Cuando (se te) muere un perro

Álex en mayo. Foto: Ana Esteban.

Después de tantos días de calor, ayer amaneció fresco. También vinieron unas nubes como globos a posarse sobre los cerros unas detrás de otras, apelotonadas y encogidas como si la primera que llegó hubiese hecho tapón a todas las demás. Eso debió de ponerlas de mal humor, porque por la tarde estaban grises, sucias de tanto empujarse. Pero no llovió. Yo salí sin ti al camino que tomábamos siempre, el que acaba de golpe en el sembrado, y me senté en las mismas rocas desde donde se despliega la llanura en un damero salpicado de choperas hasta perderse de vista. Y mientras los campos se dormían en un silencio lechoso y fresco, me eché a llorar. Cuando un perro se muere no va a ningún sitio.

No hay ningún cielo para perros, esa tontería. Los perros –igual que algunas personas– no tienen alma, lo que pasa es que ocupan un buen trozo de la nuestra, se la apropian. Lo pienso ahora que te has ido y me preguntan por ti al cruzarme con alguien. Entonces no digo que has muerto, sino: “Se me ha muerto”. Digo se me ha muerto Álex como si en vez de un perro hubieses sido algo de mi pertenencia –un reloj que se estropeó, una planta marchita–. Bueno, enseguida tendrás otro, ¿no?, me dice todo el mundo. Como si hubieses sido solo cualquier cosa que ahora pudiese reemplazar por otra. Una cosa que estaba vieja por una cosa nueva.

El año pasado, uno de mis alumnos me regaló el libro El amigo, de la autora neoyorkina Sigrid Nunez, porque decía que la protagonista le había recordado a mí. En la novela, una escritora que imparte clases de narrativa afronta el suicidio de su mejor amigo y mentor, y se hace cargo del perro de éste: un gran danés moteado con el que tendrá que aprender a compartir su tiempo y el diminuto espacio de su apartamento en Manhattan. La pérdida de su amigo y la convivencia con el perro Apollo, ya muy anciano y frágil, la llevan a una larga reflexión acerca de la vida y de la muerte, del sentido de la escritura. Y también acerca de la relación con los animales que conviven con nosotros, porque tras acogerlo en casa, Apollo, que ya fue abandonado en una ocasión y presiente la desaparición de su dueño, parece deprimido. Pero aún sabemos muy poco de lo que ellos sienten. “¿Por qué a la gente suele costarle más aceptar el sufrimiento animal que el sufrimiento de otros seres humanos?”, se pregunta la narradora, mientras recuerda aquellas ocasiones en las que ha tenido que enfrentarse a los padecimientos o la muerte de los animales que amaba. Y presagiando que Apollo se encamina hacia su final, con el correr de los días su propio sufrimiento se va fundiendo con el del perro hasta hacerse indistinguible uno de otro, animal o humano.

Álex ha estado conmigo durante trece años y en todo ese tiempo, salvo algunos viajes, casi no nos hemos separado. Después de esta larga convivencia, un perro se ha integrado tanto en tu vida que puedes ver el mundo desde su punto de vista. Se establece una rara compenetración mutua que de algún modo los humaniza; como con las personas, nos gusta intuir cuándo están contentos o enfadados, cuándo se aburren o necesitan algo. Siempre nos necesitan. Así que cuando un perro muere desaparecen de pronto las rutinas que ordenaban las horas de tus días: el paseo, la comida, el gesto involuntario de alargar la mano y acariciar su oreja, la manía de hablarle o la constante inquietud cuando te acuerdas en medio del rutinario ajetreo de que, como le ocurre a Apollo en el libro, lleva solo en casa muchas horas. “Excepto cuando he de ir a la universidad, no lo dejo solo. Aparte, siempre lo llevo en mi mente y estoy ansiosa por volver con él. Me saluda en la puerta (¿ha estado junto a la puerta todo el tiempo?), pero con una mirada sofocada que dice que no ha sido fácil la espera”. Trece años parecen muchos para tanto desvelo, pero entre rutina y rutina se han pasado en un soplo.

