‘Bar Gloria’, el abismo de una generación sin futuro
‘Bar Gloria’ es una primera novela que, por su perfección emocional, podría parecer la última. Una novela profunda, con un carisma narrativo incuestionable, que une tradiciones y despertares. ‘Bar Gloria’, publicada previamente en euskera, es una novela de argumentos férreos que muestra el descontento de una generación, sus dolores, sus abismos, los abusos a los que son sometidos y ese silencio que empaña cualquier futuro. Nerea Ibarzabal (Bizkaia, 1994), periodista y bertsolari –improvisación oral en euskera–, ha escrito una novela magnífica, una historia que atrapa al lector desde la primera página, unos personajes que cargan con sus secretos y sus miedos, y con los secretos y miedos de una sociedad que le teme a lo nuevo y a la libertad.
Hay primeras novelas que se presentan ante el lector como un objeto inverosímil por su calidad y por su arrojo. Por una perfección que nunca se le presume a quien comienza una andadura, sea del tipo que sea. Cuando se lee la primera novela de un autor, el crítico tiende a ser pejiguero, absurdo a ratos y condescendiente el resto del tiempo. Y aunque yo no comparto esa técnica y esa táctica, mientras leo una historia sé a ciencia cierta lo que el resto de la crítica escribirá sobre Bar Gloria, una primera novela que por su perfección emocional podría parecer la última.
Sin embargo, desoiré ese presentimiento poco halagüeño para compartir todo lo que hace de esta novela una parada obligatoria para el buen lector, para ese que no se deja deslumbrar por los premios, la pegajosa publicidad de las editoriales o el canto de los presentadores y presentadoras que tanto proliferan en la escena literaria con sus historias de detectives y amores imposibles que van derechitos a los despachos de las grandes plataformas.
Bar Gloria es una novela auspiciada por la limpieza narrativa, por la electrizante pureza de la poesía y por la verdad de unos personajes –Rakel, Ana, Miguel, Bizenta, Patxi o el electrizante Toni– que siguen la senda del gran costumbrismo literario o de la perfecta colmena ideológica que tanto se echa en falta en este siglo XXI. Bar Gloria es una novela profunda, con un carisma narrativo incuestionable. En ella se unen tradiciones y despertares sin que entre ambos ámbitos haya lugar para una nota discordante. Bar Gloria es una novela de argumentos férreos. En ella se muestra el descontento de una generación, sus dolores, sus abismos, los abusos a los que son sometidos y ese silencio que empaña cualquier futuro.
Nerea Ibarzabal ha escrito una novela magnífica en la que el paisaje recalcula el alma de sus protagonistas. Una historia que atrapa al lector desde la primera página. Sus personajes cargan con sus secretos, con sus miedos y con los secretos y miedos de una sociedad que le teme a lo nuevo, a la libertad, a la apertura. Son cautivos que parecen personas libres. Rakel y Miguel son como personajes todo un regalo para quien lee, son como luces a las que la niebla quisiera vencer, pero que, a pesar de la violencia que absorben, serán capaces de seguir titilando y brillando dentro de una pelea narrativa asombrosa.
Bar Gloria es una novela que enamora y que te obliga a dar lo mejor de ti. A navegar sobre su exactitud con el respeto con que se navega sobre un mar del que no sabemos sus planes. La honestidad de sus personajes y de sus reflexiones rayanas en la mejor poesía te apresan desde la primera frase y te roban la vida hasta convertir el tiempo de lectura en la mejor inversión, en la más enriquecedora.
El duelo que mantienen el personalísimo paisaje vasco y la violencia que pisotea los hogares de sus protagonistas son un regalo que atraviesa la vida de quien lee de esa forma en que atraviesa una cerbatana la carne de un animal que no ve venir su comprometedora llegada.
No hay nada superfluo en esta delgada novela, nada que abra grietas de inexactitud entre sus páginas.
Bar Gloria es una antorcha que arde sin posibilidad de que su fuego se extinga. Una novela dura que, sin embargo, no se doblega frente al pesimismo con que trata de amordazarla la violencia del entorno, de la familia, de la vecindad, del deseo y de la pérdida.
Ibarzabal tiende puentes cristalinos que ponen de manifiesto que quizás el pasado de un pueblo o de una familia están escritos para desafiar al futuro, para materializar la evidencia de que en la idiosincrasia de un grupo está la salvación de cualquier tiempo verbal. Sus personajes se afianzan sobre el presente de esa forma en que lo hace un vigía que acoge en su mirada todo el poder de la tempestad que se acerca, son acreedores del presente y lo exprimen pese a que su jugo sea un ácido que les quema la alegría y las entrañas.
Hay párrafos en esta novela que poseen esa belleza explícita con la que soñamos todos los lectores, la que no maniata la verdad, sino la que vence a la impostura.
Hay que poner de manifiesto también la franqueza y la ardiente pulcritud de la traducción que ha hecho Arrate Hidalgo; no hay fisura alguna en ninguna de las durísimas frases que le ha tocado manejar:
“Ana no volvió demasiado rápido al pantano del que tanto le costó salir. Este eterno esperar, como su madre. No pudrirse para no manchar”.
“Que me llamen maricón, pero que vengan a beber cubatas”. Con estas palabras defiende Damián su derecho a ser, ante todo, empresario”.
Bar Gloria mezcla realidades que empastan con energía, que se complementan, que exorcizan, pero también vinculan la memoria de sus protagonistas como vincula un triángulo equilátero la perfección de sus ángulos a la geometría.
Bar Gloria alberga con maestría esas heridas invisibles que salen del seno familiar y que, sin embargo, escuecen de manera incontrolable mientras estamos vivos.
Ibarzabal no calla nunca lo importante, no, y lo narra hasta dejarlo atado a la cartografía emocional más precisa y conmovedora.
Leer Bar Gloria es exponerse, es aguantar la respiración, es acceder a la ternura más pura y ensimismada. Es arder dentro de esa llamarada que provoca la incomprensión, es disfrutar con la rebelión de Rakel, Miguel y Toni, tres personajes únicos. Es sufrir con sus vicios y enamorarse de sus virtudes. Y es aplaudir a un personaje como Bizenta, la explotada matriarca, cuya vida oculta un secreto que jamás pensó que podría pertenecerle.
Bar Gloria es, sin duda, una de las novelas más significativas de la temporada, una garantía de que la literatura y su negocio están cambiando. Una novela que exhala política y que revoluciona con su franqueza la foto finish de la nueva literatura.
Un hallazgo y una garantía de honestidad. Imprescindible.
‘Bar Gloria’. Nerea Ibarzabal Salegi. Editorial Consonni. Traducción del euskera de Arrate Hidalgo. 156 páginas.
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