La ciudad donde conviven 183 nacionalidades, un laboratorio de utopía

Una vista de Bruselas. Foto: Pixabay.

Uno de los mejores embajadores de Bruselas, Olivier Arendt, trabaja desde hace más de 20 años como asesor cultural y turístico de la capital europea. Fue miembro activo del movimiento ambiental Ecolo, y hoy se moviliza en otras luchas por los derechos LGTBQIA+ y en proyectos para construir una ciudad aún más inclusiva. Abre las puertas de su casa a ‘El Asombrario’ para hablarnos de sostenibilidad y diversidad en Bruselas, una ciudad-región que afirma ser la segunda más multicultural del mundo (solo por detrás de Dubai), con más de 180 nacionalidades. Según él, Bruselas es una cierta utopía, en busca de la convivencia en un momento de repliegue identitario en el que tantos euroescépticos, dentro y fuera de la Unión, toman el poder e intentan socavar su proyecto. 

Su apuesta ambiental ha humanizado y propiciado más zonas verdes, huertos urbanos, mercados bio y bicicletas, muchas bicicletas, hasta hacer de ella una ciudad ecléctica y mestiza, con ambientes latinos, mediterráneos, árabes o africanos.

Olivier habla con entusiasmo sobre el lado secreto y desconocido de Bruselas, sobre sus bondades y desafíos. De padre valón y madre flamenca, ama la ciudad donde nació, que además de la capital de un país federal se ha convertido en la capital de toda Europa. “Bruselas es una encrucijada de instituciones para las regiones y territorios de Europa y del mundo, pero también es una encrucijada de periodistas, lobbies, masones y espías. Esta ciudad es un laboratorio para vivir juntos, una ciudad en plena ebullición y en busca de un futuro sostenible”.

Olivier echa una mirada crítica a la evolución del sistema belga y de Bruselas como región: «La región de Bruselas solo data de 1989. Realmente soy un hijo de ella. Nací en 1968, y desde 1970 la Constitución belga preveía la creación de tres Regiones, pero se necesitaron 19 años para que la Región de Bruselas-Capital finalmente naciera. Es la más joven de las tres, pues la valona y la flamenca datan de 1980. Sin embargo, sigue siendo vista como una subregión del sistema federal belga».

Para Olivier, esta realidad institucional está obstaculizando el desarrollo de Bruselas: “Es obvio que el actual sistema de co-gestión de Bruselas por parte de Flandes, Valonia y el Gobierno federal es un obstáculo para el desarrollo de políticas públicas coherentes. En muchos países, los habitantes a menudo odian su capital. Aquí este amor-odio de los valones y flamencos lo pagamos todos los días. Por ejemplo, la cuestión del bienestar animal entra en conflicto con las tradiciones religiosas de la comunidad musulmana o judía presentes en la ciudad, que desean un sacrificio sin aturdimiento. En Flandes y Valonia se aplica el aturdimiento antes del sacrificio. En Bruselas, ningún partido logra hacer cumplir la medida”.

No parece fácil entender el sistema político belga, ¿cómo lo explicarías?  

Para hacerlo de una manera simple, y espero que no demasiado simplista, suelo decir que para entender Bélgica hay que imaginar que no es una nación. Es más bien un nivel de vida. Bélgica nace en 1830 como resultado de un acuerdo entre 5 grandes potencias europeas (Reino Unido, Países Bajos, Francia, Austria-Hungría y Alemania). Desde siempre estas naciones habían venido aquí a luchar. Bélgica siempre ha sido fruto de influencias externas. Toma el ejemplo de Carlos V. Los españoles conocéis su bellísimo palacio de La Alhambra, pero ¿sabes que fue en Bruselas en 1516 donde fue proclamado rey de España y donde en 1556 abdicó en favor de su hijo, el rey Felipe II?

Otro ejemplo, a fines del siglo XVIII, nuestro vecino el Reino Unido fue el primero en entrar en la era de la Revolución Industrial. El vapor y el carbón, que incluso fueron llamados «el pan de la industria», se convirtieron en las claves del desarrollo en el mundo, y como en Bélgica hay carbón y agua abundantes y un saber hacer ancestral en tejidos y metalurgia… Si a eso le sumas la revolución del transporte, gracias a la invención del ferrocarril o el macadán, la pequeña Bélgica aprovechó su posición central en Europa y sus recursos para seguir a Inglaterra convirtiéndose, en la primera mitad del siglo XIX, en la tercera potencia económica del mundo. El problema es que cuando Bélgica nace elige ser un Estado monolingüe de habla francesa, negando así las realidades de sus poblaciones locales. Los ricos hablaban francés (en toda Europa, por cierto), y los pobres hablaban flamenco, valón, alemán o varios dialectos… Este país se creó sobre un proyecto fundamentalmente económico con una alianza política entre cristianos y liberales sin tener en cuenta la realidad de sus habitantes.

