Ciudades de caucho: del asfalto al bolardo, nueva vida para neumáticos fuera de uso
Ciudades de ruedas. Urbes hechas con los millones de neumáticos que cada año son desechados y cuyo material precisa tener una salida. Asfaltado, parques infantiles, bolardos en las aceras, separadores de carril-bici, jardineras, topes de aparcamiento, esculturas… Las posibilidades se amplían y ya son visibles en muchos municipios españoles. Otros estaban a la espera de una guía que les mostrara cómo hacerlo, como la que acaba de publicar la entidad para el reciclaje de este material, Signus Ecovalor.
La cantidad de neumáticos que cada año se desecha en el mundo por el recambio de neumáticos de vehículos alcanza cifras astronómicas: 25 millones de toneladas que, en algunos países, como ocurre en Kuwait, acaban enterradas en la arena; en otros se queman descontroladamente y en los europeos, como es el caso de España, se recogen para buscarles una salida, mientras se trabaja en encontrar la solución circular perfecta: que el material de un neumático vuelva a ser utilizado en un neumático.
La proliferación de parques infantiles de caucho y en otras partes del mobiliario urbano, como ocurre en ciudades como Madrid, son el reflejo de esa necesidad de dar salida a las más de 105.000 toneladas que se recogen anualmente para reciclarlas de alguna manera, según datos de Signus de 2023. “En nuestras reuniones con las administraciones muchos municipios nos pedían información de cómo utilizarlo; así que decidimos publicar una guía sobre el caucho reciclado en las que se mencionaran sus muchas aplicaciones”, explica Leticia Saiz, la coordinadora de la publicación.
Al final, el grupo de expertos que ha participado en la elaboración de la Guía encontraron un total de 11 categorías distintas, desde mobiliario urbano hasta su uso en el asfaltado. “Cada año se generan más de 200.000 toneladas de neumáticos en este país. Y la mitad de todo ello se recicla con este tipo de actuaciones. El resto se valoriza energéticamente en hornos en las cementeras, no solo como combustible, porque ahí una parte también se incorpora al Clinker, que es una de las materias primas del cemento”, señala Saiz.
Entre las ventajas que tiene el caucho, en la guía mencionan su capacidad para absorber impactos y golpes (de ahí su utilización en parques para la infancia o en pistas deportivas), pero también de rebajar el nivel de ruidos (en el asfaltado de calles se ha probado su eficacia en este asunto y también en polideportivos) y su durabilidad, aún en condiciones adversas (con lluvia, nieve o sol).
Donde sí se han detectado problemas es en su utilización en campos de fútbol con césped artificial, una aplicación a la que la Unión Europea ha puesto límite al considerar que generan la propagación de microplásticos al medio ambiente. En concreto, según el reglamento aprobado el pasado otoño, a partir del año 2031 se limitará la fabricación y comercialización de productos que desprendan microplásticos cuyo tamaño de partícula es menor de 5 mm, como ocurre en esos lugares. Una legislación amplia que también afecta a este tipo de reciclaje. Saiz explica: “En esos casos, se usa un granulado de caucho de forma suelta para aportar las propiedades de elasticidad y amortiguación necesarias en el juego, además de mantener el césped de forma vertical. Si no se toman medidas de contención, estas partículas de tamaño 2,5 mm se pueden liberar al medio ambiente a través de la lluvia o en las botas de los deportistas”. Mientras llega ese año, y dado que no será obligatorio eliminar estas pistas, sino que se prohibirá la construcción de nuevas, desde Signus Ecovalor recomiendan poner filtros en las salidas de agua y también que quienes utilizan estos espacios se limpien sus zapatillas antes de dispersar las partículas. En todo caso, la mayor fuente de microplásticos procede de la circulación de los vehículos: hasta el 78% de los microplásticos que llegan al océano tienen este origen, según la organización internacional Pew Charitable Trust.
Conviene recordar que la vida útil de un neumático se sitúa en torno a los seis años; a partir de entonces, su desgaste se convierte en un problema de seguridad vial y hay que realizar el recambio en un taller. En la actualidad, la ley obliga a recogerlos en esos talleres para su gestión posterior, algo que según Signus ya ocurre con el 100% de todos los desechados. Es una situación que, apuntan, ha mejorado con un mayor control a raíz del incendio de un vertedero ilegal en 2016, en Seseña (Toledo), en el que ardieron las 70.000 toneladas que allí se acumulaban. “El primer punto de inflexión en la gestión del NFU (neumático fuera de uso) fue el Real Decreto 1619/2005, que obligó a los productores de neumáticos de reposición a hacerse cargo de la gestión del neumático cuando llega al final de su vida útil, pero aquel siniestro en 2016 hizo que las acumulaciones de neumáticos en vertederos anteriores al 2005 se desmantelaran gestionándose de forma correcta”, señala la coordinadora de la guía.
Del coche al bolardo
Las cantidades que pueden encontrar una segunda vida en nuestras ciudades son importantes. Para un parque infantil de una media de 150 metros cuadrados se utilizan 850 neumáticos; entre 500 y 1.800 por cada kilómetro cuando se mezcla con el asfalto para una calzada; entre uno y dos para un bolardo; hasta 250 para el suelo de la pista de un gimnasio… “Nuestro objetivo”, argumenta Leticia Saiz, “es encontrar continuamente nuevas aplicaciones, porque hay mucho material. Nos queda mucho por crecer aún; por ejemplo, en lo referente al asfaltado de calles, donde reúne muchas ventajas, porque aumenta la duración y elimina ruidos, además de evitar recurrir a más materia prima extraída de la naturaleza usando algo que ya tenemos”.
Ahí están recogidas más ideas de uso: desde separadores de carril-bici y topes de aparcamiento, desde suelos de gimnasio a bancos y jardineras…
Un futuro con pirólisis
Sobre el paso siguiente en el que ya se investiga, que es lograr que ese neumático –mezcla de caucho, acero y fibra textil– pueda ser de nuevo un neumático; de momento se está investigando en la desvulcanización del caucho para que pueda reciclarse, pero de modo más eficaz; podría ser el proceso de tratamiento llamado pirólisis, que permite descomponer el material y conseguir lo que se conoce como «negro de carbono recuperado», materia prima que supone el 22% de la composición de un neumático. Los principales suministradores de la UE son Ucrania y Rusia, ahora en guerra, y por tanto su precio ha aumentado, además del impacto que supone su extracción. También se consigue aceite que se utiliza como combustible o para la producción de energía eléctrica o térmica y gas que puede usarse para autoabastecer la misma planta en la que se realiza el proceso.
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