Cómo apadrinar/amadrinar un olivo, búho, colmena o roca

Sergio González libera a un águila culebrera llamada Lorna. Foto: Sergio González.

Devolver la libertad a una rapaz tras haber sido curada y recuperada es un momento de máxima emoción. Si a eso le añadimos que tú mismo has contribuido a esa recuperación, la emoción se desborda. Forma parte de las vivencias asociadas al apadrinamiento, amadrinamiento o adopción de seres vivos –sean fauna o flora–, que contribuyen a conservar esas especies y los paisajes naturales y rurales que las acogen. Quienes promueven estas iniciativas no quieren que se conviertan en un ecologismo de salón con la adopción de pandas o focas a miles de kilómetros. Por eso invitan a conocer in situ al búho, la tortuga, la encina, el cardón, el olivo y hasta la colmena y la roca que apadrinan/amadrinan. Pero, sobre todo, invitan a conocer el entorno en el que se recuperan y el valor que dejan en la zona. Hoy, en ‘El Asombrario Recicla’ repasamos varias iniciativas muy interesantes, porque todos tenemos derecho a segundas y terceras y cuartas vidas.

Es obligado comenzar el artículo con el Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat, popularmente conocido como Grefa y uno de los estandartes de los programas para apadrinar/amadrinar animales salvajes heridos o huérfanos. Hace poco recibíamos dos noticias de esta ONG, una buena y otra mala. La buena es que durante el último año atendieron a 7.240 animales de la fauna autóctona española que fueron rescatados o recepcionados por el Equipo de Rescate. La mala es que nos alertaban de que el Ayuntamiento de Majadahonda anunciaba que Grefa debía dejar de desarrollar su actividad antes del 28 de diciembre en el amplio y complejo centro ubicado en el Monte del Pilar de esta localidad madrileña en el que lleva a cabo su labor.

Se activó una petición de firmas en Change.org para que, según informan desde Grefa, se respete un convenio de cesión de suelo público que debe abarcar hasta 2032, no hasta dentro de dos meses. La presión social y mediática parece que ha surtido efecto, y hace dos días se reunían Ayuntamiento y ONG, con la mediación de la Comunidad de Madrid, para buscar lo antes posible un acuerdo que satisfaga a todas las partes. Mientras tanto, sigue la actividad frenética en este hospital de fauna. Ni tan malas noticias hacen que trabajadores y voluntarios cejen en su empeño por curar, cuidar, recuperar y reintroducir miles de buitres, vencejos, galápagos o tejones. Y entre ellos, están quienes logran volver a volar, correr o nadar gracias a las personas que pagan su recuperación. Gracias a personas como Sergio González.

Emocionado con un águila culebrera en GREFA

Sergio es coordinador de marketing estratégico en una empresa, “con un trabajo que me absorbe mucho y poco tiempo para hacer el voluntariado que a mí me gustaría”, afirma. Por este motivo, decidió apostar a fondo por apadrinar animales en Grefa, cuya labor ya conocía. Desde el primer busardo ratonero recuperado tras recibir varios disparos que soltó –apadrinar conlleva que puedas ser tú quien libere al animal que has ayudado a recuperar con tu dinero– han venido búhos reales, búhos chicos, aguiluchos, azores… Aunque recuerda muy especialmente el caso de un águila culebrera.

“Fue con la que más me emocioné, pero también con la que más sufrí. Lorna había tenido problemas y no podía migrar hacia África. La recuperaron para que pudiera emprender este viaje, aunque fuera tarde, y la liberé. Hizo la migración y luego volvió a España al mismo lugar donde fue herida por otra culebrera competidora, otra hembra, que, esta vez sí, la acabó de matar. Me quedó esa desazón porque la aventura acabara de esta manera, pero aún así merece la pena”. Lo mejor de la experiencia de Sergio es que ha conseguido contagiar la necesidad de apadrinar/amadrinar a familiares y amistades, que además difunden por redes sociales las bondades de esta actividad en particular y de Grefa en general.

La media de los últimos años en Grefa es de cien padrinos y madrinas anuales, no solo de aves, sino también de tejones, zorros, galápagos, corzos e incluso culebras. Cada cual puede escoger la especie y el ejemplar, aunque la elección queda condicionada al programa de reintroducción en que se incluya o a si se recupera o no. Peleas entre miembros de la misma especie, disparos, atropellos, venenos y choques contra tendidos eléctricos son algunas de las causas de entrada en Grefa. Ignacio Otero, técnico en esta ONG, reconoce: “El importe de un apadrinamiento no cubre muchas veces todos los gastos de desplazamiento para ir a buscarlo y soltarlo, operaciones, rehabilitación y mantenimiento, en ocasiones durante toda su vida, porque algunos ejemplares no se pueden volver a soltar, pero todo se compensa con la gran labor de concienciación que se consigue”.

