Autores noveles en la trinchera

De izquierda a derecha, Ana Esteban, Juan Laborda y Esther Ginés. Foto: Manuel Cuéllar.

Ana Esteban, Juan Laborda y Esther Ginés representan las dificultades y tribulaciones de cientos de nuevos escritores que luchan por dar a conocer sus interesantes novelas. En este texto analizan con la autora los pasos fundamentales de la creación literaria.

Son tres autores noveles de obra diferente. Ana Esteban ha publicado Es solo lluvia con Debate y La luz bajo el polvo con Ediciones del viento. Juan Laborda ya está embarcado en la escritura de su tercera novela después de publicar  La casa de todos con Aache y mientras tiene en espera otra novela que saldrá en el primer trimestre de 2014 en la editorial Alreves. Esther Ginés aún está ocupada promocionando y dando a conocer El sol de Argel que forma parte del sello Carena.

Tres autores noveles. Uno de ellos recibió excelentes reseñas. Y un día apareció una crítica despiadada en la prensa tradicional que llegó en el peor momento de su vida. Le supuso perder por completo la fe en su capacidad de contar buenas historias, hartamente demostrada.  Se pasó años sin escribir. No es el primer caso. Otro tuvo que defender con sus puños las cajas de ejemplares de sus libros mientras el distribuidor quería cerrar la caseta de la feria de turno horas antes del cierre.Tampoco es el primer caso. Uno de ellos ha cargado cajas de ejemplares para llevarlos a las librerías. No es común, pero sucede más de lo pensado. Otro tuvo que decidir si aportaba o no el dinero que le pedía su editorial para promocionar su libro en primera fila. No es común, nada común. Los tres se han hecho cargo de su propia campaña de promoción para dar a conocer su obra asumiendo el papel de agentes de comunicación y prensa de sus títulos.  Es el pan de cada día.

Publicar

Para Esther, llegar a publicar implica  “una carrera de fondo, y no todo el mundo resiste hasta el final.” Los momentos de incertidumbre abundan.  Ana incita a “ no perder la fe por el camino. Es el tópico y lo que se dice siempre, pero es cierto que tienes que creer en ti para sostener tu empeño y pensar que vales, aunque te rechacen mil veces. Para esto es útil darse una vuelta por la sección más comercial de una librería y dedicar un rato a hojear las novedades; si publican esto, te dices, pueden publicarme a mí, y regresas a casa con la moral un poco más alta y la seguridad de que tarde o temprano alguien se fijará en tu manuscrito, que está bastante bien después de todo.

La necesidad de escribir

A pesar de todas las dificultades la convicción y la necesidad de escribir son algo muy poderoso.

Esther escribe por el requisito de “entender mejor las cosas que me preocupan o que no comprendo; para analizar mis miedos y obsesiones; también entre mis motivos hay un peso muy importante de la soledad. Creo que los escritores somos gente solitaria, reflexiva, y de alguna manera, escribiendo creas un vínculo muy sólido con un lector hipotético y con los personajes a los que das vida.” Ana insiste en la importancia de cuestionarse las razones que impulsan a escribir porque cree que “es la mejor pregunta que puedes hacerte si escribes y no deberías dejar de hacértela nunca. En la búsqueda de razones está la propia semilla de la escritura, y el árbol que se ve luego es más hermoso y más fuerte cuanto más profundo llegan esas raíces para buscar el agua.” Juan analiza la cuestión y observa la urgencia del acto de escribir ya que “ hay mucho de pasión en la escritura, algo que te empuja a escribir sin analizar más. Es una suerte de pulsión, sin olvidar, por supuesto, la técnica y las habilidades que conlleva.

La rutina del orfebre de palabras e historias

Sin embargo hay muchos escritores que rehúyen del momento en el que hay que sentarse a escribir. No es la hoja en blanco. Son los momentos iniciales del trance, antes de que el fluido de palabras comience a generarse. Uno de los casos más impactantes fue el de la gran poetisa Sylvia Plath que en lugar de escribir optaba por hacer pasteles. Hasta que un día después de una discusión a causa de ello su esposo, el también poeta Ted Hugues, la obligó a no levantarse de una silla vigilándola.

Esther lo comprende y entiende que “de alguna manera, escribir es enfrentarse a muchas cosas que dan vértigo… ese proceso es doloroso y complejo en muchas ocasiones. A veces ponemos excusas para no hacerlo. Yo lo hice durante años con este libro. El problema es cuando esas excusas se convierten en una rutina y dejamos la escritura de lado.

