Carlos Álvarez, barítono: “Mi lado femenino es mucho más reivindicativo»

El barítono Carlos Álvarez interpreta el papel de Scarpia en Tosca de Puccini en el Teatro Real. Foto: Javier del Real.

Carlos Álvarez es, sin duda, uno de los mejores barítonos del mundo. Posee una voz rotunda y potente con un color y timbre limpios y afilados que hacen de él, tras más de 30 años de carrera profesional, un imán que atrae a aficionados y público general a los teatros de ópera. Álvarez ha sabido dosificar inteligentemente su repertorio encarnando cada nuevo personaje en el momento adecuado de su madurez vocal. Ahora está instalado temporalmente en Madrid, donde cumple uno de sus mayores retos profesionales: interpreta dos personajes absolutamente antagonistas en dos óperas consecutivas en el Teatro Real. Acaba de abandonar el papel de mamma Ágata en la ópera Viva la mamma de Donizetti, su primer papel femenino en toda su trayectoria profesional, y hoy, día 4, dará vida a uno de los personajes más duros, complicados y abyectos de Giacomo Puccini: el brutal barón Scarpia, jefe de la policía romana en Tosca. Una producción con dirección musical de Nicola Luisotti y dirección de escena de Paco Azorín.

Álvarez se ha sentado a charlar con El Asombrario durante una hora en Madrid, mientras ensaya el papel de Scarpia. Una conversación generosa en la que el cantante ha abordado temas tan espinosos como la vuelta de su amigo Plácido Domingo a los escenarios españoles, la lucha política en España en torno a las cuestiones de género, las decisiones sanitarias respecto a la pandemia o el crecimiento imparable del populismo en la sociedad española.

Acabas de interpretar tu primer papel femenino en ‘Viva la mamma’, de Donizetti. Y acto seguido, en el mismo teatro te veremos interpretar a Scarpia, uno de los villanos más malvados de la producción de Puccini. Dos papeles totalmente antagonistas. ¿Cómo fue preparar el reto de interpretar a Mamma Ágata?

Meterme en la piel de esa mujer fue un desafío para el que no solo me tuve que preparar técnicamente. También me llevó a una reflexión sobre la identidad. Lo tengo aquí escrito en el móvil, que es nuestro moderno cuaderno de notas.

[Recoge el teléfono de la mesa, busca una nota y lee]

“Estos días vestido de mujer, si no fuera porque me veo distinto cuando me miro en el espejo, no me sentiría en absoluto diferente en mi interior. Hace poco escuché en televisión que algunos recluidos en manicomios, al no tener espejos en la institución, no se reconocían al presentarles fotos de sí mismos. ¿Qué significa entonces la verdadera identidad? ¿La que uno siente acerca de sí mismo, sin condicionamientos externos o la que los demás nos trasladan sobre lo que perciben de nosotros a través de su experiencia y conocimientos personales y culturales?”. Luego, añade: «Las respuestas a esas preguntas son el problema de hoy en día».

¿Y qué te respondiste?

Que uno debe sentirse y sentir lo que quiera realmente. Y no tiene que haber condicionamientos externos que nos digan quiénes tenemos que ser.

¿Buscaste alguna referencia para preparar el papel?

No realmente. Todos tenemos una parte masculina y femenina. Es obvio. Para reconocerme en mi lado femenino lo que hice fue un homenaje a las mujeres de mi familia. Mi abuela se llamaba Águeda, casi como el personaje que interpreto. El Teatro Real hizo un vídeo de promoción en el que se me veía tanto de hombre como de mujer hablando conmigo mismo y, al verlo, me di cuenta de que como hombre me parezco a mi padre y como mujer soy como mi madre y mi tía Carmen.

