Derby Motoreta’s Burrito Kachimba: la fuerza del rock ‘Kinkidelia’

Los integrantes de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba fotografiados por Van Stokkum.

Dos discos, el primero con el icónico nombre de la banda, el segundo, ‘Hilo negro’, de reciente aparición, solapado con el anuncio del encargo que les han hecho para la banda sonora de la próxima película de Daniel Monzón, una adaptación de la novela de Javier Cercas ‘Las leyes de la frontera’. Eso, sumado a un manojo de incendiarios singles, ha servido a los hispalenses Derby Motoreta’s Burrito Kachimba para captar la atención de un público ávido de lo auténtico, del show irrepetible, de la improvisación visceral, del sudor en la camisa al final de cada canción. Color, sentimiento y energía, por un lado, psicodelia y hard-rock con actitud por el otro, así se han ganado el adjetivo de “estimulantes” por parte de la crítica rockera más talibana.

Provenientes de bandas del underground sevillano como The Milkyway Express, Furia Trinidad, Quentin Gas & Los Zíngaros, Derby Motoreta’s Burrito Kachimba trabaja un rock arrollador que invoca a Jesús de la Rosa y Triana o a los Smash, sin ser un revival. Dandy Piranha (voz), Bacca y Gringo (guitarra), Papi Pachuli (batería) y Soni (bajo) regresan a los escenarios tras esta pinche pandemia que ha hecho mucho roto al sector musical.

Contesta a la entrevista Gringo, que además de uno de los guitarristas, es el responsable de los videoclips de la banda, que firma como su otro alter ego creativo en trabajos audiovisuales, Tera Bada.

¿Cómo fue ir dejando vuestros antiguos proyectos para empezar esto? ¿Qué expectativas había?

Expectativa ninguna, DBMK era una especie de válvula de escape de los otros proyectos en los que estábamos inmersos en los que podíamos dar rienda suelta a las locuras que se nos fueran ocurriendo. Pero la válvula de escape fue creciendo y nos ha obligado a abandonar, al menos de momento, los otros proyectos, así que ha sido algo natural, como cuando riegas una planta porque notas que la tierra está seca.

Se puede decir que estáis de moda, y eso quiere decir que las cosas han salido bien, ¿no?

Bueno, de moda están Dua Lipa o C. Tangana, nosotros estamos en otra liga, en una liga donde el trabajo y el sacrificio nos están dando muchas alegrías. Así que digamos que somos medio conocidos y las cosas van saliendo…

También se puede añadir que hay relevo en Sevilla, que el rock en Sevilla sigue y con muy buena salud.

Sevilla es un lugar donde la gente te da los buenos días cantando, el arte está asumido de una manera muy natural y cotidiana, es habitual escuchar la expresión “qué arte, illo” cuando alguien hace algo extraordinario y ese algo no tiene por qué ser algo artístico, así que aquí siempre se está produciendo arte, ya sea en música, teatro, danza… Otra cosa es que a veces parezca que hay más y otras que hay menos, pero es una acequia por donde siempre pasa agua.

Leí que decías en una entrevista: “No todo es Malasaña”, y, joder, creo que tienes razón, la Malasaña rockera ha sido fagocitada por la vieja Europa, perdiendo su identidad… En Sevilla siempre seréis únicos y peculiares y podréis hacer estas cosas tan personales.

Bueno el “no todo es Malasaña” es algo que va más allá del rock, habla más de centralismo de la cultura en Madrid que gracias a internet cada vez es menos: no hace falta irse a Madrid a vivir, puedes ir a hacer lo que te toque y luego volver a tu casa. Y seres únicos y peculiares los hay en todos sitios, otra cosa distinta es que te apetezca estar con ese ser peculiar o que ni te mire.

Habéis trabajado en una banda sonora, ¿cómo ha sido la experiencia? ¿Qué habéis aprendido haciendo este encargo?

