Alia Trabucco, segundas transiciones en Chile y España

La escritora Alia Trabucco.

La escritora Alia Trabucco.

La escritora Alia Trabucco.

La novela arranca con un Santiago de Chile cubierto de cenizas, y el encuentro escritora/periodista se realiza en miércoles de ceniza. A Alia Trabucco Zerán le parece una feliz coincidencia, que ayuda a que la entrevista en torno a su primera novela, ‘La Resta’ (editorial Demipage), fluya bien en torno a las dictaduras y transiciones, mentiras y olvidos en Chile y en España. A la despolitización y a la actual y esperanzadora repolitización de las nuevas generaciones.

Lo primero, Alia, ese nombre necesita una explicación…

(Risas). Alia es un nombre árabe, tengo ancestros palestinos y sirios; pero aún no he visitado esos países, mi primer acercamiento real al mundo árabe fue que hace muy poquito viajé con mi papá a Túnez, pero tengo pendiente y muchas ganas de ir a Palestina. Mi bisabuelo paterno nació en Belén. Fueron emigrantes a Chile por el Sur, y se radicaron en Puerto Montt. Trabucco es un apellido italiano. Y Zerán, árabe también.

Estudiaste Derecho y has estado muy implicada en la lucha en derechos humanos, feminismo, igualdad de sexos… ¿Cómo diste el cambio a ejercer de escritora profesional?

El cambio me cuesta verlo como un momento concreto. Siempre escribí, desde muy chica. Fue más bien tomar la decisión de hacerlo en serio.

Postulé al máster de escritura creativa a Nueva York, con una beca, y lograrlo me ha permitido dedicarme exclusivamente a escribir. Tenía en la cabeza este proyecto desde hacía mucho, pero necesitaba concentración, y en Nueva York tuve el tiempo y la disciplina, que es fundamental, para sentarme a escribirlo. Me he demorado con la novela tres años.

Y conecta plenamente con tu actividad anterior, porque está muy relacionada con los derechos humanos.

Indudablemente, son temas que me atraviesan y que seguirán estando presentes siempre en mí. Los temas de derechos  humanos tomaron finalmente ese nombre, pero son temas muy transversales a miles de cosas.

Muertos, desaparecidos, la herencia de los tiempos duros de la dictadura de Pinochet… ¿Cómo lo vive Chile? ¿Sigue habiendo debate?

Me parece que sigue siendo un tema que está totalmente vigente. Lo que yo intento con esta novela es preguntarse cómo personajes más jóvenes, de otras generaciones, han sido capaces de lidiar con este pasado de sus padres, sin caer en las mismas retóricas, ¿por qué no poder cuestionarlo, reírse de ese pasado?

En España se habla más ahora de la Transición que hace 20 años…

Yo te diría que en Chile pasó exactamente lo mismo, y que son casos muy comparables. En Chile, con el inicio de la pseudodemocracia de Patricio Aylwin (de 1990 a 1994) se pactó no hablar de estos temas y dejarlos enterrado. O sea, Pinochet se murió en su cama. Como Franco. Hubo una especie de pacto de silencio, que se empezó a romper en 2013, a los 40 años del Golpe y que provocó un boom de literatura que comenzó a hablar de este tema de nuevo. Quizá pasa lo mismo acá; que resurge un asunto que había quedado como enterrado, y que no se había digerido. Y dentro de ese boom, lo que intentaba yo es volver a hablar de ese tema, y quitarle su capa protectora; y meterse en preguntas más complicadas.

Hay varias voces en ‘La resta’, unas optan por el humor, otras por el dolor, unas más por el resentimiento y otras por la desidia. ¿Tú, desde tus 31 años, qué opción tomas respecto a la historia reciente de tu país?

Creo que hay que hablarlo, es algo que le atraviesa mucho a mi generación, porque la transición chilena estuvo muy impregnada por la dictadura. Chile no se puede explicar sin el Golpe. Es un país inexplicable. Ultraliberal. Donde todo se ha privatizdo. Donde finalmente nos rige la Constitución política de Pinochet.

Fue el tubo de ensayo de EE UU para implantar políticas liberalizadoras en Latinoamérica.

