‘‘Desfile de leyendas’, el libro que rinde homenaje a ‘Drag Race’’

DragRace España.

RuPaul’s Drag Race empezó siendo la representación más pura de la cultura social homosexual masculina jamás vista en televisión. Tom Fitzgerald y Lorenzo Marquez, creadores de la página web de cultura pop Tom+Lorenzo, comentan además que, con el tiempo, el programa estadounidense se ha convertido en un homenaje a la vida y cultura de toda la comunidad LGTBQ al incorporar la vida y obra de montones de personas queer anteriores a nuestra época. “RuPaul y compañía diseñaron un programa que funciona como un auténtico museo de la historia cultural y social queer apoyándose en sus tradiciones y en el trabajo de figuras icónicas que nos han acompañado durante casi un siglo”, señalan ambos en ‘Desfile de leyendas’ (Plankton Press), un ensayo que descifra las referencias que están detrás de los elementos recurrentes de un programa que sacudió la televisión.

El concurso (donde varias aspirantes al título de Superestrella Drag de América compiten entre sí y se enfrentan a distintos retos) comenzó su andadura de forma modesta, en la cadena Logo, allá por 2009. “La historia del propio programa recuerda a una Cenicienta queer”, apuntan los autores, Tom Fitzgerald y Lorenzo Marquez, “y es una metáfora casi perfecta de lo que es el drag: un programa de variedades de aspecto cutre, grabado a través del objetivo empañado de una cámara de baja definición en un plató mal iluminado, embutido entre anuncios de medicación para el VIH y artículos de cuero en un canal dirigido a un público muy específico que llega a convertirse en un gran espectáculo lleno de glamur y de fama mundial”.

Según ellos, el camino que ha seguido el programa “emula a la perfección el recorrido del drag como forma de expresión clandestina” que, con el tiempo, “se abrió paso hasta las plataformas más importantes del entretenimiento y de los medios de comunicación”. De hecho, hablar hoy de RuPaul’s Drag Race es hacerlo de un formato de éxito masivo que se ha convertido en una franquicia (de la que ya han salido unos cuantos spin offs) y al que la cadena estadounidense VH1 (donde se emite desde 2017) renovó recientemente por una decimoquinta temporada.

Como sabe cualquier fan a poco que se precie, casi todos los retos del concurso se basan en la exitosa carrera drag de su artífice, RuPaul, quien debutó en el cine con Crooklyn (1993), de Spike Lee, y aquel mismo año se convirtió en un exitoso artista con su álbum de debut Supermodel of the World, hoy ya un clásico. “En los últimos años”, señalan Fitzgerald y Marquez, “Ru se ha vuelto todo un experto en promocionar sus canciones a través del concurso incluyéndolas en los números de playback o, directamente, haciendo que las reinas las canten. Gracias a esta estrategia promocional presa de la burla fácil, son más las ex alumnas del programa que han grabado canciones y videoclips que las que han optado por actuar en vivo, hacer números cómicos o dedicarse a la pasarela”.

Cabe mencionar que, antes de que el presentador y productor estadounidense se consagrara como la drag queen más influyente del planeta, la única reina que llegó a alcanzar el mismo nivel de reconocimiento se llamaba Divine y nació en Baltimore, Maryland. Fitzgerald y Marquez afirman en su libro que resulta imposible hablar de las pruebas del programa que giran en torno a piezas cómicas sin mencionar a la musa del director de cine John Waters: “La estética de Divine, que se convirtió en todo un referente, supone una evolución desde unas raíces obsesionadas con Hollywood y la belleza tradicional hacia un estilo alternativo y de influencia punk y un glamur mucho más agresivo”.

De hecho, el actor y cantante cambió radicalmente de estilo para rodar la gamberra Pink Flamingos (1972), en la que terminaba comiéndose una caca de perro. Para crear aquella imagen exagerada, su estilista (Van Smith) le pidió que se eliminase las cejas y se afeitara la cabeza hasta la mitad del cráneo con la intención de que hubiera más espacio para la enorme cantidad de sombra de ojos que pensaba aplicar bajo sus arqueadas y pintadas cejas. La influencia de este maquillaje extremo se deja sentir hoy en reinas de Drag Race como Eureka O’Hara, Alaska, Sharon Needles, Trixie Mattel o Kim Chi. “Todas ellas parten del rompedor estilo de Divine”, comentan los periodistas. “Además, prácticamente todas las reinas con curvas de los últimos 40 años tienen una pequeña deuda con Divine por lograr que el drag de chicas grandes no fuera solo aceptado, sino también exaltado”.

