Apuestas musicales para el fin de la cuesta de invierno
Para sobrellevar las ciclogénesis explosivas que han hecho de este invierno una estación aun más dura, os invitamos a escuchar cinco sorpresas musicales fuera de los circuitos más comerciales. Desde el pop brillante de la canadiense de enormes ojos Hayley Richman hasta la extrema sensibilidad del pianista ghanés emigrado a Londres Benjamin Clementine y la melancolía angelical de Active Child.
1. HAYLEY RICHMAN
Gracias a la página oficial de Jonny Greenwood, guitarrista de Radiohead, que elogiaba la calidad vocal de Hayley, la joven canadiense se está convirtiendo en todo un fenómeno a través de su canal de YouTube; más de un millón de visitas en pocos meses así lo avalan.
La pequeña Hayley, de intensos y grandes ojos azules, se niega a poner una etiqueta a su estilo musical, prefiriendo adentrarse en todos los géneros y sonidos posibles con espectaculares versiones del pop más actual que brillan con su voz dulce y sensual, impregnándolas de una inocencia confiada. No creo que nos encontremos con un sucedáneo de la tan aclamada Lana del Rey, a la que también versiona, pero es inevitable pensar en ella tras comprobar que detrás de toda su puesta en escena también hay un padre dirigiendo su carrera.
En este caso, el padre de Hayley, Morey Richman, está vinculado a la música desde hace años como guitarrista en numerosas bandas y, años más tarde, como dueño de una pequeña discográfica independiente, ya desaparecida. Ambos trabajan desde su propia casa, en el estudio casero y perfectamente convertido en santuario musical, rodeada de miles de vinilos y cd’s y todo lo imprescindible para que el mundo la conozca. El hecho de que Hayley haya estado expuesta e involucrada desde muy pequeña en un ambiente tan musical queda suficientemente demostrado en su amplísima versatilidad a la hora de elegir cada tema revisionado.
Solo es necesario darse una vuelta por su canal para comprobar su extenso “bagaje auditivo”. Desde los discos en solitario de Roger Waters, Muse, Portishead, U2, Nirvana, pasando por Queen, Lykke Li y Bowie, entre otros. Ella misma se encarga de proclamar a los cuatro vientos que no escucha nada de las consabidas listas de éxitos, prefiriendo mirar más allá de los top 40 de las radios comerciales. Pero si hay un grupo que marca su corta pero prometedora carrera es Radiohead; por algo, los 15 temas escogidos y versionados hasta el momento han llamado la atención de Greenwood. Ahora solo cabe esperar que su idolatrado Thom Yorke, convertido en su particular “príncipe azul musical” del siglo XXI, se fije en ella y cumpla el sueño de la pequeña Hayley. Cantar juntos.
Paralelamente a su incursión en el mundo de los covers, el pasado año editaba un EP, You Don´t Know Me, con cuatro temas originales que nos sumergen en un universo cargado de delicado sentimentalismo sonoro y no hace más que confirmar que estamos ante una estrella emergente a la que no perderemos la pista.
2. BENJAMIN CLEMENTINE
Unas manos fluyen suavemente por su piano, pero con solemnidad. Suenan notas impulsivas. Son el preámbulo de la fuerza y belleza de una poderosa voz oscura. Hay una comunión perfecta con esa capacidad vocal que va desde el soul hasta el rock romántico y que la hace distintiva e impresionante. Así son mis primeras sensaciones al escuchar Cornestone, EP de debut de uno de los talentos más reveladores de 2014. Tres conmovedoras canciones con sentidas letras que adquieren alma gracias a su profunda voz, capaz de combinar la sensibilidad de Antony Hegarty –Anthony and the Johnsons– con la pasión de Nina Simone.
Él es Benjamin Clementine, un cantante, pianista y compositor, autodidacta, nacido en Ghana, que en 2010 emigraba desde Londres a París para ganarse la vida tocando en la calle temas de James Brown, Bob Marley y Nina Simone. Sus influencias van desde Luciano Pavarotti, Jacques Brel y Léo Ferré, pasando por el gran Erik Satie, cuya música ayudó a Clementine en su adolescencia a practicar con el piano durante horas.
