Ardillas y dinosaurios frente al cambio climático de la prensa

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María Novo

La experta en Educación Ambiental María Novo, que abrió el X Congreso de Periodismo Ambiental, celebrado en Madrid la semana pasada, nos guía sobre los retos para informar sobre lo invisible, sobre lo que el poder dominante oculta. Y da pie a una buena selección de nuevos medios que empujan fuerte por construir otras historias, otros protagonistas. Ardillas frente a los dinosaurios de la comunicación.

Carlos Pérez Cruz entrevistaba ayer en ‘El Asombrario’ al escritor y documentalista Miguel-Anxo Murado y nos abría los ojos sobre las narrativas oficiales e interesadas, llenas de fetichismos, de la historia, del pasado. Hoy queremos aplicar esa misma estrategia a quitarnos la venda para construir historias distintas sobre lo que vendrá, desde la libertad y la dignidad.

«Tenemos Futuro». Con esta declaración de principios, de valentía y optimismo, se organizó la semana pasada el X Congreso de la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA), que cuenta con dos centenares de socios y que lleva 18 años peleando para que todo lo relacionado con la ecología, con las relaciones del ser humano con el planeta, ocupen el lugar que se merecen en los medios de comunicación. Empeño logrado a medias, porque, tras cierta consolidación de este tipo de información a finales de los noventa y comienzos del siglo XXI, la crisis/estafa del capitalismo que sufrimos actualmente la ha vuelto a arrinconar en la prensa, a dejarla en guinda del pastel, cuando la salida al bloqueo actual solo vendrá, con un proyecto sostenible, justo e igualitario para todos, de la mano de tres pilares: educación/cultura/medio ambiente. Pero a los de arriba no les interesa y los de en medio y abajo en la pirámide social parecen no terminar de darse cuenta. Pero mejor que Rafa Ruiz lo explicó en la conferencia inaugural del Congreso de APIA una mujer que es toda una institución de la educación ambiental en España, María Novo, catedrática Unesco de la UNED: «Comunicar, y comunicar sobre medio ambiente, es una elección profesional valiente y difícil, y más en tiempos como estos, en los que la naturaleza y los seres humanos estamos siendo maltratados por una economía capitalista salvaje. En los medios de comunicación de masas están desapareciendo las coberturas ambientales, y no es casual. Hay interés en que los problemas ambientales pasen desapercibidos porque muestran las grandes contradicciones y errores del sistema dominante. No estamos viviendo una época de cambios, sino un cambio de época; no es solo una crisis económica, es algo mucho más profundo. El sistema hegemónico quiere distraer la atención; pero el punto en que nos encontramos es el resultado de la miopía del sistema a la hora de producir y consumir. Vivimos escenarios de gran incertidumbre; el sistema puede colapsar en cualquier momento».

María Novo no pierde ocasión de advertir de la ceguera en la que nos encontramos; que es imposible ver luz al final del túnel, no tanto porque no haya luz sino porque, si nos han tapado los ojos, difícilmente podemos vislumbrar una chispa en algún sitio. De lo que se trata es de quitarnos la venda. Sencillo para unos; difícil para otros; muchos parece que ni se lo plantean. «Hay que hablar del gran sufrimiento humano que generan estos problemas. El 10% de la población mundial vive en zonas inundables con la elevación del nivel del mar provocada por el cambio climático; lo que supone que en un futuro no lejano podríamos tener a 700 millones de personas migrando, con todo lo que eso supone de desestabilización de la economía global; tengamos en cuenta que ahora hay 190 millones de personas migrando. Pensemos en la escala». «Los periodistas y comunicadores ambientales estamos ante el reto de construir un horizonte en el abismo. Muchos aparentes triunfos sobre la naturaleza son en realidad estrepitosos fracasos al no respetar los límites de la naturaleza. El planeta no está en peligro; lo que está en peligro es nuestra forma de vida. Cuando se dice: vamos a salvar el planeta…, no no es eso, nos estamos equivocando; lo que tenemos que salvar es la humanidad. La Tierra no está en peligro; somos nosotros los que estamos en peligro. Basar el desarrollo de nuestra sociedad en el crecimiento continuo nos lleva al desastre. En un planeta finito no cabe un crecimiento infinito, sin límites. Puede haber desarrollo sin crecimiento, se trata de reorganizar las sociedades, cambiando las prioridades».

