Ana Fernández: “¿Lo siguiente sería la quema de libros y personas?”

La actriz Ana Fernández. Foto: Javier Mantrana.

Ana Fernández (Sevilla, 29 de mayo de 1965) es historia de nuestra cultura, de esa cultura crítica que lucha por el progreso de la sociedad. Que entiende su arte como forma de avanzar y conquistar derechos. Que reivindica y grita desde cada uno de los personajes femeninos que ha encarnado. Recientemente, sobre las tablas del Teatro Español, ha interpretado a Leocadia Zorrilla, amante de Francisco de Goya, en ‘El sueño de la razón’, una obra escrita por Antonio Buero Vallejo en 1970 y adaptada al teatro ahora por José Carlos Plaza. En esta entrevista, realizada días antes de la jornada electoral, la actriz carga contra el retroceso que supone el cada vez mayor extremismo de la derecha española.

Su talento –que le ha llevado a trabajar de la mano de Pedro Almodóvar o José Luis Garci y que le valió para levantar un Goya a Mejor Actriz Revelación por Solas, de Benito Zambrano­– se erige sobre el escenario para seguir arrojando luz en el presente y combatir “ese monstruo de la razón, que hoy agazapado sigue mostrando sus garras, que no nos deja pensar y que busca adormecer nuestra razón. En una España siempre condenada al ostracismo y la incultura”, como explica Plaza.

En ‘El sueño de la razón’ se ve cómo, después del Trienio Liberal, Fernando VII, el Rey Felón, impone un reinado absolutista, autoritario y represor. ¿Hay algo de actualidad con el contexto en el que sucede la obra?

Esta obra de Buero Vallejo parece tener el secreto de la actualidad permanente. Efectivamente retrata el absolutismo represor de Fernando VII, pero también es la metáfora que utiliza Buero para reflejar la España de 1970, año en la que se estrenó, en pleno franquismo. Refleja la represión de la terrible dictadura franquista y la lucha frente a ella.

Pues bien, creo que es un acierto recuperarla ahora que se ciernen amenazas, alguna de ellas ya hecha realidad, de un retroceso político, social y cultural.

Todavía muchos Goyas y Leocadias luchan contra la injusticia. ¿Temes que la extrema derecha ponga en riesgo las libertades de tu profesión?

No es un temor, es una constatación; en los últimos días ya se han producido varios episodios de censura e incluso agresión durante el desarrollo de una obra creativa. Que el Orlando de Virginia Woolf haya sido censurado o que un concierto haya sido interrumpido por la policía son muestras claras de la represión que se avecina. Y ya antes, se censuró una obra de Paco Bezerra. ¿Lo siguiente será la quema de libros y/o personas?

¿Qué crees que puede aportar la cultura al progreso de una sociedad?

La cultura es un elemento clave en el progreso de una sociedad. A través de ella, en su sentido más crítico, los seres humanos nos objetivamos, nos vemos desde fuera y podemos analizar y criticar nuestros comportamientos y nuestras actitudes frente a los demás y a la propia sociedad. Y eso es imprescindible para un desarrollo razonable y ordenado de la sociedad en cualquiera de sus formas.

¿Echas en falta más apoyo institucional a la hora de apoyar a la cultura?

Parece evidente que la cultura, en sus formas más críticas y experimentales, necesita del apoyo de las instituciones. Luego hay otras formas de cultura a las que el propio mercado puede sostener. En cualquier caso, lo más eficaz es la colaboración entre las instituciones y las empresas privadas para evitar también posibles clientelismos.

Siguiendo con ‘El sueño de la razón’, Leocadia Zorrilla, la protagonista, es una mujer que, como tantas otras a lo largo de la historia, ha quedado oculta tras la figura de un hombre talentoso como Goya, pero que, sin la compañía de ella, no hubiese alcanzado lo que fue. ¿Qué reivindicas de tu personaje?

Creo que en la obra queda patente que Leocadia es el personaje más lúcido. Lo que ella plantea en la primera escena es lo que acaba imponiéndose y condicionando la decisión de Goya. Y ciertamente sin su apoyo y compañía, la última etapa de las pinturas negras probablemente no se habrían producido de la misma manera.

No se sabe dónde está enterrada Leocadia, ¿consideras que hay mucho trabajo por hacer a la hora de reivindicar la figuras femeninas que han sido enterradas a lo largo de la historia?

Efectivamente la historia está plagada de figuras de este tipo y cada vez se van descubriendo más y más. Pero también de mujeres creadoras que estuvieron en primera línea de la creación, aunque no de la popularidad que siempre se les negó. Y como cada vez hay más investigación van apareciendo más. Por lo tanto, la necesidad de reivindicar e investigar sigue ahí.

Por suerte, también cada vez hay más directoras y autoras teatrales, y con ellas comienzan a aparecer personajes femeninos más ricos y complejos. ¿Crees que se ha llegado a la igualdad en la industria o todavía la presencia masculina predomina por encima del resto?

