De Borja me gustaba todo, sus pies siempre iban desnudos

Foto: Pixabay.

«¿Sería de verdad el futuro? ¿Por qué si pienso en escribir sobre el futuro me llega una oleada de pasado?”. Nueva entrega, y vamos ocho, de nuestros ‘Relatos de Agosto’ en torno al futuro, con la colaboración del Taller de Escritura de Clara Obligado. Hoy, el futuro se ve mediatizado por el pasado.

POR CAROLA AIKIN 

El futuro me ha despertado con el ruido chirriante de un camión. Luego se han escuchado los pájaros.

¿Sería de verdad el futuro? ¿Por qué si pienso en escribir sobre el futuro me llega una oleada de pasado?

Borja decía que nada existía en este mundo que fuera terriblemente serio, ni siquiera la palabra futuro. A él le gustaba llamarlo porvenir, porque era algo que iba llegando como un caballo manso cuando baja la montaña.

Yo amé mucho a Borja y aún le amo. Cuántas veces criticábamos la seriedad, lo severo… y reíamos. ¡Ay, el arte de bromear, de tomar el pelo! De Borja me gustaba todo. En especial sus manos, con esos dedos largos, expresivos, que parecían ser individuos, cada uno con su propia personalidad. Sus pies siempre iban desnudos. No recuerdo a Borja sino con sandalias, porque nos veíamos en verano, cuando llevábamos a los estudiantes norteamericanos a conocer los museos del sur y yo le hacía de traductora.

Siempre que pienso en escribir sobre el futuro aparece, a veces durante la noche, y yo le digo: No puedo dormir, me preocupa tanto…

Entonces surge el Mediterráneo azul, azul, un mar que vibra, y lo azota una brisa que lo encrespa. Y la sal. Estamos en un pequeño puerto. La Virgen del Carmen a punto de salir en procesión en su barquito, y tanto hombre rodeándola y las mujeres atrás, pero pendientes de que no se mojen sus ropajes. ¡Ya sale la Virgen de los Pescadores! ¡Ya sale! La mujer de Borja toma fotos. Mi marido sólo observa. ¡Guapa, guapa!, gritan desde los otros barcos, y se van abriendo caminos de flores en el mar.

Borja y yo no dudamos, corremos de la mano a ocultarnos entre las casetas que hay cerca de la orilla. Nos besamos. Nos besamos de nuevo. Tenemos tantas ganas de hacer el amor en ese más allá del tiempo que es donde esto acaba de suceder porque yo he permitido que sucediera.

¿Ves?, dice él, lo bueno del porvenir es que está lleno de puertas…

Abro los ojos, o los cierro…

En mi ventana sigue ese canto de pájaros.

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Comentarios

  • María Jesús Muñoz Cánovas

    Por María Jesús Muñoz Cánovas, el 16 agosto 2021

    Fantástica Carola

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