Lo primero que tuve que hacer fue una deconstrucción del canto. En otros papeles se da por supuesto que lo que tienes que hacer es cantar técnicamente bien, ser capaz de emocionar. Uno de los primeros días que abordé el personaje, mi mujer se llevaba las manos a la cabeza. Y yo le decía: ‘Amor mío, no te preocupes, es que tengo que cantar mal’. La mamma Ágata, cuando se postula como cantante en la ficción de Donizetti, lo hace fatal. Ese ha sido el mayor esfuerzo. Aprender a cantar mal, pero bien. Tratando de ser fiel a la partitura. Donizetti en su ópera bufa destruye el aria de Desdémona del Otello de Rossini. Así que es una putada (con perdón) para alguien que se ha pasado toda la vida tratando de hacer de su capacidad virtud, pero ahí estaba el desafío real.

Carlos Álvarez caracterizado como mamma Ágata en ‘Viva la mamma’ de Donizetti. Foto: Javier del Real.

Y en tu interior, ¿a qué conclusiones te llevó interpretar a mamá Ágata?

No es que lo descubriera entonces, pero sí se afianzó en mí la certeza de que el feminismo debe formar parte de nuestra sociedad. Hay que lograr que las barreras y las diferencias desaparezcan. Feminismo no es contrario a machismo. Lo que tenemos es que acabar con la desigualdad. Mi lado femenino es mucho más reivindicativo, sin duda. Probablemente porque cuando me pienso como hombre me doy cuenta de que en nuestra sociedad los hombres tenemos un trecho muy ganado sin necesidad de aportar más aptitud que la de simplemente haber nacido hombres.

Pues parece que hay una gran parte de nuestra sociedad, cada vez más ruidosa y presente en las instituciones, que niega la necesidad de un movimiento feminista como tal.

Ya sabes que el inmovilismo es mucho más fácil. Es una cuestión de física. Estar quieto no requiere de mucha energía. Pero avanzar sí exige fuerza, vigor y dinamismo. Energía entendida como cambio de mentalidad. Es algo que requiere un refuerzo y mucha gente lleva dentro esa máxima de ¿para qué te vas a mover si quieto estás más cómodo? También lo veo en mi profesión, y muchas veces creo que no es otra cosa que un escudo de ciertas personas que tratan de defenderse así de su propia incapacidad para evolucionar. Muchos somos incapaces de enfrentarnos a algo que pueda producirnos dolor, incomodidad e incomprensión.

En tu opinión, ¿ese inmovilismo está motivado por una cuestión de no perder privilegios o realmente crees que hay algo ideológico detrás?

Creo que se trata de una mezcla de ambas cosas. Con el tiempo me he dado cuenta de que sólo aquellos legisladores que han tenido un tipo de experiencia determinada son capaces de sentir la empatía necesaria para poder abordar algunos problemas. Hay personas que ni siquiera se plantean que otra persona lo pueda estar pasando mal. La diferencia en nuestra sociedad existe y es real. Hay gente que no llega a fin de mes, o que no llega al fin de semana. Y eso es real. Si hay una parte de la sociedad que no lo quiere ver, le toca a los legisladores hacerlo evidente. Para lograr la igualdad hay que empezar por garantizarle a todo el mundo la igualdad de oportunidades. Por eso hay que luchar en todos los ámbitos. Y la legislación a favor de derechos que no implican ningún tipo de demérito en otros debe ir adelante sin ninguna duda.

Una buena parte del movimiento feminista no está de acuerdo con…

La Ley Trans…

Efectivamente.

Yo lo resumiría como miedo al cambio. Si hemos tenido una herencia que nos hace identificables esos son los reinos de taifas. Esas pequeñas parcelas de poder. Pero es innegable que hay que vivir y dejar vivir. Libertad es igual a responsabilidad y eso es lo que mucha gente no quiere ver. Aquí se quiere tener el derecho que implica la libertad, pero no la obligación que también implica la libertad.

Hablando de libertad. La campaña de Isabel Díaz Ayuso se basó en vaciar el concepto de libertad de ese contenido de responsabilidad que le es inherente. Aquí le dijeron a la gente que la libertad se reduce en hacer lo que a uno le dé la gana cuando le dé la gana. Y es un discurso que, seamos claros, convenció a la mayoría del electorado.

