‘Carmina y amén’: la muerte convertida en un vodevil

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Hablamos con Paco León, que estrena su nueva película, ‘Carmina y amén’, el día 30. El actor y director nos cuenta las claves de esta comedia negra protagonizada por su madre y su hermana. Además, charlamos sobre experimentación y las posibles soluciones para la polémica política cultural española.

En puro lenguaje carminista, Paco León ha conseguido que su mundo cinematográfico crezca desde el concepto peluquería a las alturas de la clínica estética. Cuando se puso manos a la obra con su primer largo como director, Carmina y revienta, solo contó con dos cámaras de fotos y un rodaje que duró apenas 11 días. Ahora, para su nueva entrega, Carmina y amén, las cosas son diferentes: tiene detrás el apoyo de Telecinco Cinema, Mediaset y Canal +.

Un salto cualitativo, aunque el espíritu que se respira tras cada fotograma siga siendo el mismo. Lo cuenta el propio director en un encuentro con seis periodistas tras una rueda de prensa en la Cineteca de Matadero Madrid. “Después de Carmina y revienta me quedé con las ganas. Quería llegar más lejos, profundizar en el lenguaje… Lié a los telecincos, que pusieron el dinero necesario que, aunque mucho más dinero que en la primera película, sigue siendo un bajo presupuesto. Un salto que también tenía aparejado el peligro de que perdiéramos frescura. Lo malo era si caíamos en la tentación de ponernos importantes; que se nos fuera la naturalidad que conseguimos con la primera. Así que hemos tratado de llegar un poco más lejos, pero sin perder autenticidad”.

Un poco más lejos sí ha llegado, y eso que todavía no se ha estrenado en salas comerciales. Carmina y amén se alzó con el galardón a mejor guion en el pasado Festival de Cine de Málaga, donde Yolanda Ramos también recogió un premio a la mejor actriz de reparto por esta misma película. Y como en la primera entrega, esta nueva Carmina también llega con experimentación, no solo en lo artístico sino también en la forma de alcanzar al público. Para empezar, León ha logrado contar con la complicidad de productores, distribuidores y exhibidores para realizar un preestreno gratuito en más de un centenar de cines de toda España, al que podrá acudir todo el que lo desee hasta completar el aforo de las salas. Eso ocurrirá el día 29. “Espero que se líe muy gorda, aunque hay una final de Champions con un Real Madrid que… Pero confío en que haya mucha gente para el cine también. Creo que el público agradece que se les haga más accesible la película. Pero no nos engañemos, que esa acción sirve además de publicidad, que tampoco somos tontos… Es una campaña de marketing y esperamos que prenda un boca a boca que haga funcionar mucho mejor la película”, afirma el director.

En esta Carmina y amén, Paco León ha abandonado el estilo de falso documental de la primera. Ahora la historia y los personajes se muestran de una manera más tradicional. Y por su entorno nos encontramos con Bárcenas, los desahucios, la crisis, los trapicheos para llegar a fin de mes… Pero, tranquilidad, que no ha decidido pasarse al cine social. “Me gusta ver el cine social y me gusta mucho cuando está bien hecho, pero me horroriza hacerlo. No creo que yo me encuentre en posesión de una verdad como para decirle a la gente cómo deben ser las cosas. Mi intención ha sido hacer un retrato. Un retrato humano principalmente. Y cuanto más específico eres a la hora de retratar a unos personajes, más obligado estás a narrar también el contexto. Y creo que en el contexto de hoy en día en España no hay más remedio que hacer aparecer cosas como las tasas de la universidad, la inmigración, los desahucios, la crisis y las piruetas que tiene que montarse la gente para llegar a fin de mes. Y en ese sentido es en el que estos asuntos están en Carmina y amén. Pero todo sin la intención de ser panfletario. Para nada. Más bien con esa cosa andaluza de la guasa: el loro se llama Bárcenas y termina encerrado en una jaula y ya está; luego que la gente saque las conclusiones que quiera de eso». (Risas).

