Cien científicos explican lo más emocionante de su carrera

Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.

El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) nació para mostrar las maravillas de la naturaleza hace 250 años y hoy en día lo sigue haciendo. Recogía las curiosidades naturales cercanas y lejanas y pretendía ser útil al público para conocer la riqueza del planeta. Lo asombroso, lo raro, lo desconocido atraía. La contemplación y admiración de lo inusual y desconocido dejó paso al interés por el conocimiento científico sobre toda la naturaleza que nos rodea. El libro ‘MNCN. Nuestra investigación al alcance de tu mano’, editado para conmemorar el 250 aniversario del museo, recoge las reflexiones de 100 científicos de la institución (se puede adquirir en la Editorial del CSIC).

La vicedirectora de Investigación del museo, Asunción de los Ríos, empezó su carrera como microbióloga en el Centro de Ciencias Medioambientales del CSIC y lo que más le emociona es descubrir cosas desconocidas. Se sigue fascinando cuando se sienta al microscopio y descubre organismos diminutos, ve cómo se comportan y cómo se relacionan entre ellos, y especialmente cuando ella misma ha tenido la oportunidad de recoger las muestras en los sorprendentes ambientes extremos.

De los Ríos lleva trabajando 11 años en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y señala que el museo ha evolucionado mucho, desde un gabinete de curiosidades que venían de zonas remotas al actual museo moderno, en el que se expone la belleza de la naturaleza de forma ordenada y con una base científica, lo que le da un alto valor educacional.

La ciencia nos ayuda a entender el mundo en el que vivimos, favorece nuestra supervivencia porque a través de ella mejoramos la salud y nuestra calidad de vida, pero también ayuda a preservar los recursos naturales y culturales para el futuro, nos explica De los Ríos. “Estudiando lo que ocurre ahora y lo que sucedió en el pasado, podemos encontrar soluciones para prever y resolver problemas que tendremos”, añade.

La pandemia de la Covid-19 y la erupción del volcán Cumbre Vieja de La Palma han demostrado la importancia del papel de la ciencia, explica De los Ríos, pero no son acciones puntuales, detrás hay una investigación básica también fundamental para la conservación del planeta y para entender los procesos naturales.

El MNCN se ha convertido en un referente del estudio de las ciencias naturales y del impacto que los humanos ejercemos sobre el planeta, como pérdida de biodiversidad, cambios en el comportamiento y distribución de las especies, alteraciones de los ciclos biogeoquímicos o el incremento de riegos geológicos naturales.

“Las actividades y exposiciones de nuestro museo están respaldadas por sus investigadores, hay investigación asociada a las colecciones, pero también en otras temáticas de interés para la sociedad. Mostramos y estudiamos la diversidad actual y la extinguida, para contribuir a su conservación”, expone De los Ríos.

El público que se acerca el Museo está ávido de aprender. Las exposiciones y programas de divulgación dirigidos a un público general ofrecen educación ambiental y científica, y se trabaja para que sean accesibles para todos.

El Museo se divide en seis departamentos de investigación: biodiversidad y biología evolutiva; geología; paleobiología; ecología evolutiva; biogeografía y cambio global; y biogeoquímica y ecología microbiana. Sus investigaciones se engloban en tres temáticas diferentes: diversidad de especies animales vivas y extintas y sus procesos evolutivos; ecología, biología de la conservación y cambio global; y procesos geológicos y georiesgos. Cuenta con 77 investigadores en plantilla, a los que hay que sumar investigadores predoctorales y posdoctorales, personal técnico y administrativo. La presencia de mujeres sigue siendo escasa en el estamento científico, ya que solo hay 14 investigadoras de plantilla. De los Ríos explica que en la carrera investigadora empieza el mismo número de mujeres que hombres, pero ellas van abandonando por imposibilidad de conciliar con la maternidad, en muchos casos.

La investigación que realizan en el Museo depende en la mayor parte de las veces de subvenciones estatales, a través de participación en convocatorias competitivas, y es el investigador el que elige el tema a investigar y presenta en ellas su proyecto.

El libro en el que ahora nos detenemos tiene su origen en la exposición Un viaje fascinante de 250 años, que se inauguró en octubre de 2021, cuando dio comienzo la celebración de este aniversario, y está coordinado por Cristina Canovas, su comisaria. En él se recogen no sólo las principales temáticas de investigación del museo, sino también numerosas reflexiones personales de los investigadores en torno a la ciencia. Más de 400 páginas que ayudan a entender el trabajo de este centro de investigación.

Lo más emocionante de su carrera como investigadores

Los científicos reflexionan en el libro sobre qué es la ciencia y qué es lo más emocionante de su carrera como investigador. Para Íñigo Martínez-Solano, del Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva, “la aportación principal de la ciencia es dotarnos de herramientas críticas para comprender nuestro origen como especie y el funcionamiento del mundo que nos rodea”.

Para Aída Verdes, del Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva, lo más emocionante de su carrera es “la emoción del descubrimiento. Sumergirme en el mar a bucear sin saber exactamente qué voy a encontrar, esa sensación mágica de asombro e ilusión al observar algo por primera vez, o la satisfacción de encontrar la ansiada solución a un problema”.

María Ángeles Bustillo, del Departamento de Geología, reconoce que lo más emocionante es “aquellos momentos donde los datos que ibas obteniendo corroboraban las hipótesis que te habías planteado”.

A Ana Rey, del Departamento de Biogeografía y Cambio Global, le mueve “mantener siempre esa curiosidad que lo hace apasionante, porque a cada respuesta surgen muchas más preguntas”.

Andrés Barbosa, del Departamento de Ecología Evolutiva, reconoce: “En mi carrera como investigador he tenido la suerte de emocionarme constantemente, tanto en la observación de la naturaleza y el planteamiento de las ideas como durante el proceso para determinar su grado de plausibilidad”.

Curiosidad, comprensión, querer descubrir y responder preguntas son las motivaciones comunes de todos estos científicos del museo que ahora se unen para rendirle homenaje.

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