El elenco de jueces de Drag Race suele juzgar el destino de las reinas teniendo en cuenta sus dotes para la actuación, su talento para la imitación o su destreza en los desfiles. También su esfuerzo en el Werk Room, el taller donde las concursantes se visten, maquillan y hacen el tuck (escondiéndose los genitales). “La cualidad de saber alzar la voz y plantar cara, perder y vencer el miedo para superar tus vulnerabilidades es la médula espinal del descaro del queer, del drag. Es la razón por la que nos apasiona ver a las reinas explotándola en el Werk Room, poniéndose verdes y reivindicando sus derechos”, aseguran Fitzgerald y Marquez sobre un programa que, consciente como es de la historia de guerreras como Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera (las activistas cuyo papel fue fundamental en los disturbios de Stonewall de 1969, que dieron lugar a la celebración del Orgullo), siempre ha usado el drag como metáfora de fortaleza y herramienta de crecimiento personal. “Ru, quien ha descrito a Marsha como ‘la madre de todos nosotros’, cree que las drag queens tienen la responsabilidad y la habilidad especial de rebuscar en sus entrañas y sacar las partes más oscuras y dolorosas para hacer buen drag”.

Pero, sin duda, de todos los aspectos de Drag Race que rinden homenaje a la cultura queer y a la historia del drag, ninguno lo hace de forma tan evidente y directa como la parte del desfile de cada episodio. “En los primeros días del programa se tenía mucho más en cuenta el realismo en el sentido convencional, que se reflejó en Paris is burning y que se centra en crear una ilusión de género, y cualquiera que no presentara un aspecto enteramente femenino era criticado por parecer ‘un chico con vestido’. La elección de las primeras ganadoras, como Bebe Zahara Benet, Tyra Sanche y Raja, daba la impresión de que el programa premiaba específicamente a las reinas glamurosas, femeninas y con un elevado sentido de la moda”, reflexionan los autores. Con el tiempo, otras ganadoras como Sharon Needles, Trixie Mattel o Bianca del Rio demostraron que el programa se fue abriendo a unos estilos más amplios de drag.

Desfile de leyendas también aborda la importancia del reto del lip-sync ‘a vida o muerte’ que marca el final de los capítulos de Drag Race. “El playback es la médula espinal de la expresión drag porque crear belleza y arte a partir del artificio es pura esencia drag”, señalan sus autores, que aprovechan las páginas del libro para explicar cómo Lypsinka, la legendaria creación drag del artista John Epperson, convirtió esa forma de hacer drag “en un verdadero arte”, o cómo la película australiana Las aventuras de Priscilla, reina del desierto (1994) “constituyó el punto de inflexión para la cultura popular en el que el público fue expuesto a interpretaciones drag de playback de primer nivel en una forma mucho más amplia que hasta entonces”.

Mientras Drag Race y su presentador acumulan premios Emmy, muchas de las concursantes que pasaron por el programa sacan discos, ruedan películas y desfilan por las pasarelas y las alfombras rojas de todo el planeta. En otras palabras, el mundo del drag está cada vez más integrado en la cultura dominante. Pese a ello, Fitzgerald y Lorenzo Marquez son de la opinión de que las sensibilidades mainstream “jamás deben considerarse el objetivo final y definitivo” de la comunidad LGTBQ. “Debemos seguir luchando por la igualdad y la tolerancia sin dejar de recordar a nuestros camaradas que vivieron fuera de la ley y expandieron los límites de lo permitido”, apostillan. “Con este libro, el mensaje que queremos transmitirte es el siguiente: tú haces la historia. Estás justo en el medio porque nunca se está ni al final, ni al principio. Vives inmerso en un espectro mutable de luz que se curva y cambia y se transforma bajo tus pies. Sí, es cierto, en el pasado existieron seres legendarios sobre la faz de la Tierra. Y hoy todavía siguen existiendo. Quizás tú seas uno de ellos”.

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