Cadena de custodia de un cuaderno: de la papelería al eucaliptal

Tras los pasos de un cuaderno certificado como sostenible. Foto: J. R.

¿Qué es la cadena de custodia en un producto certificado como sostenible? De entrada, cuando se habla de cadena de custodia, la mente nos lleva frecuentemente al ámbito del crimen y la justicia, a la efectiva custodia de principio a fin, desde el lugar del delito al juicio, de las pruebas que incriminan a alguien. Con un cuaderno que contiene los sellos FSC o PEFC, las dos marcas que certifican la sostenibilidad de productos derivados de la madera, ocurre lo mismo y también se llama trazabilidad. En plena campaña de compra de material escolar, en ‘El Asombrario’ hemos seguido la pista de un cuaderno desde la papelería al bosque, pasando por el fabricante, la imprenta y la planta papelera. El proceso es complicado y resulta interesante seguirlo, investigarlo y explicarlo. Aquí va este ‘particular viaje’.

Estamos con el curso escolar 2022/2023 recién comenzado. Las papelerías y los lineales de material escolar de las grandes superficies comerciales de mi barrio, en el distrito madrileño de Carabanchel, bullen de adolescentes y familias en busca de todo tipo de cuadernos, lápices, blocs de dibujos, agendas, carpetas y papeles adhesivos. Lo que no buscan tanto son los marchamos de sostenibilidad ambiental. “Ay, no sé qué es eso, venimos a ver cuáles son los más baratos y si les sirven a mis hijos”. “No sabíamos que había papeles ecológicos y esas etiquetas, venimos con una lista que le han dado en el colegio”. Estas son las respuestas tipo de las personas cuando se les dice que existe material escolar que tiene sellos distintivos que les otorgan la categoría de “más sostenibles” que el resto.

“No hay interés de partida por parte de la clientela; no preguntan por estas cuestiones, y mucho menos si proceden de bosques que han sido certificados como sostenibles”, comenta Óscar Peñate, que lleva diez años regentando papelerías. “Y mira que yo me preocupo por estos temas y se lo comento a algunos proveedores, pero es que ni ellos te los ofrecen con especial interés o intención”, prosigue el dueño de la papelería-librería Carabanchel. Tanto en esta como en otra (Oca), de las pocas que desgraciadamente siguen en pie en mi barrio, hay mucho material certificado con FSC (Forest Stewardship Council) o PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification), y algunos de marcas tan conocidas como Faber Castell, Milan, HB, Guarro, Stabilo, BIC, Oxford o Staedtler.

En comparación con otros productos con y sin etiqueta ecológica o similar (por ejemplo alimentos), la diferencia de precio no es tan grande, y a veces es muy similar. El problema está en que, debido a las crisis económicas que se superponen, muchas familias huyen de marcas reconocidas y normalmente más caras y que cuentan con ambos sellos, y buscan las más baratas sin mirar ningún reconocimiento de calidad en las etiquetas.

¿Y cómo se identifican esos sellos? En el caso de FSC hay tres tipos: Mixto (mezcla de bosques certificados por FSC, materiales reciclados y/o madera controlada FSC), 100% (solo bosques FSC) y Reciclado (solo material reciclado). Todos deben incluir el logo con un árbol que engloba las siglas y un código con una C y seis números, por ejemplo C154958. Eso sí, a algunos libreros les choca la presencia de plásticos en algunos de estos productos, pero ese es tema aparte, pues los sellos de calidad de la madera se ciñen a certificar la sostenibilidad del papel.

Viaje a Barcelona para seguir la pista al cuaderno

Pero volvamos a mi labor de seguimiento de la cadena de custodia. Tras visitar los puntos de venta, me decanto por unos cuadernos menos conocidos para el público en general, pero a los que les llevo siguiendo la pista durante mucho tiempo por su compromiso ambiental y ser de producción de cercanía: Miquel Rius  y Escolofi. Los primeros están radicados en Parets del Vallès (Barcelona), tienen certificación FSC y sobre la marcha descubro que hace algo más de cuatro años les compró una empresa cercana, APLI, dedicada sobre todo a la fabricación de papeles adhesivos y ubicada muy cerca, en Barberà del Vallès, misma comarca natural y misma provincia. Pues me compro un lote de notas adhesivas APLI, para seguirles también la pista.

Estamos ya en Miquel Rius, la empresa fabricante del cuaderno, y en APLI, la de las etiquetas, el siguiente paso de la cadena de custodia. De entrada, José Luís Carretero, responsable de Cadena de Custodia en APLI, señala: “Este esquema genera mucho trabajo porque tienes que asegurarte que los mismos requisitos escrupulosos de FSC que tú cumples deben cumplirlos todos tus proveedores y, si no es así, pero te interesa seguir trabajando con ese proveedor, hacer todo lo posible para que obtenga la certificación, que al fin y al cabo es lo que nos exigen a nosotros, por ejemplo, las grandes superficies”.