Eso fue, eso fue. Y ejercer ese modelo de privatización total sólo era posible a través de una dictadura terrible que garantizara que todo el mundo no saliera a la calle a oponerse. Pero para mí el punto aún más grave es lo que pasa después. Porque, sacada la dictadura, el neoliberalismo aún se profundiza más.

Pero ahora tenéis el prestigio progresista de la presidenta Bachelet…

Lo que ha hecho nuestra presidenta es administrar ese modelo; no me parece que sea un tremendo cambio. Ha hecho ciertos guiños; y fuera se la ha pintado como la gran revolucionaria, cuando para nada. En Chile el sistema público ha sido totalmente desarticulado; y me sorprende cuando vengo a Europa la cobertura social sanitaria que existe. Ahora recién están intentando volverlo a construir en mi país. Porque, si no, hay que pagar una salud privada que para la mayoría es impagable. Hay mucha vulnerabilidad de la población, sin red social.

Desde fuera vemos a Bachelet de otra manera…

Yo soy bastante crítica con Bachelet; para mí hay que hacer cambios mucho más profundos y cambiar la Constitución. Realmente la reforma de la educación hay que hacerla muy de raíz. También ahora parece que se está empezando a hacer. España me da la sensación de que vive un momento muy interesante desde el movimiento 15M, como de cierta rearticulación de los movimientos sociales, y, a la vez, ya con un proyecto articulado y viable; lo vemos como una fuerza que puede ganar en las elecciones. Me interesa cómo en España, después de muchos años de despolitización, se ha ido repolitizando la sociedad, con un programa de cambios profundos. Y veo con esperanza que ojalá algo similar ocurra en Chile; especialmente no sólo grandes estallidos de indignación, sino también de cómo esa indignación se articula a niveles sociales, como acá, donde ha sido muy rápido, en 3 años.

Pues los tertulianos más instalados se apresuraron a dar por enterrada la toma de la Puerta del Sol por el movimiento 15M; dijeron que qué bonito, utópico y romántico, pero que no había servido para nada…

La casta.

La casta, sí. Así le llaman aquí.

En Chile lo que hubo fue en 2011 un movimiento estudiantil muy fuerte, pero con Bachelet ha habido una suerte de desarticulación; la gente está menos en la calle, se ha relajado en sus reivindicaciones, y eso me preocupa, porque realmente hay que cambiarlo todo… Es que es un país donde no hay educación pública. Estudiar resulta carísimo. Incluso en la universidad pública, entre comillas lo de pública, las tasas son tan altas que son prohibitivas. Es una vergüenza en Chile. Y eso tiene  que cambiar. Porque Chile se está mostrando al mundo con sus grandes laureles de país superdemocrático, al que le va económicamente maravilloso, que tiene de presidenta a una mujer progresista… Y no… O sea, de verdad que no es así, no…

Ahora estás haciendo un doctorado en literatura latinoamericana en Londres. Cuéntame.

Estoy trabajando un tema muy específico, la representación de las mujeres asesinas en la literatura. Es un tema que me parece que puede dar mucho de sí para hablar de género.

¿Y qué estás encontrando?

Es que no hay sólo personajes que matan, también hay escritoras asesinas. En Chile, el caso más conocido es el de María Carolina Geel, que en los años 50 asesinó al que había sido su amante en el famoso hotel Crillón, y luego, cuando fue presa, escribió su novela Cárcel de Mujeres. No fue la primera; poquitos años antes, María Luisa Bombal había intentado asesinar, pero no lo logró, al que había sido su novio, también en el hotel Crillón.

Me estás dando un poco de miedo. Con este tema y el episodio del loro de tu novela… (Atención: ver párrafo final extraído del libro).

(Risas). Me interesaba trabajar el tema de la violencia. Recién estoy empezando con esto. Me quedan tres años por delante. De pronto, quizá cambie el tema…

Noooo, que puede dar mucho de sí. Cuando lo termines te hago otra entrevista y hablamos de qué conclusiones sacas.

Es que en los países latinoamericanos, y sin miedo de generalizar, se puede decir que, además de pasados muy violentos, tienen presentes de mucha desigualdad, y eso genera una sociedad muy violenta. Aparte del terrible machismo. Chile es un país muy machista.

