Cómo apadrinar olivos centenarios y dar vida a los pueblos
En España hay más de 2 millones de hectáreas de superficie agrícola abandonada. Oliete, un pueblo de Teruel, no fue ajeno al éxodo rural. Durante 60 años 100.000 olivos centenarios fueron abandonados. Pero en 2014, Alberto Alfonso pensó que esta situación se podría revertir. Así que ideó una asociación sin ánimo de lucro, ‘Apadrina un olivo’, que tiene como fin la recuperación de los olivos, pero también la vida del pueblo y su medioambiente, combatir la despoblación mediante la creación de empleo y fomentar el desarrollo rural. Es nuestro invitado hoy de ‘la entrevista circular’.
A Alberto Alfonso le encanta su pueblo. Y durante estos años ha comprobado que mantener es repoblar. También ha visto que es posible realizar una economía sostenible y social gracias a los apoyos recibidos de padrinos y madrinas con su aportación anual de 60 euros por adoptar un olivo.
¿Qué han supuesto estos diez años para el desarrollo del proyecto ‘Apadrina un olivo’?
Nacimos con el objetivo de recuperar 100.000 olivos centenarios abandonados con un proyecto de custodia del territorio y conservar el olivar como patrimonio natural. Durante estos diez años hemos recuperado 20.000 olivos. Contamos con el apoyo de más de 60.000 padrinos y madrinas de más de 60 países. Y lo más bonito es que hay un antes y un después en el pueblo de Oliete gracias a la actividad que se ha generado. Esta asociación es de interés público y ha permitido la creación de 43 puestos fijos de empleo y aumentar el padrón de Oliete, que durante muchos años fue bajando y bajando. Este proyecto ha conseguido aumentar el número de habitantes y evitar el cierre de la escuela, que cuenta actualmente con 27 niños. Cuando empezó el proyecto apenas quedaban tres. Así que estos diez años han sido muy positivos por los resultados obtenidos.
¿Qué población tiene en estos momentos Oliete?
350 habitantes. Llegó a tener 2.500, pero el éxodo rural fue a más. Por ello, para nosotros es un orgullo sostener a una población, mantener los servicios y generar oportunidades y vida en el pueblo, y demostrar que es posible un proyecto en el medio rural cuando se ponen en valor los recursos endógenos del territorio, cuando se apuesta por la sostenibilidad y por la solidaridad, al dar oportunidades a colectivos con distintas capacidades.
¿Cuáles son los retos actuales y de futuro?
Sobre todo, eliminar el derrotismo crónico que existe. Cuando los lugares constantemente han ido a menos, la población, no solo de Oliete, también en toda la provincia de Teruel, ha ido acumulando cierto estado de derrota. Por lo que hay que recuperar la confianza, la esperanza en las posibilidades del pueblo, del mundo rural y revertir la tendencia de irse a las ciudades. Otro reto es tener todos los olivos apadrinados. Pasar de los 60.000 a los 100.000, aumentar el número de padrinos y madrinas.
Por tanto, ¿sois optimistas de cara al futuro?
Sí, ya que lo más difícil ya lo hemos hecho al sentar unas bases muy sólidas para ir creciendo, creando esa vinculación emocional entre los padrinos y madrinas y el olivar. También al conectar el medio urbano con el medio rural. Obtener productos agrícolas orgánicos de calidad y que seamos capaces de transmitir la experiencia y las emociones cuando vienen a visitar su olivo ha sido fundamental.
¿Se conocen los padrinos y madrinas entre ellos?
Los embajadores del proyecto son ellos, son su alma. Realizamos visitas y en ellas juntamos a 25 cada vez, y así se van conociendo. Es gente que comparte los mismos valores. Es formar parte de una comunidad que por 60 euros, de los cuales se desgravan el 80%, están ayudando a que los pueblos tiren adelante. Solo por el legado que hemos recibido de nuestros antepasados estos olivos merecen ser conservados para las próximas generaciones. Apadrinarlos es un regalo original y solidario. Un nacimiento de un nieto, un cumpleaños… todo puede ser una buena excusa. Además, a cada uno de ellos les enviamos dos litros de aceite al final del año.