María Novo resume el análisis con la autoridad y contundencia que le ha dado trabajar sobre el tema durante décadas: «Se ha instalado en nuestra sociedad el imperio global del mercado. Los gobiernos cada vez deciden menos, con todo lo que eso supone de déficit democrático en nuestras sociedades. Y no, no se trata de abolir los mercados, sino de apostar por otro tipo de mercados, que apuntalen de verdad un sistema social. El ascenso y consolidación del liberalismo económico tiende a convertir todo, incluidas las personas y los recursos naturales, en mercancías; todo se ve reducido a simples mercancías; y la vida se va reduciendo al trabajo; reducimos nuestra vida a producir y consumir. Y eso no es así. Somos mucho más. Somos también una especie ludens, no solo productiva. El mercado se está apropiando de nuestro tiempo, y más desde que políticos como Thatcher y  Reagan dieron el impulso definitivo a este reduccionismo de los humanos a simples mercancías».

Acostumbrado a cubrir ruedas de prensa de políticos y famosos durante mi trayectoria profesional, debo confesar que comencé a tomar notas para destacar en este artículo algunas frases de la intervención de María Novo en el congreso de APIA…, y al final acabé cediendo: todas sus frases guardan interés. María me comería esta Ventana Verde; pero con absoluta complacencia por mi parte; porque cada idea, encadenada a la perfección con la anterior, construía lo que desde esta sección y desde esta revista perseguimos. Así continuó la catedrática: «La primera consecuencia de esa apropiación del capitalismo de nuestro tiempo y nuestra sociedad: desaparece el criterio moral, solo interesa el económico. Ese es el origen de todo este sufrimiento. Por primera vez en la historia, estamos insertados en un modelo de liberalismo salvaje y globalización económica, pero por primera vez en la historia contamos con medios de comunicación y redes que permiten a la gente organizarse al unísono, crear mecanismos para salir de las garras succionadoras del mercado. Por más que nos quieran hacer ver lo contrario, hay que decir bien alto que el mercado, por sí mismo, no es democrático, que se rige solo por la ley del beneficio inmediato, que es algo que se parece mucho a la ley de la selva. Tenemos la urgencia de democratizar la globalización».

Los grandes descubrimientos científicos nos han llegado a menudo cuando algún genio se ha aproximado a los problemas, los dilemas, de otra manera, dándoles la vuelta. Cambiando los planteamientos. Y eso es lo que propone María Novo: «Empezamos a ver como normales situaciones que son desastrosas. Necesitamos un salto mental, incluso antropológico, una mirada nueva con ojos nuevos, un cambio de paradigma. Y un cambio de paradigma en ciencia significa no tanto cambiar las respuestas como las preguntas. Necesitamos preguntas distintas en un planeta donde el 10% de la humanidad atesora el 85% de la riqueza global. Necesitamos otras preguntas que iluminen el imaginario colectivo. Preguntas ecológicas, preguntas éticas, como: ¿Cuánto es suficiente? Una cuestión que debería estar en el frontispicio de todas las aulas. Hacer preguntas nuevas y difundirlas. ¿Cómo adecuar nuestros ritmos a los de la naturaleza? La naturaleza necesitó 300 millones de años en generar el petróleo que hemos tardado 300 años en consumir. Es decir, lo hemos consumido a un ritmo un millón de veces mayor. Desde los años sesenta, la humanidad está desbordando los límites del planeta; consumimos y producimos desechos a un ritmo muy superior a la capacidad de recarga de la Tierra. Y eso, sencillamente, no es viable».

«Vuestra profesión es una apuesta por la vida. El oficio de mirar es mucho más que mirar; es desentrañar, contar, ayudar a otros a mirar y a entender el entorno, a crear opinión razonada, contribuir a tomar decisiones en momentos de confusión, contribuir a la resistencia y a la resiliencia, volver a hablar de la dignidad y la capacidad creadora y moral del ser humano. Vuestro reto es crear una narrativa que sustituya el relato de los poderes económicos dominantes, que es despilfarrador, desigual, injusto y miope. Vuestro trabajo es la denuncia, pero también el anuncio, poner el énfasis en la difusión de las experiencias de cambio. El cambio no va a venir de arriba, sino de la ciudadanos y de los grupos profesionales, protestando y creando, de la sinergia de muchos pequeños grupos que se sirven de la potencialidad de las redes; son cambios revolucionarios, que van de lo local a lo global, y eso es un motivo de esperanza. Hoy día el planeta es un semillero de otras formas de vivir, y debemos difundirlas. Los grandes grupos de comunicación no suelen hablar de esto. Tras esta atonía que nos quieren hacer ver, hay una olla a presión que merece ser contada. El poder tiene grietas: una, que ha optado por lo grande, y lo grande por definición es vulnerable, por la falta de control y por su escasa capacidad de reacción; otra, su soberbia, el no saber escuchar. Y eso hay que aprovecharlo. El mundo está tomando la opción de lo pequeño y descentralizado, pero en red. Las ventajas de lo pequeño es que puede permanecer agazapado cuando algo va mal, su ventaja es la flexibilidad. El cambio ya se está produciendo por la magia de estos pequeños cambios. Cuando muchos pequeños cambios coinciden, se llega a un umbral en el que ya se produce un cambio cualitativo, de magnitud».