Isak Dinesen afirmaba que cualquier pena era más soportable si contabas una historia sobre ella. Nos contamos historias para poder vivir, decía Joan Didion, que conjuró sus tragedias en páginas desesperadas. Natalia Ginzburg era más sensata: no puedes esperar consolarte de tu dolor escribiendo. En la novela de Nunez, la narradora habla todo el tiempo con el perro Apollo intentando recomponer las piezas de quien era antes, antes de la pena. Yo me siento a escribir estas líneas con esfuerzo y tantas dudas como ella, con la misma estrategia de hablarte como si aún estuvieras cerca, tumbado más allá con tu respiración fatigada de las últimas semanas, observándome con tu habitual perspicacia. Quizá los perros solo entienden del instante que viven, pero es siempre el que comparten con nosotros; su vida consiste en sentir el mundo estimulante que les rodea y en mirarnos, anhelantes. Los más desgraciados solo esperan que alguien repare en ellos o los toque sin hacerles daño, para poder mover un poco el rabo. Apenas con olernos lo saben todo de nosotros; somos para ellos libros abiertos, libros que hablan. “Creo que es justo decir que, gracias a tu don superior, me puedes leer mejor de lo que yo te puedo leer a ti. Las hormonas y feromonas te mantienen actualizado. Mi ansiedad por el comienzo de las clases dentro de una semana. Mis heridas abiertas. Mis miedos ocultos. Mi soledad. Mi rabia. Mi duelo incesante. Puedes oler todo eso”.

A ratos mi nostalgia se empeña en recrear las escenas más felices de mi vida con Álex, y entonces caigo en la cuenta de que, a diferencia de lo que nos ocurre con las personas, las escenas de mi vida con él son todas felices: trotando junto a mi bicicleta bajo los árboles del río, atacándome en el sofá para luchar con él por su juguete, pidiéndome con el hocico el periódico, la correa o el paraguas para llevarlo en la boca, olfateando un rastro con su nariz pecosa hundida en la hojarasca, nadando conmigo en el mar o en el agua fresca del pantano donde nos gustaba tanto bañarnos, esperándome junto a la puerta, siempre. Me pregunto si su placer se parecía al mío, si era tan simple y tan humano. Hoy daría lo que fuera por un último baño, un último paseo juntos.

Está llegando septiembre. Por las tardes, como un perro, el sol lame los collados con su lengua de oro viejo y ventea el polvo en los páramos que sobrevuelan los buitres. Ahora salgo al camino a mirar lo que tú mirabas, a oler lo que olías, a escuchar el aire crepitando entre los chopos de la vaguada donde a veces espantabas a algún corzo. Sigo yendo contigo pero sin que estés, y a cada paso mi mente repite una vez y otra los versos de Louise Glück que leí entonces, cuando creí que las palabras no podrían confortarme: “Debes buscar dónde poner el pie / antes de apoyar todo tu peso.” Y así atravieso ahora los días: sin que tú estés, pero aún contigo.

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Comentarios

  • Santiago Robledo

    Por Santiago Robledo, el 29 agosto 2022

    Bueno, hacía mucho que no me emocionaba tanto leyendo algo….

    Solo darte las gracias por traer a mi memoria a Fiona con la que también compartí 13 años.

    Y decirte que ha sido precioso compartir contigo, mientras leía, esa sensación de seguir caminando con él/ella, por los caminos de siempre, cuando ya no están.

    Gracias

  • César

    Por César, el 29 agosto 2022

    Hola Ana.

    Hace ya casi 2 años que se me murió Gómez, aún espero encontrarlo cuando bajo del dormitorio esperando con la correa en la boca para irnos a correr, 12 años tenía mi gran amigo…
    ¡Joder, cómo lo echo de menos!

  • Antonia

    Por Antonia, el 29 agosto 2022

    No he podido pasar del primer párrafo de tu artículo. Mi perro me desapareció tras unos naranjos , así sin más. Lo hemos buscado por toda la huerta norte de Valencia, donde nos
    han dicho que habian visto uno parecido hemos ido. A través del Face , me han dicho que
    han desaparecido más perros, pero nadie investiga, ya se que no es importante que la
    sociedad tiene mayores problemas, y ahi estamos.

  • carlos

    Por carlos, el 29 agosto 2022

    Muy bonito articulo, lo siento mucho por la perdida estoy llorando que pena. Mucho animo.

  • Raquel

    Por Raquel, el 29 agosto 2022

    He adoptado una perrita maravillosa hace unos meses, y me reflejo en todo lo que dice, no me imagino ahora mi vida sin ella, sin su compañía, y solo puedo llorar tu pérdida

  • Illun

    Por Illun, el 29 agosto 2022

    Se llamaba Cepo y ahora

    Los caballones de la huerta

    Que siempre señalaban

    a mi vieja Cepo el paseo,

    Señalan ahora como flechas

    la dirección al hoyo.

    Sus ganas, su vida, su andar.
    Cansada, la han abandonado.

