Billy Wilder y los listillos estafadores que por una vez nos hacen reír

Un fotograma de 'En bandeja de plata'

Un fotograma de ‘En bandeja de plata’

Un fotograma de 'En bandeja de plata'

Un fotograma de ‘En bandeja de plata’

Rodeados como estamos de listillos estafadores, famosos y famosetes que se apuntan al fraude y la picaresca, dejemos por una vez que nos diviertan y hagan reír. Eso sí, no de la mano de la cutre actualidad, sino de un genio de la comedia: Billy Wilder y su comedia ‘En bandeja de plata’ (1966), con unos enormes Jack Lemmon y Walter Matthau. Estos ‘jetas’ sí que pasarán a la historia.  

 “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo” (Abraham Lincoln).

Las mentiras y las estafas no tienen época. Aunque los medios de comunicación nos las muestren con frecuencia hoy en día, estas últimas existen, al menos, desde que el dinero es dinero. Famosos y famosetes, artistas y pseudoartistas, empresarios, deportistas, políticos, aristócratas de altos y bajos vuelos, funcionarios de gran o medio pelo… aparecen en publicaciones y otros medios de información cada día por alguna causa en la que el fraude o la estafa son protagonistas.

La picaresca domina un mundo sometido, cada vez más, a los bribones facinerosos –y por qué no decirlo– delincuentes, que lo avasallan. Pero no es tan fácil arrojar la piedra y esconder la mano; y, si no, hagan examen de conciencia. Todos podemos llevar encubierto a un tramposo. Solo nos salva el poder dubitativo de nuestra conciencia y el del remordimiento.

Les prometí una comedia y aquí la tienen; espero no equivocarme y ofrecerles un descanso alegre y satírico para comenzar el verano, y se lo brindó a ustedes en bandeja de plata. Por supuesto, de la mano de, si no el más, sí uno de los más grandes de la historia del cine y, por tanto, de la comedia cinematográfica, Mr. Billy Wilder. Se trata de una producción escrita, dirigida y producida de su mano en 1966, cuyo título original, The Fortune Cookie (La galleta de la fortuna), como bien habrán adivinado por el pequeño chiste, se distribuyó en nuestro país bajo el acertado título de En bandeja de plata.

Un cámara de televisión, Harry Hinkle (Jack Lemmon) se lesiona durante su trabajo en una retransmisión deportiva, cuando es arrollado accidentalmente por el jugador de fútbol americano Luther Boom Boom Jackson (Ron Rich). Willie Gingrich (Walter Matthau), el cuñado de Harry, abogado de medio pelo y poco escrupuloso, ve en el percance una oportunidad perfecta para sacarle dinero a la compañía de seguros, y convence a Harry para que finja estar incapacitado por el accidente. Para asegurar la cooperación de un no del todo convencido Harry, Willie hace arreglos para que la codiciosa ex esposa de su hermano político, Sandy (Judi West), de la que todavía sigue enamorado, reaparezca simulando un amor inexistente.

Aunque Wilder casi siempre se inspiraba en obras de teatro o novelas, para En bandeja de plata lo hizo tras observar directamente un evento de la vida real. Durante su asistencia a un partido de fútbol, ​​uno de los jugadores se estrelló accidentalmente con un cámara de televisión haciéndolo caer de bruces. Enseguida llamó a su amigo y coguionista I.A.L. Diamond y se pusieron manos a la obra para escribir uno de sus guiones más sarcástico, cínico, inteligente, oscuro y, sí, divertido, de su filmografía.

Su mentalidad escrudiñadora e incisiva no podía dejar escapar una idea tan brillante para trabajar esa faceta artística que Wilder poseía como cronista social, moderno y progresista de la época. Capaz –como ninguno otro en su momento– de atrapar, incluso a través de la comedia, la experiencia humana, desde la más amplia a la más particular. El Sueño Americano desde una mirada cínica, y no por ello alejada de la acusación y menos constructiva.

Fotografiada expresamente en blanco y negro por Joseph LaShelle, Wilder dibuja la historia desde la profundidad de campo, dotando de un enfoque y composición de planos y secuencias amplias, para incluir así la mayor acción posible en la pantalla. La elegante maestría de Wilder atrapa de principio a fin, envolviéndonos apaciblemente entre los diálogos inteligentes y rápidos, en los giros ágiles, chistosos, respaldados en la ironía y el sarcasmo ácido, en el sentimentalismo apropiado y ese algo de misantropía marca de la casa.

Los intérpretes de esta magistral comedia se superan secuencia a secuencia. El gran Jack Lemmon, una vez más en el arquetipo que lo hizo grande, esta vez aun más difícil por la esclavitud de no poder moverse durante gran parte del metraje; a su lado, el enorme Walther Matthau, superándose a sí mismo en ese papel de abogado sin conciencia, ofensa enorme y divertidísima del sistema legal estadounidense, que nos atrapa sin desearlo, como el pícaro Lázaro. A su alrededor, Judi West, la ex esposa que regresa al hogar siguiendo el olor del dinero; la sufrida e insoportable madre; el grotesco detective privado y una gama indescriptible de doctores, abogados, sobrinos y enfermeras deliciosos cómicamente. Grandes.

La excelente y jocosa En bandeja de plata encarna todo lo mejor en cine de Wilder, su característico ingenio recriminándonos fríamente nuestras flaquezas inconfesables, la percepción exquisita de los pecados que nos oprimen –o nos salvan– en un rango social, enorme, oscuro y lleno de silencios, de personas abandonadas a un destino que dibujan unos pocos, normalmente grandes buitres oteando el horizonte dispuestos a convertir al ser virtuoso, honesto y decente, en presa fácil.

Permítanselo y déjense llevar por la acidez y los divertidísimos estafadores de En bandeja de plata. Ah, y luego no imiten lo que han visto, es solo una película.

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Comentarios

  • V

    Por V, el 06 julio 2018

    Interesante
    Creo que , por otra parte, habría que reivindicar
    «Alguien voló sobre el nido del cuco»

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