Bubisher: libros para los saharauis, granitos de arena de justicia

La biblioteca Bubisher de Smara. Foto: Ana Blé.

Se traslada hoy ‘El Asombrario’ a uno de esos «conflictos olvidados» sin que nada se haya avanzado en su solución. El de los refugiados saharauis. Y nos acercamos a través del proyecto Bubisher para llevar libros en español a los campamentos. Si quieres ayudar un poco, ¿qué mejor que una biblioteca en medio del desierto para aportar tu granito de arena?

POR ANA BLÉ 

Antes de viajar a los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia), sabía de la situación del Sáhara Occidental, pero me faltaban datos para comprender un poco mejor lo que le había pasado al pueblo saharaui, así que me puse a investigar para recopilar información sobre el tema. Después de más de 40 años de conflicto, los medios de comunicación, interesados como están en dar noticias frescas, no le dan mucho espacio a un problema ya enquistado durante demasiado tiempo, aunque cualquiera que tenga un mínimo interés en saber quiénes son los saharauis y cuál es su historia, podrá satisfacer su curiosidad visitando las webs de la Delegación Saharaui para España  o de CEAS – Sáhara , donde encontrará cronologías, mapas, fotos y una animación de Aleix Saló que resume en cuatro minutos la injusticia cometida con este pueblo. La pelea es desigual y complicada: demasiados intereses económicos de los poderosos de por medio.

En las wilayas, tal y como se denomina a los asentamientos en los que están divididos los campos de refugiados, los mayores hablan de la infancia vivida en la que una vez fue su tierra y ahora es territorio ocupado. Les viene a la mente el recuerdo de las playas, y se lamentan de que los más jóvenes no hayan conocido nunca otra cosa más que la hamada, un infierno dentro del desierto donde las temperaturas pueden llegan a superar los 55 grados centígrados durante el verano. Aunque no se dejan vencer por el desánimo y confían en que algún día podrán regresar a su verdadera casa. Volverán a oler el mar y sus hijos dejarán de ser lo que fueron siempre desde que nacieron: refugiados dependientes de la ayuda internacional. Gracias a este apoyo, algunos de estos chicos han tenido la oportunidad de pasar temporadas en España, algunos de ellos se han quedado varios años a estudiar y algunos incluso han acabado trabajando aquí, pero la gran mayoría ha elegido volver a la aridez del desierto de piedra para seguir luchando por la causa junto a sus familias, porque, al igual que sus mayores, también los jóvenes siguen creyendo que tarde o temprano se hará justicia y podrán volver a su auténtico hogar, aunque nunca antes hayan estado allí.

Niños acercándose a la biblioteca. Foto: Ana Blé.

Un poco de orden antes de entrar a la biblioteca. Foto: Ana Blé.

Mientras tanto, muchas organizaciones se han solidarizado con el pueblo saharaui y les han ayudado de distintas maneras. El proyecto Vacaciones en Paz , que lleva funcionando más de 20 años gracias a las numerosas asociaciones de familias de acogida para los niños saharauis que vienen a pasar los veranos a España, es una de ellas. Y también están las misiones médicas, el envío de alimentos y la construcción de infraestructuras, entre muchas otras. Pero desafortunadamente, esta ayuda ha ido disminuyendo con el paso del tiempo, y en los últimos años, mucho más, debido a la crisis económica que están sufriendo muchos países, al surgimiento de otros problemas acuciantes que también demandan atención, como el de la guerra en Siria, y al propio desgaste que supone una situación mantenida durante tantos años y que ha hecho que el conflicto del Sáhara Occidental haya pasado a ser una “crisis olvidada” para la comunidad internacional.

Bubisher es una asociación sin ánimo de lucro que no se olvida del pueblo saharaui, y que sigue trabajando para prestarle ayuda a pesar de todas las dificultades. Se formó en 2008 con el propósito de poner en marcha una red de bibliotecas y bibliobuses dentro de los campamentos para potenciar el uso del español, ya que los saharauis lo consideran parte de su identidad cultural y es su segunda lengua oficial después del hassanía, dialecto del árabe. En la actualidad, las wilayas de Smara, Auserd y Bojador cuentan ya con una biblioteca y un bibliobús cada una, y el deseo es que las dos que faltan, Dajla y El Aaiun, también los tengan muy pronto, porque la intención es conseguir que todos los niños y jóvenes de los campos de refugiados dispongan de acceso a los libros, el conocimiento y la cultura.

Este proyecto toma su nombre de un pequeño pájaro del desierto muy presente en la cultura saharaui y muy querido, porque con él llegan siempre las buenas noticias. Así que los bibliobuses son «bubisheres» que transportan libros hasta las escuelas, y las bibliotecas son los nidos donde estos pajarillos traen a los lectores que viven lejos, y donde cualquier persona está invitada a venir siempre que quiera. Bubisher me ha dado la oportunidad de conocer a Kabara, Brahim, Lafdal y Ebnu, entre otras muchas personas maravillosas, y poder trabajar con ellos en el nido de Smara. Y sí, aunque suene a tópico, ha sido una experiencia inolvidable, porque si te gustan los libros y quieres ayudar un poco, ¿qué mejor que una biblioteca en medio del desierto para aportar tu granito de arena?

Allí impartimos clase de español a Tagla, Amina y Lala, que acababan de terminar de estudiar sus carreras universitarias en Argel y habían vuelto a los campamentos. ¿Qué perspectiva profesional les espera? Si perfeccionan su español, tendrán una herramienta más para encarar el futuro. También allí recibimos a los niños de la guardería cercana, y les cantamos canciones en español, porque cuanto antes se empiece, mejor. Otro día vinieron los chicos del equipo de fútbol de la wilaya. Si no visitan la biblioteca al menos una vez a la semana, el entrenador no les deja jugar los partidos, y al final han acabado aficionándose a la lectura. Además, nos visitaron grupos de niños de primaria y secundaria, que Brahim traía montados en el bibliobús desde sus escuelas. Con ellos leímos, hablamos, pintamos y jugamos. Pero también fuimos nosotros a los colegios a visitar a los chicos en sus aulas: charlamos sobre las distintas costumbres, sobre las diferentes culturas, y sobre muchos otros temas que fueron surgiendo sobre la marcha, y aunque solo fuera por un ratito, les sacamos de su rutina y les hicimos reír un poco con nuestros comentarios. A algunos de ellos les costaba expresarse en español, pero lo intentaban con ahínco y algo de vocabulario nuevo aprendieron, así que conseguimos nuestro objetivo.

Dibujando en la biblioteca sobre los libros que se acaban de leer. Foto: Ana Blé.

Todo el mundo conoce el Bubisher en los campos de refugiados saharauis, y es tan querido como el propio pajarillo del desierto porque ayuda a que la vida en ese rincón inhóspito sea un poco más llevadera. Cuando vienen las lluvias, las construcciones de adobe se deshacen y hay familias que se quedan sin casa. El índice de diabetes entre los niños es más alto de lo normal debido al exceso de carbohidratos en los alimentos que consumen, y muchos de ellos no pueden seguir el tratamiento que necesitan para controlar la enfermedad. Los dientes se oscurecen por la composición del agua que

beben, pero el agua embotellada es mucho más cara que la gasolina. Y tantas y tantas cosas…, por no hablar de los que murieron en la guerra, de la represión ejercida por las fuerzas marroquíes en los territorios ocupados, de los desaparecidos. Pero vas a la biblioteca y lees un libro y todo se te olvida, aunque solo sea por un momento.

Ojalá la comunidad internacional no se olvide de los saharauis y sus reivindicaciones.

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