¿Qué es Brutas Editoras?

Una pequeña editorial independiente en la que colaboro, dirigida por la escritora Lina Meruane…

De ella publicamos en noviembre un extraordinario cuento negro en ‘El Asombrario’, recogido en otro volumen de Demipage, ‘Disculpe que no me levante’, y que aún me hace tener malos sueños alguna noche…

Es una grandísima escritora, sí… En Brutas editoras llevamos tres años y tenemos una decena de volúmenes de dos colecciones: una de crónicas, donde dos escritores, un hombre y una mujer, relatan sobre un lugar que no es el propio. Por ejemplo, dos hablando de Japón, Berlín, París, Bogotá, Nicaragua… La otra, de ficción bilingüe: español/inglés.

Dos aspectos formales llaman mucho la atención en ‘La resta’. La riqueza de vocabulario y la manía a los puntos. Cuando habla Felipe, uno de los protagonistas, brillan por su ausencia. (Atención: ver párrafo final extraído del libro).

Con Felipe quería que fuera una voz sin parar, que refleja un personaje que está desbordado y que va uniendo relatos que acaban muy lejos del punto de origen. Es una manera de adaptar la forma al contenido y al carácter del personaje. Un personaje que está buscando una fuga, y en esa fuga no hay puntos, de ningún tipo.

¿En tu vida hay más puntos?

¿En mi vida?… Mmm… No sé…

¿Cómo construyes tu historia? ¿Más con comas, que son más relativas?

(Risas). Tal vez, tal vez.

Te quedan tres años en Londres, ¿y después?

No sé… La verdad es que no sé. Tampoco podía imaginarme lo de Nueva York y Londres… Por eso, sí, quizá las comas.

O los puntos suspensivos…

Sí, hay que ir viendo… No sé, Londres es una ciudad muy interesante, pero muy difícil.

Resúmenos Santiago de Chile en una frase.

Uf, es para mucho más que una frase. Me cuesta, Rafa. La novela tiene mucho que ver con mi mirada sobre Santiago, ese Santiago gris, un poco opresivo. Me interesa mucho en la novela trabajar el paisaje, la conexión entre ecología y carácter y cultura. Qué implica vivir a los pies de una muralla. Porque la cordillera es una muralla. Quizá imponga cierta pasividad en la gente…, que ojalá se vaya rompiendo.

Lo prometido es deuda. Aquí va el espeluznante episodio del loro de La resta, que da una idea de por dónde va Trabucco Zerán. Disfrutadlo:

«…así que lo agarré nomás y él apretó las alas contra su cuerpo y se puso a chillar, claro, por eso pienso en el Evaristo como una idea sonora, por lo ruidoso, sí, así que me lo llevé a mi pieza más allá en el sur, para que no lo escuchara mi abuela Elsa, y ya en mi pieza lo miré un buen rato para conocerlo, porque no importaba cómo era la gente por fuera, esas son cosas superficiales, milito, decía mi abuela, lo que en verdad importa va por dentro, mi niño, así que le empecé a sacar las plumas al Evaristo, una por una le saqué las plumas verdes y suaves y superficiales, sí, fui desplumándolo despacito y poniéndolas sobre mi mesa, y él estaba tibio y callandito, porque parece que por dentro era silencioso el Evaristo, eso pensé ordenando las plumas en un abanico grande y verde y mío, pensé que en realidad había muchas cosas más adentro, cosas como su voz chillona y sus ideas y cada uno de sus huesos, sí, eso quería ver y por eso le enterré la punta de un tenedor filudo en el cogote, y a borbotones salió un chorro de sangre roja y brillante y bonita, y al fondo de todo vi sus huesos chiquititos y también rojos, porque no es verdad que son blancos los huesos, no, son rojos, coloradísimos, por eso nadie encuentra lo que está buscando, porque ni saben lo que buscan y tampoco saben que nunca debemos rastrear el todo, no, son las partes las que valen, eso pensé contemplando las plumas en ese abanico verde y circular y el charquito rojizo y la piel arrugada sobre mi mesa, me pregunté qué faltaría para reunir las partes, para armar de nuevo el todo y devolver al Evaristo a su jaula…».

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