Botellas de vidrio que valen millones de euros

Paul Cézanne, ‘La botella de Peppermint’. Foto: The National Gallery of Art, Washington.

En esta revista repetimos a menudo el valor del vidrio como material infinitamente recuperable y reciclable. Eso –traducido en cuidado del planeta– no se paga ni con dinero… Pero es que además hay botellas de vidrio que valen millones de euros… ¿Cómo? ¿Millones de euros?

Sí, son las botellas de vidrio pintadas en famosos cuadros de cotizadísimos pintores. Desde Picasso y Juan Gris a Matisse, Cézanne y Andy Warhol. Vamos a repasar las creaciones de diez artísticos vidrieros, junto a historias curiosas y anécdotas, como el pintor que ha dado nombre a un tipo de botella y el famosísimo lienzo en el que, en su última versión, el pintor prefirió sustituir a varios personajes por una botella de vino.

Seguramente que, al mencionar este tema, las botellas que antes se nos vienen a la cabeza son las que pintó a principios de los años 60 Andy Warhol. Este artista utilizó y reutilizó, recuperó, recicló y requete-recicló la famosa botella de femeninas curvas de Coca-Cola, botellas que se encuentran expuestas en museos como el MoMA de Nueva York. Convirtió el refresco más famoso de Estados Unidos en un icono pop al estilo de la lata de sopas Campbell y Elvis Presley. Podemos decir que fue una auténtica musa para él, al nivel de Marilyn Monroe, otra incombustible de la imaginería estadounidense. Y una musa muy productiva la botella. En 2010 se vendió una de estas refrescantes obras por nada menos que 31,5 millones de dólares, en una subasta de Sotheby’s en Nueva York.

Andy Warhol. ‘Green Coca-Cola’. Foto: Whitney Museum of American Art.

Dentro del Pop Art, no podemos olvidarnos de la obra Coca-Cola Plan (1958), una escultura-collage de Robert Rauschenberg, todo un artista en fetichizar la botella e imagen de Coca-Cola.

Pero si las botellas de Coca-Cola de Warhol son de amplio conocimiento general, hay otras botellas de fino vidrio que han pasado más inadvertidas. Como las de los franceses Cézanne (1839-1906) y Matisse (1869-1954).

A caballo entre los siglos XIX y XX, los lienzos de Paul Cézanne –del que Picasso dijo que había sido su “único y singular maestro”­– nos ofrecen preciosas botellas. Mis favoritos: La botella de peppermint (1895), en la National Gallery de Washington, obra en la que captó muy bien la transparencia del vidrio; y Botella, garrafa, jarro y limones (1902-1906), que se encuentra en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid. Paloma Alarcó, conservadora de este museo, señala de esta excepcional obra: “Botella, garrafa, jarro y limones pertenece a ese conjunto de naturalezas muertas realizadas en los últimos años de su vida, en las que, como escribió el crítico británico Roger Fry, ‘logró la expresión de los sentimientos más exaltados y de las intuiciones más profundas de su naturaleza”.

De Cézanne podemos también admirar Botellas y manzanas (1890-1894), en el Museo Stedelijk de Ámsterdam, y Naturaleza muerta con botella y cebolla (hacia 1895), en el Museo de Orsay de París.

Además, su obra más famosa, Los jugadores de cartas (en realidad, una serie de cinco lienzos pintados entre 1890 y 1895, cuya composición fue simplificando a medida que regresaba al tema) también incluye una botella, probablemente de vino (en realidad, solo aparece en las últimas versiones, cuando Cézanne decide quitar personajes y añadir la botella). Para justificar de nuevo el título de este artículo, dejar aquí constancia de que uno de los cuadros de esa serie fue adquirido en 2011 por la familia Real de Catar por nada menos que 250 millones de dólares (casi 192 millones de euros), un precio récord para un cuadro vendido en subasta o en una transacción privada. La versión más conocida, la quinta, de estos jugadores se encuentra en el Museo de Orsay.

Henri Matisse. ‘Bodegón de París’.

Otro grande, grandísimo, el fauvista Henri Matisse, también incluyó botellas en algunas de sus coloristas pinturas, al principio de su carrera, como Bodegón de París (1899). Y algún poso dejaría en este aspecto que hasta existe en la actualidad la llamada Botella Matisse, comercializada por una potente empresa italiana fabricante de envases de vidrio. Por cierto, este pintor ha vendido cuadros por precios récord de 67 millones de euros.

