Cuatro mujeres pedaleando para visibilizar la España vacía más viva

Biela y Tierra: La humilde y generosa aventura de reconocer a quienes habitan la España deshabitada, recorriéndola en bicicleta.

Que tu forma de hacer el camino ilumine el horizonte de las personas con las que te cruces y cada encuentro sea un intercambio nutritivo para la vida en este planeta. Este podría ser uno de esos buenos deseos que entregamos a nuestros seres queridos en ocasiones importantes. Un “te deseo lo mejor” sutilmente detallado, un reto al destino preñado de bonanza. Sin embargo, para Edurne, Ana, Sole y Cristina es una realidad cumplida, una constante con nombre propio: Biela y Tierra. El verano pasado, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación les concedió el primer premio de ‘Excelencia a la Comunicación’ precisamente por eso, por iluminar el horizonte y nutrir la vida con su experiencia narrativa, y este verano lo están volviendo a hacer, porque en los verdaderos intercambios quien ilumina es iluminado. En Noticias que abrazan de julio: Cuatro mujeres que recorren en bicicleta la España vaciada para dar visibilidad a las soluciones que alberga el mundo rural vivo.

Cumplir con este deseo no es complicado; por el contrario, es de una sencillez apabullante: desplazarse con su propia energía, es decir, pedaleando, por esos territorios conocidos por la mayoría como la España vaciada para encontrarse con personas capaces de habitar en esa aparente nada, cuidarla y encabezar iniciativas agrarias y ganaderas generadoras de una abundancia no reñida con el dinero. No sólo conversan con ellas, comparten plato y aliento, se reconocen y entonces empiezan a contar cómo es ese mundo en los Cuadernos de campo.

“Este verano recorremos Teruel, cerca de 1.000 kilómetros, para visitar cerca de 50 iniciativas del mundo rural que ya dan una respuesta a los problemas que enfrentamos globalmente. Volvemos a pedalear para visibilizar las soluciones que alberga el mundo rural vivo, para intercambiar experiencias con quienes producen y quienes consumen, y documentar todo el proceso. Nos sobran los motivos”, cuentan en su web. 

En cada uno de los cuadernos que comparten durante el itinerario (que durará hasta septiembre) hay una razón para el entusiasmo, algo disruptivo en esta era aparentemente tan distópica. La intención de estas mujeres es nombrar la vida de frente; por eso nada más iniciar su relato (el 10 de julio, desde Calamocha, hacen referencia a la vulnerabilidad: “Siempre que se empieza una aventura tienes el corazón abierto y esa vulnerabilidad, la que nos hace humanas, nos prepara para vivir el viaje con toda su inmensidad y plenitud. La ruta y las personas que conoces en el camino te van enseñando, te vas transformando”.

Con esta actitud se hacen eco de iniciativas como el movimiento #AragónNoPierdasTuTren que reivindica el tren como eje vertebrador “que construye nuestro territorio” o la plataforma ciudadana Biodiversidad Virtual, una web que reúne a unas 400 personas expertas, aficionadas y principiantes, para resolver dudas y proporcionar claves sobre la vida de las plantas.

Este tipo de plataformas, como también lo es iNaturalist, son lugares donde se han descubierto nuevas especies de plantas e insectos. Y esto genera realidades. Por ejemplo, desde El Herbario de Jaca propusieron a una de las habitantes de la localidad, Lali, participar en la RESECOM, un proyecto LIFE de seguimiento para especies de flora y hábitats amenazadas. Se mantiene por el trabajo de personas voluntarias a quienes se les adjudica una especie para que hagan el seguimiento anual. Coronopus Navasii es la de Lali”. Un día, allí donde parece que no sucede nada, esta mujer descubrió sus primeras orquídeas silvestres, la Orchis papilionacea y desde entonces va comunicando todos sus descubrimientos y avances a través de su web Mi Herbario del Jiloca, lo que contribuye a mantener vivo el patrimonio cultural relacionado con las plantas.

Dos de las ciclistas junto a una antigua máquina de vapor.

Dos de las ciclistas junto a una antigua máquina de vapor.

En el cuaderno del 11 de julio, escrito desde Burbáguena, aparece un concepto que probablemente ningún urbanita ha oído hablar antes: el cosmopueblismo, protagonizado por quienes se sienten “gente de pueblo pero que a la vez necesitamos salir, viajar, cultura”, personas tan vivas que fueron capaces de organizar la primera feria Cosmopueblita en 2019 y dedicarla expresamente a la mujer rural.

El 13 de julio descubrieron el peso del azafrán en la economía de la zona, la influencia de la plataforma Jóvenes Dinamizadores Rurales y los detalles del proyecto audiovisual de dinamización rural Lecciones en conserva, que propone la conservación y difusión del patrimonio inmaterial en la localidad.