Ana incide sobre los aspectos más positivos de la dificultad y argumenta que no le cuesta cuando tiene “las palabras bailando en la cabeza, cuando una historia o un personaje me empujan a tomar rápido un teclado o un lápiz. Son momentos de absoluto placer si consigues que todo fluya, que tus reticencias a que la cosa no salga como esperabas no te adelanten para esperarte en la siguiente curva, justo ahí donde reduces la marcha para no salirte. Son esos momentos en los que el texto te lleva y consigues escribir dos, tres páginas de un tirón que apenas corregirás al día siguiente, cuando te preguntas de dónde ha salido todo eso. Es maravilloso.

El tiempo

Son muchos los escritores que se levantan de madrugada a escribir. Y otros tantos los que duermen pocas horas. Luis Landero ha sido uno de ellos durante años. Un escritor organiza su día en torno a la escritura, siempre robándole tiempo al tiempo. Así es con los tres.  Juan, por ejemplo, es profesor de historia en un instituto. Se levanta muy temprano y escribe una hora y media antes de salir de casa hacia el trabajo. Y nos cuenta que “el instituto, mis clases de historia, los alumnos, las correcciones de exámenes y asuntos varios de la vorágine laboral se comen el resto de la mañana. Tan importante como escribir es leer y lo hago a diario. A última hora de la tarde, y si es posible, vuelvo a mis textos. No siempre a redactar, sino a releer, pulir, modificar, etc.” Cuando la jornada ha sido dura, se va a correr y a oxigenarse.  “Al día siguiente, más madera.

Inspiración y trabajo

Trabajo, trabajo y más trabajo. Benjamin Franklin sostenía que  el genio se compone de un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración. Beethoven y Picasso coincidían con el genial americano. Para Edison el porcentaje variaba en un dos por ciento de inspiración. García Márquez dijo que sus obras contenían un veinte porciento de inspiración y un ochenta por ciento de transpiración. Para Stravinsky todo consistía en cinco minutos de inspiración y noventa y cinco de transpiración.  Todos los escritores sostienen la importancia del mismo sacrificio persistente de las glándulas y el sistema simpático. Para ello necesitan soledad y espacio, algo que no es tan fácil de comprender y menos aún de aceptar para quienes no comparten el oficio. Virginia Woolf dedicó un ensayo a dicha necesidad, Carmen Martín Gayte continuó a partir de tales observaciones, Paul Auster también lo puso en evidencia en su cuaderno. Son famosos los rituales de Víctor Hugo o Georges Simenon, por poner algunos ejemplos de escritores que se encierran, literalmente, mientras escriben. El autor francés defendía que “ningún ejército puede detener la fuerza de una idea cuando llega a tiempo” mientras que el belga estaba convencido de que “lo importante es ganar cada día, un día más”

Juan no quiere negar “ la importancia de las musas, que existir, existen, creo que el trabajo y la constancia son las bases de una carrera literaria. Después, esa dedicación podrá dar frutos de mayor o menor calidad, más o menos talentosos, pero sin esfuerzo no hay apenas creación. Eso sí, me apunto a aquella máxima de que la inspiración te coja siempre trabajando.

Esther está convencida de que “escribir es siempre fruto del trabajo, aunque soy de las que piensa que la inspiración acaba llegando si se busca. Como decía Picasso: «que las musas me pillen trabajando». Si pensamos que la escritura sólo llega en momentos de inspiración, estamos eliminando la constancia, el tesón, el esfuerzo…todos ellos son compañeros indispensables del autor.

Ana coincide en que el trabajo es fundamental y afirma categórica que “escribir no es un estado alucinatorio de creación (a menos que te tomes algo claro),  es trabajar mucho sobre el texto, tratar de buscar significados exactos o distintos a palabras o frases, trabajar sobre tu idea y la idea que tienes para expresar tu idea, en fin, trabajar mucho y mucho…

Los consejos de la experiencia

La experiencia hasta ahora le ha enseñado a Juan que “una vez creados los procedimientos y las fórmulas habituales de la escritura, lo cual no puede hacerse sin fuerza de voluntad, es el momento de que entre en juego esa conexión especial que nos permita realizar una creación de mayor sensibilidad. La clave es leer mucho, todo lo que uno pueda. Las obras de otros, magistrales o no, son un espejo en el que conviene mirarse, aunque esta idea valdría para cualquier escritor.” Y quiere dejar muy claro que es imperativo  “repasar los textos con la mayor intensidad posible, mimarlos hasta el extremo. Decía el gran Borges que publicaba para dejar de corregir. En esta misma línea, Montero Glez apuntaba que una obra no se acaba, se abandona. Las prisas nunca son buenas y conviene darle a tu texto todas las vueltas que necesita.

