os invito cada mes a que salgáis a disfrutar de las innumerables formas en las que se muestra la naturaleza, algo imposible de realizar ahora. Pero ni la cerramos ni es imposible salir. Asomaos a vuestras ventanas y balcones, sea en ciudades o pueblos, acomodaos y gozad con la superluna que se avecina el 8 de abril, con algunas de las 150 especies de aves que llevan vistas u oídas cientos de personas desde que dura el confinamiento o de la floración de la primavera, presente en tus macetas y en las aceras. También os podéis quedar mirando a las nubes.
Cirros, cúmulos y estratos, ¿te acuerdas?
Nubes en forma de platillos volantes, de trocitos de algodón desperdigados por el cielo, de ondulaciones parecidas a una sucesión de olas… Es el momento de recordar aquello que aprendimos de carrerilla en el colegio o el instituto sobre las formas de las nubes y el mensaje meteorológico que encierran y aplicarlo a nuestras observaciones. Los cirros componen esa disgregación en pequeñas nubes que parecen trozos de algodón, las lenticulares son las que semejan platillos volantes y las bellas Kelvin-Helmholtz componen algo parecido a varias olas seguidas rompiendo en el mar. Pero también hay cúmulos, cumulonimbos, estratos, e incluso, entre estas, nubes yunque, agujero en el cielo, rodillo…
Un buitre negro sobre la ciudad
Ya que estamos mirando al cielo en pleno día, fijaos en aquel ave tan grande, con esas alas tan anchas, entre las nubes, sobrevolando la ciudad. Es un buitre negro, el ave de mayor envergadura que surca nuestros cielos y que se puede ver en entornos urbanos. De hecho se ha visto estos días en Madrid y se ha dado a conocer gracias a la iniciativa que impulsamos desde Aver Aves. Con la etiqueta #AvesDesdeCasa, más de 300 personas por toda España (e incluso fuera), desde peques de siete años a veteranos observadores de aves, llevamos desde que comenzó la cuarentena subiendo a las redes sociales (principalmente Twitter) listas, comentarios, fotos y vídeos de las aves que nos rodean. Y sin salir de casa.
La cifra de especies supera las 150 y las hay de lo más curiosas y raras, pero lo importante son dos cosas: La primera es que toda persona que se ha asomado al balcón o a la ventana ha acabado viendo u oyendo varias especies. Muchas se sorprenden de lo que tienen al lado de casa y nunca le habían prestado atención: hasta tres especies diferentes de palomas, mirlos muy cantarines, plumajes de las urracas más bellos de lo que se creía y esbeltas cigüeñas blancas que atraviesan el cielo al atardecer. La segunda tiene relación con “los documentales de naturaleza” que, de repente, tenemos delante: vuelven las golondrinas tras pasar el invierno en África, los gorriones se pelean por la comida y hasta vemos las primeras andanzas de las crías de este año.
La superluna del 8 de abril
Tras el correspondiente aplauso de las 20.00 h. a los profesionales que trabajan día a día para protegernos y luchar contra el coronavirus, y la posterior cena, volvemos a salir a la ventana o el balcón. Ya es de noche. De nuevo, la reclusión en casa se convierte en un acicate para salir a contemplar el firmamento y aprender más sobre constelaciones y astros. Quienes vivan en entornos rurales y de montaña sacarán mayor partido a una observación astronómica dentro de un cielo más limpio. Sin embargo, el 8 de abril cualquiera que se asome y alce la vista contemplará una Luna llena más luminosa y grande de lo habitual, la conocida como superluna. Nuestro satélite estará en lo que se denomina perigeo, el punto de su órbita más cercano a la Tierra, a 357.030 kilómetros de distancia. Nunca a lo largo de todo el año la tendremos tan cerca.
Lluvia de líridas en la noche del 22 de abril
Pero hay más, porque no hay que esperar a agosto para contemplar una lluvia de meteoros como las perseidas o lágrimas de San Lorenzo. Entre el 21 y el 23 de abril tendrá lugar otro fenómeno de estas características, el de las líridas, una lluvia que de promedio produce alrededor de veinte meteoros por hora en su punto máximo a partir de las partículas de polvo dejadas por el cometa C/1861 G1. Mejor que nos lo cuente el Instituto Geográfico Nacional y nos ponga los dientes largos: “2020 será un año excelente para la observación de las líridas, puesto que su momento de máxima actividad será un día antes de la Luna nueva (el novilunio tendrá lugar el día 23 de abril). La máxima actividad se espera sobre las 9 horas (hora oficial peninsular) del día 22 de abril, por lo que la mejor noche para la observación debería ser la del 21 al 22 de abril”.
Flores en el alféizar
Nubes, aves, estrellas, cometas, la Luna… Ya tenemos más que suficientes motivos para salir al balcón y la ventana y disfrutar del aire libre, pero la naturaleza del mes de abril se empeña en que superemos el malestar interior por los efectos del coronavirus con el bienestar exterior de la floración primaveral. De entrada, enhorabuena para quienes tengan en sus macetas, jardineras o incluso pequeños jardines, clavelinas, peonías, tulipanes, glicinias y plantas crasas como las Sedum. Es el momento de la salida de sus hermosas y variadas flores.
Como sabemos que la gran mayoría de pisos de nueva construcción, y también los más bajos, adolecen de balcones y ventanas con generosos alféizares donde colocar plantas y macetas, vamos a prestar también atención a las plantas de fuera. Aquí llevan ventaja quienes tengan un parque o jardín cercano y hasta un descampado. No digo nada de quienes habiten en zonas rurales. Ahora sobre todo están de un amarillo reventón los jaramagos, además del diente de león y las caléndulas silvestres. Son esas plantitas que se abren paso incluso entre el asfalto de las ciudades. Pero los que me tienen enamorado estos días son los setos de fotinias, con esas hojas nuevas de diversas tonalidades rojizas que les brotan y contrastan con las verdes del resto de la planta. Es un arbusto muy típico de zonas ajardinadas.
El huerto en la ventana
Y para terminar, ¿qué tal si redondeamos la faena botánica animándonos a cultivar nuestras propias verduras y hortalizas? Es imposible abarcar aquí todas las posibilidades y recomendaciones asociadas a un huerto urbano en casa (en Germinando saben mucho más que yo), pero sí apuntar que las lechugas, acelgas, pepinos, tomates, zanahorias, rábanos y espinacas se dan muy bien para plantarlas en macetas. Para algunas de ellas, como espinacas, zanahorias y rábanos, abril es un buen mes para sembrar. Encima, ahora que nos ponemos a manipular abonos, compost, semillas, hojas y tallos, comprobamos que hay otros protagonistas del reino animal que también llaman la atención.
Diversos invertebrados, como los arácnidos, recorren las plantas. Pero tranquilidad, nada de asustarse, y menos con la bella araña tigre (Argiope bruennichi), ni siquiera con la de patas largas (Pholcus phalangioides) o morgaño. Todo lo contrario, dadles la bienvenida porque son, como la golondrina que acaba de llegar, grandes devoradoras de insectos que no les hacen muy bien a las plantas que habéis decidido cuidar. Incluso se alían con vencejos y aviones para disminuir la cantidad de moscas y mosquitos que tanto nos incomodan con la entrada de la primavera.
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