Ejemplar red de cuidado del Mediterráneo con jóvenes voluntarios

El biólogo Juan Antonio López Jaime, presidente de la Fundación Aula del Mar Mediterráneo.

Juan Antonio López Jaime, biólogo de formación, lleva gran parte de su vida vinculado a la Fundación Aula del Mar Mediterráneo que ahora preside. Desde Málaga, esa provincia en el ojo del cambio climático que apenas tiene un pedazo de costa sin construir, su organización se ha propuesto la ardua misión de conservar la amenazada biodiversidad del Mare Nostrum gracias a una red de voluntarios que dedican tiempo a la preservación de la vida marina y a colaborar con la investigación de algunas especies emblemáticas, pero mal conocidas. Llega hoy a nuestra ‘entrevista circular’.

Desde Aula del Mar hace muchos años que se trabaja en la preservación del Mediterráneo, ¿cuáles son ahora vuestras prioridades?

Tenemos en marcha proyectos que implican a especies fundamentales para proteger el conjunto de sus ecosistemas. Uno de ellos es el de los Bosques Sumergidos, que se centra en la posidonia, una especie endémica del Mediterráneo que destruimos por la acción humana. Tenemos estudios que nos dicen que en una década ha desaparecido el 60%. En el pasado todo este mar estaba cubierto de esta planta. La contaminación y la desaparición de la arena por tanta construcción costera hacen que la estemos perdiendo y solo queden pequeñas manchas en el fondo.

¿Qué se puede hacer para recuperar esas praderas submarinas?

Queremos reforestarlas, como se hace en los montes. Ya hubo intentos hace cinco años gracias a una financiación de Red Eléctrica Española, un proyecto que se hizo como compensación por colocar unos cables entre Baleares y Valencia. Entonces se probó que es factible. El objetivo es contar con unos viveros marinos para 2025; ahora estamos pendientes de autorización por la Junta de Andalucía. La recogida de datos sobre su estado es un trabajo que realizamos gracias a más de 150 submarinistas voluntarios que colaboran con nosotros.

Además, he visto que tenéis un trabajo con los emblemáticos caballitos de mar…

Sí, es el proyecto Seahorsemed. Tenemos dos especies en el litoral: el caballito de mar común de hocico corto y otro de hocico largo. El problema es que hay muy pocos estudios sobre estas especies y no sabemos su situación real. No figuran en la Lista Roja de la UICN porque dicen que faltan datos. Nosotros estamos estudiando sus localizaciones entre Gibraltar y Cabo de Gata, y colaborando con otras organizaciones de otras zonas. También en este caso trabajamos en su cría en cautividad por si son necesarias futuras repoblaciones. De momento, ni siquiera están en el Catálogo español de Especies Amenazadas, pero queremos que se incluya.

¿Y en este caso qué los amenaza?

Que estamos perdiendo su hábitat y son animales que se desplazan poco. Sus hábitats son las praderas de posidonia y los fondos coralinos, y ambos están en declive. Son auténticos biomarcadores del estado de los ecosistemas. Ahora estamos en la fase de recogida de datos. Además, son un buen ejemplo para utilizarlo en educación ambiental.

Tras muchos años apostando por la educación ambiental, ¿cómo definirías el estado actual?

Va a más, pero a un ritmo demasiado lento comparado con la rapidez a la que se destruye la naturaleza. Tenemos que acelerarla, especialmente de cara a las generaciones futuras. Es un reto porque ahora, con el uso masivo de las redes sociales y la tecnología, ya desde la niñez se recibe mucha información opuesta. Hay una lucha entre los bulos que confunden a la opinión pública y lo que es la realidad. Pero en Aula del Mar Mediterráneo queremos poner nuestro granito de arena para el buen camino: hemos creado una red de protección marina con jóvenes voluntarios, una especie de protección civil ambiental del litoral. Se trata de crear concienciación activa con personas formadas, y con apoyo de los municipios. Queremos que la gente vea a jóvenes limpiando playas, reforestando la costa, que sean un ejemplo a seguir. Cuando Pau Gasol salió en un vídeo llevándose la comida sobrante de un restaurante se convirtió en un modelo. Ahora casi está mal visto dejar comida en el plato. Hay ejemplos que cambian la sociedad y debemos promoverlos.

En tu caso, ¿cómo surgió la conciencia ambiental?

Desde niño me atrajo la naturaleza. Estuve en los Boys Scouts. Debo decir que mi familia es del sector pesquero, pero cuando acabé de estudiar Biológicas, me había convertido en la oveja negra. Al principio me dediqué a trabajar por una acuicultura sostenible y a los 23 años comencé a colaborar con Aula del Mar. Y aquí sigo.

Se está trabajando en un tratado mundial contra la basura plástica que prolifera en el océano, ¿ves factible atajar este problema?

Es un tema claro del que tenemos la culpa los humanos. El plástico es un gran invento de la Humanidad y ayuda en miles de aplicaciones, pero la aparición de los de un solo uso se ha extendido en poco tiempo y ahora acumulamos millones de toneladas en el mar, grandes y en microplásticos. En la UE estamos cambiando la tendencia, pero es cierto que las soluciones deben ser a nivel planetario. Al menos Europa intenta promover un consumo responsable y ha puesto en marcha fórmulas para el reciclaje. Es evidente que tenemos que cambiar nuestra economía lineal por otra circular, que sea verde y azul.

¿Qué prácticas ambientales pones en práctica en el día a día?

Las más posibles, porque cada gesto es importante. Por supuesto, reciclo, pero también intento utilizar todo lo que puedo el transporte público. Además, en mi familia la compra se hace en mercados tradicionales, con productos de cercanía y de temporada. Y estamos muy pendientes del consumo de agua, un tema fundamental en Málaga.

Cuando miras al futuro, ¿tiendes a ser optimista o pesimista?

Es difícil ser optimista, pero veo señales positivas, como el aumento de entidades y personas dedicadas a la conservación. No es suficiente, porque las decisiones están en manos de gobiernos y entidades empresariales, pero la sociedad tiene mucho que decir, porque puede obligar a tomar decisiones ambientales que son ya urgentes. Recientemente hemos vivido la DANA de Valencia, que no es un fenómeno sólo natural, porque ya sabíamos del peligro de construir en lugares inundables. Y el estado del litoral mediterráneo tiene cifras abrumadoras: en Málaga tenemos el 80% construido.

¿Un lugar especial al que te gusta ir a desconectar?

Como estoy tanto tiempo en el medio marino, me escapo al bosque, a la Sierra de las Nieves o a la serranía de Ronda. Mis mejores destinos para desconectar del día a día.

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