Tan importante como todo lo dicho, Juan recalca que, aunque suene a tópico, es fundamental “creer en uno mismo y en su obra. Si se confía plenamente en lo que se ha creado no se abandona, por muy duro que sea el trayecto. Las oportunidades puede estar escondidas en cualquier parte (en una presentación, en las redes sociales, en una entrevista a un autor…), hay que salir a buscarlas recorriendo el camino.

La confianza es capital. Surge una y otra vez en el diálogo. Esther lo resalta una vez más: “ y sobre todo, confiar en la obra. Sin confianza en lo que uno ha hecho, no hay camino posible…” Y añade que es importante “tener un plan definido: qué es lo que quieres hacer con tu obra, cómo lo quieres hacer y hasta dónde estás dispuesto a llegar para lograrlo. También tener energía, pues es un proceso duro”  Ana acentúa que es crucial “Leer mucho, pero leer bueno.

En contra de lo que se piensa y de la filosofía del éxito, hemos de reconocer que no hay edad para ser  escritor novel. Umberto Eco publicó El nombre de la rosa, su primer libro, con cuarenta y seis años. El autor de Firmin, Sam Savage, lo logró a los sesenta y cinco años.  Otros tienen suerte y empiezan en la adolescencia como, por ejemplo, Óscar Esquivias. Hay ejemplos para todos los gustos. Un autor novel se enfrenta a la propia idealización del mundo editorial además de que el contexto actual es sumamente conservador. Hay pocas editoriales que se dediquen a noveles desconocidos. Hay demasiadas editoriales que  creen que promover cultura con un autor que empieza es un suicidio. Cuando se comienza una carrera sabemos que los comienzos serán humildes y difíciles en la gran mayoría de los casos. Puede incluso que ese proceso se interrumpa y haya que volver a comenzar. Hay un periodo de aprendizaje práctico y la experiencia requiere su tiempo. Nada es lineal, todos crecemos en diferentes direcciones, de forma orgánica. Publicar una primera novela es como buscar trabajo y entrar en algunos círculos viciosos como aquel de que no pueden contratarte porque no tienes experiencia cuando se está comenzando. Y lo mismo sucede con la segunda novela. El éxito no depende solamente de la calidad sino de una estrategia inteligente de promoción para dar a conocer una obra. Además hemos de considerar que hay escritores de crecimiento pausado y otros que deslumbran enseguida. Algunos se adelantan a su tiempo y les cuesta ser escuchados. Todos y cada uno tienen algo en común con Esther Ginés, Juan Laborda y Ana Esteban, tres autores noveles en primera línea de batalla.

Felices lecturas, inspirada constancia y confianza contra viento y marea.

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Comentarios

  • Esther García Llovet

    Por Esther García Llovet, el 19 abril 2013

    bien. creo que en algún momento habría que pensar en hacer públicas las experiencias de muchos, muchísimos autores con nuestras respectivas editoriales porque ocurre algo muy evidente y muy claro: si has vendido pocos ejemplares de tu primer libro (creo que fueron 500 del primero que publiqué y es con gran diferencia mi «best seller» de los tres que llevo publicados) ninguna editorial va a mover un dedo por lo que le entregues, pero pueden pasar años (sí, años, hasta seis) en volver a encontrar un nuevo editor. los editores se mueven si vendes, si no, no esperes ni anticipo ni reseñas en prensa ni vender mucho más allá de doscientos ejemplares. es lo que hay, que no se engañe nadie. qué por qué escribimos? por qué sigues escribiendo, pedazo de gilipollas? por que es nuestra droga dura, la sobredosis diaria. y porque la realidad está llena de editores.

