Día de la danza: cualquiera puede bailar a las órdenes de William Forsythe

Instalación de William Forsythe en el festival de Brighton. © Victor Frankowski / Brighton Festival

William Forsythe, uno de los más grandes coreógrafos contemporáneos del mundo, ha ideado una escenografía de cientos de péndulos en constante oscilación para invitar al público a bailar. El resultado es sorprendente; lleva a cualquiera a jugar con los movimientos de su cuerpo y convertirse en improvisado bailarín.

Las obras de Forsythe las bailan y las han bailado la práctica totalidad de las grandes compañías de danza contemporánea del mundo, que incluyen trabajos de este neoyorquino en sus repertorios. Se podría decir que en el mundo de la danza Forsythe es una leyenda. Pero no solo es un creador práctico. No solo trabaja con el cuerpo, el vacío y el espacio. También es un teórico.

Forsythe lleva años realizando investigaciones sobre el movimiento combinado con la informática, la arquitectura, el cine y la instalación artística. Precisamente, en este último apartado, el autor de piezas como In the Middle, Somewhat Elevated comenzó a principios de los años noventa un trabajo que ha denominado «objetos coreográficos». El último de estos artilugios ideado en 2013 lleva por título Nowhere and Everywhere at the same time, número 2. (En ningún sitio y en todas partes al mismo tiempo, número 2). Un trabajo que consiste simplemente en colgar un número determinado de péndulos del techo de un espacio vacío y hacerlos moverse simultáneamente. La instalación estaba creada en un principio para un bailarín profesional solista, cuya danza sería la resultante de evitar por todos los medios que ninguno de los péndulos en movimiento tocara su cuerpo. Se haría en una nave abandonada de Nueva York y constaría de 40 péndulos.

Nowhere and Everywhere at the Same Time’ (TRAILER) from Brock Labrenz on Vimeo.

Pero, finalmente, el genial coreógrafo cambió de opinión y decidió abrir esta obra al público general. Aumentó el número de péndulos a más de 400 y optó por el museo Folkwang, en Essen (Alemania), para instalarla. “La obra ofrece al espectador un laberinto en constante cambio y complejidad. Los visitantes son libres de iniciar un viaje por este impredecible ecosistema, pero solamente les pedimos que eviten entrar en contacto con ninguno de los péndulos en movimiento. Esta tarea termina por despertar facultades innatas y automáticas en el espectador y por crear una coreografía viva de intrincadas estrategias de escapismo”, asegura el coreógrafo.

Esta instalación estuvo operativa en el Festival de Artes Escénicas y de la Música de Brighton (Reino Unido). Una invitación pública a que todos bailemos.

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