Aire Libre Invierno: Manzanas, brezos y quesos hasta Carnaval
Con manzanas que alcanzan su punto de maduración en invierno y plantas de nombre científico tan elocuente como ‘Erica multiflora’ que florecen en la estación que comienza hoy, queda claro que esta época de frío y menos horas de sol tiene su punto de vitalidad que hay que aprovechar. Pero sí, el ritmo de la naturaleza y de la vida en general se ralentiza y desde tiempos ancestrales se ha invocado a cielo y tierra para que despierten y vuelvan a ofrecer sus flores y frutos. Ese es el sentido de algunas fiestas de carnaval en zonas rurales: despertar a la tierra con ruido y algarabía. Con esta mezcla de fiesta y recogimiento invernal nos adentramos en valles guipuzcoanos, lugares donde crece el brezo de invierno, carnavales navarros y gallegos, parques rurales de Canarias y la historia y la naturaleza más apacibles de Menorca.
“Tiene una piel dura y ligeramente áspera, y el sabor es ácido. Se recolecta en invierno y se recomienda comer entonces, pero sin mucha conservación dura de 4 a 5 meses”. Así exponen parte de las singularidades de la manzana reineta Errazil-Ibarbi la asociación Errezilgo Ibarbi Sagarra, encargada de su recuperación y puesta en valor. Se podría pensar que no llegamos en el mejor momento a este pueblo, Errezil, en el interior de la comarca guipuzcoana Urola Costa, porque, como ocurre con otros frutos, este manzano es vecero, es decir, unos años ofrece una excelente cosecha y otros no, y este 2024 está entre los segundos.
Pero no hay que desanimarse ni descartar una visita a este valle, con senderismo de propina hacia los montes que lo dominan: el macizo de Hernio –con cumbre mítica del mismo nombre–, considerado el centro geográfico de Guipúzcoa/Gipuzkoa. Desde Errezilgo Ibarbi Segarra han diseñado un itinerario que pasa por las zonas de cultivo de la manzana y se aprecian las pendientes acusadas en las que están enclavados los manzanos y cómo complican su recolección. Hay hitos y paneles que nos sumergen en esta cultura, Casa de la Manzana incluida (Sagar-Etxea), donde se guarda y conserva el fruto. Y aún siendo un año de cosecha floja, siempre nos queda la tienda del pueblo, donde aparte de manzanas Errazil-Ibarbi, hay mermeladas, zumos, cremas y sidras elaboradas con este fruto.
Brezo multifloral de invierno
Junto a la manzana de Errezil, en diferentes artículos de Aire Libre hemos visto cómo maduran en invierno naranjas y fresas, las bayas de acebos y ruscos e incluso aceitunas y bellotas tardías. Y también cómo florecen almendros, melocotoneros y albaricoqueros. Y brezos. Este arbusto, cuyo género principal (Erica) reparte varias especies por toda la geografía española, cuenta con una popularmente conocida como bruguera, que florece desde el final del verano hasta el comienzo del invierno. De hecho, también se le llama brezo de invierno. Su nombre científico, Erica multiflora, se explica por el generoso ramillete de flores rosáceas que despliega y que se aprecia en mucho puntos de España, especialmente entre matorrales del levante peninsular y en las islas Baleares.
Para disfrutar a la par de la floración del brezo de invierno y de los enclaves en los que crece, una de las recomendaciones es la subida al Montgó desde Denia, en Alicante. Desde el Ayuntamiento de esta localidad ilustran sobre todo tipo de recorridos, de fáciles a dificultad alta, en los que es raro no toparse con la planta. La sierra de Los Guájares en Granada y la Reserva Natural de las Hoces del Cabriel en Cuenca son otros dos puntos con disfrute seguro de su floración, aunque la siguiente parada la hacemos en Menorca. La bruguera o brezo de invierno crece por doquier en esta isla, pero nos quedamos en la finca pública S’Arangí, en el municipio de Es Mercadal.
Quesos de Menorca
Menorca es una isla que gana mucho en invierno. Es muy rural, especialmente en municipios del interior, como Es Mercadal y Alaior, y no le cuadra mucho el trasiego de coches y turistas de la primavera y el verano. La finca de S’Arangí concentra en poco espacio, con recorridos interpretativos y cortos, lo mejorcito del perfil forestal y geológico –atención a la Peña del Indio– de la isla. Y ya que hemos subido al Hernio en Guipúzcoa y al Montgó en Alicante no hay que desechar disfrutar de las vistas de Menorca desde lo alto del Puig Mail. Para recobrar fuerzas, nada como acercarnos a Quesos S’Arangí, casi pegado al aparcamiento de acceso a los itinerarios mencionados.