La fuerza de las mujeres rurales adquiere protagonismo en Bañón y en Ojos Negros, En esta última localidad relatan una forma de gobernanza inspiradora, nacida de la mano de los más jóvenes del pueblo ante la posibilidad de quedarse sin alcaldía y pasar a depender de otro municipio porque nadie quería presentarse al cargo. La solución fue la siguiente: Se juntaron en asamblea y cada persona votó a otras 10 que consideraba las más adecuadas. Ahí, apareció una lista de 20 personas en la que Marta, la actual alcaldesa, era ya la más votada aunque no encabezó lista por elección común. “Por vicisitudes de la vida, este pasado mayo ha pasado a ser la primera”, explican. Además se organizaron tres grupos de trabajo para ir lanzando propuestas al ayuntamiento: el grupo de agricultura, ganadería y caza; el de infraestructura y urbanismo; y el grupo de turismo, cultura, bienestar social y otros. De este modo, la democracia regeneró sus procesos en este rincón del mundo.

Jesús, uno de los habitantes del pueblo, cabrero y empresario, afirma una dignidad pocas veces apreciada: “Esta forma de vivir saca lo mejor de ti. No es lo mismo trabajar 8 horas aquí que en una ciudad. Eso sí, hay que discurrir y buscar la manera. Las cosas se pueden hacer: es dar un paso al vacío y luego van saliendo manos que te sustentan”.

A su paso por Los Bronchales (sierra de Albarracín), señalan la importancia de la espelta, su cultivo biológico y las iniciativas que entorno a ella están llevando a cabo personas emprendedoras como Laura y Valero, que “quieren incorporar más variedades antiguas en sus tierras y poder cerrar el ciclo: utilizar el estiércol compostado de sus animales para fertilizar los campos, producir cereal de calidad, transformarlo y alimentar de manera sana y justa”. El pan demuestra, de este modo, que es el resultado de un largo y precioso proceso.

En Guadalaviar dan protagonismo a la trashumancia, a partir de un aparentemente pequeño Museo de la Trashumancia y la vida tradicional en los Montes Universales. Inaugurado en 2001, este espacio aborda la trashumancia desde perspectivas muy distintas (la historia, la antropología, la etnografía, la sociología, la etnoveterinaria, etc), pero no sólo de la mano de expertos: han implicado a los jóvenes para entrevistar y grabar a las personas mayores de la zona, una información que actualmente se puede escuchar en sus salas. Este espacio se ha convertido en un motor para la economía y no sólo para la cultura y la sociedad: es el eje del Centro de Estudios de la Trashumancia, durante 11 años consecutivos han organizado el Encuentro tradicional de pastores nómadas y trashumantes donde se hacían actividades y concursos para los trashumantes locales e invitaban a pueblos nómadas y pastores. Pigmeos, tuaregs, bereberes, masáis, lapones, mongoles, indios Crown americanos… pasaron por Guadalaviar para tejer sus saberes. Su vocación universalista les empujó a crear la Red Europea de Museos Pastoriles en colaboración con museos de Laponia, Francia, Hungría, Baviera e Italia. Incluso se movilizaron para que la trashumancia fuese declarada Bien de Interés Cultural del Gobierno de Aragón.

El verano pasado, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación les concedió el primer premio de ‘Excelencia a la Comunicación’.

En Tramacastilla descubren cómo se llegó a constatar molecularmente que en la zona existen 19 tipos de ciruelos propios, 18 tipos de manzanos y 22 de perales. Me cuesta imaginar un plato con 22 tipos de peras ¡y encima cosechadas en un mismo territorio! Y en el último post, escrito el 23 de julio desde Calomarde, cuentan cómo existen formas de evitar los productos químicos. Begoña, por ejemplo, elabora sus propios preparados “con cola de caballo, ortigas, fertilizo con estiércol y pregunto a la gente mayor, porque es la que más sabe”. Aunque cultiva en ecológico y no utiliza productos químicos de síntesis ni agrotóxicos no está certificada. “De momento no he pedido la certificación y creo que no lo voy a hacer porque considero que por hacer las cosas bien no debemos pagar. Es un sinsentido que el cultivo en ecológico tenga que pagar por tener un sello mientras que los que utilizan productos fitotóxicos no lo hagan y además lo tengan todo mucho más fácil. Debería ser al contrario, la agricultura ecológica debería ser un premio para todos los ciudadanos”.

Este poderoso viaje, propulsado con la energía generada no sólo con las piernas, sino con la del conocimiento cordial, termina en septiembre. Hasta entonces, las mujeres de Biela y Tierra seguirán descubriendo mundos a quienes queremos ampliar nuestra forma de entender la naturaleza y poner nombres y rostros a quienes la cuidan, la habitan y la hacen próspera.

Quien quiera apoyar esta aventura, puede asomarse aquí.

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Comentarios

  • Arbre Agulló i Guerra

    Por Arbre Agulló i Guerra, el 01 agosto 2021

    Si la Humanidad tiene futuro es por estas iniciativas. Volver a la tierra. El capitalismo es una civilización que se hunde, no sabe superar sus contradicciones básicas, crecer, crecer destrozando los mares, contaminando los ríos y el aire, el colapso se ve inminente.

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