En casa y en directo: ver gorilas, águilas, iguanas, tucanes

Águilas pescadoras en su nido, capturadas por una cámara web.

En lo más duro de la pandemia publiqué aquí un artículo sobre cámaras web situadas en la naturaleza con retransmisiones en directo que nos permitían ‘saltarnos’ el confinamiento y observar y disfrutar con linces, focas, osos y alcatraces en libertad. Aunque siempre defiendo que, pudiendo salir, es mejor sentir la naturaleza en vivo y en directo, el bosque, por su ambiente más cerrado y umbrío y acoger animales normalmente más esquivos, bien merece que le echemos un vistazo a través de cámaras web repartidas por varios puntos del planeta. Unos lugares están más humanizados que otros, pero en todos la vista y el oído se deleitan con la presencia de tejones, gorilas, iguanas, águilas pescadoras, buitres negros, zarigüeyas o tucanes. Con todas disfrutas, aprendes, te diviertes, te sorprendes y, sí, también te llevas algún disgusto.

 Tenía pensado comenzar el artículo de otra manera, pero justo cuando comienzo a escribir estas líneas escucho un reclamo muy insistente de un águila pescadora desde Escocia. Abro la imagen –mientras escribo mantengo la banda sonora de seis cámaras web entre bosques– y veo que los gritos responden a la llamada de la hembra a su pareja. Al principio entiendo que, como ha hecho días atrás, es para que le traiga algún pez o le tome el relevo en la incubación de los tres huevos que tienen en el nido, y así le permita salir a pescar y comer. La hembra se mueve, se levanta del nido y comprendo por qué el reclamo resulta mucho más insistente de lo habitual: ha salido del cascarón uno de los pollos, y reclama comida para él, pero no llega.

El nido de águila pescadora que protagoniza esta cámara web está ubicado sobre un majestuoso pino silvestre en la Loch of the Lowes Wildlife Reserve del centro de Escocia. La escena gana enteros cuando se abre el foco y se ve una amplia orla forestal, principalmente de estos pinos, alrededor del lago Lowes, el principal de una serie de cinco repartidos por un área catalogada de especial conservación por la mezcla de zonas húmedas y bosques. El pino silvestre tiene nombre: Lady’s Tree. Lady es el nombre de la hembra de águila pescadora que, tras extinguirse la especie de Escocia, nidificó y sacó adelante a sus pollos al menos durante 24 años seguidos en este árbol. ¿Sacarán adelante los de este año la actual pareja? Complicado.

Un pollito de águila pescadora solo sobre un enorme pino silvestre

El piar desesperado de la hembra crece y a la par me entero por qué no acaba de llegar el alimento que demanda. Desde la gestión de la reserva (Scottish Wildlife Trust) advierten que “el macho no ha llevado un pez a la hembra al nido desde hace varios días”. Desde que observo el nido, solo una vez, y de esto hace cinco días, vino el macho al nido, pero sin pescado. La hembra tuvo que salir a buscar el suyo. Incluso ahora veo que la hembra sale del nido y deja solos al polluelo recién nacido y a los huevos no eclosionados. Angustia absoluta, porque tarda 15 minutos que se me hacen eternos, con el pollo a merced de las inclemencias climáticas y de otros depredadores. Vuelve la hembra, pero sin comida.

Scottish Wildlife Trust ofrece más información: “Si bien se ve al macho desde otros escondites volando de vez en cuando alrededor de la reserva y ocasionalmente llegando al nido, parece que ha sufrido una lesión y no puede cazar”. Y avisan: “Lamentablemente, se pueden dar lesiones, enfermedades e incluso la mortalidad en los nidos de águilas pescadoras salvajes. Mantenemos una postura de no intervención en estos casos, ya que creemos que es importante dejar que la naturaleza siga su curso, con todos los altibajos que ello conlleva”.

¡Notición, acaba de llegar el macho con algo en una garra!

Se trata de una magra cola de pescado, posible despojo dejado por otro depredador. Poca cosa, porque de ella comen él, la hembra y el pollito. Seguiremos atentos a la pantalla, quienes me leéis también.

Gorilas sorprendidos por una cámara web.