Paralelamente, su aprendizaje musical se enriquecía con largas sesiones escuchando música clásica en la radio, después de aburrirse con el rock, como él mismo ha confesado. Reconoce que su particular forma de cantar y escribir música es francesa, algo más centrada en las canciones que en la melodía. Lo cierto es que el sonido ecléctico de Clementine hace que su música resulte difícil de definir, pero su poderosa habilidad vocal y el acompañamiento de su piano quedan perfectamente plasmados en este debut publicado por el sello francés Ekleroschock, tras ser descubierto por uno de sus AR’s mientras tocaba en el metro parisino.
Desde entonces, han sido meses de numerosas actuaciones en bares y pequeños locales de París hasta que su aparición, el pasado año, en el programa de Jools Holland, lo convirtió durante semanas en todo un acontecimiento en el Reino Unido, ayudado de alguna manera por las declaraciones de un gratamente impresionado Paul McCartney, que se encontraba como invitado en el prestigioso programa capitaneado por el líder y pianista de la banda Squeeze. De esta manera, el que había huido de la ciudad de Londres para instalarse al otro lado del Canal de la Mancha regresaba a casa para obtener todos los honores y ser alabado como uno de los nuevos talentos a tener en cuenta en este año. La publicación de su álbum, previsto para los próximos meses, se espera con máximo interés tras estas pequeñas dosis de sensibilidad y fuerza arrolladora. Es indudable, hay pellizco -como dirían los flamencos- porque hay sentimiento, y eso traspasa y atrapa durante su escucha.
3. MALIA & BORIS BLANK
Escuchar a Malia, cantante británica, natural de Malawi, hace que su música y su, a veces, áspera voz fluyan suave acercándose a la intimidad de Billie Holiday o al tiempo lento de la fantástica cantante de jazz Madeleine Peyroux. Cada uno de sus discos, y ya van cinco, son una delicia para los oídos. Sus directos, de los que hemos disfrutado en varias ocasiones en nuestro país, son de los que perduran gratamente en la memoria. Lástima que siga siendo una artista para una escasa minoría.
Disecciono su reciente nuevo disco Convergence y no me defrauda. Escucho sofisticados arreglos que oscilan entre el soul y los ritmos electrónicos reposados gracias a su alianza con Boris Blank de Yello, genio de la música electrónica que ha trabajado con Shirley Bassey y Billie McKenzie, y compruebo que mantiene la fiel influencia del jazz de los años 40 que tanto ha marcado a Malia.
El diagnóstico de un cáncer de mama, los diversos tratamientos a los que fue sometida tras una doble mastectomía y su dedicación, más que nunca, a cuidar de su hija, que ahora tiene seis años, no fueron obstáculo para continuar con su compromiso con la música. Todo lo contrario. Durante esos tres intensos años se aferró a su gran pasión para crear Convergence. La propia Malia lo resalta: “La música siempre me dio fuerzas, de modo que me dispuse a trabajar más que nunca en ella, por un lado en la promoción de Black Orchid, disco dedicado a Nina Simone, al tiempo que trabajaba con Boris en Convergence. Una vez más la música demostró ser el remedio curativo que es y ha sido siempre para mí”.
Pero la historia de Malia se remonta a su natal Malawi (antigua colonia británica). El matrimonio de sus padres, en el que se mezclaban dos razas, ella africana y él británico, fue algo inusual en una época en la que la segregación y el racismo dejaron una poderosa huella, obligando a la familia a emigrar a Inglaterra cuando aún era una adolescente. Hasta entonces, la relación de Malia con la música se había limitado a la que escuchaba en las dos emisoras de radio locales y a algún que otro disco de The Beatles. Cuando llegó al Reino Unido, descubrió un mundo musical deslumbrante mientras trabajaba en un restaurante-club de jazz. Descubriría a muchas voces imprescindibles: Billie Holiday, Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald o Nina Simone, que la marcaron profundamente en el desarrollo de su carrera como cantante y haciendo del jazz la banda sonora de su vida.
