Bosques musicales, de Serrat a Rozalén

Fotografía de la portada del disco ‘Forest’ de George Winston.

El cambio climático reducirá la presencia de abedules en Baviera a finales de siglo”. Salté como un resorte cuando leí este titular de una nota de prensa de la Fundación Descubre sobre una investigación en la que ha participado la Universidad de Córdoba. “¿Y qué pasará con los abedules de hermosura incomparable a los que cantaban Family?”, me pregunté. Aquí comenzó la búsqueda en mi discoteca personal y en la digital mundial de bosques y árboles a los que cantan y han cantado cientos de artistas como Rozalén, Serrat, Amaral, System of a Down, Sepultura, Dellafuente, Fuel Fandango, Zoë Keating, The Cure… De forma figurada, real o comprometida, son muchos quienes se han inspirado en las forestas. Vamos a conocer algunos de estos bosques musicales.

Nada como una lucha por los derechos de los de abajo frente a los de arriba para comenzar el artículo. La protagonizan arces y robles en The trees, canción de uno de mis grupos preferidos, los canadienses Rush. Neil Peart, batería del grupo, fallecido en 2020 y autor de la letra, decía que no buscaba un mensaje especial, pero lo cierto es que las demandas de más luz para crecer de los arces frente a los gigantescos robles que la acaparan tiene también su lectura social. No desvelo el final del todo de este tema, que empieza muy folk y continúa en la onda de rock progresivo característica del grupo, pero adelanto que la igualdad que se consigue no os va a gustar.

Puestos en este final solo doy otra pista: la canción Pare, de Joan Manuel Serrat. En una presentación en directo dijo: “Me gustaría no tener que cantarla, porque se quede obsoleta, porque la realidad fuese otra, pero tal como van las cosas no parece que este sea el camino. Con amargura y vergüenza quiero dedicarla a esos canallas que queman nuestros bosques, ensucian nuestras aguas, envenenan nuestros alimentos y se enriquecen con las miserias ajenas”. Y a partir de aquí llegan estrofas como esta: “Padre, decidme qué le han hecho al bosque que no hay árboles / En invierno no tendremos fuego ni en verano sitio donde resguardarnos / Padre, que el bosque ya no es el bosque / Padre, antes de que oscurezca llenad de vida la despensa”.

Jamiroquai, Rubén Blades (por cierto, su abuela se llamaba Emma Blades Bosques), Amaral, REM, Maria Bethânia y Sepultura son algunos de los artistas y bandas que en algún momento han compuesto o se han apuntado a causas vinculadas con la abusiva destrucción de los bosques. Los últimos publicaron un disco, Roots una proclama contra la destrucción de la Amazonia y la defensa de los territorios indígenas presentes en ellas y de la figura de Chico Mendes, asesinado por defender una explotación forestal sostenible. Sin salir de Brasil, Maria Bethânia es una de las decenas de artistas que colaboran en la campaña Demarcação Já, destinada precisamente a salvaguardar los derechos a la tierra de los pueblos indígenas brasileños y a la protección de las forestas en las que habitan.

Viajes musicales y mágicos a los bosques

Si pasamos a un tono más evocador de los árboles y los bosques, de lo que representan, de todo lo que nos aportan, tengo que mirar a Zoë Keating, violonchelista canadiense que conocí en la banda Rasputina, pero que ha dejado su impronta en discos de Tears for Fears, DJ Shadow, Thomas Dolby o Paolo Nutini, además de en numerosas bandas sonoras. Su disco Into the trees te lleva a frondas sugerentes, tupidas, también oscuras, con una mezcla de música clásica y electrónica. En la misma onda, pero más new age, quedan discos como Forest, de George Winston, y con aires más folk Alma de buxo (alma de boj), de Susana Seivane, gaitera barcelonesa pero hecha en Galicia. El homenaje que hace al boj y el arte gráfico del disco, con Seivane convertida en parte de un bosque, refuerzan su relación con este.

Quizá aquí, en el apartado de las evocaciones más ensoñadoras, cabrían Family y los abedules de la entradilla de este artículo. El dúo donostiarra formado por Javier Aramburu e Iñaki Gametxogoikoetxea solo publicaron un disco, Un soplo en el corazón, considerado uno de los mejores del pop español. En él incluyen el tema Viaje a los sueños polares, entre cuyos destinos está un “Paraíso de glaciares y de bosques polares / Donde miedos y temores se convierten en paisajes / De infinitos abedules de hermosura incomparable”. Adentrándonos aún más en este viaje onírico al bosque, recomiendo dejarse llevar por la electrónica trance y progressive que inspiran un sello de Macedonia (Forestdelic) y un festival en el interior de un bosque en Chequia (Digital Forest Festival). Otra cosa es cuánto de mágico les resultará esa rave trance a los moradores de este bosque.

En fin, si nos ponemos a buscar canciones con bosques y árboles en sus letras, la lista se convierte en algo casi infinito. Pero, cuidado, la gran mayoría lo hacen en sentido metafórico, como lugares donde esconderse, escapar o ambientar historias de amor y desamor. Ahí están para confirmarlo The Cure, Stereophonics, Fuel Fandango, Screaming Trees, La Puerta Número Dos o Dellafuente. Por otro lado, son legión también los grupos y artistas que llevan árboles y bosques en sus nombres. Recomiendo en este sentido a dos grupos folk británicos de finales de los sesenta y principios de los setenta: Trees y Forest. Hacían un folk muy atrevido, con tintes psicodélicos y jazzísticos. Entre algo más actual, me gusta el pop-rock de los uruguayos El Bosque y el punk y post punk de The Forest (desde Ohio), y nunca me entró la electrónica empalagosa de Deep Forest.

Cierro con dos debilidades: Quercus y Rozalén. Los primeros son una banda madrileña de metal en un amplísimo sentido de la palabra; de hecho, ellos afirman componer e interpretar “rock ramificado”. De esta manera, llegan a tus oídos nu metal, hard, grunge, progresivo… que arropan letras comprometidas (La bestia humana o La princesa sometida) dentro de un disco de título también muy directo: Imperfecta naturaleza. Y si con compromiso acabamos, el broche lo pone el disco El árbol y el bosque, de Rozalén. Es un álbum para escucharlo, leerlo y sentirlo, en especial canciones como Y busqué (el vídeo está grabado en el bosque de pinos silvestres de Valsaín, Segovia), La línea, Loba y ese canto a la esperanza que fue la banda sonora durante lo peor del confinamiento por la pandemia de covid-19: Aves enjauladas.

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Comentarios

  • Manuel Pérez Castell

    Por Manuel Pérez Castell, el 28 octubre 2021

    Gracias: Un reto ya, que si no se pierde es porque comenzamos a cuidar el planeta. No seríamos el único planeta solar aterido y sin vida. CUIDEMOS LA TIERRA Y LA VIDA EN ELLA.

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