Delfines en Galicia y cardones en Tenerife

Fotografías, vídeos, certificados, la posibilidad de ponerles un nombre, comunicaciones sobre la evolución del animal adoptado o estar presente en su suelta son algunas de las devoluciones que ofrecen a madrinas y padrinos centros como Grefa, Brinzal y el Centro de Recuperación de Animales Silvestres en Madrid, El Refugio del Burrito en Málaga, la Fundación CRAM en Barcelona o la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (CEMMA) en Pontevedra. Alfredo López, biólogo de este último centro ubicado en Nigrán, coincide con Ignacio Otero de Grefa: “Las adopciones que mejor cubren las necesidades de seguimiento y conservación de delfines son las que llevan a cabo colegios o ayuntamientos, ya que aportan más dinero”. En este caso se apadrinan/amadrinan delfines que previamente se identifican con fotos y se informa sobre su presencia o no en aguas gallegas.

“En el caso de Grefa”, explica Ignacio, “hay empresas o mecenas que se ofrecen a pagar el coste del mantenimiento de todas las águilas imperiales ibéricas que tenemos aquí o la campaña de reintroducción del aguilucho cenizo durante dos años”. En el caso de la plataforma Salvar el Puertito de Adeje, en Tenerife, el efecto simbólico de salvar cardones que pueden ser sepultados por la urbanización turística Cuna del Alma supone un paso importante para conseguir parar esta obra. Gracias a la colaboración de la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN) han conseguido recaudar más de 8.000 euros para mantener la campaña de oposición al proyecto e intentar salvar varios ejemplares de cardón, una planta arbustiva endémica de Canarias.

Desde Salvar el Puertito, Natalia Díaz recuerda: “La obra está parada de forma cautelar por el Gobierno de Canarias, pero cuando se iniciaron ya se dañaron varios cardones; además, dentro de las compensaciones ecológicas que anuncia la empresa promotora no han conseguido que sobreviva ningún cardón trasplantado a un jardín destinado a este fin”. Natalia sigue animando a apadrinar/amadrinar, porque “aún quedan cardones y tememos que las obras se reanudarán”.

Olivos centenarios en adopción. Foto: Adopta un Olivo.

Apadrina olivos centenarios

Si nos instalamos ya en el campo de la flora, las posibilidades de amadrinar o apadrinar se disparan. Desde un pino y una encina con la Fundación Apadrina un Árbol hasta naranjos, nogales, almendros, melocotoneros, naranjos o ciruelos, y sus frutos, dentro de una gran variedad de productores locales en ecológico. Aquí surgen algunos recelos: ¿Y no estaré de algún modo financiando, lisa y llanamente, la producción de esos cultivos de cara al mercado? Leticia Sarnago, de la Fundación Apadrina un Olivo, contesta a estas dudas: “No plantamos ni un solo olivo. En la zona de Oliete (Teruel) en la que trabajamos hay más de 100.000 olivos abandonados y hasta ahora hemos conseguido que se apadrinen 16.000. Son olivos, alguno de más de 300 años, que sin este proyecto morirían. No estamos forzando la máquina para crear una necesidad que no existe, sino que se recupera lo que se abandonó con el éxodo rural”.

Víctor Vidal, agricultor que desde la Asociación de Productores Ecológicos del Bajo Aragón (Aproeba) apoya y dinamiza Apadrina un Olivo, añade: “Estos olivares solo son rentables cuando un padrino pone dinero para que el ecosistema biotopo olivar pueda continuar a escalas de biodiversidad, social y económica”. Y sobre el posible negocio que se pueda estar haciendo con apadrinar/amadrinar, añade: “Estos olivos tienen una producción de nueve kilos por árbol; si sale un litro de aceite de oliva virgen extra cada 4 o 5 kilos, estamos en el límite, porque una de las recompensas para cada padrino es mandarles dos litros al año”. Otras recompensas son visitar la zona –ya se han generado 22.000 visitas– y comprobar cómo revive la almazara de Oliete.

