La denuncia ecológica de Isabel Muñoz desde el fondo del mar

Una de las imágenes de la serie ‘Agua’ de Isabel Muñoz.

Una de las imágenes de la serie ‘Agua’ de Isabel Muñoz.

Isabel Muñoz, premio Nacional de Fotografía 2016, se sumerge en aguas del Mediterráneo y del Mar de Japón para construir una coreografía de imágenes muy pictóricas que denuncian la contaminación del medio que más se parece al útero que nos da la vida. Su serie ‘Agua’ es silencio y soledad, es danza, mitología y denuncia ecológica.

Sabíamos que era fuego, pura pasión; y tierra, con los pies sobre ella, elegantemente en puntas como bailarina, pero sin perder el contacto con lo terrenal. Ahora nos demuestra también que es agua, filigrana en agua, a través de fotografías que parecen pinturas, rojos Tiziano y azules cobalto, texturas marmóreas de piel, que se unen a su poderoso blanco/negro, que es como ella además siempre viste. Bajo las aguas del Mediterráneo (en Girona y en Murcia, en Cabo Cope y Águilas) y del Mar de Japón, Isabel Muñoz, premio Nacional de Fotografía 2016, ha compuesto a lo largo de 2016 y 2017 una obra, Agua, que nos sumerge en una atmósfera de silencio, entre 3 y 7 metros bajo el agua, para, una vez más, loar al cuerpo y ahora también, al enredarse las formas humanas con los plásticos, para denunciar la contaminación de las aguas.

Tras tu acercamiento a gorilas y otros primates, en tu excelente trabajo presentado en 2016, ahora bajas al fondo de los mares… Cada vez más ecológica, Isabel, más preocupada por el medioambiente…
“Así es, y es una senda sobre la que cada vez quiero insistir más. Porque es algo muy preocupante, y debemos reaccionar ya. Los primates me llevan a la naturaleza, y ahí quiero seguir”.

Por ello ya está planeando su regreso a Japón, un país que le fascina, al Norte, para, entre hielos, seguir mostrando la riqueza de los mares y también lanzar nuevas llamadas de atención sobre la contaminación y sobre el cambio climático.

Leemos en la presentación de Agua: “Inicié este proyecto atraída por la belleza de los entornos marinos y como llamada de atención ante los peligros que amenazan su supervivencia. El mar nos lo da todo sin pedirnos nada a cambio. Damos por sentado que su riqueza es inagotable, que puede con nuestros descuidos, nuestra falta de previsión, nuestros excesos. Pero las cosas no son así. ¿Qué vamos a dejar a nuestros hijos y nietos si no somos capaces de cuidar de sus tesoros, si seguimos echando al mar plásticos que son trampas mortales para las especies que lo habitan, si continuamos vertiendo residuos que pondrán fin a la biodiversidad marina si no reaccionamos a tiempo?”.

A Isabel Muñoz le resulta descorazonador leer esas noticias que hablan de que, si seguimos así, en el año 2050 la masa de plásticos en los océanos ocupará más que los bancos de peces; o sobre esa dichosa maldita isla de basura de plástico del Pacífico que tiene el tamaño de España, Francia y Alemania juntas.

Foto: Isabel Muñoz

Foto: Isabel Muñoz. Con la japonesa Ai Futaki, récord Guinness de apnea.

Foto: Isabel Muñoz.

Foto: Isabel Muñoz. Con la japonesa Ai Futaki.

Foto: Isabel Muñoz.

Foto: Isabel Muñoz.

En Agua hay mucho silencio y soledad, mucho simbolismo, y hay denuncia a través de la mitología, la historia, el activismo, el deporte y otras artes, como la danza, el teatro y la pintura. Porque Isabel Muñoz se refiere a Amaterasu, la diosa de la luz en el sintoísmo, cuya claridad se impone a la oscuridad. Y porque para componer esta sinfonía acuática ha trabajado con la buceadora japonesa Ai Futaki, récord Guinness de apnea; con activistas del medioambiente y con bailarines. Hay también, especialmente en una excepcional pieza visual que interactúa con quien la contempla, seres que emergen de las aguas y bailan butoh, esa existencialista danza-movimiento social-político, “la danza hacia la oscuridad”, que nació como reacción frente al devenir de la historia que desembocó en las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki y ha adquirido nuevos adeptos tras la catástrofe nuclear de Fukushima; en ella, a través de movimientos lentos y a menudo improvisados del cuerpo, distantes y distintos a la rítmica artificiosidad de la danza clásica, los bailarines tratan de reflejar estados anímicos.