Vuestra asociación participa activamente en el proyecto LIBERA.
Hemos participado ya en dos ocasiones con el proyecto de SEO/ BirdLife en colaboración con Ecoembes para eliminar lo que se denomina basuraleza, ya que colaboramos activamente como entidad en la custodia del territorio protegiendo y conservando el patrimonio natural. Trabajamos activamente en la limpieza de los ríos y eliminando el plástico de los caminos y las fincas. En proyectos como LIBERA involucramos a la sociedad, a nuestros padrinos, tratamos de hacer concienciación medioambiental.
También sois agentes activos en aumentar el reciclaje.
Cien por cien. De hecho, nosotros practicamos la economía circular. Todas nuestras botellas son de acero inoxidable y de vidrio, todo está pensado para el reciclaje, todo tiene ese punto eco que nos inspira. La energía que consumimos la producimos con energía solar. Todo ello está en nuestro ADN.
¿El concepto sostenibilidad cómo lo consideras: un término del que se abusa o es importante para vuestra labor?
Para nosotros lo importante es el equilibrio con el medio ambiente. Tener cero emisiones o agredir lo menos posible a la naturaleza. Además, la sostenibilidad está presente en nuestros ingresos encaminados a la acción social, que al fin y al cabo es una parte importante de nuestros fines. La sostenibilidad es un concepto muy amplio. Para mí tiene que ver con el cumplimiento de la normativa, pero así mismo con el desempeño de los compromisos adquiridos con los otros y, por tanto, regirnos por unas buenas prácticas.
Dentro de estas buenas prácticas, ¿qué es lo que en tu día a día es importante y puedes recomendar a los demás?
Sobre todo es una actitud, un cuidado ecológico y de conservación del medio. Yo, por ejemplo, cuando camino por el pueblo siempre voy con una bolsa para recoger la basura que vea. Es mi granito de arena. Además, concienciar a través del proyecto Educa de Apadrina un olivo. Proponemos instruir las enseñanzas necesarias para respetar el territorio. Damos charlas en colegios de la zona para que pongan en valor el patrimonio cultural y natural. Tratamos de ser embajadores de la justicia climática.
¿Se había dado mucha pérdida de biodiversidad en la zona?
Aquí la pérdida de la biodiversidad se produce por el abandono de la tierra, de la agricultura tradicional. Donde antes era un vergel ahora son tierras áridas. Luego tenemos fenómenos en la provincia de Teruel, como la explotación minera a cielo abierto. Ahora también que si placas solares, que si molinos de viento… Aquí siempre llega lo que no quieren en otros sitios. Cuando hay poca población, todo impacta mucho más. Pero nosotros nos preocupamos de devolver la vida, poner verde otra vez lo que estaba más bien gris.
¿Hay algún otro cultivo que queréis proteger en la zona?
Sí, disponemos de una huerta antes abandonada y sembramos pimientos, puerros, alcachofas…; toda una serie de verduras que son la base para nuestra conservera, en la que utilizamos el aceite que sacamos de la almazara. Todo ello contribuye al milagro de Oliete. Hay un antes y un después. Muchos nos han intentado copiar, pero sin tener un proyecto social detrás. Para mí es lo que merece la pena mantener al posibilitar la vida de los pueblos, médicos, tiendas, más empleo femenino.
Alberto, ¿te gustaría emprender otro proyecto basado en la economía circular?
El año pasado pusimos en marcha el proyecto despertadores rurales inteligentes para poder ayudar a otras personas en sus proyectos sostenibles, medioambientales, solidarios, saludables y con energías renovables. También para fomentar el teletrabajo, la digitalización del medio rural y aprovechar las nuevas tecnologías para posicionar en el mapa áreas rurales despobladas como ésta en la provincia de Teruel. Estos proyectos son cien por cien pasión y dedicación.
No hay comentarios