Cómo reciclamos el sol: el reto de los paneles solares

El sol en la playa de Sanlúcar de Barrameda. Foto: M. Cuéllar.

El sol en la playa de Sanlúcar de Barrameda. Foto: M. Cuéllar.

Las diferentes leyes de autoconsumo y subastas de potencia en torno a las energías renovables aprobadas en los últimos años han facilitado su instalación y un espectacular salto cuantitativo en la venta e instalación de paneles solares fotovoltaicos. Si en 2016 se pusieron en el mercado en España 1.000 toneladas de estos módulos, en 2019 superaron las 100.000. A estas 100.000 es posible que no les llegue el final de su vida antes de 2045, pero ¿qué ocurre con las 150 toneladas de hace más de 20 años que en 2019 se quedaron inservibles? La ley dice que se debe reciclar y/o reutilizar al menos el 80%. En España se llega al 88%.

Aluminio, vidrio, plata, plástico (alguno tan contaminante y complicado de reciclar como el etilvinilacetato o goma EVA), teluro de cadmio, dióxido de silicio, hierro y cobre. Todos estos componentes forman parte de los paneles solares fotovoltaicos que dejan de dar servicio en los tejados de los edificios o en las centrales o huertos solares repartidos por toda España, en especial en la mitad sur. Eso sin contar las baterías, inversores y cables que llevan aparejados. El principal parque fotovoltaico español no es muy viejo, pero es posible que las 150 toneladas anuales que ahora se reciclan sean miles en unos años, como ocurre ya en Francia o Alemania.

La Agencia Internacional de las Energías Renovables prevé que en 2030 en todo el mundo lleguen al final de su vida útil entre 1,7 y 8 millones de toneladas de paneles y de 60 a 78 millones en 2050. Para Europa, en este último año se espera que sean diez millones de toneladas. Las leyes y la lógica obligan a que los componentes enunciados sean debidamente tratados para permitir su reutilización o reciclado. Pero antes siempre nos gusta hablar de la otra erre, la de la reducción.

“La operación y el mantenimiento es vital y tenemos empresas que solo se dedican a eso, a labores preventivas que evitan que la arena, el polvo, partículas contaminantes, la nieve, el agua o el hielo dañen antes de tiempo cualquier módulo y quede inservible”. Paula Santos, directora técnica de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), explica dónde reside el éxito de la longevidad de los paneles, aunque reconoce que “esos 25 años de vida media que se les da pueden estar condicionados también por una fabricación y un transporte defectuosos que siempre hay que vigilar”.

Primicia para ‘El Asombrario’: 154 toneladas de paneles reciclados en 2019

Si hemos cuidado como es debido la instalación fotovoltaica es muy posible que llegue a los 25 años o más, edad que ya cumplen las cien toneladas de media que se reciclan en España. PV Cycle es el principal gestor en Europa de paneles fotovoltaicos, y en 2013 firmó un acuerdo con Recyclia para que sea este sistema colectivo de responsabilidad ampliada del productor (SCRAP) el que se encargue principalmente de la gestión de dicha labor en España, teniendo en cuenta que los paneles desechados tienen la categoría de residuo de aparato eléctrico o electrónico (RAEE).

Hasta hace poco en Europa (2012) y menos en España (2015) no se reguló específicamente que los paneles fotovoltaicos (diferenciando entre los de silicio y los de teluro de cadmio) fueran tratados como RAEE y, entre otras cosas, se obligue a que se valorice al menos el 85% y se prepare para la reutilización y el reciclado el 80%. Recyclia gestiona en torno al 70% de los paneles que se desechan en España, y según su director general y de operaciones, Gabriel García, “actualmente cumplimos por encima de ese 85%, incluso llegamos al 88%, entre otras cosas porque las empresas a quienes entregamos esos paneles tienen que acreditar legalmente que están capacitadas para aprovechar al máximo estos residuos”.

Antes de viajar a Valencia a comprobar cómo se esmera Solar Recicling en ese aprovechamiento, es necesario explicar el porqué del vaivén que ha tenido el reciclado de paneles en los tres últimos años. En 2017 fueron 126 toneladas; en 2018, 65, y, en primicia para El Asombrario, en 2019 hubo un repunte hasta las 154 toneladas. De estas últimas, 112 las gestionó Recyclia y 42 Ecolec, el otro SCRAP que trabaja con este tipo de residuos. “Al contrario que el resto de RAEE, donde hay un mercado estable y una normativa con más recorrido, los paneles no cuentan con una inercia de trabajo tan definida, hasta el punto de que había gestores de parques fotovoltaicos que no sabían que los paneles son RAEE y hay que tratarlos como tal”, señala el responsable de Recyclia.

¿Por qué se ponen en el mercado miles de toneladas pero solo se reciclan cientos?

A todo ello hay que añadir algo más: los objetivos mínimos de recogida que adjudica el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), que responden a la media en peso de lo puesto en el mercado durante los tres años precedentes por las empresas adheridas a cada SCRAP, son imposibles de alcanzar. En 2020, Ecolec, cuyas empresas adheridas vendieron muchos más paneles en años precedentes, debería recoger casi 16.000 toneladas y Recyclia unas 5.500. En 2019, cuando se recogieron 154 toneladas, el Miteco marcaba 370 para Ecolec y 5.000 para Recyclia.

El Miteco es el primero en reconocer a El Asombrario la imposibilidad de cumplir con los objetivos: “La problemática de los paneles solares en relación con su bajo grado de consecución de objetivos radica en su longeva vida útil y en su relativa juventud en el mercado español. Este tipo de productos se han comercializado en los últimos años como de nueva aplicación, es decir, no se sustituyen por otros usados, ya que no existían con anterioridad. Si a esto le sumamos que su vida útil supera ampliamente los diez años nos encontramos con unos años en los que se ponen en el mercado cantidades de estos productos con prácticamente ninguna generación de residuos”.