En esa misma línea, en ese mismo congreso de APIA, Jesús Maraña, que fue director del diario Público y ahora lo es de infoLibre, apuntó: «Estamos en una etapa de laboratorio permanente. Las grandes cabeceras han perdido credibilidad, en una línea paralela a la de los políticos. Los ciudadanos han sentido que los periodistas no tenían su propio criterio, sino que trabajan al dictado de otros intereses, políticos o económicos. Se trata de abrir ventanas donde se cuenten cosas distintas al discurso dominante».

Como las Torres Gemelas, como el Titanic, en situaciones complicadas lo grande se vuelve especialmente vulnerable, y más si adolece de soberbia. Como los dinosaurios… Cuando hubo un cambio repentino de las condiciones de habitabilidad en la Tierra, los dinosaurios, esos enormes animales no muy ágiles, que necesitaban consumir gran cantidad de energía para sobrevivir, no supieron/no pudieron adaptarse, y desaparecieron. ¿Y qué surgió en la faz del planeta? Mamíferos mucho más pequeños, mucho más ágiles, capaces de trabajar en comunidad y aprovechar los cambios del sistema, capaces de ocupar nuevos nichos ecológicos, mamíferos que precisaban mucha menos comida a diario. Surgieron las ardillas. Probablemente estemos asistiendo a un cambio del clima -en muchos sentidos, no solo el meteorológico-, lo que traerá nuevas especies. Y seguramente podemos aplicar la teoría de los dinosaurios a muchos ámbitos, también a los medios de comunicación. En el X Congreso de APIA participaron, bajo el lema Tenemos futuro, muchas de esas ardillas que, según María Novo, pueden agazaparse y moverse más rápidamente, y aseguran la vida en el planeta. Allí estaban, entre otros, infoLibre, Jot Down Alternativas Económicas, Es Materia, El Correo del Sol, Laboratorio para Sapiens  y este propio medio, El Asombrario.

Volvamos a María Novo, doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación, autora de 24 libros, que entró en la recta final de su intervención ante un centenar de profesionales y estudiantes en Madrid, en la sede de la Fundación Diario Madrid, periódico que fue dinamitado por el régimen franquista, todo un símbolo también: «El periodismo ambiental es un arma muy potente para trabajar por el futuro de la humanidad, porque muestra las cosas por su nombre, sin engaños ni manipulaciones. Porque desvela las máscaras, y ayuda a descubrir las grietas del sistema; que las tiene, y muchas, y por ellas pueden entrar nuevas energías y valores que no cotizan en Bolsa. El sistema dominante está interesado en hacernos ver que no hay otras opciones, en imponernos una única vía. Pero nuestro trabajo es concebir la historia como un mundo de posibilidades y no de determinismo. El sistema dominante usa los medios de comunicación para anestesiar y lograr la sumisión inconsciente de los ciudadanos a los fines del mercado, pero hay una manera de neutralizarlo. Es no resignarse, no mirar con indiferencia limitándose a sobrevivir en medio del desastre. Como dijo el famoso periodista Kapuscinski, «los cínicos no sirven para este oficio».

Nuestro reto no es anunciar espejismos, una falsa luz al final de un túnel unidireccional, sino construir un horizonte distinto en el abismo. «Hablando de los invisibles», concluyó Novo, «invisibles por ocultos y por ocultados. Denunciando lo intolerable y anunciando el comienzo del cambio. Tenéis futuro y el futuro os necesita. Parafraseando al escritor Ernesto Sábato, tal vez no podamos rehacer el mundo, pero sí podemos al menos impedir que se deshaga; hay una manera: no resignándose».

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