Una novela de drones enamorados de mujeres a quienes cuidan y espían

La escritora Marta Sanz. Foto: Editorial Anagrama.

La protagonista habita un mundo regido por lo virtual, las empresas de paquetería y los programas del corazón. Un mundo gobernado por la explotación, la represión policial y el miedo a la enfermedad y la muerte. Una sinfonía ciborg, un grito de protesta, una coreografía de la desolación, una novela neorromántica de drones enamorados de mujeres a quienes cuidan y espían. Solo Marta Sanz podría haber escrito una novela así. ‘Persianas que bajan de golpe’ es una novela salvaje, inteligentísima. Una chispeante algarabía futurista que cuenta con exactitud deslumbrante cada uno de los agujeros negros del presente más inmediato. Un prodigio de imaginación tutelado con esmero por la realidad más irritante, nociva y trágica.

A veces hay que confesar. A veces hay que confesar los sueños que nos han traído hasta el punto vital en el que estamos, ese punto que marca nuestra resiliencia y nuestro porvenir. Sí, ahora toca confesar, decir que pertenecemos a la estirpe de aquellos niños y niñas que desde finales de los años 70 crecimos soñando con que un bellísimo golpe de suerte hiciera que nuestro padre fuese finalmente Roy Batty, el hermoso y poético replicante de la mítica película Blade Runner que reformulaba la existencia de un planeta entero.

Hoy toca confesar que después de perseguir ese sueño hemos caído en un enamoramiento profundo al leer Persianas metálicas bajan de golpe, la nueva y distópica novela de Marta Sanz (Madrid, 1967) que construye la libérrima Apocalipsis de aquellos ecos que marcaron a toda una generación y que, sin siquiera presuponerlo, hicieron de ella una generación apegada a esa política emocional que debería abrazar a día de hoy la blanda carne del universo. La política emocional capaz de derribar el brutal ballet que desde hace demasiado tiempo interpretan los férreos buitres del neoliberalismo.

Solo Marta Sanz podría haber escrito una novela como esta, tan bien anclada a todos los tiempos verbales, tan bien anclada a un futuro que se sabe muerto, que se sabe podrido, que se sabe inmisericorde con quien no puede acceder a ese paraíso artificial que crea, mueve y remueve el dinero.

Persianas que bajan de golpe es una novela salvaje, inteligentísima. Una chispeante algarabía futurista que cuenta con exactitud deslumbrante cada uno de los agujeros negros del presente más inmediato. Un prodigio de imaginación tutelado con esmero por la realidad más irritante, nociva y trágica. Escrita con un humor supersónico que aplasta los convencionalismos y deja una huella firme y minuciosamente esculpida sobre el futuro de la Literatura. Sanz, al escribir estas líneas, se ocupa del cuerpo global desde un totalitarismo reflexivo y cargado de constancia narrativa. Pocos libros construyen como lo hace éste la mirada del lector.

Persianas metálicas bajan de golpe es una novela rupturista, exigente con el lector y con la propia literatura, con la idea de novela.

Una novela emocionante que destripa el siglo XXI y a sus execrables involuciones, que lo pone en evidencia, que se ríe de su despótica modernidad.

Una novela apasionante y única, como único es siempre el universo de Sanz, que hace saltar por los aires todos los estándares políticos, literarios (me encanta cómo baliza en mitad de una narración tan exigente el “corralito semántico de los sueños”), humanos, sociológicos y, sobre todo, emocionales:

“Es necesario matizar las tiranías”.

“El teléfono de baquelita negra es un artefacto político”.

“A la mujer madura le cuesta un poco más porque esta mañana ha vuelto a escuchar el lloriqueo del trabajador septuagenario que se agarraba a la barandilla de su escalera para no ir al taller”.

“El dron repara en que vivimos en el imperio de lo obvio, pero aún ignora que también vivimos en el imperio de lo redundante”.

“La mujer madura no es una lerda: hay gargantas que no pueden pronunciar la palabra anorgasmia y otras que jamás podrán decir Si Dios quiere”.

“El voto en Land in Blue es como la acumulación de sellos, adheridos a la cartilla. Cada individuo acumula votos en función de las cantidades y precios de lo que compre. Más compras/más votos”.

Persianas metálicas que bajan de golpe es para mí el libro del año, una carcajada salvaje exhalada frente a la omnipotencia del logaritmo que todo lo puede, que todo lo sabe, que todo lo manipula, aunque las cuentas acaben por ser ruidosos e incontrolados rosarios, ese neón ardiente titilando en un panorama en el que todo el mundo opta por rendirle una ardiente pleitesía a los best seller.

Persianas metálicas bajan de golpe es una grandiosa y titánica prosopopeya, pero también una sublime parodia de la impostura. Una crítica sin juicio, un ejercicio de limpieza emocional extremo y valiosísimo. Marta Sanz jamás se conforma con ejercer como escritora, es una prestidigitadora intangible e insobornable que cambia sus trucos de magia por el corpóreo aliento de una realidad aumentada. Su imaginación es, sin duda, un hecho relevante para la literatura de este país.

Persianas metálicas bajan de golpe es un revulsivo contra la molicie de las mesas de novedades, contra las ajadas historias postpandémicas. Es una novela que revoca todas las normas narrativas para buscar la sustancia de un siglo marcado por la nada, por un eco sucio y opresor que va de lleno contra la naturaleza y la propia vida:

“Flor azul hace avanzar tres posiciones su palanca rosa, primera, segunda, tercera, y se pone en modo de rodaje de película francesa: una lentitud exquisita, una suave ironía pornográfica, un detenerse en la hierbas que crecen entre los adoquines, la orilla del Sena y un pueblo de provincias, Antoine Doinel. Una textura previa a la irrupción de Luc Besson en las pantallas… El ingeniero jefe no comprende el cine francés ni la oraciones complejas”.