Gorilas en peligro crítico de extinción

A pesar de los buenos momentos que he pasado contemplando al águila pescadora, su entorno, el ir, venir y oír de otras aves (serretas, cuervos, barnaclas, pinzones, porrones, cárabos…), me quedo con la angustia de qué pasará con el macho y las crías. Y encima ahora empieza a llover. Nada, cambio de pantalla, me voy a los densos bosques tropicales del este de la República Democrática del Congo. Allí se lleva a cabo el proyecto GRACE (Gorilla Rehabilitation and Conservation Education Centre) para proteger a la exigua población de gorilas orientales de planicie, considerada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en peligro crítico de extinción.

Te abstraes de esta grave situación, confías en GRACE y en otros proyectos similares, y te diviertes con la vida en familia y entre amistades de los gorilas. En solitario o en común, descansan, juegan, se rascan, se masajean, holgazanean, comen, se suben a los árboles, se sacan cositas de la nariz y entre los dientes y se las comen… Los humanos no nos subimos a los árboles, pero viendo el resto de actividades y cómo las realizan, no me extraña que compartamos el 98% del ADN con los gorilas. En esta retransmisión hay pocas imágenes en directo, casi siempre del bosque que aloja a esta subespecie de gorila oriental. La mayoría están grabadas y se reproducen en bucle, pero merece la pena verlas una y otra vez. Hay gestos y miradas de algunos ejemplares que te dejan embobado y muy pensativo.

A la hora de seleccionar estas retransmisiones con cámaras web en bosques he desechado todas las que están dentro de reservas cerradas, con animales en cautividad, como es el caso de algunas con koalas y pandas. También he tenido que hacer una labor importante de búsqueda para que no todas fueran de aves, ya que en plena nidificación y cría, abundan. Igualmente proliferan cámaras web en zonas húmedas y costeras, que tampoco valían. Y luego había que tener una representación geográfica lo más amplia posible. Incluso me autoimpuse otra condición: que no se les suministrara comida para atraer animales hacia la cámara. Al menos tuve que renunciar a esta última y a que el concepto de bosque se redujera a un conjunto de árboles alrededor de una casa.

Un zorrito danés pillado in fraganti por una cámara web.

Tejones, zorros y garduñas en la noche danesa

Este último caso es el de las retransmisiones las 24 horas del día de la cámara web que tiene instalada el fotógrafo de naturaleza Morten Hilmer en la parte de atrás de su hogar en Dinamarca. Lo que empezó siendo una prolongación de su profesión se ha convertido en una comunidad virtual de voyeristas de la naturaleza con millones de visitas. En torno a un arroyuelo y algunos árboles se dan cita infinidad de animales, sobre todo atraídos por la comida que esparce Morten en el espacio que enmarca la cámara. Me siento especialmente atraído por las aves, así tengo oportunidad de ver algunas poco comunes por el centro de la península Ibérica y en general por España, como el escribano cerillo y la corneja cenicienta; pero descubro que mis escenas favoritas, casi siempre de noche, las protagonizan mamíferos, en especial tejones, zorros y garduñas.

Como no soy nada partidario de dar comida a los animales, y menos lo que me parecían migas de pan a través del monitor del ordenador, pregunté en el chat algo que explica Morten en su página de YouTube: “Esparcimos comida cada dos o tres días y en una proporción que se ajusta cuidadosamente a la cantidad de vida silvestre y a su actividad. El objetivo es atraer a la fauna silvestre sin que lleguen a depender de esta comida y sin sustituir ni interferir en sus hábitos naturales en la búsqueda de alimento. La alimentación que se le proporciona suelen ser cacahuetes, piensos para gatos, maíz y pipas de girasol”.

Zarigüeyas, basiliscos y tucanes en Panamá

Me fío también de que la alimentación esparcida en un comedero de una zona turística (Canopy Lodge) del Valle de Antón, en Panamá, tiene los mismos buenos propósitos. Detrás de esta retransmisión está el Cornell Lab of Ornithology, una prestigiosa institución estadounidense de estudio y conservación de fauna en general y aves en particular. Volvemos a un bosque tropical, donde, a pesar del plano corto del comedero, se respira la sensación de humedad y calor que desprenden estas forestas. Las conozco un poco, ya que tuve la oportunidad de visitar Panamá en 2001 en un viaje para periodistas dentro de un proyecto de conservación y difusión del Corredor Biológico Mesoamericano, que conecta áreas naturales de Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y sur de México.