Olivier explica que este «pecado original» creó dos visiones de las cosas, dos conceptos muy diferentes (derecho de suelo y derecho de personas) que aún hoy influyen en el desarrollo del país y de Bruselas.    

Flandes, a partir de 1870, al ver el progreso de la parte francófona, creó un movimiento político con demandas legítimas, como tener educación en holandés y vida pública en su idioma en las partes del país de habla holandesa. Reclama lo que se llamará ius soli o derecho de suelo (en toda zona ubicada en Flandes debe hablarse holandés) exigiendo la creación de una frontera lingüística. Para responder a esto, los habitantes de Bruselas y Valonia que habían llegado a un acuerdo para hablar francés reclaman el derecho de personas (si tu idioma en un territorio es mayoritario debes poder hablarlo en tus relaciones con el Estado o ser educado en él).

Sé que estos conceptos pueden sonar complicados, pero insisto en que si en Bélgica logramos encontrar una solución a estas cuestiones, al día siguiente podríamos tener finalmente una Constitución europea. Estas cuestiones no nos conciernen sólo a nosotros, son centrales en Europa y en el mundo.

Bruselas, por tanto, estaba en territorio flamenco, pero una gran mayoría de la población hablaba francés. Entonces, para que el sistema institucional belga funcionase, los políticos tuvieron que encontrar un acuerdo que hiciera de este territorio una especie de subregión del sistema belga.

Olivier Arendt.

¿Y cuál fue?   

La Región de Bruselas es la única que se organiza de forma bilingüe. Ejerce su poder legislativo a través de Ordenanzas, cuyo valor legal no es equivalente al de las leyes federales y decretos regionales. En esto es efectivamente una subregión del sistema federal belga. También tiene una conexión especial con la autoridad federal, relacionada con su rol internacional y su función de capital y recibe dinero para ciertas funciones relacionadas con su rol de capital. Por ejemplo, Bruselas es la ciudad donde más nos manifestamos en Europa, en gran parte por su función como capital europea, por lo que recibe dinero del gobierno federal para compensar los costos de mantener el orden.

Opinas que Bruselas ha salido perjudicada y que el sistema debe evolucionar para tomar en cuenta las realidades de su región, ¿no?

Llevo casi 25 años trabajando para hacer de Bruselas una ciudad amable, moderna e inclusiva. He podido trabajar para la ciudad de Bruselas, la región de Bruselas y el gobierno federal, pero en la práctica veo que el sistema belga, formado por fronteras internas y una división valona-flamenca, muestra sus límites para el desarrollo de esta región multicultural con desafíos específicos. De hecho, los flamencos y los valones no nos quieren mucho, nos encierran en nuestros 19 municipios, y nos culpan todo el tiempo.

Cuando hablamos de una de las ciudades más multiculturales del mundo tenemos que saber lo que eso significa: somos una ciudad pobre en el centro rodeada de barrios ricos en la periferia. Periferia ubicada principalmente fuera de la región de Bruselas, en Flandes o Valonia. Y como pagas tus impuestos donde duermes y no donde trabajas, las dos regiones principales del país tienen todo el interés en mantener a Bruselas cerrada con candado. Para su exclusivo beneficio. Por lo tanto, nos encontramos en nuestra ciudad-región a menudo incapaces de controlar nuestro desarrollo por falta de medios o porque muchas cuestiones atañen a lo que se denomina el hinterland de la ciudad.

¿Por ejemplo?

La movilidad: para reducir los atascos en la entrada de la ciudad se decidió construir un RER (red regional de trenes rápidos), que debería unir Bruselas con ciudades a 30 km de distancia. Este proyecto fue imaginado en los años 90 e iba a estar terminado en 2002. Veinte años después se anuncia que la obra podría estar terminada entre 2025 y 2032. ¡Es surrealista! Para mí, lo peor es que el dinero de los billetes irá íntegramente al Gobierno federal. He estado abogando durante mucho tiempo por el reparto de ingresos, como en Francia, donde una gran parte de la red RER está gestionada por la RATP (red de transporte público de París). Si durante todo este tiempo, con las múltiples ampliaciones presupuestarias que hubo que poner para el RER, hubiésemos dedicado parte del presupuesto al transporte público de Bruselas, ¿te das cuenta de lo que se podría haber hecho para desarrollar un transporte público de alto rendimiento?

