‘Basuraleza’, tras los pasos de la posverdad, el táper y el postureo

Dos participantes del Proyecto Libera de recogida de basuras en la naturaleza.

Dos participantes del Proyecto Libera de recogida de basuras en la naturaleza.

Dos participantes del Proyecto Libera de recogida de basuras en la naturaleza.

Dos participantes del Proyecto Libera de recogida de basuras en la naturaleza.

¿Qué es ‘littering’? Cuando la ONG conservacionista SEO/BirdLife (Sociedad Española de Ornitología) y la organización para el reciclaje de envases Ecoembes pusieron en marcha el año pasado su campaña de limpieza, investigación y clasificación de residuos en la naturaleza y comenzaron a emplear el término ‘littering’ se toparon con un obstáculo no pequeño: prácticamente nadie sabía de qué demonios estaban hablando. Así que se pusieron manos a la obra… Y hace días alumbraron un nuevo término: ‘basuraleza’. Asistimos al proceso de nacimiento de una de esas nuevas palabras llamadas a introducirse en el diccionario.

¿Qué significa littering? Sí, vale; lo pones en el traductor de Google y te sale “tirar basura”; lo buscas en un diccionario de inglés y también te indica “ensuciar”. Pero en Ecoembes hicieron test y encuestas, y la mayoría contestaba: “Ni idea”. “No me suena, no me sugiere nada”. Algunos: “Ir reciclando” (quizá el –ing les sugería poco a poco, o sin descanso, de forma continuada y progresiva). Otros tenían alguna referencia del tipo de “en los metros de Inglaterra pone NO littering”. Y alguno contestó: “basura pequeña, residuos de pequeño tamaño”. “En ningún caso se ha reconocido de forma inmediata y clara. No es en absoluto una palabra intuitiva”, concluía el estudio de Ecoembes. Era la cruz de la cara de una estupenda iniciativa. El envés de Ecoembes.

Houston, tenemos un problema.

Así que manos a la obra, se pusieron a buscar un nuevo término que fuera capaz de describir y acotar el empeño en que estaban metidos. “Porque”, como dice Nieves Rey, responsable de Comunicación de Ecoembes, “difícil resulta atajar un problema si ni siquiera sabemos ponerle nombre”.

Y, ¡hale hop!, surgió la palabra mágica, intuitiva, esa que en un golpe de voz es capaz de producir la perfecta asociación de ideas para determinar con precisión de qué estamos hablando. La clave. La piedra filosofal, el ¡eureka, lo tengo! de cualquier publicista. Cinco sílabas que parecen mágicas: Ba-su-ra-le-za.

Basuraleza.

Basura en la naturaleza. Residuos generados por el ser humano y abandonados en la naturaleza. Nadie (o muy pocos, que de todo hay) dirían otra cosa. Y aprovecharon para presentarla en sociedad, para su puesta de largo, el pasado sábado, Día de la Naturaleza.

Ba-su-ra-le-za.

Tan real y directa como la porquería misma.

Una de esas palabras con el don de la oportunidad, bendecidas por la gracia de que llevan su significado encima, como un sombrero.

Ba-su-ra-le-za.

¿Tendrá la suerte de ser recogida en la cosecha anual de nuevas palabras de la Real Academia Española? Como en 2017 lo fueron posverdad, aporofobia, buenismo, postureo, táper y chusmear. Una de esas palabras que entran con todas sus letras por la puerta grande del diccionario de la RAE.

Así que, contentos en SEO/BirdLife y Ecoembes con la palabra hallada, convocaron a la prensa para que difundieran la buena nueva. De paso, hicieron repaso de su Proyecto Libera. Durante ocho meses, han contado con la colaboración de 4.000 voluntarios que han actuado en 150 espacios de la geografía española. Y no solo han retirado residuos de la naturaleza, sino que han hecho también una tipificación de basuras. En playas, entre los 12.000 residuos, lo que más abundaba fueron las colillas (2.500) y luego plásticos. En bosques y montes, entre los 15.000, lo más abundante también fueron las colillas (2.500), seguidos de toallitas (1.900). El caso de las colillas resulta especialmente grave en un país donde los incendios forestales causan estragos. Además, en contra de lo que mucha gente piensa sobre lo degradable de los filtros de los cigarrillos, el 90% están hechos de acetato de celulosa, un polímero no biodegradable, que tarda hasta 10 años en desintegrarse. Un sola colilla puede contaminar entre 9 y 10 litros de agua. En fin, más desagradables que degradables.

Para la próxima semana, del 12 al 18 de marzo, el proyecto Libera ha montado una campaña de limpieza en ríos, en 60 puntos de nuestra geografía.

Ahora las declaraciones de los responsables durante la presentación en sociedad de Basuraleza (no sé si ponerlo en cursiva, o ya no, tan familiar como se hace desde el principio; en mayúsculas o no).

“El abandono de residuos en entornos naturales se ha convertido en una catástrofe ambiental de dimensiones abrumadoras”, ha afirmado Nieves Rey, directora de Comunicación y Marketing de Ecoembes. “Con basuraleza queremos intentar llegar a toda la ciudadanía, que comprendan la gravedad de esta problemática que ya está presente en cualquier ecosistema del planeta. Desde Libera hemos querido, a través de una palabra que no está en el diccionario, seguir trabajando a través de nuestros pilares, ya que la solución a este problema es necesaria y factible, está en nuestras manos”.

“La basuraleza está lejos de ser un problema meramente estético o secundario. Aunque queda mucho camino por recorrer en el ámbito científico, la evidencia es incontestable: estamos ante una catástrofe ambiental que requiere de acción de todas y todos”, explicó el responsable del área Social de SEO/BirdLife, Federico García. “La basuraleza no es solo la escombrera ilegal o la isla de plástico del Pacífico. Es cada colilla, cada papel de aluminio para el bocata o cada envoltorio que se abandona en la naturaleza. Ese acto puede tener efectos directos, por ejemplo, en la degradación o destrucción de hábitat, e indirectos, ya que la presencia dispersa de basuraleza en casi cualquier ambiente puede convertirse en una fuente de contaminación difusa, a menudo invisible, pero de consecuencias impredecibles a gran escala”.

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