El carnaval que convoca a las Ánimas Benditas de la España vaciada
Viajamos a Villar del Pedroso, un pueblo cacereño que representa bien esa España vaciada que tiene mucho que decir (y no solo por las protestas de estos días). Tiene que decir, por ejemplo, que hay otras maneras de celebrar el carnaval mas allá de las comerciales fiestas de disfraces de las grandes ciudades. Villar del Pedroso tiene 600 habitantes, cuando a mediados del siglo pasado llegó a contar 2.500, y celebra un carnaval distinto, que convoca a las ánimas benditas. La cita este año, del 23 de febrero al 1 de marzo.
“Carnestolendas aguadas, Pascua soleada”. Este es uno de los refranes que más se escuchará estos días por los pueblos de nuestra España vaciada. Llega el carnaval y con él la fiesta que debería ser la más irreverente, como bien apuntaba Julio Caro Baroja sobre lo que debería urdirse en fechas tan señaladas: “Proferir injurias a los viandantes. Publicar hechos escandalosos que debían mantenerse en secreto. Hacer sátira pública de las interioridades. Desbaratar objetos, llevarlos fuera de su sitio normal, robarlos. Ensañarte con determinadas personas. Arrojar objetos que se consideran injuriosos en términos ajenos”.
Si realmente hacemos caso a lo que señalaba el autorizado antropólogo, el carnaval que vivimos actualmente no tiene nada que ver con todo aquello, ha muerto: “El Carnaval ha muerto, ha muerto, y no para resucitar como en otro tiempo resucitaba anualmente… Hoy queremos ser modernos ante todo… Al Carnaval no le mató, sin embargo, ni el auge del espíritu religioso, ni la acción de “las izquierdas” … Ha dado cuenta de él una concepción de la vida que no es pagana, ni anticristiana, sino simplemente secularizada, de un laicismo burocrático, concepción que arranca de hace bastantes décadas”.
Por fortuna, todos los carnavales no son iguales; en las ciudades solemos conocer aquellos que patrocinan las grandes marcas para salir por televisión, los que se celebran en espacios cerrados –centros culturales, discotecas– y los que nos son próximos por entorno geográfico o familiar, pero a ciencia cierta hay muchos más que podemos descubrir, en la mayoría de las ocasiones de manera casual, por nuestros pueblos y comarcas casi vaciadas y olvidadas.
Nos vamos a Villar del Pedroso (Cáceres), localidad a 180 kilómetros de Madrid, la primera tras dejar Puente del Arzobispo (Toledo), cuya cerámica, junto a la de Talavera de la Reina, ha sido elegida recientemente Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Forma parte del Geoparque de Villuercas-Ibores-Jara (Geoparque Mundial de la UNESCO), cuyo principal objetivo es mantener el bienestar de la zona de manera sostenible, fomentando las labores tradicionales (ganadería, agricultura…) en un entorno geológico único, con casi medio centenar de geolugares localizados. Apuesta por la geodiversidad en 19 pequeñas poblaciones enclavadas en sus sierras y valles. En España existen una docena de geoparques, algunos tan conocidos como los del Cabo de Gata-Níjar, la Costa Vasca o Lanzarote y el Archipiélago Chinijo.
Esta localidad extremeña es un lugar con mucha historia. El debate sobre si allí se ubicaba Augustobriga, localidad de la que Plinio hablaba en su Naturalis Historia en el siglo I, ha sido permanente. En sus calles podemos ver verracos celtíberos, parecidos a los Toros de Guisando, lápidas funerarias romanas o una alcazaba árabe en su sierra. La iglesia parroquial de San Pedro conserva en su interior un retablo del siglo XVI, constituyendo un monumental conjunto arquitectónico, escultórico y pictórico que da cuenta de una historia llena de hitos, cambios y curiosidades. Una de ellas señala que en el registro de municipios de 1655, Villar del Pedroso consta como municipio toledano, pasando a ser parte de la provincia de Cáceres posteriormente, para volver en 1822 de nuevo a Toledo, provincia que vuelve a abandonar tras un decreto del 30 de noviembre de 1833. En 1869, en las Cortes Constituyentes, un diputado presentó una petición pidiendo, sin éxito, volver a ser de parte de la provincia manchega.
Desde el siglo XVII celebra en sus calles el Carnaval de Ánimas. Llama la atención que si el Día de los Difuntos es el 1 de noviembre, en esta localidad se realice un festejo relacionado casi tres meses después. La tradición oral da cuenta de una batalla en la que un general, vecino del pueblo, ante la superioridad del enemigo se encomendó a las Ánimas Benditas, comprometiéndose en caso de victoria a realizar una actividad anual que recordase la efeméride. Tras el éxito militar, cumplió la promesa instituyendo el Martes de Carnestolendas (víspera de Ceniza y primer día de Cuaresma). Aunque hay otras localidades que festejan actividades relacionadas con las ánimas, como la Mesa del Ramo en Casar de Cáceres o el Toque de Ánimas de Tornavacas, el Carnaval de Ánimas de Villar del Pedroso se diferencia de los anteriores por ser una fiesta singular, al combinar lo militar, lo religioso y lo pagano.
Durante estos días se ven desfilar por las calles al general y generala, teniente y tenienta, el y la alférez, bastonero y bastonera, sargentas, sargentos y tamborileros cuyo día grande, el Martes de Carnestolendas, toca madrugar, pues a las 4.30 de la mañana comienza la celebración con toque de diana, desfile, chocolate y dulces para los asistentes. La parte de celebraciones religiosas se mezcla con armonía con luchas de alabardas, toma de aguardiente, el sonar de tambores, cantos, disparos de salva, desfile de sargentas, cantes y bailes de las roscas y del serengue (El Serengue es un borracho / que a la taberna se va, / y su madre le regaña, / y se mete más allá. / Serengue mío, / Serengue dan; con el Merengue / tú lo verás”.
Tiempo también para compartir pinchos y comidas, disfrazarse o acudir a la verbena, todo ello a lo largo de ocho días. Un carnaval que recoge la mejor tradición, lo litúrgico y la fiesta, donde la participación vecinal es imprescindible para la realización y preservación de las costumbres. Donde la calle tiene un papel central como punto de encuentro, se reutilizan materiales –ahora que tanto se habla de sostenibilidad– y la limitación de los recursos no es impedimento para su desarrollo, aunque, como dicen, “muchas veces cueste”. Algazara peculiar en plena Jara cacereña que sobrevive gracias a los esfuerzos e implicación de vecinas y vecinos. Mañana echa a andar.
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