Ha sido un trabajo muy laborioso y muy bonito, donde hemos aprendido a plegarnos a la emoción del momento que está sucediendo en el filme. Trabajar con Daniel Monzón y todo su equipo ha sido una experiencia fantástica sin entrar en el tema humano, donde hemos hecho amigos para toda la vida. La banda ha madurado muchísimo y nos ha dado nuevos puntos de vista desde donde mirar nuestras próximas composiciones.

Vuestro primer disco entró como un cohete, imagino que eso añade cierta tensión cuando uno se pone con el segundo, ¿os pasó algo así o sentís ese tipo de responsabilidad? (Ya sabes, no defraudar, pero tampoco repetirse…).

La verdad es que cero presiones, para nosotros todo lo que nos está sucediendo es un sueño muchas veces deseado, así que estamos aprovechando a tope la oportunidad y disfrutando mucho de todo el proceso. Aparte, con la pandemia de por medio estábamos más pendientes de hacer el que quizás fuera nuestro último disco, ya que parecía que la humanidad se iba a acabar, que del qué dirán.

En ese primer disco hay unas declaraciones de principios innegociables: la canción ‘Nana del Caballo Grande’, sobre un poema de Federico García Lorca que ya fue interpretado por Camarón, y la canción ‘Viejo Mundo’, compuesta por Kiko Veneno. Eso es empezar a lo grande, ¿no?

Perdona que te corrija, tanto Nana del Caballo Grande como Viejo Mundo no están en nuestro primer disco; pertenecen a un single de siete pulgadas que lanzamos meses después de la publicación del mismo. Y en realidad fue un trabajo de encargo para Monkey Week por el 40 aniversario de la publicación de La Leyenda del Tiempo, donde varias bandas ejecutamos el disco en directo. Lo que ocurrió es que quedamos tan encantados con las versiones que hicimos que decidimos grabarlas y editarlas en el anteriormente mencionado siete pulgadas titulado Nana del Viejo Mundo.

Estar como repartidor de comida con GLOVO y subirse a un escenario ante miles de personas no solo pasa en las películas, ¿verdad? Háblanos de lo precario; ahora ya va mejor en ese sentido, ¿no?

En Glovo estuvo nuestro cantante, es un trabajo que está más cerca de la esclavitud que de un trabajo remunerado. Pero en nuestras filas tenemos desde camareros, freganchines, stage managers, recogida de aceitunas, tocar en la calle… Vamos, hemos hecho de todo para poder sobrevivir y mantener la ilusión por tener una banda, sacar discos y poder girar, por eso estamos tan agradecidos por lo que nos está pasando.

Entre el glamur de Led Zeppelin, la espiritualidad de los Triana, la destreza mestiza de Smash y la nueva psicodelia vía Tame Impala, habéis creado un excelente caldo, al que además le añadís lo Kinki… ¿sois fans de Eloy de la Iglesia y su vida y obra?

Eloy es un referente, aunque su vida personal fue bastante tortuosa y acabó regular. DMBK es un caldero lleno de ingredientes donde cocinamos a fuego lento las canciones.

Las letras, algunas, cabalgan por un mundo imaginario, onírico incluso, ¿de dónde beben esas letras?, ¿hay algún tipo de influencia literaria?

Las letras en su mayoría completan el viaje que la música está proponiendo, jugando con metáforas e imágenes que produzcan en el oyente picos de serotonina para que cada cual haga su propio viaje.

¿De dónde sacáis esa ropa tan chula y vintage que a veces os ponéis?

De aquí y de allí, nos gusta mucho, cuando podemos, pasarnos por las tiendas de segunda mano de las ciudades a las que vamos y siempre aparece alguna joyita. Es cuestión de darte un paseo a ver qué te encuentras.

¿Con que grupos de aquí, de la península, os sentís hermanados?

Somos muy colegas desde el principio de Los Estanques, a los que conocimos en un Monkey Week; aquí tenemos a bandas como Califato 3/4 o Riverboy que son hermanos. Anni B Sweet y Maika Makovski son increíbles, Rufus T. Firefly nos flipa, Bronquio y Ortiga son capos… Hay un montón de peña con la que nos sentimos hermanados.

Vídeo Caño Cojo:

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