‘Asylum Road’, los traumas y miedos del pasado que nunca se van

La escritora Olivia Sudjic.

La vida esta llena de ecos que pelean por destrozar el verdadero sentido de nuestro futuro. Ecos que lo ralentizan y lo distorsionan hasta convertirnos en auténticos desconocidos. Y eso lo sabe muy bien Anja, la errática y al mismo tiempo prodigiosa protagonista de ‘Asylum Road’, la nueva novela de Olivia Sudjic (Londres, 1988), un portentoso diario generacional en el que los compartimentos emocionales que construye la autora son mitad asidero y mitad abismo, y en los que sobrevuela de manera obsesiva ese fantasma que recorre la cultura occidental: “el fantasma de los Balcanes”. Traumas y miedos del pasado que nunca terminan de irse.

Narrado con la irrefutable perspectiva de los supervivientes, pero sin incurrir en ningún caso en la victimización, Sudjic nos cuenta la historia de una mujer que vive atrapada en ese limbo pagano en el que se ven obligados a sobrevivir quienes son repudiados por la memoria de los vivos y por la sombra que deja sobre ella el cuerpo de los muertos. El pasado deshilachándose poco a poco, con crudeza, pero sin esa explosión inmediata que haría saltar por los aires la particular idiosincrasia del libro:

“Aquellos objetos que había extraído de la vida eran puro atrezo, guijarros lisos que en el pasado fueron acantilados”.

“Me hinqué de rodillas, con el corazón latiéndome en las sienes. Me arrodillé como una niña, esperando a personas ausentes”.

…y la improvisada ferocidad que deslumbra página a página.

Anja es un animal acorralado que aún no ha aprendido a olvidarse de la lealtad. Es la novia paciente, la hija comprensiva, la amiga que recuerda solo los mejores momentos, pero, sobre todo y ante todo, es la mujer perdida que nadie busca. Ella sabe y aun así persiste en su empeño; que la sublimación de un deseo es demasiado a menudo una ergástula que ofrece sofisticadas torturas. La sibilina semblanza de un expolio emocional auspiciado por el espeluznante reflejo de una tragedia inexplicable, la guerra de los Balcanes, que se extiende a su alrededor de esa forma totalitaria en que se extiende el fuego sobre la piel de un durmiente.

“¿Se supone que tenemos que dar las gracias por que la gente encendiera la tele para vernos morir?”.

Anja es una herida abierta, la mujer que tiene que mantenerse erguida entre la violencia que guarda su memoria y la violencia del día a día. Es la joven prometida a la que su novio humilla, pese a figurar ante los ojos de todos como el novio del año. Es la hermana pequeña que salió de la guerra y que jamás será perdonada por ello. La hermana pequeña que sostiene el cadáver de su valiente hermano. La hija que ya no puede contar con la memoria de su madre para entenderlo todo. La huérfana eternamente errante. La víctima condenada a convivir con espejismos, a atravesar un infierno transversal formado por tres anillos.

“El pasado no deja de entrometerse. Estamos hartos de él”.

Sudjic distribuye la brutalidad con que blindan su vida los supervivientes y expone las desinhibiciones a las que conlleva su salvación de una manera excepcional a través del personaje de Mira:

“Es un tipo agresivo, hemos ido a cenar y ha roto un plato, le ha clavado el cuchillo de carne mientras despotricaba de los burócratas. Ahora voy camino de otra cita. Es alcohólico, creo. La última vez que follamos se lo olí en la piel”.

Asylum road es el filamento de una bombilla a punto de estallar. El efecto que causan los faros de un coche sobre un transeúnte que no esperaba ningún vehículo en circulación. Sudjic es una historiadora de sublime extravagancia, la que no necesita acumular fechas para hablar de la barbarie, de la verdad, de la sangre sobre las calles o de las casas ventiladas a golpe de bombardeo. Sudjic reconoce el dolor de su protagonista, lo reivindica, pero no lo usa para conseguir la exactitud narrativa en su libro. Ésta la logra a base de trasgresión, de buena literatura, de exposición argumental, de miscelánea humana. Sudjic es una francotiradora que no se conforma con entregarle su suerte a un solo punto de mira. Tiene ojos en todas partes y silencios tan poderosos entre sus páginas que ha conseguido hacer de Ayslum road una novela de culto.

Ayslum Road es una novela hipnótica, casi lisérgica, en la estela de novelas como Su último deseo, de Joan Didion, Viaje al fin de la noche, de Céline, o El bosque de la noche, de Djuna Barnes. Su narradora es pragmática y frágil en la misma medida, y su cabeza, el purgatorio en el que desmantelar la virtud que los cobardes y los fanáticos atribuyen a los dictadores.

No dejéis de leerla, porque, como dice uno de los prefacios que escoge la autora para iniciar al lector: “Un fantasma recorre la cultura occidental: el fantasma de los Balcanes”, un fantasma que se hará carne y después ceniza, una vez que hayáis leído esta fascinante novela.

‘Asylum Road’. Olivia Sudjic. Alpha Decay. Traducción de Regina López Muñoz. 219 páginas.

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