“Oliete había cerrado su molino de aceite, y con Apadrina un Olivo se mantiene abierto y no hay que desplazarse, con un poco de suerte, a Andorra, a 23 kilómetros, o a Puebla de Híjar, a 40. Los socios ya tienen dónde llevar sus aceitunas propias y conseguir aceite para sus familias. ¿Que tienen excedente?, pues se lo venden a madrinas y padrinos”, apostilla Víctor Vídal. Desde que echó a andar el programa, se han creado 31 puestos de trabajo en una zona en riesgo de despoblación, y Víctor señala que se podría extender a otros pueblos con olivares abandonados como Ariño, Alloza y Alacón.

Amadrina una colmena y hazte apicultor por un día  

Entre árboles y arbustos de todo tipo surgen otros seres vivos vitales para que siga creciendo la flora: los polinizadores. Desde EcoColmena (Pastrana, Guadalajara), su fundador se expresa en similares términos que Apadrina un Olivo: no pensar en negocios ni crear necesidades extras. Jesús Manzano subraya: “Con nuestro programa Apadrina una Colmena no buscamos que haya más colmenas, y por lo tanto más abejas que puedan incluso acabar con los polinizadores silvestres; de lo que se trata es de cuidar lo que ya hay. Hay que regenerar, reconectarnos con la apicultura y cuidar a los polinizadores, pero también a los apicultores, por ejemplo creando canales cortos de comercialización”. Madrinas y padrinos de colmenas pueden incluso vivir la experiencia de sentirse apicultores por un día.

Alfonso Chico de Guzmán posa orgulloso con uno de los almendros apadrinados. Foto: Adopta un almendro.

Más de 1.300 almendros adoptados

Para aprender más sobre las cualidades y bondades ambientales de todos estos proyectos bajamos a Murcia, a Cehegín, a la finca La Junquera, dentro de un paisaje predominantemente árido. Uno se alarma cuando varias comunidades autónomas dan el visto bueno continuamente a cultivos superintensivos (término oficial y literal) de almendros en regadío, pero entiende que otro mundo es posible viendo lo que hace Alfonso Chico de Guzmán y cómo lo cuenta. Le cogemos en plena recogida de la almendra: “Realmente hemos terminado, y ahora llevamos las almendras a la partidora”. Y enseguida entra en materia: “Lo especial de este proyecto es la combinación de agricultura regenerativa, formación y educación, investigación y fomento de la comercialización con canales cortos. Todo esto lo unimos en nuestra finca La Junquera”.

Sobre la tendencia de crear más cultivos de almendros en regadío, Alfonso reconoce: “El sector está creando mala fama por el consumo de agua que conlleva, pero aquí demostramos que incluso no se necesita regar los almendros, sino que gracias a las técnicas regenerativas como zanjas de infiltración, charcas, compost, corredores de vegetación autóctona, colmenas o diversificación de cultivos favorecemos la retención de agua y de suelo fértil y conservamos la biodiversidad”. Y crean empleo: “Hemos pasado de 2 a 25 empleados fijos, más los temporales, que son 10 de media”.

Y en todo esto no se olvidan de las personas que adoptan un almendro  –ya van más de 1.300 adoptados– y se llevan todos los años a sus casas dos kilos de almendras. “Normalmente es la cosecha anual que puede dar un almendro”, puntualiza Alfonso, que también recuerda que organizan visitas para los adoptantes no solo a los cultivos de almendros, sino a La Junquera en general y a la cadena de valor que se ha creado (cosecha, partidoras, embalaje…) en torno a la almendra. Este programa de adopción está dentro de la plataforma CrowdFarming  donde hay más posibilidades de adopción, como garbanzales, nogales, campos de lentejas o limoneros.

¡Y no nos olvidemos de las rocas!

Para culminar estas posibilidades de adopción o de amadrinar/apadrinar, y demostrar que el abanico es amplísimo, cerramos con Apadrina una Roca, iniciativa que surgió en 2011 de la mano de la Asociación Geología de Segovia y que ahora abandera el Instituto Geológico Minero de España (IGME). Consiste en escoger un lugar de interés geológico de los 4.000 repartidos por la península y los archipiélagos y comprometerse a visitarlo de forma periódica para informar de cualquier incidencia negativa o positiva que le ocurra. “No importa el motivo que te mueva a apadrinarlo”, remarcan desde el IGME, “que esté cerca de tu pueblo, que lo hayas estudiado o que simplemente te guste. Cualquier motivo es bueno para que te animes a hacerlo y ayudarás enormemente a su conservación”.

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