Así es la libertad para el humorista gráfico Eneko
Eneko, cuyas viñetas de sarcástico humor en ‘Público’ y ‘El Jueves’ no dejan indiferente a nadie, acaba de publicar el libro ‘Libertad’ (siglo veintiuno editores). En él, a pesar de ser en estricto blanco y negro, le saca los colores a mucha gente: empresarios, jueces, políticos… Con sus característicos trazos firmes aborda temas como el aborto, la censura, la eutanasia, la pornografía, el consumismo, el neoliberalismo, las redes sociales, el cambio climático. De todo eso hemos hablado con él.
Viene al punto de encuentro de la entrevista en Madrid tras arreglar papeles en la embajada de Venezuela, donde nació en 1963, aunque vive en España desde los años 90; reside ahora en El Escorial. Es un hombre abierto y afable, que contesta despacio y reflexivo.
¿Eneko ha sufrido la censura?
Sí, alguna vez, en medios en los que trabajé anteriormente. En uno de ellos, me levantaron dos viñetas y a la tercera me dijeron que no encajaba en su línea editorial, cosa que también comprendo.
Pregunta obligada: ¿cómo surge el libro?
La editorial siglo XXI ha puesto en marcha la colección Un elefante en la sala, dedicada al humor gráfico [se presenta así: “Pensar los grandes temas de la humanidad dibujando”], y quisieron estrenarla invitando a Laura Árbol a dibujar sobre Dios, y a mí sobre la libertad.
Ese concepto…, esa palabra tan desgastada de tanto usarla mal.
Sí, se usa muy demagógicamente; es una palabra muy dañada, se la han querido apoderar la derecha e incluso la ultraderecha, desvirtuándola; así que acudí a los grandes pensadores y comprobé que, cuando hablan de libertad, siempre hablan de cómo gestionarla, de cómo y dónde poner los límites. Porque la libertad individual, desde el momento en que vivimos en sociedad, ha de acotarse. Así que me interesaba enfocarme en cómo se gestionan los límites a la libertad. La derecha tiende a magnificarla desde el plano económico; la izquierda la aborda a través de la defensa de los derechos humanos.
¿Crees que las sociedades occidentales estamos avanzando en libertad?
Si miramos a, por ejemplo, la primera mitad del siglo XX, pues sí, creo que sin duda hemos avanzado en derechos sociales, pero también creo que en este momento concreto hay movimientos fuertes de reacción para limitar muchos de esos derechos conseguidos.
¿Y respecto a la libertad de expresión, de la que ahora se habla tanto?
También debe tener unos límites, marcados por la defensa de otros derechos. Las diferencias vienen al establecer dónde y cómo poner esos límites.
El humor ayuda a bordear esos límites, ¿no?
Así es. El humor es una herramienta que sirve para ensanchar las líneas puestas al pensamiento. Te permite usar la metáfora, la ficción, la ambigüedad…, entrar en temas tabú dando un rodeo. Y creo que el humorista ha de estar siempre en esas lindes. Bueno, que más que humorista es un comunicador gráfico. En las lindes y en la sorpresa. La buena viñeta es la que es capaz de sorprenderte.
¿Usas las redes sociales?
Sí, básicamente de forma profesional. Sobre todo, Twitter [ahora X; Eneko tiene una potente presencia en esta red, con más de 52.000 seguidores].
¿Y te salen muchos ‘haters’, recibes muchas críticas, amenazas, por tus dibujos de clara línea progresista?
Bueno, es que no me gusta entrar al trapo de los comentarios. Más que nada, porque me cuesta mucho escribir, soy dibujante, no escritor, y tardo muchísimo en escribir un tuit.
¿Has detectado qué temas de los que abordas levantan más ronchas?
Aquellos en los que socialmente hay más consenso. Por ejemplo, Venezuela, al principio del chavismo: aquí en España había tal consenso sobre una determinada visión que era muy difícil disentir, ir a la contra. Y, otro ejemplo, los presos vascos en tiempos de terrorismo; era muy difícil plantear su acercamiento, porque rápidamente eras tachado de etarra.
En ese consenso social podríamos incluir en la actualidad la violencia de género; ahora son impensables chistes como los que hacían Martes y Trece, aquello de “mi marido me pega”…
Es que cambian socialmente los códigos. Para que un dibujo funcione, para que el chiste funcione, tiene que compartir ciertos códigos con el receptor. Antes también se hacían chistes de mariquitas que ahora no funcionan, no hacen gracia, porque los códigos sociales han cambiado.
¿Y tú has cambiado?
Gráficamente, sí veo una evolución; temáticamente, creo que sigo más o menos en la misma tesitura. Quizá ahora tengo una visión más relajada en algunas cosas y, por supuesto, como te decía antes, en esa evolución de los códigos sociales, lo interesante es que uno también sepa verlo y vaya cambiando, y no se quede como Alfonso Guerra, diciendo que ya no se puede ni hacer chistes de mariquitas. La gente de mi edad crecimos en sociedades muy marcadas por el machismo, pero yo creo que he sabido evolucionar.
¿Ves alguna viñeta tuya de hace tiempo y piensas: ahora yo no haría esto?
Sí, sí, algunas, sí. Porque ha habido una evolución y, aunque en lo básico creo que sigo siendo el mismo, sí hay temas que superas y los ves de otra manera, quizá de manera menos radical.
Gráficamente, ¿hay elementos para ti más recurrentes? En tus viñetas vemos a menudo cadenas, bocas abiertas de potente dentadura, barrotes, cacas, gigantescas manos acusadoras, narices de Pinocho, puños, cerebros, piezas de ajedrez…
Yo el chiste lo busco siempre en lo gráfico; hay otros dibujantes que recurren más a la fuerza de la palabra. Yo el texto lo uso para contextualizar, para intentar que se haga la lectura del dibujo desde un contexto concreto, aunque en un libro, como este de la libertad, dejo más abierto el dibujo, no intento acotarlo tanto, pero la fuerza la busco en lo gráfico. De ahí que busque símbolos fuertes, capaces de transmitir conceptos.
Terminamos con otra de esas preguntas del formato clásico periodístico: ¿Cómo es, entonces, tu proceso de trabajo?
Busco esos símbolos que puedan transmitir ideas y los meto en una especie de coctelera. La agito. Y la mezcla la sirvo en una copa a ver lo que sale. Y voy probando. Como creo que las buenas ideas surgen del inconsciente, voy haciendo la mezcla en la coctelera entre lo que sale del consciente y del inconsciente, los confronto… No sé si me explico… Hago bocetos de cosas muy desordenadas, esa es la parte más larga del proceso, y una vez que tengo la idea, la voy puliendo; lo anterior era la parte más larga y más irracional, luego viene la parte más racional, en la que me pongo del lado del espectador y veo las variantes interpretativas que puede tener el dibujo, hasta que llego al resultado final.
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