Bueno, eso se llama populismo. Y el populismo sólo crece en las sociedades que tienen menos sentido crítico y que van perdiendo la formación, la educación. Cuando nadie se plantea cuál es el significado real de un concepto, puede llegar alguien y decirte que ese concepto significa otra cosa diferente. Lo peligroso es que mucha gente termine por creérselo. Una sociedad crítica es importante para que esto no suceda. Y cada día que pasa somos más acríticos.

Eres muy amigo de Plácido Domingo. A mediados de los noventa te invitó a interpretar un personaje en la ‘O Guaraní’, del compositor brasileño Antônio Carlos Gomes, tanto en Bonn como en la ópera de Washington D. C., en la inauguración de su primera temporada como director artístico. Y has cantado con él en España, Alemania, Japón, Estados Unidos… Hace poco ofreció un recital en Madrid con una salva de aplausos que resultó muy polémica. ¿Cuál es tu postura al respecto?

Para mí la polémica se termina porque no ha ido adelante ninguna demanda judicial y seguimos haciendo un juicio público en plaza pública…

Pero en determinado momento el propio Plácido Domingo aceptó que había tenido conductas irregulares y pidió disculpas…

Sí, sí. Aceptó. Si no hubiera aceptado, podríamos seguir indagando en lo que pasó. Pero sí, él aceptó. Somos un país en el que tenemos una memoria selectiva muy aguda, fundamentalmente para lo que nos interesa. Este tema es importante. Pero las relaciones humanas, que son un tanto peliagudas, se basan en un intercambio y cuando la expectativa de lo intercambiable no se cumple, es cuando aparece eso tan humano del ‘te vas a enterar’…

Comprendo que el asunto puede resultar peliagudo dada tu amistad con él, pero ¿ves reprobable su actuación?

El hecho de aprovechar una situación de poder es absolutamente reprobable. Cuando alguien utiliza su situación de superioridad para querer alcanzar algo, eso es totalmente reprobable.

Pero parece que si uno va a escuchar a Plácido Domingo debe sentirse cómplice de las conductas inadecuadas que él mismo ha aceptado.

Es muy difícil separar la parte artística de su historia personal. Ya los griegos nos dijeron que belleza es igual a bondad y eso no es en absoluto así. Cuando algo nos parece estéticamente atractivo, pensamos que el intérprete tiene que tener una parte de bondad, y no siempre es así.

Entonces, ¿cómo enfrentamos este asunto?, ¿haciendo boicot a Plácido Domingo y no volviendo a escucharlo porque admitió esa conducta inadecuada o separando lo artístico de lo personal, quedándonos con lo artístico y dejando a la justicia que actúe?

Yo creo que esa es la situación, pero seguirá siendo muy difícil. No todo el mundo es capaz de hacerse una reflexión como esa. Es mucho más fácil quedarse en ‘este es bueno y este es malo’.

Es curioso. Plácido Domingo ofreció hace unas semanas ese concierto, organizado por una fundación privada, y se generó un ruido político y mediático brutal, tanto a favor como en contra. Sin embargo, cuando el mismo Plácido Domingo cantó ‘Nabucco’ en Valencia, pagado con dinero público, en su primera aparición en los escenarios españoles tras las acusaciones de conducta inadecuada, la noticia pasó bastante desapercibida. El director de orquesta Daniele Gatti, también acusado de conducta inadecuada, acaba de dirigir en Les Arts dos funciones del ‘Réquiem’ de Verdi, también contratado por una institución pública, y no se ha montado ningún revuelo.

Las relaciones sociales están basadas en la hipocresía. Decir la verdad cruda es algo que imposibilita la relación social. Un punto de hipocresía allana esta situación.

En ‘Tosca’ interpretas al barón Scarpia, el jefe de la policía romana que era todopoderoso en el tiempo en que se desarrolla la acción. Un personaje bastante abyecto que también trata de aprovecharse de su posición de superioridad para conseguir lo que quiere. Es un hombre feroz, capaz de asesinar y violar. ¿Cómo se prepara un personaje así?