  • sardiflor

    Por sardiflor, el 20 abril 2013

    Hola, Esther,
    gracias por tu comentario y por compartir tu experiencia con todos. Cada caso es particular. Además depende del tipo de editorial, las hay pequeñas que hacen tiradas muy pequeñas y que con los quinientos iniciales hubieran necesitado una segunda reedición. Luego está el factor promoción, que tienes que moverlo tú y en ese aspecto Esther Ginés es un gran ejemplo a seguir. Entra en su twitter y en FB para observarlo. Gracias a su labor la he conocido y leído. Las palabras de Juan son también dignas de atención en tal sentido.
    Un abrazo y mucha suerte,
    SardiFlor

  • Sharkasmo

    Por Sharkasmo, el 21 abril 2013

    Inspirador artículo.
    Me he estoy tomando este año como el final de una etapa en la que no tuve tiempo de mirar demasiado por y para mí mismo y en lugar de deprimirme por no encontrar un trabajo, cualquiera, de lo que sea, estoy escribiendo más que nunca.
    Como dice Esther en su comentario, hay algo que nos empuja a escribir y, en mi caso, todo el tiempo de esa etapa que estoy cerrando ahora y en la que no pude escribir apenas (trabajo, estudios, rutina, alienación) me pareció tiempo no del todo aprovechado, tiempo mal empleado, tiempo triste y un tanto vacío. No fui yo durante todo ese tiempo.
    Es raro dar con gente que te anime a seguir, a buscarte un futuro haciendo esto. Puedes tener a gente que te lee desde hace años(tengo 28, escribo desde los 15 o 16 y desde el principio he tenido a varias personas a las que les he dado la lata)pero en cuanto planteas la literatura como algo más serio, como un trabajo más con el que ganarte la vida, como otro trabajo cualquiera, qué carajo, te miran como si acabarás de confesar que tu oficio soñado es convertirte en Rey. Algo inaccesible y alejado de las opciones reales(valga la irónica redundancia) que existen en el mercado laboral.
    Y piensas: tengo un par de títulos académicos y experiencia de 4 años en un sector distinto a lo que he estudiado, pero nadie me contrata. Tan difícil me resulta actualmente trabajar para lo que me he preparado como luchar por ser escritor. Y ya puestos, pienso con el corazón y que la cabeza me perdone, pero prefiero centrarme en escribir ya que me sale solo que en malgastar energías en buscar agujas en pajares. Porque he trabajado y estudiado, con mejores o peores resultados, pero siento que cualquier cosa que haga, por mucho que mantenga mi puesto o sean buenas mis calificaciones en cualquier cosa que estudie, siempre la voy a hacer con la sensación de que soy mediocre en todo. Baja autoestima tal vez, pero el caso es que dicha sensación me abandona cuando estoy escribiendo. Y pienso que, por supuesto, si es que soy mediocre, también lo seré ordenando palabras, pero no me sale sentirme de ese modo.
    Igual que tengo experiencia laboral y títulos, también tengo escritos premiados y otros varios finalistas de concursos. Pero parece que lo uno pesa más que lo otro en el curriculum mental de la gente, porque para las empresas lo mismo da.
    Solamente puedo decirles a los que lejos de apoyar, nos desmotivan, que ojalá pudiera, pudiéramos, dejarlo pero no es tan fácil y en mi caso y más en momentos así, con la que está cayendo y, como ya he dicho, sintiéndome mediocre en todo lo demás, dudo que pueda y estoy empezando a pensar que tampoco quiero.

    Siento haberme extendido demasiado. Enhorabuena por la página.
    Saludos!

    • Sardiflor

      Por Sardiflor, el 21 abril 2013

      Hola, Sharki!

      Gracias por compartir algo tan personal aquí. Yo también seré muy sincera, algo que mereces por tus palabras tan cargadas de honestidad. Lo que cuentas sucede a muchos creadores, yo diría que a casi todos. Cuando se trabaja con el Misterio de la vida, no hay muchas certezas, pues no. Además, el hecho de ser escritor conlleva que la obra no se ve enseguida, hay un ejercicio solitario y «oculto» hasta que está acabada, con lo cual no hay muchas opciones que conducen a luchar solo con uno mismo y el texto. La escritura es vida. Así que todas esas experiencias son oro puro, material de incursión personal.
      Te confieso que hay algo que no entiendo de los autores. Suelen reclamar un reconocimiento rápido. Y yo pienso en los actores que se pasan años y años sin más que algún trabajo aquí y allí de vez en cuando hasta que surge algo más interesante de cara al reconocimiento. Busca en youtube las entrevistas de Inside the Actor’s Studio. Allí verás cómo todo actor reconocido ha pasado años en los que ni su abuela lo aplaudía 😉 Luego está el factor azar. Ese extraño factor de la fruta madura…
      Fellini se consideraba mediocre. Sí, es un dato biográfico. Pero hacía cine porque según sus propias palabras: «no podía hacer otra cosa» Si no puedes hacer otra cosa que escribir, pues ahí hay una verdad. Mientras búscate trabajos que te den de comer y experiencias ricas para escribir aún más, necesitas ambas cosas para escribir. Habla con las musas y con tu ángel, pídeles ayuda para que el universo no descanse completamente solo y únicamente sobre ti 🙂
      besos salaítos
      SardiFlor