De camino a la imprenta y la papelera

Miquel Rius lleva fabricando cuadernos desde 1893, y tiene el sello FSC desde hace diez. Pero no salimos de Barcelona, en concreto de Sant Adrià de Besós, para visitar otra empresa familiar que aparece como la primera que certificó con este mismo sello un cuaderno: Escolofi. “Fue en 2011”, cuenta su director general, Josep Bonifacio, quien habla del control “bastante exhaustivo” que se lleva para cumplir con el certificado: “Hay que pensar que supervisa aspectos ambientales, pero también económicos y sociales, como la existencia de un programa de prevención de riesgos laborales o que no existe discriminación de género”. Y, tras casi 12 años con el sello en los cuadernos, incide en el desconocimiento general de su existencia: “Nos conocen más porque somos quienes contribuimos a que el sello aparezca en la etiqueta de la ropa de marcas muy populares”.

Carretero, desde APLI, se queja de que se debería hacer una mayor divulgación y promoción de la marca para que se conozca más y cita tanto a los gestores de las propias marcas como a las grandes superficies, “que no exponen con mayor relieve este tipo de productos y los beneficios que conllevan”. El tema es muy interesante y da para hablar largo y tendido, pero tengo que seguir la pista del cuaderno de Miquel Rius, y aquí me dan dos nombres relacionados con la procedencia del papel que usan en cuadernos y notas adhesivas: la imprenta Offset Derra y la Papelera Guipuzcoana de Zicuñaga (Hernani).

La imprenta queda cerca, en Badalona, por lo que seguimos sin salir de Barcelona. En ella hay mucha actividad, ya que no solo salen papel y productos elaborados relacionados con cuadernos, sino también blocs, agendas, libros y cromos con sus álbumes. Aquí insisten igualmente en que las normas para cumplir con el sello FSC “son muy estrictas; todos los años pasamos una auditoría, y si falla en algún punto corres el riesgo de perder el sello, pero lo consideramos indispensable, porque es una garantía y mejora el producto final”. En la imprenta cuentan con depósitos de almacenamiento bien diferenciados para separar el papel que viene con FSC del que no cuenta con el sello. Les cuento que necesito seguir la pista del cuaderno y me dicen que ellos tienen dos papeleras proveedoras principales con FSC: Torras Papel y Antalis.

En busca del bosque donde ‘nació’ el cuaderno

Bien, tengo tres papeleras: Papelera Guipuzcoana de Zicuñaga, Torras Papel y Antalis. De nuevo por cercanía y propiedad me inclino por las dos primeras. Torras Papel pertenece al grupo Lecta, compañía de ámbito europeo en la fabricación y distribución de multitud de tipos de papel. Meritxell Bosch, responsable de Normas y Certificación en Lecta, empieza por el principio: “Conocemos los orígenes de la madera y especies de todas nuestras materias primas que compramos, ya sea pasta o madera, para hacer un buen ejercicio de trazabilidad de productos como el cuaderno del que nos hablas, siempre que conozcamos datos como el pedido y el número de fabricación”. Bosch aclara: “Usamos pasta de celulosa que compramos en Europa y en otros países fabricantes de pasta; el papel siempre se fabrica con dos tipos de pasta: fibra larga, por ejemplo de especies de pinos y abetos, entre otras; y fibra corta, y en este caso compramos de varias especies, incluida madera de eucalipto en la península Ibérica.

Por las consultas al otro proveedor que nos citaron desde Miquel Rius (Papelera Guipuzcoana de Zicuñaga), la pista, tras la papelera, y remontando en la cadena de custodia, nos lleva hasta una plantación de eucaliptos en España. ¿Pero dónde exactamente? La papelera mencionada pertenece al grupo Iberpapel, y en la búsqueda de propietarios forestales que les suministren la principal materia prima descubro que ellos mismos lo son, bajo la marca Ibereucaliptos, y también con FSC. Según consta en su memoria de 2021, “el 100% del patrimonio forestal del grupo en España y Uruguay está certificado según FSC y PEFC”. Esta superficie abarca 25.788 hectáreas. También aclaran que fomentan las plantaciones de madera y su gestión forestal sostenible y que no consumen árboles procedentes de bosques naturales.

Dos pistas sacadas del mismo anuario nos acercan más al eucaliptal del que proviene el cuaderno de Miquel Rius: “En el desarrollo de nuestra actividad observamos y monitorizamos la biodiversidad, lo que ha permitido identificar y declarar áreas de alto valor de conservación en Uruguay, Argentina y Huelva” y que “alineándose con sus valores de protección y preservación de la biodiversidad, el grupo Iberpapel forma parte de iniciativas voluntarias, participando activamente a través de APOM (Asociación de Propietarios Onubenses de Montes)”.

De Carabanchel hemos llegado a Huelva. Dando marcha atrás en la cadena de custodia certificada con FSC, y siguiendo la trazabilidad del producto, el cuaderno que compré en una papelería de Carabanchel ha dado con su origen, con su fibra madre, a un eucaliptal de Huelva.

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Comentarios

  • Alex

    Por Alex, el 28 septiembre 2022

    Desgraciadamente un bosque de eucaliptos en Huelva, una especia que no es autóctona y que se planta por su alto rendimiento, pero que de paso aumenta el Ph del suelo y transforman el entorno en una suerte de desierto donde sólo crecen Eucaliptos, desplazando toda la diversidad existente. 🙁

    El coste de un sello ecológico es un pinar en Huelva.

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