Edna O’Brien: esa terrible opresión de la Iglesia católica sobre las mujeres
Es un ejemplo de la poderosa literatura irlandesa. La editorial Errata Naturae nos trae ‘Un lugar pagano’, de Edna O’Brien. Una espléndida novela sobre la opresión de la Iglesia católica, la escasez y la dureza del campo, la discriminación de la mujer y el alcohol como remedio masculino a los avatares de la vida cotidiana.
Decía Walter Benjamin que hay dos clases de escritores: los escritores marineros o comerciantes, que necesitan salir de su hogar para nutrir sus historias, y los escritores campesinos, quienes construyen su edificio literario sin salir de casa. A esta última categoría correspondería sin duda Edna O´Brien, quien junto a William Trevor o John Banville forman parte de algunos de los escritores irlandeses que más han aportado a la lengua inglesa. La editorial Errata Naturae –que ha publicado en español la trilogía que le dio fama mundial, la de las chicas Kate y Baba, y la última novela de la autora, Las sillitas rojas– nos trae ahora la traducción de A pagan place (Un lugar pagano), de la mano de Regina López Muñoz.
Como en obras anteriores, en Un lugar pagano, publicada originalmente en 1970, O´Brien bucea en su memoria para hablarnos de su infancia y adolescencia en la Irlanda rural de entreguerras. Un nuevo país que ha conquistado no hace mucho la independencia del Reino Unido y en el que aún resuenan los ecos de ese largo y cruento proceso. La opresión de la Iglesia católica, que está presente en todos los resortes de la vida, la escasez y la dureza del campo, la discriminación de la mujer, los druidas o el alcohol como remedio masculino a los avatares cotidianos y el atraso secular de Irlanda condicionan la vida de la protagonista de esta historia escrita en clave autobiográfica. Una clave que hay que considerarla a raíz de la potente voz narrativa, en segunda persona, que ya sabemos que es una especie de primera persona camuflada. Una voz narrativa que, después de una premonitoria cita de Brecht (“Llevo un ladrillo sobre el hombro para que el mundo sepa cómo es mi casa”), se expande como un torrente a lo largo de 250 páginas.
Dividida en tres partes, en la primera nos sumergimos en la niñez de la protagonista, “una reconstrucción de la infancia que, hasta donde yo sé, es única en la lengua inglesa” en palabras de John Berger. La presencia de los padres (“tus padres tenían buen corazón, pero cada uno a su manera”), la relación con Emma (la hermana casquivana que vive en la ciudad), el colegio y sus rígidas normas, los pliegues del pueblo y de la vida en el campo, todo eso pasa por los ojos del lector a velocidad de vértigo, como si se hubiera montado en una montaña rusa de recuerdos y emociones, narradas con un lenguaje cercano que sabe dosificar cada detalle, sobre las cosas sabidas y las intuidas. En la segunda asistimos a un viaje a la ciudad, donde ha de resolverse un grave asunto familiar, y en la tercera el peso de la hipócrita moral imperante y de la humillación a la que las mujeres se han visto sometidas a lo largo de los siglos determinarán el camino a seguir por la protagonista.
La crítica anglosajona ha visto en Un lugar pagano una versión rural del Dedalus de Joyce y su Retrato del artista adolescente. Y una parte de esa crítica ha hablado de una obra menor en el corpus de la autora porque se queda en la superficie, sin profundizar. Nada más lejos de la realidad. Las palabras y los recuerdos chocan entre sí en esta novela envolvente, como en una reacción química. La prosa de O´Brien es un taladro que excava en los recovecos de la memoria y saca nuestra materia más profunda y gris a la superficie. Una novela divertida además, con toques de humor que mitigan la tragedia de unos personajes sepultados bajo la bota de la religión y el atraso secular, el mismo que ha llevado a tantos escritores irlandeses a mantener una relación de amor/odio hacia su país (el propio Joyce sería un ejemplo) y que al mismo tiempo es la fuente de una de las literaturas más ricas del mundo.
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