  • Ana

    Por Ana, el 21 abril 2013

    Ser escritor ya no es una profesión, porque para serlo, deberías poder vivir de ello. Eso supone, si públicas con una editorial, que deberías vender unos 12.000 ejemplares al año para tener un sueldo de unos 25.000 euros (aprox). Es imposible o muy pocos consiguen esas cifras.

    • Sardiflor

      Por Sardiflor, el 21 abril 2013

      Hola, Ana,

      Al hilo de lo que expresas te contesto también aquí además de lo que ya he respondido a ti y Juan conjuntamente.
      Hoy en la portada de http://www.eldiario.es/ está la entrega del blog de José Sanclmente http://sanclementejose.blogspot.com.es/2013/04/el-libro-por-dentro.html que viene al pelo de lo que comentas. José Sanclemente es presidente de la sociedad editora de eldiario.es, consejero delegado de Imaginamedia y socio de Rocaeditorial. Asesor en medios de comunicación. Acaba de publicar la novela ‘Tienes que Contarlo’. Eldiario.es empezó una nueva andadura junto a Roca editorial en su nuevo curso de 2013. En su entrega están los números básicos. No es todo lo que hay, pero sirve para ilustrar lo que comentas, Ana
      un abrazo,
      Sardi

  • Juan

    Por Juan, el 21 abril 2013

    Ana lleva razón. La brutalidad de la matemática contra el romanticismo de la escritura. Un autor se lleva por libro entre 1 y 2 euros. Por lo que efectivamente si no vende al menos 10.000 ejemplares CADA AÑO, se muere de hambre y de asco. Casi siempre se muere de asco antes que de hambre. Por eso, en España, salvo no más de 10 autores, se sobrevive no gracias a los derechos de autor de tus libros, sino gracias a los llamados BOLOS. Que no es otra cosa que escribir mierdas por encargo para prensa, blogs, etc. Prostituirse, vamos.
    Pero bueno, los escritores siempre hemos sido poco más que las putas.
    Besitos y musas transpiradas.

    • Sardiflor

      Por Sardiflor, el 21 abril 2013

      Hola Ana y Juan!
      Gracias por vuestros comentarios.
      A veces ni el 10% consiguen ciertos escritores. Y en las ventas al exterior hay editoriales que consiguen el 60% de sesión de derechos. ¿Sería prostituirse si un mecánico experto en aviones Boeing acaba trabajando con Cesnas y otras avionetas? Yo llamaría «prostituirse» a algo bien diferente, pero entiendo perfectamente lo que dices, Juan. No te lo digo ni por discutir ni nada parecido.
      Lo que está claro es que muchos quieren vivir de los escritores: agentes, editores, distribuidores, lectores, y porque estoy espesa y no se me ocurren más, pero haberlos haylos. Lo que está claro es que un escritor como creativo puede hacer con las palabras lo que otros no saben o no pueden y por eso bolos y complementos y un largo etc de otras actividades. Como profesionales de la palabra, de comunicar emociones, ideas y reflexiones el ámbito del escritor se extiende más allá del libro también. Y al final, escribir es entretener con la palabra. Lo mismo que un cineasta entretiene con la imagen. ¿O no?
      Un beso de parte de las sirenas,
      Sardiflor

  • Mª José G.

    Por Mª José G., el 21 abril 2013

    Me ha gustado mucho el artículo porque respira honestidad.
    Si puedo aportar mi experiencia, os diré que he comenzado a escribir muy tarde (bien pasada la cuarentena). Necesitaba hacerlo, la historia me pedía ser escrita; el resultado fue una novela. Quiero pensar que la calidad del texto, la fuerza de los personajes y el entramado propiciaron que viera la luz pública en forma de libro.
    En mi caso una editorial pequeña, joven y honrada se arriesgó con la primera historia de una absoluta desconocida… Y si, hoy por hoy, deseo fervientemente que mi novela sea leída es, en gran parte, por ellos, por Evohé y su equipo.
    Porque, no nos olvidemos, en esas editoriales modestas que luchan día a día por mantener un mínimo de viabilidad en sus proyectos, está el futuro de la literatura, que es tanto como decir del arte.
    No me gustaría terminar sin hacer una referencia a la importancia de los medios de comunicación, y su ciega mirada a los que comenzamos así de pequeños. Lo sé por experiencia…
    Un saludo y gracias por permitirme enviaros estas letras.