En Convergence hay once maravillosas canciones de intensa e inspirada producción que tratan de la vida y de la supervivencia, donde se mezcla la sensualidad con momentos afligidos, pero especialmente hermosos. Himnos llenos de momentos trágicos y dramáticos, que hablan de espectros, prostitución, esclavitud, enfermedad, espiritualidad, pero donde, por encima de todo, prevalece el amor. En algunos momentos tengo la sensación de que Malia ha hecho una retrospectiva sonora a algunas de sus experiencias vitales, donde los padecimientos y tribulaciones en forma de dolor y pasión, amor y muerte, se convierten en instantáneas únicas que proceden de su alma, dotándolas de una gran espiritualidad y veneración por la vida a través de la música.
En Convergence se dan la mano la electrónica y el góspel pasando por el blues. Abriendo el disco, Celestial Echo, con una sombría percusión y con penetrantes sonidos de sintetizadores arropando esa voz incomparablemente áspera con textos como “Acercaré tu mano, tu amor y tus secretos. Secaré tus ojos, esas lágrimas, yo soy la loca cuentacuentos”, definiendo con ello la intimidad y el carácter narrativo de todo el disco. Especial mención a Embraceable Moon, una maravillosa nana como solo puede cantarla una madre. En otro momento del álbum, los conceptos se transmiten de una forma muy directa, como en la apasionada Magnetic Lies; en el groove rhythm ‘n’ blues enérgicamente electrónico y sofisticado de I Feel It Like You, que recuerda a los mejores Morcheeba, o en la fabulosa interpretación de Fever, la única versión que contiene el disco.
Cerrando este álbum suena Turner’s Ship, que habla de un cuadro de Turner titulado The Slave Ship y que aborda la tragedia y la codicia del comercio de esclavos. Sentimientos profundos expresados a través de una maravillosa voz y buenas letras, cuya poesía impregna mundos diversos y diferentes, pero a la vez convergentes entre sí. Historias enormes y únicas como las de su tan admirada Nina Simone, a la que Malia denomina “su profesora de canto y mentora musical” y a la que homenajeó en Black Orchid, rindiéndole su absoluta admiración y reimaginando en su interpretación muchas de las grandes canciones de la gran diva. Disco con el que obtuvo el Premio Echo Jazz el pasado año. Para muestra, el vídeo de My baby just cares for me, cargado de una gran sensualidad.
4. ACTIVE CHILD
La técnica del falsete parece encontrarse cada vez más en boga, y esa manera especial de utilizar las cuerdas vocales se ha convertido en una de las grandes cualidades de este pelirrojo de los Ángeles. Los seguidores de Homeland verán un enorme parecido con el actor Damian Lewis (el sargento Nicholas Brody en la serie), pero no, es Active Child. El proyecto de Pat Grossy, que hace ya algún tiempo destacó con el tema Hanging On, sin duda una de las piezas claves de su deslumbrante You Are All I See. En este primer álbum desplegaba toda su potencial voz, a veces como un lamento, con esa peculiar manera suya de construir, con falsetes, épicas y delicadas baladas casi de estilo canónico –desde los nueve hasta los trece años fue miembro del Coro de Philadelphia- y donde el arpa, que toca el propio Grossi, se mezclaba con consistentes toques de electro pop.
La publicación hace ya varios meses del EP Rapor nos desvela que Active Child se encuentra en plena forma creativa. Pop de ambientes flotantes con sintetizadores densos y difuminados, dando la impresión de que estamos escuchando la música de un sueño. Un disco que pasea a ratos por momentos eufóricos y en otros por esa melancolía angelical y épica de sus anteriores trabajos. Seis canciones que tratan de la desolación y el tormento, derivados de la angustia y el amor perdido.
El álbum comienza con el tema instrumental She Cut Me, y en apenas dos minutos Active Child muestra una faceta más electrónica, experimental y atmosférica que de costumbre. En este nuevo trabajo se ha rodeado de la joven y exitosa cantante británica Ellie Goulding, que hizo una fantástica versión de Hanging On en su segundo álbum y que ahora consigue en el tema Silhouette que su voz se meza ondulante con la de Pat Grossy. Y por otro lado la ayuda de Mikky Ekko, para la que quizás sea la mejor propuesta de este disco, Subtle. Se trata de una versión extraordinaria, usando la base de Until The End Of Time –tema de 2Pac, que a su vez utilizaba un sampler de Broken Wings, de Mr. Mister, que fue lanzado cuando el rapero ya había fallecido.