Persianas metálicas bajan de golpe es la perseverante denuncia de una mente lúcida, la mezcolanza letal contra el abuso y el ninguneo que mece el presente. Un ágora tan disparatada y al mismo tiempo tan creíble, y tan propia del futuro que nos espera.

Es como un sueño en el que el pasado nos defiende. Y también una inteligente persecución de lo malsano y de lo perverso que hay en el progreso neoliberal. Un alarde de inocencia útil. Un canto a lo necesario, a la pulcritud de aquello a lo que no debe renunciarse.

La autora se aferra, mientras desgrana esta historia, a la política poética. Su lirismo contrautópico salpica todas las páginas de esta sátira inalcanzable para otra mente, otra inteligencia y otro corazón distintos al de Marta Sanz. Sanz es la única autora capaz de idear esta briosa rareza que cuenta verdades evolutivas, sincréticas y premeditadamente premonitorias, del tamaño por ejemplo de aberrantes asilos con todo incluido para jóvenes.

La poesía productiva de Marta Sanz, sus infinitos y cáusticos paralelismos reordenando el caos que ha traído un presente con ínfulas de futuro, ha creado una metáfora funcional capaz de abrir de cabo a rabo el cuerpo de la sociedad sin necesidad de mostrar una panorámica visceral para que el lector se quede boquiabierto frente a lo que muestra.

“La lógica económica de las  Iglesias se vincula con este género de publicidad filantrópica. Ahora los rosarios no son de nácar”.

Persianas metálicas bajan de golpe es una novela que hace que te arda la mirada:

“Que el smartphone sea un rosario tiene implicaciones más allá del solapamiento entre lo invisible que se invoca en la oración y el poder de un rostro pixelado, aunque todo el mundo conozca raza, sexo y tendencia política del hechicero que se encierra en un garaje”.

Y es que Marta Sanz vuelve a romper la barrera de la narrativa a través de esta distopía castiza y chipen en la que la política y el cuerpo vuelven a resonar como tambores de guerra para redibujar el mapa sobre el que debe asentarse el porvenir de las mujeres:

“Estamos hablando de carne y de la perturbada costumbre de que la carne de las mujeres está ahí para disfrutarla magreándola, fileteándola, reduciéndola a orificios”.

“Entran por la ventana onomatopeyas rojas”.

Sin embargo, como decía más arriba, hay mucha inocencia y mucho estupor en esta novela. También una feroz falta de resignación. El futuro en el que habita esta historia contradice a la niña eterna que es la autora. De ahí que brille la inocencia inversa de la manera en que lo hace en esta novela que hace añicos el status quo, que lame hasta despellejarlo el stablishment.

Obsoleciencia, Flor azul y Cucú son tres poderosos protagonistas, tres ángeles cargados de piedad que saben contradecir las normas, contradecir al padre hasta convertirse en los hijos pródigos capaces de revertir la idiosincrasia de cualquier religión. Son tres animales enamorados de lo emocional que incumplen las reglas con la misma precisión con que un ginecólogo abre la piel de una madre para quitarle el peso muerto que a veces lleva implícita la carne del cordón umbilical.

Persianas metálicas bajan de golpe es, por tanto, un descomunal, inteligente y cínico artefacto que estalla sin descanso en la memoria de quien lee, un artefacto que no abre heridas, sino salidas de emergencia. Un animal frenético que paradójicamente deja bien fijadas sus huellas en la memoria del lector.

Marta Sanz no olvida nada, ni deja olvidar a quien lee. Ella no se olvida de lo coloquial ni de lo humano, no se olvida de lo sentimental y no se olvida de enseñarnos que aunque el venerado logaritmo está más que afianzado en nuestra raíces, y que en demasiadas ocasiones nuestras fuerzas le pertenecen a su halagüeña modernidad, aquellos que logramos sobrevivir a la fuerza de su magnetismo no debemos olvidar cada una de las cosas que nos han traído hasta aquí, hasta sus puertas, hasta esa lengua suya que demasiados supervivientes confunden con el cálido corazón  de una alfombra mágica y voladora.

Por todo esto que cuento, y por todo lo que callo para que ustedes lo descubran y se estremezcan, no dejen de leer esta novela, este  hermoso enigma cargado de brutales soluciones, habitado por mujeres únicas como Selva Sebastián, Iluminada Kinsky o Cristina Romanescu. No dejen de leer este reality lleno de heridas y victorias en el que caben Sylvia Plath, Sartre, Orson Welles y tantos otros eslabones imprescindibles para sostener la necesaria vigencia del siglo XX. Marta Sanz ha rehabilitado a través de estas páginas la torre de Babel, construyendo un lenguaje que tiene palabras para todos los habitantes del mundo.

Lean Persianas metálicas bajan de golpe y serán fiduciarios de un ejercicio de inteligencia extrema, del brutal apasionamiento por lo útil. En esta novela hay claves que descifrarán, apuntalarán y restañarán las ruinas que a día de hoy sostienen al futuro.

Imprescindible.

‘Persianas metálicas bajan de golpe’. Marta Sanz. Anagrama. 269 páginas.

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