    • Sardiflor

      Por Sardiflor, el 21 abril 2013

      Hola, María José,

      muchas gracias a ti también por tomarte tu tiempo para comentar algo que es tan importante para ti. Nosotros aquí en El Asombrario empezamos una serie de artículos sobre las editoriales que arriesgan con noveles desconocidos de manera decidida, con un porcentaje importante de su catálogo. La dificultad no radica solamente en las editoriales. El público español prefiere leer a autores con referencias, con algo a lo que puedan agarrarse más allá de que la trama le resulte atractiva o no. Eso es lo que parece. A eso también se debe que muchas editoriales prefieran a autores extranjeros, «venden» más. Es decir que si en lugar de María José G te llamaras MaryJo Gesling en España venderías más.
      Personalmente creo que es un círculo vicioso. Fíjate en la música: aquí se escucha más música en inglés o en español? Y en Inglaterra? Y en Francia? Y en Alemania? Y en los USA? Ellos escuchan más de fuera que de su cultura?
      La cultura es amplia, es bueno escuchar otras visiones. Pero me parece que el equilibrio no es evidente. Y que no es solamente cuestión de medios. Es cuestión de todos y de cada uno. Es decir: ¿qué hace cada uno por que las cosas sean diferentes en la medida de sus posibilidades? Y no me refiero solamente a quejarse o a señalar culpas, me refiero a construir algo diferente
      Un abrazo con cariño,
      SardiFlower 🙂 🙂 🙂

  • Jose V.

    Por Jose V., el 21 abril 2013

    Me ha gustado mucho el artículo. Es… todo un consuelo, acompaña, que no es poco. Yo no tengo casi tiempo para escribir, pero lo hago como puedo. Es duro, difícil, apasionante y frustrante muchas veces, pero es más fuerte que yo. Es algo que he tenido reprimido tantos años… y ahora ya no puedo parar. Supongo que nunca conseguiré llegar a publicar o quizás si, pero en cualquier caso no importa. No tengo prisa. Animo a todos los anónimos que escriben solo porque sí, porque no pueden no hacerlo. Nadie dijo que fuera fácil… Saludos.

  • juan manuel

    Por juan manuel, el 22 abril 2013

    ENhorabuena por el artículo. Me parece algo muy positivo que se les dé voz a los autores que empiezan. Además, los tres parecen muy valientes y sinceros, algo que por desgracia no abunda en estos tiempos. Sólo creo que ha faltado el que se dijera dónde pueden encontrarse sus libros. Al ser noveles, ¿están en todas las librerías o en grandes librerías? Ya me ha picado la curiosidad por leer sus libros.
    Felicidades a los tres y al periódico por apostar por este contenido

    • Sardiflor

      Por Sardiflor, el 22 abril 2013

      Hola, Juan Manuel,

      muchas gracias por tu aliento y tus indicaciones. No suelo indicar dónde se puede comprar los libros que menciono en los artículos. Las editoriales se mencionan y a través de ellas siempre puedes adquirir el título que te interesa. Dependiendo de donde se viva, si es una gran ciudad, las librerías tradicionales de toda la vida suelen tenerlos y si no fuera así los encargan y en un par de días los tienes. Y si es en un pueblo pequeño, la librería local también puede ayudarte. Los libreros siempre son la referencia inmediata y certera.
      Un abrazo,

      Sardiflor 🙂

  • sardiflor

    Por sardiflor, el 22 abril 2013

    Hola, Jose V,
    gracias por tu aliento 🙂

    Verás que será un desarrollo natural, poco a poco necesitarás que te lean, eso es publicar. Hay muchas maneras de publicar y que te lean, eso es año 2013. Así que poco a poco y medida que las necesidad surjan, es muy posible que vayas pensando en publicar. Primero es el chorro contenido, requiere su salida al mundo. Luego, te prepararás, perfeccionarás y seguirás creciendo. Un gran viaje sin duda. Feliz travesía.
    Un abrazo,
    Sardiflor

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