Scarpia lo que hace es ir por la directa. Intenta obtener un beneficio sexual y quitarse de en medio a un rival político a las bravas. No es un personajes como Don Giovanni, por ejemplo, que ese sí aprovecha su situación de superioridad para alcanzar sus metas. Siempre digo que la ópera nunca dejará de estar de rabiosa actualidad porque el ser humano no ha dejado de comportarse de igual manera desde que era homo sapiens.

El barítono Carlos Álvarez. Foto: Javier del Real.

¿’Tosca’ es tu ópera favorita de Puccini?

Tal vez podría decir que sí, pero le tengo mucho cariño a Gianni Schicchi. Y a La Bohème, por ejemplo. La Bohème es algo que dejan de ofrecerte argumentando que es una ópera protagonizada por jóvenes… No he entendido nunca. Puccini nunca fue un gran compositor para barítonos, no sé por qué. Así como intuyo que Verdi era un barítono y hacía proyección de sí mismo en los papeles de barítono, no sé qué le pasó a Puccini con nosotros.

Hay mucho aficionado y crítico que tiende a denostar las grandes óperas de Puccini acusándolo de demasiado fácil y popular. De sensiblero, si se me permite.

Puccini creo que fue un precursor del cine. Él ha sido capaz de crear personajes de película y de una importancia enorme a la hora de la interpretación. Es un compositor tan minucioso en sus instrucciones desde la partitura que para nosotros hay un punto de obligado cumplimiento. Hemos de ser honestos con la partitura. Puccini era una persona de una experiencia dramática y de escenario enorme. Sabía perfectamente hacia dónde quería apuntar constantemente. Cuando escuchas algunos pasajes musicales de Tosca, te traspasan directamente. Sabía perfectamente cómo tocarte la tecla de la emoción casi sin ningún filtro.

Los grandes logros de tu carrera tuvieron lugar cuando estabas en la treintena. Fueron seis o siete saltos cualitativos continuos e increíbles en tu trabajo. ¿Crees que ya has alcanzado la cima o eres optimista con el futuro y piensas que todavía puedes crecer más?

Soy optimista por naturaleza. Hay todavía trayectos. Cumplo 55 en agosto. Llevo 32 años cantando profesionalmente. Más de la mitad de mi vida la he pasado encima de los escenarios, viajando y haciendo lo que más me gusta. El desafío para mí ahora es hacer la función de mañana. Poder trabajar mañana. Veo el futuro con gran expectativa. Voy a hacer nuevo repertorio y a seguir creciendo.

¿Qué nuevo repertorio? ¿Qué es lo que te ilusiona ahora mismo?

Me ha ilusionado mucho hacer Viva la mamma porque era algo que nunca soñé que podría interpretar. Pero voy a seguir investigando en el repertorio verdiano. El repertorio pucciniano. Tengo ofertas para hacer cosas que no había tenido oportunidad de hacer hasta ahora…

¿Por ejemplo?

El tríptico de Puccini, por ejemplo. Podré hacer óperas verdianas que no había hecho todavía. Por ejemplo, voy a recuperar la Aída que no pude hacer en Peralada el año pasado por la crisis sanitaria. Pero sobre todo me gusta sentir que sigo siendo un estudiante. Me gusta seguir poniéndome frente a una partitura a desentrañar aquello que nos querían transmitir el compositor y el autor del libreto. En mi trabajo se ponen sobre el mismo techo mis dos aficiones principales, que son cantar y la lectura. La mayor parte de los libretos de ópera están basados en grandes éxitos de la literatura universal y para mí es fundamental ir a la fuente original y encontrar cosas que aunque no aparezcan en el libreto sí me dan pie para poder crear un personaje con más matices.

¿Cómo han afectado los meses de parón por la pandemia a tu voz o a tu carrera?