Completamente. Pero, por lo que entiendo, tu crítica va más allá. Cuestionas que el actual Gobierno federal esté integrado por ministros que a excepción de una persona nunca han manejado ciudades de más de 100.000 habitantes. 

No voy a hacer amigos con esto, pero en mi opinión, nuestros ministros federales no tienen idea de lo que significa administrar y desarrollar una capital de 1,2 millones de habitantes, con un fuerte crecimiento demográfico. Además, esta población está compuesta por un 36% de habitantes que no son de nacionalidad belga. Estos extranjeros, en un 60% proceden de países de la UE, y en un 40% del resto del mundo. En Bruselas conviven un total de 183 nacionalidades. Sin embargo, los políticos sólo hablan de lo que los flamencos reprochan a los valones y viceversa… Es Bruselas la que genera la principal riqueza del país, pero no está lo suficientemente reconocida para afrontar sus múltiples retos. Por ejemplo, el mercado laboral en nuestro territorio representa 720.000 puestos de trabajo en la economía formal, y no hablo de la economía informal… Bueno, pues 400.000 de estos puestos de trabajo no los ocupan bruselenses, así que os podéis imaginar lo difícil que nos resulta hacer oír la voz de los habitantes frente a los usuarios de la ciudad, que son más ricos y numerosos.

Es difícil de entender porque a menudo la percepción que ha calado en el extranjero de Bruselas es la de una ciudad rica, burocrática y acomodada.  

Esa percepción existe en muchos europeos, pero en realidad Bruselas es una ciudad pobre encerrada en un sistema federal belga que limita su financiación y desarrollo territorial. No quiero ser negativo, soy optimista por naturaleza, y a pesar de nuestras dificultades, hoy somos una ciudad pionera en términos de desarrollo sostenible. Hemos tomado el destino en nuestras manos para poner políticas públicas al servicio del territorio y sus habitantes. También tenemos mucha suerte de tener colectivos ciudadanos comprometidos en participar en el proyecto, motivados para hacer evolucionar a Bruselas. Creo que nos falta un poco de orgullo por el trabajo realizado.

Defiendes que el territorio es el punto de partida y la meta de cualquier proyecto urbanístico. ¿Puedes explicarlo?  

Para que tu proyecto de ciudad sostenible sea un éxito necesitas políticas públicas proactivas, pero también un tejido asociativo fuerte y ciudadanos comprometidos. El territorio debe ser visto como el lugar donde se expresan los diversos desafíos sociales que debemos afrontar. Y lo mínimo que podemos decir es que en Bruselas hay muchos temas: brecha social, pobreza, crisis de empleo, falta de industria urbana, vivienda (social), por no hablar de la educación… El territorio de esta región es pues el escenario donde se manifiestan y anticipan los desafíos derivados de la evolución del mundo. Debemos tener éxito en la transición ecológica, la integración de los recién llegados, y esto mediante la integración de los desarrollos técnicos. Otros temas importantes también requieren que cambiemos el sistema. ¿Cómo vamos a gestionar el crecimiento de la población? ¿La profunda transformación de los circuitos de producción, distribución y reciclaje? Y todo ello manteniendo una de las grandes fortalezas de esta comarca: la juventud de sus habitantes, un fuerte tejido asociativo y una fuerte implicación ciudadana.

En resumen, que este proyecto urbano se está construyendo dentro de un entramado institucional demasiado complejo, ¿no?  

Tenemos que lidiar con nuestras realidades institucionales, eso es un hecho. Incluso si nuestros desafíos son diferentes a los de Flandes y Valonia debemos desarrollar todas las colaboraciones posibles con ellos para lograr un desarrollo transversal e integrado del país. En el marco de nuestras competencias, debemos dejar claro a las otras dos regiones que debemos trabajar mejor juntos y en el interés de todos.

¿Cuál sería la prioridad entonces en el desarrollo de Bruselas?   

Para mí, lo principal es financiarla correctamente para que podamos reducir la brecha social entre los barrios pobres del centro que concentran el desempleo (en casi un 20%) y la pobreza (en casi un 30%) por un lado, y una amplia periferia que, en cambio, es cada vez más rica. Para mí, y esto es sólo un ejemplo, deberíamos pagar parte de nuestros impuestos donde trabajamos, lo que permitiría refinanciar la Región. El Estado federal belga debe tener en cuenta el lado internacional de la población de Bruselas, porque las necesidades sociales siguen siendo muy importantes en términos de empleo (desempleo estructural y mercado laboral inadecuado), o vivienda asequible, por nombrar solo algunos. Y para mí el proyecto principal es mejorar la calidad y accesibilidad de los servicios educativos. Existen en Bruselas cinco Escuelas europeas reservadas a los hijos de los funcionarios europeos, que ofrecen una educación completa (infantil, primaria, secundaria) en su lengua materna. Si podemos hacerlo por los hijos de los funcionarios europeos, podemos hacerlo por los otros habitantes de Bruselas. Debemos dedicar la mayor parte de nuestros medios para que todas las escuelas de Bruselas se conviertan en escuelas europeas o mundiales.