En Evening Ceremony, descubrimos una preciosa canción que compuso para la banda sonora de The Host (adaptación al cine de la novela homónima de Stephenie Meyer, dirigida por Andrew Niccol), donde el dulce tañido de campanas, las cuerdas celestiales de su arpa y la exquisitez de su falsete logran, con cuidados arreglos, reforzar la sensación onírica y que todo en conjunto sea de una belleza abrumadora para cerrar este gran disco.
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5. WILLIAM FITZSIMMONS
Desde que descubrí hace algunos años a William Fitzsimmons con el disco Goodnight –álbum que recomiendo no dejar de escuchar– me ha parecido uno de los personajes más fascinantes de la escena musical americana de los últimos años. Una atracción no solo por su música, también por su historia personal que ha ido desgranando en cada álbum que publicaba a modo de auto-reflexión y terapia personal.
Cada uno de sus álbumes, desde 2005, está impregnado de ese halo de atmósferas íntimas, fruto de sus vivencias y de la educación influenciada por una infancia marcada por ser hijo de padres ciegos; que ambos fueran músicos aficionados facilitó que Fitzsimmons aprendiera a tocar numerosos instrumentos musicales y, de esta forma, se sirvieron del lenguaje de la música para suplir el vacío que se extendía con un niño que experimentaba el mundo de manera tan diferente a ellos. Por eso en cada canción, como si se tratara de pequeños cuentos autobiográficos, ha ido abordando temas que eran confesiones audaces e íntimas revelaciones sobre los asuntos de su historia familiar y personal.
Durante años ejerció como psicoterapeuta en un pabellón de enfermos mentales, profesión que abandonó para dedicarse por completo a la música. Pero el divorcio de sus padres, cuando tenía solo 12 años, ha sido la notable historia de fondo que le marcó durante años. Tan traumática fue esa experiencia que, años más tarde, nacía Goodnight. Resultó ser tan desgarrador en todos los aspectos que precipitó la disolución de su propio matrimonio con la que había sido su novia desde la infancia. Este sería otro episodio de su vida que originaría la creación de The Sparrow And The Crow (2008), donde desmenuzó el proceso de su divorcio y que le ayudó a pedir disculpas a su exmujer.
El disco fue considerado, ese mismo año, mejor álbum folk en iTunes. Es indiscutible que esa manera sincera y conmovedora de plasmar sus sentimientos, que acompaña con una personal base de pop-folk con aderezos de electrónica para envolver su dulce voz, le hayan convertido en uno de los máximos exponentes de la nueva generación de cantautores americanos.
Pero dejando el pasado de Fitzsimmon, descubramos su presente y futuro más inmediato gracias a un nuevo disco, el sexto en su carrera. El prólogo de su nuevo proyecto es una canción que habla de los momentos en que uno se encuentra en la encrucijada. Con cierta melancolía y desamor, incluso por momentos hasta misteriosa, pero sobre todo es de una extrema belleza. Así podíamos definir Fortune, adelanto de Lions el próximo y esperado álbum de William Fitzsimmons. Tras cuatro largos años de espera desde que nos dejara su maravillosa obra Gold in the Shadow, regresa con su poblada barba, y vuelve con ese tono intimista al que nos tiene acostumbrados. Todo apunta a que entramos en una nueva etapa, y para que este disco sea un fiel reflejo de la renovación personal que ha experimentado Fitzsimmons, ha reclutado a Chris Walla, productor de Tegan & Sara y The Decemberists. Tras escuchar y ver el vídeoclip de Fortune, casi podemos aventurarnos a decir que Lions será el mejor trabajo de su carrera hasta el momento. Esperamos ansiosos su completa escucha.
Comentarios
Por Antonio, el 20 abril 2014
Muchísimas gracias por tus músicas. Sin duda hacen más llevadera esta primavera que hoy se ha disfrazado de invierno.
Por Eva Tovar, el 22 abril 2014
Antonio, muchas gracias ! En breve, muchas más recomendaciones sonoras . Un saludo