He tenido mucha suerte. La naturaleza al final crea una selección natural y en mi profesión, más todavía. Ha ocurrido algo curioso: los que teníamos una carrera más dilatada, hemos tenido la oportunidad de estar en los primeros puestos para empezar a trabajar inmediatamente. Tuve la suerte de seguir trabajando incluso cuando no podíamos salir. He participado y participo en un programa de talento de Canal Sur que se llama Tierra de talento. Llegamos a hacer el concurso desde casa, tanto los participantes como el jurado. Cuando empezó a levantarse la situación que fue a final de junio, empecé con la inauguración del Festival Internacional de Granada haciendo el Réquiem de Mozart en la catedral de Granada. En condiciones casi extremas para poder cantar. Estábamos todos muy alejados, pero lo hicimos. Y a partir de ahí escasos compromisos que estuvieran en mi calendario se han caído.

Estar en casa me dio la oportunidad de tener mucho más tiempo para estudiar. Nosotros no paramos de estudiar. Para un músico es mucho más fácil, para un bailarín es demoledor. Y para las carreras incipientes, también es un drama terrible. Los que empiezan no han tenido la capacidad durante mucho tiempo de subirse a un escenario para poder evolucionar, ni para poder demostrar su valía.

Vuestro trabajo va siempre rodeado de un extra de glamour que muchas veces no es real. ¿Crees que los cantantes están protegidos en España?

La temporalidad en nuestro trabajo es algo fundamental. Vamos de un sitio para otro sin parar y tener en cuenta esta perspectiva sobre el trabajo de las artes escénicas es importante. No se puede legislar igual cuando se tiene en cuenta esa temporalidad que cuando no se tiene. Incluso para la forma de recibir ayudas… Es una suerte que ahora haya entrado nuestro sindicato a hacer ese tipo de reivindicaciones donde hay que hacerlos. Se creó al día siguiente de empezar el confinamiento y me parece importantísimo que exista.

Las artes que tienen difícil su capacidad de producción son las que tienen que estar respaldadas por las administraciones públicas. Eso es nuestro legado como sociedad. Si hay algo que nos identifica como europeos, eso es la ópera. Es el punto álgido de toda la evolución cultural de la tradición europea. Hagamos que nos sintamos orgullosos de todo esto.

Siendo una de las grandes estrellas del canto en el mundo, no te planteaste marcharte de España. Vives entre Málaga y Sevilla. Has vivido desde cerca cómo se han comportado los teatros en España con el Real como faro y guía durante esta pandemia.

Mira, el Teatro Real ha sido galardonado como la mejor compañía de ópera del mundo. La identificación de ocio y cultura es muy peligrosa. Eso es un problema. La cultura puede ser ocio, pero el ocio no siempre es cultura. Cuando se legisla que ambos son idénticos, se cometen errores. No conozco a personas que se hayan contagiado de covid-19 dentro de un teatro que haya mantenido y hecho cumplir sus protocolos de seguridad. Eso quiere decir algo. Hay que aplaudir ese tipo de iniciativas. El Real lo hizo no solo entre el público, sino también encima del escenario. Los que tienen que gestionar desde las administraciones el mundo de la cultura no siempre son lo suficientemente profesionales. Creo que durante un tiempo se equivocaron.

***

Tosca. Coproducción del Liceu de Barcelona y del Teatro de la Maestranza de Sevilla, actualizada para el Teatro Real. Estará en escena entre el 4 y el 24 de julio con tres repartos estelares. Estos elencos estarán encabezados por las sopranos Sondra Radvanovsky, Maria Agresta y Anna Netrebko, que actuarán junto a los tenores Joseph Calleja, Michael Fabiano, Yusif Eyvazov y Jonas Kaufmann en el papel de Mario Cavaradossi, y a los barítonos Carlos Álvarez, Gevorg Hakobyan y Luca Salsi como Scarpia.

Entre el 4 y el 24 de julio se ofrecerán 16 funciones de Tosca, con retransmisiones gratuitas en distintos formatos ­y canales de YouTube, MyOperaPlayer, La 2 de TVE, Radio Clásica de RNE. Aquí puedes consultar los elencos y disponibilidad de entradas.

Además, la ópera se retransmitirá el 10 de julio a las 21.00 horas en pantallas instaladas en la Plaza de Oriente y en la Plaza de Isabel II, con aforo limitado a 1.000 asientos y de acuerdo con la normativa de seguridad sanitaria de la Comunidad de Madrid.

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