¿Conoces RECIDA? Una red verde conecta con la ‘Liter-natura’

Bibliotecas públicas y privadas, empresas, instituciones o fundaciones están unidas por un hilo invisible que les permite comunicarse las novedades, apoyarse y coordinarse para que los contenidos que nos llegan a la sociedad sean fiables y de calidad. Foto: PixHere.

Escondido entre los pinos de Valsaín (Segovia) está el centro neurálgico de una red que tiene bajo sus ‘alas’ a centros de documentación e información ambiental de toda España. Bibliotecas públicas y privadas, empresas, instituciones o fundaciones están unidas por un hilo invisible que les permite comunicarse las novedades, apoyarse y  coordinarse para que los contenidos que nos llegan a la sociedad sean fiables y de calidad en estos tiempos convulsos en los que bulos y manipulaciones reciben un eco que confunde y tergiversa la realidad. Su nombre es RECIDA (Red de Centros de Información y Documentación Ambiental) y este 2024 cumple con buena salud 20 años, los mismos que han pasado desde que surgió la idea en los seminarios del Centro de Documentación del Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM) , organismo del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico.

Si el nido fue el CENEAM, quien en buena medida ha ayudado a mantener viva esta red invisible es Rosario Toril Moreno, que lleva toda la vida implicada en hacer de las bibliotecas verdes espacios imprescindibles en todos los lugares posibles. “Se trata de que haya libros, documentos, fotos, etcétera, que tengan en común los temas relacionados con la naturaleza y el medioambiente, y eso incluye todo tipo de materias fundamentales para la vida en este planeta”, explica con la satisfacción marcada en el rostro.

Desde los estantes nos rodean miles de libros que dan idea de cómo la edición ambiental está más viva que nunca. Hay de todo, de sesudos informes a divertidos cuentos. Algunos son… ¡de ganchillo! Por la ventana se dejan ver los hermosos pinos de Valsaín, no lejos del aserradero público –ahora de concesión privada durante 25 años– que volvió a abrir sus puertas en 2023.

Agua, bosques, plantas, cambio climático, geología, biología, contaminación… De recoger todo lo editados sobre estos asuntos y muchos más se ocupan y preocupan los 157 centros que ya componen RECIDA. La red había sido precedida por el intento del CENEAM de crear un directorio de centros de información ambiental que permitiera tener idea de los que existían en tiempos en los que el uso de internet era minoritario. En el año 2004, Montserrat Grabolosa, del centro del Parque Natural de la Garrotxa (Girona), había hecho una red virtual que ya los reunía a nivel autonómico, así que ¿por qué no extenderla por todo el país? Es lo que se preguntaron los asistentes al seminario anual de CENEAM, encuentros en los que desde 1998 se reunían los profesionales de la documentación ambiental de las 17 comunidades autónomas. “La red ha crecido mucho desde que la decidimos organizar, aunque aún podríamos ser más de los que estamos. Lo más importante es que nos resulta muy útil a todos los que estamos porque nos permite compartir información de las novedades que están saliendo, colaborar en proyectos conjuntos y aumentar nuestra presencia en diferentes foros. En la actualidad, que sepamos, no existe una red especializada similar en todo el mundo como lo es ésta”, remarca Rosario Toril.

Basta echar un vistazo a los seminarios del pasado para comprobar cómo RECIDA fue creciendo y aumentando su presencia no solo nacional, sino también internacional. No hay más que visitar su página web para comprender el alcance del resultado: los centros (sean de un parque nacional o la biblioteca de un colegio) comparten información sobre sus fondos, listados de documentales, imágenes gratuitas, materiales de divulgación, bases de datos y un sinfín de noticias sobre actividades que pueden ser replicables en diferentes lugares.

Resulta evidente que si la red funciona, fundamentalmente se debe al interés y el esfuerzo de las personas que la integran, pese a que durante años no tuvo una entidad propia ni registro oficial que la hiciera tangible. Fue hace dos años, en otro seminario, cuando se decidió crear la Asociación RECIDA que permitiera a las entidades integrantes acceder a subvenciones y así poder poner en marcha nuevos proyectos, incluso convocar premios que estimulen la creación de espacios dedicados a la temática ambiental en todo tipo de instituciones.

Con una cuota anual simbólica de entre 25 y 100 euros al año, el empeño ahora es convencer a todos los centros que ya colaboraban para que se asocien y a otros para que comiencen a colaborar. Y es que pese a las ventajas, aún tienen problemas que superar.  Toril Moreno menciona uno de ellos: “Hay autonomías de las que aún tenemos poca presencia, como Andalucía. Aquí se entra para participar y hay centros que tienen pocos recursos humanos y temen que el compromiso suponga más trabajo. Pero lo bueno de tener RECIDA es que facilita mucho las tareas, porque, una vez dentro, cuando hay un requerimiento de alguien sobre un asunto siempre puede responder con rapidez otra persona que sabe de ello, lo que al final permite ahorrar tiempo y trabajo”. La red de distribución entre profesionales que han creado para compartir información forma parte de la Red Iris del CSIC.

Otra de las iniciativas en marcha es el Club de Lecturas Verdes, en el que colaboran centros asociados de varias autonomías. A través de esta iniciativa se ponen a disposición del miembro que lo requiera unos lotes de libros, cuyos títulos se pueden consultar en la web, que son facilitados por otros centros. Aunque inicialmente el Club se creó para que funcionara entre los participantes de la red, ahora el préstamo está abierto a todo tipo de entidades públicas o privadas, ya sean centros educativos, asociaciones u otros colectivos interesados en poner en marcha una actividad de lectura relacionada con la naturaleza. El envío de los volúmenes corre a cargo del CENEAM, aunque la devolución deben hacerla los centros que los reciben, una vez concluyen su proyecto. Entidades de Zaragoza, Galicia o Barcelona ya colaboran activamente y lo mantienen vivo.

También dentro de RECIDA se ha realizado la guía Leo que te leo verde, que recoge una selección de los mejores cuentos ambientales recomendados para niños y niñas de entre 0 y 12 años, un listado que ha sido coordinado por el Centro de Documentación del Agua y el Medio Ambiente (CDAMAZ) de Zaragoza y el CENEAM del Miteco, y en el que han colaborado varias bibliotecas municipales y públicas de Aragón. “La guía quiere ser de utilidad para una lectura atractiva en esas edades, tanto en colegios como en bibliotecas infantiles que pueden no estar al corriente de todas las novedades, aunque también las pueden consultar las familias, que encuentran así orientación aportada por profesionales. Gracias a la red se incluyen nuevas referencias, lo que es muy útil para trabajar los ODS desde la infancia”, apunta la experta.

Entre los participantes de RECIDA figuran los llamados “pueblos educativos”. Se trata de pequeños municipios que fueron abandonados hace décadas y que posteriormente han sido recuperados para dedicarse a la educación ambiental. Hasta allí van muchos estudiantes de diferentes niveles para realizar todo tipo de actividades relacionadas con el entorno, desde aprender alguna artesanía local a realizar prácticas de cocina o acercarse a la agricultura, mientras se divierten. En la actualidad existen dos, con gran éxito de afluencia: Granadilla (Cáceres) y Umbralejo (Guadalajara).

¿Últimas novedades en las que trabajan? Rosario Toril destaca que ahora están recopilando información sobre acciones positivas que se están poniendo en marcha por toda España para reconectarse con la naturaleza, como los llamados baños de bosque. El pinar de Valsaín que ve desde su ventana, a los pies de Navacerrada, es, sin duda, un buen lugar para disfrutarlos.

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