  • María José

    Por María José, el 29 agosto 2022

    Maravilloso.

  • Juan

    Por Juan, el 29 agosto 2022

    No he podido aguantar las lagrimas, describes exactamente lo que estoy pasando ahora. Como ultimo baño simbólico puse sus cenizas en una colchoneta y me fui nadando empujando hasta que ya no divisé la costa, las solté ahí , alrededor mía, en la zona donde siempre nos bañabamos juntos y me despedí. Aun un mes después me sigo emocionando leyendo cosas como estas, me hace sentir que no estoy solo, que no soy el único .Lo echo mucho en falta.

  • Juan Luis Martínez Muñoz-Cruzado

    Por Juan Luis Martínez Muñoz-Cruzado, el 29 agosto 2022

    Si hay cielo, seguro que los perros ocuparán lugar preferente. Un fuerte abrazo.

  • Lola Antolín

    Por Lola Antolín, el 29 agosto 2022

    Yo no tengo ni he tenido perro propio nunca… pero, leyendo estas palabras de Ana, he comprendido lo que algunas personas sienten por sus buenos amigos los perros cuando éstos ya no están… una pena tan honda, que duele.
    Y me alegro por Alex, su perro… porque tuvo una gran amiga y compañera de vida.
    Un fuerte abrazo

  • Adolfo

    Por Adolfo, el 29 agosto 2022

    Hace menos de un mes, mi gata se murió en una noche donde se conjugaron varias desdichas. La echo tanto de menos que duele. Es lo que dice la autora. Una parte de tu vida se va, tu rutina y tu tiempo no son los mismos. Hay silencio y me paso las tardes mirando esa esquina del muro donde ella se asomaba o esa cama donde dormía y solo siento lástima porque mi amiga ya no está.
    Es duro. Más de lo que imaginaba. No puedo creer que no esté aquí, pero así es.

  • Miguel

    Por Miguel, el 29 agosto 2022

    Me ha encantado tu artículo, siento mucho la pérdida de ALEX un beso grande.

  • Frank

    Por Frank, el 29 agosto 2022

    Tengo 4 compañeros en mi vida además de mi mujer e hijos, llevo un tiempo intentando pensar que será de mi sin ellos, que pasará con mi vida cuando se vayan, como reaccionare cuando llegue a casa y no me esperen tras la puerta, quien llenará ese vacío, aun no encuentro la respuesta pero mientras tanto dedicaré ese tiempo a ellos que son felices con tan poco, solo una mirada o una caricia les basta para sentirse eternamente agradecidos.

  • Anuxa

    Por Anuxa, el 29 agosto 2022

    Me ha conmovido, Ana! Cuánto has expresado en este corto texto. A mí se me ha muerto mi perrita Brenda. Hace tres meses, que parece tres horas, . Siento que su alma permanece en mí o por lo menos me alivia sentirlo así.
    » Sin que tú estés, pero aún contigo».
    Gracias …mil gracias.

  • Bety

    Por Bety, el 29 agosto 2022

    Querida Ana, ayer cuando te vi no me atreví a comentarte nada, porque es el dolor tan grande que se sufre,
    Entiendo perfectamente cada sensación, cada pensamiento de tristeza que transmites con la pérdida de Alex, Sobre todo cuando sales a caminar después de tantos años cada día con su presencia, con su rabito moviéndose, con sus ojos mirándote, Con tantos momentos vividos al unísono que solo nosotras podemos entender
    No es fácil súperar su pérdida, Y sobre todo cuando te preguntan y respondes se me ha muerto, porque es parte ti .
    Un un beso enorme y mucha fuerza para superarlo
    Alex y tu fuisteis muy felices y eso es lo que cuenta

  • ocaña

    Por ocaña, el 29 agosto 2022

    Artículo precioso, trabajado con el corazón. Afirmo todo lo que se dice en él. Yo también tuve un Alex en mi vida, sólo que se llamaba Luna.

  • Jacinto Almagro

    Por Jacinto Almagro, el 29 agosto 2022

    Muchas gracias Ana por compartir esta historia tan bonita, la verdad es que los perros son unos seres maravillosos, lamento mucho que Álex se haya marchado.

