Diego García Vega, el joven biólogo contra el desperdicio de alimentos

Diego García Vega, a la izquierda, rodando en una playa en la isla de Westman, al sur de Islandia, con el cámara Gabi Molera. Foto: María Herrera.

El joven biólogo y activista Diego García Vega protagoniza la docuserie ‘Chef sin desperdicio’ (HBO Max), una serie que indaga en cómo se producen y cómo se consumen los alimentos, que aboga por otras formas de relacionarnos con ellos y que, sobre todo, nos hace ver la barbaridad que supone el desperdicio alimentario, en países desarrollados en torno a un tercio de lo producido. Por algo Diego es fundador del proyecto Zero Food Waste. Hemos hablado con él.

Desde que tiene memoria, Diego García Vega siempre ha sentido fascinación por la naturaleza. Sobre todo por los minerales y los fósiles. Una pasión que se reafirmó en el colegio con la asignatura de Biología, la cual le indicó qué camino debía seguir. Se fue a Londres a formarse en la University College en conservación y, tras esto, pasó un año en EE UU. Una experiencia que finalizaría con unas prácticas para la ONU en Jamaica y Panamá, todo relacionado con el mundo científico.

Pero estas vivencias se le quedaban cortas, ya que se centraban mucho en la teoría y poco en la acción ecológica. Unas inquietudes que ya había mostrado durante su estancia en Inglaterra, cuando fundó la organización Zero Food Waste en la universidad de Londres. Cuenta a El Asombrario Recicla que se trataba de una idea muy simple en teoría, pero muy difícil en la práctica: “La universidad, que tiene 10 cafeterías, tiraba la comida que sobraba todos los días. La intención era coger esa comida y, con voluntarios, llevarla a comedores cercanos a la universidad donde era muy necesaria”.

“Pero donar la comida conlleva la misma responsabilidad que comerla, por lo que si a alguien le sentaba mal, nos podía denunciar. Tuvimos entonces que hacer mucho papeleo y seguros, y con insistencia y la ayuda de unos 50 voluntarios, el proyecto salió adelante. A día de hoy, todavía funciona y creo que se han expandido a otras universidades. Pero había que establecerlo para poderlo llevar a cabo”, nos explica.

La comida ha perdido todo su valor

Si el desperdicio alimentario se consiguió reducir en una universidad en Londres, ¿por qué no se hace en otros lados? Según el joven biólogo y activista, este es solo uno de los síntomas de un problema mayor: el poco valor que le damos a la comida. “Tanto en los supermercados como en las cafeterías se tiran tantos alimentos porque su precio es muy bajo. Van a vender ese sándwich tres veces más caro de lo que lo han comprado. Así que, si venden uno y tiran dos, les sale rentable. Por eso tienen siempre un excedente”.

Diego García Vega conduce la docuserie ‘Chef sin desperdicio’, en una granja de ovejas en Islandia. Foto: María Herrera.

Y añade: “¿Cómo pueden los alimentos, que han pasado por tantas manos y de un país a otro, ser tan baratos? Son esos precios ficticios que tiene la comida lo que hace que la tratemos como si careciera de valor. Pero tiene muchísimo; tanto por lo que cuesta producirla, como por los impactos que genera y por su poder de transformación”.

Un hecho cuyas causas están en el sistema moderno agroalimentario. Sobre todo, según apunta Diego García Vega, en las subvenciones y la producción a gran escala, las cuales han provocado que su precio baje muchísimo. “Gracias a estas ayudas mucha más gente puede acceder a la comida y no se deja el sueldo en ella, pero esto hace también que le quitemos valor. Además, si se dieran más subvenciones a la comida ecológica, seguro que se podrían equiparar más los precios”.

Buscando otras formas de entender nuestra relación con la comida

Esa iniciativa por cambiar las cosas es la que le ha llevado a formar parte de la docuserie Chef sin desperdicio, disponible en HBO Max. Una serie que es un viaje a través de la comida para indagar en cómo se consume y cómo se produce. Pero también una demostración de que existen otras formas de relacionarnos con ella. “Es una mezcla entre un programa de viaje, una serie de gastronomía y un programa de sostenibilidad, porque en todos los capítulos aparecen proyectos que ofrecen alternativas, que están en los límites o que proponen soluciones al problema”, resume Diego García Vega.

Así, los que la vean se acercarán a diferentes experiencias dependiendo del país y del contexto. Como en Portugal con la pesca, “donde estuve en un barco toda una noche y no pescamos nada porque el mar estaba vacío”. O en España, donde contraponen la ganadería de las macrogranjas con la extensiva de las dehesas, “un sistema más ecológico y milenario que ayuda a relacionarse mejor con el entorno”. O a Suecia, donde estuvo unos días con el pueblo sami, “que vive desde hace miles de años de manera tradicional siguiendo las migraciones de los renos por la Laponia y con un sistema muy sostenible y dependiente del medio”. Pero hay muchas más.

En definitiva, una serie que busca mostrar alternativas al sistema actual, que parece que es el único posible pero que, como apunta el joven activista, no tiene más de 50 años. “La agricultura industrial y química es muy reciente. Igual que nuestras dietas precocinadas con productos ultraprocesados. Como no hemos visto otras opciones, parece que es la única forma de hacer las cosas. Pero hay otros modelos para producir y consumir. Y también podemos inventar otros”.

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