Me entristece ver que ahora las desigualdades se reproducen y no se reducen. La reducción de las desigualdades sociales y culturales sigue siendo para mí la cuestión central, tanto en lo que se refiere a su territorialización, muy marcada dentro de la Región de Bruselas, como en lo que se refiere a las desigualdades, aún más marcadas entre la Región y su periferia.

Bruselas siempre ha sido vista como una ciudad más funcional que habitable. ¿A qué se debe?  

En urbanismo hemos creado incluso términos de uso mundial, como «bruselización», que designa la rápida y brutal transformación de un notable patrimonio urbano en un contexto de fuerte especulación inmobiliaria. Para los habitantes de Bruselas, y esto se remonta incluso a la creación del país, los arquitectos destruyeron su ciudad. Podemos citar la torre Sablon, construida en 1966, tras el derribo de la primera Maison du Peuple, de Victor Horta, obra maestra del Art nouveau, que el pueblo de Bruselas vivió como una tragedia. Desde entonces no nos atrevemos a hacer mucho y solo hacemos fachadas: «fachadismo», una práctica urbanística que consiste en conservar únicamente la fachada de los edificios antiguos, de los cuales todo el resto será reconstruido. En la década de 1950, los propietarios de Bruselas querían que se pareciera a Nueva York. Destruían la ciudad solo para poder cruzarla más rápidamente cuando el automóvil era el rey supremo y la ciudad no era más que una vasta oficina. Hoy, gracias al establecimiento de esta región de Bruselas, aunque imperfecta, los residentes podemos hacer de Bruselas ya no una ciudad funcional, sino habitable, con la ambición de crear una ciudad sostenible en un entorno de vida saludable.

Para concluir de una forma más ligera, ¿cuál es para ti el lugar más especial de Bruselas? 

Voy a ser muy cliché al decir que es la Grand Place. No te voy a hablar de la belleza de las casas que la rodean, que también están catalogadas como patrimonio de la UNESCO. Solo diré que nuestra Grand Place, el corazón de la ciudad, es un símbolo de lo que queremos lograr como proyecto de Bruselas. Es un lugar donde no hay sinagoga, ni iglesia, ni mezquita, ni rastro de religiones, un lugar neutral, donde todos pueden sentirse bienvenidos. Bruselas ofrece un lugar a todos, y en total libertad, sin dogmas, con el proyecto de desarrollar un pensamiento libre que permita una vida pacífica en común. Y además, en la torre del ayuntamiento hay una estatua enorme de San Miguel matando al diablo. Es un San Miguel que a lo largo de la historia se ha secularizado y simboliza para nosotros la victoria de la luz sobre las tinieblas. En el mundo atribulado de hoy, Bruselas quiere seguir siendo esta ciudad abierta, diversa, un laboratorio para la convivencia. Una pequeña luz de esperanza en un mundo en plena mutación.

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Comentarios

  • Matias

    Por Matias, el 29 enero 2023

    Me ha encantado la nota! Un saludo desde Gante!

  • Luis Borrego

    Por Luis Borrego, el 29 enero 2023

    Es curioso que en ningún momento se cite la absurda división de Bruselas en 19 comunas a modo de reinos de taifas. Cada comuna va a su bola, unas con mucho dinero, otras con dèficits monumentales. En alguna comuna se arregla una calle cada cinco años, en otras llevan cincuenta sin tocarlas. Las calles están sucias y las papeleras llenas nadie las recoge. De algunas calles se ocupa la comuna, otras pertenecen a la región… El origen no es otro que el hecho de que esta ciudad de un millón de habitantes se gestiona como 19 pueblos grandes con un promedio de algo más de cincuenta mil. Llevo más de treinta años aquí y he vivido en tres comunas diferentes: es un caos.

  • Maria Jose

    Por Maria Jose, el 01 febrero 2023

    Resido en Bruselas desde hace 8 años y he vivido en diferentes comunas, de Schaerbeek a las más ricas de Woluwe Saint Lambert y Woluwe Saint Pierre. Enhorabuena por la entrevista. Algunas cosas que plantea son de conocidas pero otras me han abierto los ojos a realidades que estan ahí pero que no entendia.

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