  • Carlos Matz

    Por Carlos Matz, el 29 agosto 2022

    Me he quedado pasmado al leer el artículo. El sábado 27 se murió mi perra así en 3.,4 horas no me di o tiempo de llegar al veterinario. Esta a una hora de distancia y me faltaron 10 minutos. Es fabuloso lo escrito como si pudiera sentir lo que yo siento en el trozo de alma que me queda. Adiós mi Tula nunca te olvidaré y siempre irás conmigo. Gracias

  • Jose

    Por Jose, el 29 agosto 2022

    Te comprendo en todo tengo una perra de 9 años.linda. siempre está ahí,hace conmigo de todo dentro de lo que puede.nunca se queja y siempre me da cariño sin pedir nada.siento lo de tu perro .un abrazo

  • Jorge

    Por Jorge, el 29 agosto 2022

    Gracias por tus hermosas palabras, ya he enterrado tres dogos y voy por el cuarto, cada uno a su manera me ha llenado el hueco dejado por el anterior. Evita la soledad, ellos querrían que fueras siempre feliz. ..

  • Angel

    Por Angel, el 30 agosto 2022

    Un perro que tuvo una vida feliz, no debería doler su ausencia.
    El ego nos aleja del entendimiento de la sencilla complejidad de la naturaleza

  • Sergio

    Por Sergio, el 30 agosto 2022

    Lágrimas caen por mis mejillas tras leer el artículo… poco a poco se acerca la fecha de despedirme yo también de Sua, mi perrita de la misma edad que Álex. Me ha encantado y emocionado el artículo. Todo el mundo debería tener perro alguna vez en su vida, éste sería un mundo mejor. Gracias.

  • Susana

    Por Susana, el 30 agosto 2022

    Sin haber llegado (aún) a ese momento, empatizo en cada palabra y soy consciente de lo difícil que me va a resultar. Si plemente precioso, imposible leerlo sin emocionarse. 💔

  • Camila

    Por Camila, el 30 agosto 2022

    Siempre he tenido perros cuando algu no ha maechado, sigo equivocándome con su nombre , incluso me equivoco al llamar con su nombre a alguien de la familia, Pero tambien me pasa con mi gata SUSA

    A los que disfrutamos de los animales , no entendemos , que puedan seres llamados humanos abandonarlos , claro que tambien abandonan a una abuela

  • Manuel Concepción

    Por Manuel Concepción, el 30 agosto 2022

    Querida Ana. Entiendo tu pesar. Después que perdí a Starsky no he querido otro can. Antes habían estado conmigo Aramis, Curra y Valiente, cada uno en su singularidad.
    Por otra parte, me encanta como lo cuentas, porque al dictado del corazón se une tu genial maestría narrativa. Un beso.

  • Daniel

    Por Daniel, el 30 agosto 2022

    Impresionante texto, contundente forma de expresar el duelo eterno que supone perder al mejor de tus amig@s.

  • Antonio Rodríguez Pintor

    Por Antonio Rodríguez Pintor, el 31 agosto 2022

    Saludos Ana. Tienes razón, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Pero yo te puedo asegurar qué más de una ocasión estara con tigo.. Tengo 67 años, vivo en un pueblo cercano a Barcelona, Soy Técnico en Mecánica en Electricidad en Mantenimiento Industrial é colaborado con Universidades y soy miembro del Club de Emprendedoras de la Fundación. TENGO LA FACULTAD entre otras de ver ha las personas y animales fallecidos, he visto a mi Padre después de fallecido dos veces y a mi perro Kaiser junto con un hijo suyo. Si quieres más información tienes mi correo. Saludos.
    Antonio Rodríguez Pintor.

  • Cristina

    Por Cristina, el 31 agosto 2022

    Me hiciste recordar a mi pequeño a Yogui el año pasado, tenía 7 años y llevaba conmigo 6.
    Tuve que llevarle al veterinario porque la Leishmania atacó tanto a su hígado como a su riñón, y sus últimos días fueron sufriendo sin moverse de su camita.

    No sólo el sufría, yo lo hacía con él y el día que le tuvieron que poner la inyección para que descansara, no paraba de llorar, para mí era más que una mascota o un perro. Nadie sabe lo mucho que pude quererle y lo mucho que me ayudó durante mi depresión por la muerte de mi madre hace 9 años.

  • Maria isabel

    Por Maria isabel, el 31 agosto 2022

    Si que tienen alma , los animales mamiferos son todo amor y presencia

  • Juanma Morales Sánchez

    Por Juanma Morales Sánchez, el 31 agosto 2022

    Hola, el pasado viernes nos dejó Kiru, luchando por esquivar el desenlace que esperábamos desde que le diagnosticaron un Melanoma muy agresivo y por casualidad vi tu artículo. Me ha reconfortado enormemente. Con mi Amigo KIRU (un Westing precioso) se me ha ido una parte de mi Vida. Jamás lo olvidaré.

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