En aquella ocasión, con la agenda apretadísima, vi tucanes, águila arpía, iguanas, perezosos, monos aulladores, caimanes… pero ahora, frente al monitor, me deleito, en la noche, con la llegada sigilosa de la zarigüeya común o zorra y, durante el día, con el constante ir y venir de aves de múltiples colores y formas: cacique cabecicastaño, tucán piquiverde, tangaras dorsirroja, azuleja y carinegruzca, platanero –se pone las botas con los plátanos–, zorzal pardo, eufonia piquigruesa… y entre medias algún basilisco que también quiere participar del banquete. Las imágenes se disfrutan en directo o en vídeos grabados con las mejores escenas. Para identificar a las aves, en la misma página web del vídeo hay una galería de fotos con las 75 especies que ya han visitado el comedero.

Búhos chicos en su casita fotografiados por una webcam

Secuoyas de California y barnaclas de Iowa

Aparte de las cuatro cámaras web repartidas por Escocia, Dinamarca, República Democrática del Congo y Panamá, he permanecido atento, y aún sigo en ello, a la vida salvaje en otros bosques del mundo. Deseché una situada en Rumanía y otra en Sudáfrica por la poca o nula actividad que reflejaba la primera y por el ruido de fondo de conversaciones de personas, coches y motosierras de la segunda. Sí me quedo con California y los planos secuencias de los inmensos bosques de secuoyas y el transcurrir del río South Fork Eel. No está mal para echarle un vistazo de vez en cuando. Pertenece a la misma plataforma (explore.org) de retransmisiones con cámaras web que la de los gorilas de GRACE.

También me quedo con otros dos nidos. Uno sin salir de Estados Unidos, de Decorah, en el estado de Iowa  y gracias a las retransmisiones de otra plataforma especializada en este campo: sportsmansparadiseonline.com. Estamos ante un nido en un árbol de una especie de ganso, la barnacla canadiense. Sí, yo hace años, cuando me enteré de que había gansos y patos que anidaban en los árboles, me llevé también una sorpresa, acostumbrados como estamos a verlos nidificar entre la vegetación cercana a zonas húmedas. La familia de barnaclas, gansitos incluidos, ya no están en el nido, pero retransmiten imágenes grabadas y se pueden rememorar más momentos angustiosos, en este caso ante la inseguridad y pensárselo mil veces de los pollitos a la hora de lanzarse desde el nido al suelo, donde los reclaman los padres, a más de 15 metros de distancia.

El miedo a saltar del árbol del búho chico

Otro de los nidos es de la plataforma madarles.hu, desde Hungría. De todas las web, elegí la de una familia de búhos chicos instalada en una caja nido sobre un álamo. Lo mismo, ya no está la familia en el nido, pero también reproducen escenas grabadas. La salida del nido de la última cría de búho chico, el más rezagado en independizarse –el 14 de mayo–, es de traca, también con una inseguridad y escasa destreza en el salto y el vuelo que te acaban sacando incluso una sonrisa por lo cómica de la situación.

Un tucán en Panamá.

La banda sonora también importa

En algunas de las retransmisiones a veces no pasa nada desde el punto de vista de la observación. Sin embargo, no debemos subestimar lo que nos llega a los oídos. He disfrutado mucho escuchando los sonidos de tormenta y la lluvia que caía en Escocia o Iowa; el rumor de un riachuelo en Dinamarca; el viento también en Escocia y Hungría, sobre todo moviendo el follaje de pinos y álamos: o los sonidos nocturnos del bosque tropical panameño, que nos coge por la mañana en España. Y, por supuesto, los continuos cantos de las aves. Ha sido mi banda sonora exclusiva sentado frente al ordenador durante casi una semana. Muy recomendable.

Hay esperanza

A modo de coda tengo que comentar que el macho de águila pescadora ha vuelto de forma regular al nido de la Loch of the Lowes Wildlife Reserve de Escocia con algo más de pescado. Y además tienen ya un segundo pollo. Se ve que el macho hace un gran esfuerzo. Imagino que la hembra le habrá piado algo así como: “Ya sé que no estás bien, que tienes algún problema de salud, pero nuestras crías están recién nacidas y necesitan comer, si no las perdemos; anda, intenta pescar cualquier cosa, por poco que sea”.

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