‘Casting Lear’ desmonta el ‘Rey Lear’ y quedamos tocados
Andrea Jiménez versiona, dirige e interpreta el clásico de Shakespeare ‘Rey Lear’ en La Abadía, Madrid, hasta el 28 de abril. Lo hace con una particularidad: cada noche un actor distinto, que no conoce el texto, se subirá a interpretar al protagonista de esta historia. Lo hará una única vez. Esta idea, radical, no lo es nada al lado del prodigio que desata en escena la directora. Estamos ante ‘Casting Lear’.
En La ridícula idea de no volver a verte la escritora Rosa Montero novelaba la vida de Marie Curie y las consecuencias físicas que sobre ella y su marido tuvieron las radiaciones a las que se vieron sometidos. Hasta aquí se trata de una historia sabida, si no fuera porque, en ese mismo texto, Montero alternaba la vida de la científica con el relato de la muerte de su propio marido. Las viudedades de ambas, tan diferentemente iguales, tan similarmente distintas, confluyen en el texto, saltando con ligereza sobre los detalles para hablar del duelo por la pérdida de dos seres amados como si fueran solo uno. Un duelo universal. La misma travesía por el mismo desierto.
El poder de la interpelación de otras vidas u otras ficciones puede asaltar al volver cualquier esquina. De forma parecida a Rosa Montero con la vida de Curie, le ocurrió a Andrea Jiménez con la historia de Cordelia. “La primera vez que leí Rey Lear la tengo relativamente confusa en el tiempo, es como si de alguna manera siempre hubiera sabido que a mí, al igual que a Cordelia, mi padre me repudió”, cuenta la propia Jiménez. “Yo siempre pensaba que un día haría un Rey Lear, porque se parece a mi historia. Hace más o menos cuatro años la releí detenidamente y empecé a ver aún más similitudes y a sentir cómo la obra me interpelaba radicalmente. Entonces, Juan Mayorga me llamó para hacer algo en La Abadía; a partir de ahí todo se configuró en una nueva alquimia”.
Lo primero que llama la atención del Casting Lear que dirige (y también interpreta) Andrea Jiménez en La Abadía es precisamente eso: tan universal es el texto original de William Shakespeare, tantas las versiones que se han hecho de él, que podríamos enfrentarnos cada noche a un Rey Lear distinto sin que eso afectara a la trama o al mensaje que se nos quiere hacer llegar.
Alberto San Juan, Miguel del Arco, Andrés Lima… Es la propia Jiménez quien da al público el manual de instrucciones de la función: cada actor se subirá al escenario una sola noche, para interpretar una única vez al rey protagonista. No han memorizado el texto, no conocen la dramaturgia. El único apoyo será el apuntador, que simbólicamente también interpretará a Kent, el fiel servidor del rey. Con la ayuda de un pinganillo, este irá soplando al actor el texto de la obra, que seguirá, por cierto, la versión de Juan Mayorga.
Aquí es donde brota la magia: el experimentado pero completamente indefenso actor, de edad madura, se ve sometido al texto, dominado por una directora joven, mujer, que apenas sale de escena y que interpreta también a la desheredada Cordelia. Ella misma susurra a su vez acotaciones (“y ahora, tira con furia la corona”, le ordena). Jiménez triplica aquí su papel: es directora, es actriz, pero es también ella misma; Andrea. Andrea, a quien su padre, promotor inmobiliario que obtuvo su riqueza gracias al boom inmobiliario de los 90, deshereda por querer dedicarse al teatro. Su padre, que había comprado un club de tenis antes de la crisis de 2008, que había diseñado en él el futuro de su hija, es la ausencia que más espacio ocupa en el escenario: él es el verdadero rey Lear de esta función.
“Yo pensaba que la obra podría ser una experiencia dolorosa, pero todo lo contrario, está siendo muy saludable, muy sanador, muy alegre. He podido poner en palabras lo que quería contar, exactamente como lo quería contar, es un hilo muy fino, y siento que está contado como yo lo quería contar y eso es algo maravilloso”.
En Casting Lear la historia personal de Jiménez, la tragedia del rey y, sobre todo, la de Cordelia se entremezclan sin caer en el patetismo, caminando siempre sobre el riesgo que otorga la concesión a la comedia: “Yo soy así, tengo una tendencia a mirar las cosas desde cierto optimismo, alegría o distancia cómica, pero ha habido que dejar que la obra respirara para que la comedia aparezca, porque, si no, habría sido muy doloroso. Yo nunca he querido hundir a nadie en el drama, yo quería contar una tragedia desde la alegría de estar juntos en el teatro y de tener el privilegio de estar en un escenario contando una historia, estar en un escenario pudiendo decir yo. Esto es una conquista maravillosa, es una alegría”.
Nada es una de las palabras que más se repiten en el texto shakesperiano. Y esa misma nada es el concepto que rodea a toda la función. El texto se ha quedado esqueletizado, en palabras de la directora: “Depurar el texto es lo más difícil que he hecho en la vida”. Minimizar la escenografía, que iba a ser una pista de tenis y acaba siendo simplemente eso, un escenario, limpiarlo todo hasta el mínimo aliento, que con la información más escueta posible se consiga que todo lo demás sobre.
Andrea Jiménez desmonta aquí a Shakespeare, poniendo en él una mirada crítica y contemporánea: “Shakespeare es una franquicia”, llega a decir, lo vapulea y es vapuleada por el texto y desmonta las leyes del teatro –cita mediante de Peter Brook– para ofrecer al espectador una función desnuda, libre de todo artificio y por tanto lleno de ellos, donde lo personal se convierte en universal, donde pervive, por encima de todos los sentimientos, el amor de una hija que se duele en el afecto a su padre.
Casting Lear es audaz, atrevida, arriesga todo a la mínima expresión, somete al actor a la directora y a la directora a su propia biografía al desmontar el concepto de teatro.
Andrea Jiménez desmiembra el texto para apropiárselo, dirige a un actor inerme para poseerlo. Y también interpreta. O quizá no, quizá no esté interpretando.
Se trata de una partida de tenis donde la pelota golpea la red, y vacila antes de saber de qué lado va a caer. Match Point. Es entonces cuando Andrea Jiménez gana el set, gana el partido. Y gana el teatro.
‘Casting Lear’. Teatro La Abadía. Madrid. Hasta el 28 de abril
No hay comentarios