En Agua, que se despliega a través de 30 imágenes en la galería madrileña Blanca Berlín  hasta finales de abril, hay bellísimas mujeres-medusas-bailarinas; hay tules que envuelven a los bailarines, pero también plásticos y redes que los enredan. Hay mística. Tanta, que hay hombres que parecen ángeles en ascenso bajo el agua, hasta que emerjan a un mundo que no entiendan. Hay hadas y faunos, hay historias de humanos y dioses; ahora que La forma del agua de Guillermo del Toro tanto nos habla de anfibias fantasías románticas, hay amor y destrucción, manos que se ayudan, el imposible objeto de deseo que relata el mito de Ofelia y, cómo no, la devoción de Muñoz por los trazos del cuerpo humano, que, entre pubis que son gasas, son cálices y anémonas, adquieren aquí texturas de mármol gracias a la iluminación natural y artificial –esta mujer tenaz y pertinaz no ha dudado en bajar al fondo del mar con focos y telas que construyen escenarios-, al contacto con el líquido elemento y a la bellísima y delicada (y perfeccionista) producción en platinotipia –también hay otra serie impresa en cristal y oro 24 kilates-, un antiguo procedimiento al que vuelve una y otra vez Muñoz, y que era considerado impresión noble por los fotógrafos pictorialistas. Y esta es la exposición más pictórica y teatral de cuantas hemos visto de Isabel, que, por cierto, inaugura el 26 de abril gran exposición en Tabacalera Madrid.

Foto: Isabel Muñoz.

Foto: Isabel Muñoz.

Foto: Isabel Muñoz.

Foto: Isabel Muñoz.

Foto: Isabel Muñoz.

Foto: Isabel Muñoz.

Foto: Isabel Muñoz.

Foto: Isabel Muñoz. Con la japonesa Ai Futaki, bajo las aguas del Mar de Japón.

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Comentarios

  • Redouan sbihi

    Por Redouan sbihi, el 06 abril 2018

    Me alegro leer temas ecologicas

  • Angel Ortiz

    Por Angel Ortiz, el 06 abril 2018

    Reconozo la calidad de las fotos de Isabel Muñoz. Pero, en este proyecto, ha llegado tarde. Hay otros muchos fotografos que se han adelantado en ese tema de fotografia bajo el agua y lo único que hace es recrear conceptos establecidos previamente por otros. Una lástima, porque hay que ser más humildes y si otros han dejado my alto el nivel no tratar de «inventar la pólvora».
    Hay muchos excelentes fotógrafos con la misma técnica, pero el que además de la técnica trata el tema de la contaminación del plástico en el mar -y con mejores resultados, por cierto, es: José G. Cano.

    Isabel, con internet uno queda retratado de forma obvia. En tu caso este proyecto no debiste acometerlo desde esa perspectiva medioambiental, -un manchón para tu trayectoria- desde mi punto de vista-. Este camino lo han transitado otros anteriormente y con mejores resultados que tú. De modo, que a otra cosa mariposa.

  • Javier López

    Por Javier López, el 21 marzo 2020

    Un comentario muy duro y soberbio. ¿En qué punto la fotografía solo puede ser utilizada por los mejores y los innovadores? Como ciudadano del mundo, agradezco cualquier acción que sume para el beneficio general, como en este caso denunciar la contaminación. Como fotógrafo, ¿no tengo derecho a hacer las fotografías que quiera? ¿no puedo inspirarme en trabajos de otros? incluso para hacer malas fotografías ¿no puedo? ¿Me tiene que dar alguien como usted un permiso para poder fotografiar?

    Me podrán gustar más o menos los trabajos fotográficos de Isabel (o de cualquiera) pero de ahí a su comentario va un universo.

    Quizás podríamos los demás valorar su propia obra con la misma vara; quizás no le gustase nada la conclusión.

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