Se ha avanzado en este terreno, pero no se ha llegado a la igualdad ni mucho menos. Las profesionales de los distintos ámbitos están ocupando más puestos, pero en los que realmente se toman las decisiones todavía la presencia de mujeres es muy minoritaria.

¿Por qué es importante que existan obras escritas y dirigidas por mujeres? ¿Qué historias deben contar las mujeres que no cuentan los hombres?

La presencia de escritoras y directoras sigue siendo mucho menor que la de los hombres y ello condiciona las historias y cómo se cuentan: desde quiénes son protagonistas hasta el punto de vista desde el que se cuenta la historia. Parece lógico que si hay un 51% de mujeres en España y en el mundo, hubiera una cifra semejante de protagonistas de historias en el teatro o en el cine. Pues no, la inmensa mayoría de las obras de teatro y cine son protagonizadas por hombres. Las mujeres, si estuvieran representadas en ese 50% aproximadamente, contarían historias con protagonistas mujeres y desde el punto de vista de una mujer. Ese sería el resultado natural.

¿Existe mucha hipersexualización femenina en el mundo del cine?

El cine está hipersexualizado en relación a las mujeres. No hay más que ver los carteles y la promoción de las películas; es notorio.

¿Te has negado alguna vez a hacer alguna escena en concreto por considerar que no aportaba nada al relato?

Personalmente no recuerdo que me haya ocurrido que me encontrara con alguna escena de desnudo innecesaria. Creo que he tenido suerte.

La actriz Ana Fernández. Foto: Javier Mantrana.

¿Cómo le afecta a una actriz cumplir años? ¿Te llaman menos? ¿Tus personajes son más secundarios? ¿Cómo te ha afectado a ti personalmente?

Pues ante la menor presencia de mujeres en los puestos de decisión (escritura, dirección y producción) las historias de mujeres mayores de 45 años casi desaparecen de los personajes protagonistas. Los hombres a esa edad siguen siendo atractivos, deseables, activos, creativos, en fin, protagonistas de las historias; las mujeres empezamos a desaparecer o aparecer como personajes de apoyo, casi siempre del hombre, claro.

Mi caso no es una excepción. Pero con los pies en el suelo, como he intentado estar siempre, creo que lo he asumido bastante bien.

¿Qué sientes cada vez que te subes a un escenario?

Para mí el escenario empieza antes. Cuando recibo el texto, lo estudio, lo analizo, empezamos los ensayos y empiezo a construir el personaje es cuando empieza el viaje; un viaje fascinante que sigue con las relaciones con los demás personajes, con las representaciones, las reacciones del público… Todo ello es magnífico.

¿Y qué te ha regalado el cine?

También hay un viaje parecido aunque más corto y en algunos aspectos más intenso. Por otra parte, a mí personalmente el cine me ha regalado la posibilidad de trabajar en muy variados países con sus diferentes formas de trabajar, producir, dirigir, etc… He tenido la suerte de hacer varias películas en Argentina, Venezuela, Colombia, Chile e Italia, y eso ha sido un auténtico aprendizaje y un placer.

¿Cuál es el personaje que has interpretado que más te ha marcado en tu carrera?

El personaje que me abrió la posibilidad de trabajar en el cine fue María, de Solas. Les tengo un gran cariño y reconocimiento a Benito Zambrano y a Antonio Pérez, el productor.

Y hay un personaje que también adoro, de una serie que hice en Barcelona, La Mari, que es la historia de una inmigrante andaluza de un pueblo de Huelva, Alosno, que emigra a Barcelona y transcurre entre los años 60 y los 80 del siglo pasado. Nos cuenta la transformación que transcurre en la sociedad, en la política y en lo personal con esa mujer; me enamoró.

En cuanto a teatro hay tres personajes que me gustó mucho hacer y, a su vez, aprendí mucho de ellas. El personaje de Ruth de Regreso al Hogar, de Harold Pinter, era y es muy misterioso y consigue sigilosamente introducirse e incluso dominar un entorno sólo de hombres de lo más patriarcal. Es muy sutil y muy pinteresco, es decir, en ese mundo de Pinter que es único e inimitable.

Otro personaje que me ha fascinado es el de El Lunar de Lady Chatterley, una obra unipersonal de Roberto Santiago. En ella se refleja lo que pudo ocurrir después de que acabase la novela de D. H. Lawrence, El Amante de Lady Chatterley, novela prohibida en Inglaterra en 1930 y durante 30 años. En la obra de teatro se refleja la terrible lucha de Constance Chatterley defendiéndose de los ataques judiciales de su marido que intenta dejarla en la ruina y deshonrada. Ella se enfrenta a ese mundo de hombres, todos hombres, con tanta inteligencia, energía, rapidez mental y amor por la vida que te conquista.

Y, finalmente, esta Leocadia Zorrilla, que con su capacidad de análisis, su pasión, sobre todo por la vida, y su inteligencia, de nuevo la inteligencia, consigue que tanto Goya como sus amigos actúen como ella propone desde el principio, salvando a su familia de una persecución terrible e injusta.

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