Desde los SCRAP propusieron introducir en el real decreto que regula los RAEE (RD 110/2015) la posibilidad de flexibilizar los objetivos de algunas categorías de residuos para adaptar los objetivos a la generación real; y el Miteco responde que así se hará. También adelanta que “la Comisión Europea trabaja en una herramienta de cálculo para reflejar de manera real el RAEE generado en cada Estado miembro para fijar objetivos en base a cantidades generadas, y no en relación a lo que se pone en el mercado, corrigiendo así estos problemas”. No obstante, recuerdan: “Se prevé que la recogida de paneles aumente de manera importante en los próximos años, ya que los equipos que se instalaron en las plantas de energía solar de primera generación se encuentran muy cerca del final de su vida útil”.

Paneles solares. Foto: Pixabay.

EVA, el plástico más problemático

¿Serán capaces de asumir este volumen de reciclado las plantas que se dedican a ello? De momento, sí. En el polígono industrial El Pla, en Alcasser (Valencia), operarios de la planta de Solar Recicling desmantelan primero con cuidado los marcos de aluminio de los paneles solares para que no se dañen y sean reutilizados o reciclados. Ya tenemos un 12% del peso del módulo controlado. A continuación hacen lo propio con la separación del vidrio de las láminas de silicio (los paneles de silicio son los más usados). Como el vidrio supone el 72% del peso, se ha conseguido recuperar el 84% del mismo. Pero queda la labor más ardua, el 16% restante.

Hay que tener en cuenta que de ese 16%, el formado por el silicio y la plata supera ligeramente el 3%, pero su valor como materia prima recuperable del panel es del 74%. Ahora en Solar Recicling empiezan a dar con las partes más sensibles también en cuestiones de contaminación. Lo primero es separar el silicio del cobre para que ambos mantengan una pureza que les permita también ser reutilizados; luego les llega el turno a todos los elementos electrónicos del panel y, por último, a los plásticos (12% del peso), donde hay uno especialmente problemático.

De las 125 toneladas de paneles fotovoltaicos que recogió Recyclia en 2017, 94 de vidrio, 15 de metales y 2,5 de plástico quedaron listas para volver a ser introducidas en el proceso de fabricación de nuevos productos. ¿Pero qué ocurre con las restantes 14 toneladas? “Las capas de EVA son las que más complicaciones presentan a la hora de separarlas y reciclarlas”, comenta Gabriel García. EVA es el acrónimo de etilvinilacetato, un termoplástico que también recibe el nombre de goma EVA y se utiliza en múltiples aplicaciones: juguetes, artículos para manualidades, calzado, colchonetas, tatamis, jardines infantiles…

En el caso de los paneles, las capas de EVA y otro tipo de láminas plásticas que se usan como aislamiento de las celdas fotovoltaicas suelen tener como destino final la incineración, un método muy cuestionado por las ONG ecologistas por la contaminación que provoca esta combustión. La normativa sobre RAEE obliga a que si se aplica esta técnica “se deberá contar con un sistema de extracción de gases durante el proceso de combustión dotado con las medidas de seguridad adecuadas”.

Paneles más sostenibles en el futuro

Algunos de estos pequeños peros en el reciclado podrían tener su solución en los reglamentos europeos sobre eco-diseño que se estudian aplicar desde la Unión Europea a los paneles solares. Al igual que ocurre con los electrodomésticos y otros equipos vinculados a las energías renovables, como las estufas y calderas de biomasa, se pretende que los paneles garanticen también una mayor eficiencia y rentabilidad a lo largo de toda su vida, incluida la facilidad para reutilizar y/o reciclar todos y cada uno de sus componentes.

En paralelo, la investigación y la innovación avanzan para conseguir un ciclo de vida completo más sostenible. Por ejemplo, para que las células solares, ahora de silicio o teluro de cadmio, sean de componentes orgánicos. O como se hace en el proyecto Circusol del programa Horizonte 2020 de la UE, avanzar en un modelo de instalación en el que el proveedor de la misma “es el propietario y responsable de su funcionamiento óptimo, y cuando su vida útil llega al final, la recupera y decide si sus diferentes componentes pueden obtener una segunda vida e instalarse en otro lugar o deben enviarse para su reciclaje”. Mientras tanto, como recuerda Paula Santos, de UNEF, si optamos por tener nuestro propio equipo solar fotovoltaico, “el instalador incluye una cláusula de mantenimiento para que los paneles funcionen el máximo tiempo con la máxima eficiencia”.

Y no, no nos hemos olvidado de los otros captadores solares, los térmicos, los que sirven para calentar agua y utilizarla en la ducha y el lavabo o destinarla a calefacción. En este caso no tienen la categoría de RAEE, al no conllevar una instalación eléctrica con baterías e inversores. Pascual Polo, director general de la Asociación Solar de la Industria Térmica (ASIT), comenta que “también aquí al principal parque instalado no le ha llegado aún el final de su vida útil, ya que la mayoría son de finales del siglo pasado y principios de este, pero normalmente los propietarios deciden renovar su antigua instalación y los instaladores son los primeros interesados en aprovechar al máximo el equipo antiguo y derivar adecuadamente hacia su reciclado el resto de componentes, principalmente cobre, aluminio y vidrio”.

 ECOLEC se suma a ‘El Asombrario’ #SúmateAlReciclajeResponsable

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