Quesos S’Arangí es una de las queserías que ofrece el queso Mahón, con denominación de origen, además de embutidos también de la zona y de elaboración tradicional. En invierno abren la tienda los fines de semana. A escasos 10 kilómetros, en el municipio de Alaior, hay otra quesería, Subaida, que además de la degustación y compra de sus quesos (añejo, curado y semicurado) ofrece visitas guiadas por sus instalaciones. Nos cuentan que ahora en invierno no programan todo el repertorio de visitas, por ejemplo la de elaborar tu propio queso junto a un maestro en la materia, pero que no obstante tienen las puertas abiertas para otras propuestas.
Entre la cultura talayótica y las aves de Son Bou
Las puertas abiertas de Alaior hay que aprovecharlas al máximo, porque alberga uno de los patrimonios arqueológicos y naturales más importantes de Menorca. En sus límites encontramos algunas de las mejores representaciones de la cultura talayótica, desarrollada entre la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, y propia de esta isla y la de Mallorca. Los poblados de Torralba d’en Salort y Torre d’en Galmés, la taula de Torrellisar y las navetas –taulas y navetas son monumentos megalíticos– de Biniac y Rafal Rubí y la necrópolis de Cales Coves son algunos ejemplos. El portal Menorca Talaiòtica es una buena opción para orientar mejor nuestra visita, a ser posible guiada para no perder detalle de la historia y la intrahistoria de esta cultura.
No nos olvidamos del cariz más natural de Alaior, representado por sus barrancos (Son Boter, Llucalari o Rellotge) pero, sobre todo, y más ahora en invierno, por el humedal litoral de Prat de Son Bou. Pardelas, patos cucharas, aguiluchos laguneros, agachadizas, escribanos palustres, pechiazules y grandes bandos de estorninos se suman en estos momentos a las garzas, halcones, currucas y ánades azulones que pasan aquí todo el año. De nuevo recomendamos echar mano de personas expertas en la materia para disfrutar a fondo de este elenco faunístico; una buena elección es Menorca Walking Birds.
Parque Rural de Betancuria
En la mezcla de insularidad, naturaleza y medio rural salta entre mis cuadernos de viaje Fuerteventura, en Canarias, y más en concreto el Parque Rural de Betancuria. Los parques rurales son particulares de Canarias y se definen como “espacios naturales amplios, en los que coexisten actividades agrícolas y ganaderas o pesqueras con otras de especial interés natural y ecológico, conformando un paisaje de gran interés eco-cultural que precisa su conservación”. El 29 de diciembre de 2005 tengo apuntado que vi mi primer halcón tagarote en libertad, junto a mi hijo Rubén, que poco antes me había alertado de la presencia cercana de la subespecie canaria de alcaudón real. Todo en el entorno de la presa de Las Peñitas, en el Parque Rural de Betancuria.
Ese “gran interés eco-cultural” se aprecia desde que entras en el pueblo de Betancuria por su otro coqueto núcleo de población (Valle de Santa Inés) hasta que sales al mar en las cuevas de Ajuy, pasando antes por otra de sus aldeas, Vega del Río Palmas, y el mencionado embalse de Las Peñitas. Todo está en el parque rural, y parte lo disfrutamos en las visitas que hicimos al mirador de los gigantes Guise y Ayose, la iglesia de Santa María de Betancuria y a sus restaurantes para degustar gofio dulce con queso majorero o algún plato con chorizo canario.
Carnavales para despertar a la tierra
Pues sí, esto ocurre en invierno, cuando se supone que la naturaleza y la tierra están dormidas. Y si se duerme mucho, ahí está el carnaval para despertarla, o al menos algunas celebraciones de este tipo en zonas rurales de España. “Son los grandes cencerros que los joaldunak llevan sujetos a sus caderas los que llaman más la atención. El sonido cuando atraviesan el bosque entre las dos localidades pretende despertar a la tierra del largo letargo invernal para que de nuevo sea productiva en primavera”. Así presentan desde el portal de turismo de Navarra el Carnaval de Ituren y Zubieta, en el valle navarro de Malerreka y con el río Ezkurra como referencia a seguir durante el camino que recorren el lunes después del último domingo de enero los joaldunak de Zubieta hacia Ituren y el martes los de Ituren hacia Zubieta. No faltan osos, carneros y otras bestias acompañando a la comitiva.
Otros carnavales de raigambre rural son el Peropalo de Villanueva de la Vera, en Cáceres, los Diablos de Luzón, en Guadalajara, y los entroidos de Galicia, con los llamativos peliqueiros de Laza o el cigarrón de Verín, ambos en Ourense. Los entroidos se reparten por diversas localidades de la geografía gallega y requieren la participación activa, con disfraz, por supuesto, de toda persona que se acerque a vivirlos. No disfrazarse supone arriesgarse a padecer la “penitencia” que dicte la fiesta. Por conjugar carnaval y paisaje natural, son especialmente recomendables los que se reparten entre la Ribeira Sacra, entre Lugo y Ourense, como los entroidos Ribeirao en Santiago de Arriba (Chantada, Lugo), Oso de Salcedo (A Pobra do Brollón, Lugo) o Felos e Madamas (Esgos, Ourense).
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