Carmina y amén cuenta todo lo que rodea la muerte del marido de Carmina, personaje interpretado, claro está, por la madre del director. Y uno de los puntos álgidos del metraje es precisamente el velatorio del finado. “Volvemos a la cuestión de la experimentación. Quise que fuera una especie de Cinco horas con Mario. Que el espectador asistiera a un momento muy íntimo de una mujer que lo vive casi como una ensoñación. Almodóvar y Berlanga me gustan mucho y creo que se me nota. Sin embargo, mi inspiración, más que en el cine de otros, está en la realidad. Yo he estado en velatorios en los que a la gente le entra la risa floja… Es algo que me parece muy difícil de transmitir, porque la realidad no pertenece a ningún género, sino que está todo muy mezclado. Y ese para mí era el reto. Al final me salió un vodevil de velatorio”, asegura León, divertido.

Aparte de una innovación en lo artístico, en su propuesta narrativa y visual, Paco León no para de darle vueltas a la cabeza para proponer soluciones a la omnipresente crisis del cine español. Una de sus propuestas consiste en que las entradas para ver una película no siempre cuesten lo mismo. «Es una de las líneas en las que podemos innovar. ¿Por qué todas las películas cuestan lo mismo si no todas las películas han tenido el mismo presupuesto para hacerse? Es como si en las librerías pusieran un precio único para todos los libros. Hasta el DVD tiene un precio diferente dependiendo de los extras que contenga… El cine en 3D también tiene una entrada más cara. Tomando eso como premisa, no me parece descabellado proponer que las entradas para películas de bajo presupuesto o las películas nacionales pudieran ser más baratas. En una fluctuación de dos o tres euros. Eso podría significar una estupenda competencia positiva para ese tipo de trabajos frente a las grandes producciones de Hollywood», explica el director. Y continúa: «Lo que sí está claro es que cuando el público adquiere un hábito, responde. La gente paga por los gintonics estos modernos que tienen arándanos, kiwis y un montón de parafernalia mucho más de 10 euros y nadie está haciendo campaña de ‘¡basta ya, que bajen el precio de los gintonics!’. Si la gente se aficiona, encuentra el dinero».

Puesto que el director de Carmina está en racha de hacer propuestas, le preguntamos cuáles serían para él las líneas maestras que deberían centrar una buena política cultural en España: «Yo no soy político ni tengo esa responsabilidad. Pero sí tengo claras algunas cosas que haría: lo primero, bajaría el IVA cultural. Me parece que tratar la cultura como un artículo de lujo es una locura y que no ayuda ni a la industria ni al espectador y, además, todavía está por demostrar que ayude a las arcas públicas. También creo que habría que flexibilizar las ventanas y apoyar al vídeo bajo demanda como alternativa real contra la piratería. También investigar en métodos informáticos antipiratería que puedan luchar de verdad. Y abrir un debate con las compañías telefónicas. La gente que consume piratería cree que ve el cine gratis y se engaña. Tenemos uno de los precios de ADSL de los más caros de Europa y las compañías telefónicas venden unas velocidades de descargas tremendas. Y esas velocidades no son, desde luego, para que uno lea su email. No nos engañemos, están enfocadas fundamentalmente para que la gente se descargue películas y música. Están siendo cómplices. Y yo creo que en lugar de criminalizar al espectador que lo único que hace es consumir cultura la otra parte también debería asumir su parte en el asunto. Es como penalizar al que consume prostitución y olvidarse de las mafias que trafican con personas».

¿Y qué opinión tiene de las subvenciones públicas? «Habría que replantearse también cómo se conceden. Mis dos películas no han tenido ningún tipo de subvención porque, habitualmente, se penaliza la experimentación… Y creo que las leyes llevan un tiempo siendo obsoletas respecto a las ventanas que se han abierto. Pero, sobre todo, de las subvenciones, lo que más me entristece es que la industria y el sector del cine tengamos tan mala prensa a nivel social en España. Me entristece que el público nos vea como pegatineros subvencionados. Me da mucha pena porque es el público. A mí que los políticos digan burradas como ha dicho Montoro, me da igual, porque ellos van a pasar y terminarán por irse. Lo que no les perdono es que lancen ese mensaje que cala en el público. Es una etiqueta que ellos se han encargado de ponernos muy injustamente. Lo que me lleva a la conclusión de que los políticos son una especie de la que yo paso olímpicamente».

Un fotograma de 'Carmina y amén'.

Un fotograma de ‘Carmina y amén’.

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