Pero si hay una corriente artística que se declaró fan absoluta de la botella de vidrio, esa es el cubismo. Y encontramos ejemplos elocuentes en sus tres máximos representantes: Picasso, Gris y Braque. Vamos con ellos:

Del pintor y escultor francés Georges Braque (1882-1963) podemos admirar el precioso óleo Botella y frutas (1911) en el Museo Nacional Reina Sofía, en Madrid. Extraemos parte de lo que dice la ficha de este museo: “Bouteille et fruits conserva todavía las referencias a la realidad, apreciables en los diferentes motivos que integran la escena: algunas frutas (varias peras y una manzana), que reposan sobre una mesa, al lado de un vaso y una botella. Sin perder de vista la estructura compositiva de las naturalezas muertas de Paul Cézanne, Braque introduce aquí uno de los elementos que constituirán las señas de identidad de toda su producción, el lirismo y la poesía, destilados por cada uno de los objetos del lienzo”.

Botella y pescados (1908) y Botellas y cuchillo (1912) son otras dos fascinantes obras cubistas de Braque con… eso… botella.

De Juan Gris seguramente lo más conocido en plan vidrio sea su famosa botella de Anís del Mono, pequeño óleo, collage y grafito de 1914 que se encuentra también en el Museo Reina Sofía. Como señalan en esta pinacoteca, esta botella es toda una estrella de la pintura. También la han sacado en sus obras Ramón Casas, Picasso (en una de sus composiciones cubistas de Horta) y hasta el mexicano Diego Rivera, en su etapa parisina. De Juan Gris, muchos otros ejemplos, hasta poder decir que seguramente sea el pintor que más ha recurrido a este elemento para sus composiciones: Sifón y botellas (1910). Botella y vidrio en una mesa (1914). Guitarra, botella y vidrio (1914). Botella de vidrio y agua (1917). Botella y frutero (1920).

Juan Gris. ‘La bouteille de vin (Botella de vino)’. Foto: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Como hemos apuntado, Picasso, en su etapa cubista, tampoco pudo resistirse al encanto del vidrio. Tres obras que nos parecen tan geniales y rompedoras como toda su trayectoria: Vidrio y botella de suze (1912); Naturaleza muerta, botella y vidrio (1913) y Guitarra, botella, frutera y vidrio en la tabla (1919).

Seguimos con otro cuadro curiosísimo (y muy desconocido): La botella de vino (1924), de Joan Miró, un óleo de mediano tamaño que se encuentra en la Fundació Joan Miró de Barcelona. En la ficha de la obra podemos leer: “La botella de vino muestra una conjunción de elementos inconexos: una botella de vino con un volcán, una serpiente con bigote y una abeja. La lógica que los relaciona es de orden poético. Sin embargo, la libertad asociativa que justifica la convivencia armoniosa de todos los elementos evidencia la crisis de los géneros pictóricos y el triunfo de la ambigüedad: las formas angulares que dividen la tela sugieren al mismo tiempo una mesa y un paisaje indefinible”.

Joan Miró. ‘La botella de vino’: Foto: Fundación Joan Miró, Barcelona.

Llegamos a otro de los pintores que han marcado un estilo, el italiano Giorgio Morandi (1890-1964). Cómo no. No podía faltar el maestro de los bodegones de jarros, jarras, tazas, vasos y botellas, una especie de sereno Zurbarán del siglo XX. Elegimos uno espectacular: Bodegón de botellas y jarra (1946). Por cierto, otro pintor que sentía veneración por Cézanne.

Y terminamos este recorrido por botellas de vidrio valiosísimas con el pintor que quizá mejor ha sabido plasmar la transparencia de este material. Un excelente artista español actual: Antonio López. Y un enigmático óleo que estuvo pintando durante 10 años, entre 1971 y 1980: La cena, con claro protagonismo de una botella de agua Solares, junto a un Danone en envase de vidrio, un huevo duro, una sopa sosa, la luz triste de una bombilla, una madre que ha quedado con una apariencia monstruosa y una niña que mira seria y algo cansada al espectador. Botella y vasito de yogur que por entonces aún no irían a un contenedor verde de reciclaje. En España, el primer iglú para recoger envases de vidrio llegó a Barcelona en 1982, dos años después de que Antonio López diera por terminado este magnífico cuadro.

Antonio López. ‘La cena’. Colección Carmen López.

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