El brutal ‘Lear’ de Reimann triunfa en el Real de la mano de Calixto Bieito

Bo Skovhus, el rey Lear, y Susanne Elmark, en el papel de Cordelia, en el estreno de ‘Lear’, de Aribert Reimann, en el Teatro Real. Foto: Javier del Real.

El Teatro Real ha estrenado con éxito la brutal ópera ‘Lear’ que el compositor alemán Aribert Reimann subió por primera vez a los escenarios en 1978. Se trata de una nada complaciente partitura, difícil y correosa, en la que el músico versiona el ‘Rey Lear’ de William Shakespeare. El director de escena Calixto Bieito firma esta producción que se estrenó en la ópera de París en 2016 y llega a Madrid casi con el mismo y brillantísimo elenco de cantantes. 

En 1955, un año después de suicidarse encerrado en el garaje de su casa con el motor del coche encendido, se publicó el testamento literario del escritor y periodista sueco Stig Dagerman, un compendio de pensamientos en prosa y poesía que tituló Nuestra necesidad de consuelo es insaciable… El director de escena Calixto Bieito, encargado de la producción de la ópera Lear del compositor alemán Aribert Reimann, basada en el clásico de Shakespeare, ha utilizado el título de Dagermann para hacer un resumen de su propuesta al frente de esta partitura correosa y dificilísima que sirve de paisaje sonoro para uno de los dramas más oscuros, complicados y poderosos que salieron de la pluma del bardo de Stratford-upon-Avon. La necesidad de consuelo. Tal vez esta sea la única emoción positiva, el tímido rayo de luz que, probablemente precipitado por la locura, se esconde en el fondo de esta ópera estrenada en Múnich en 1978 y que se escuchó en Madrid por primera vez el pasado viernes 26.

La obra de Reimann no ofrece ninguna concesión al espectador. Lo zarandea deliberadamente en un universo de podredumbre emocional y espiritual para contarnos una historia que algunos expertos analistas literarios han definido como la tragedia de la maldad pura y sin filtros. Como dice el compositor Jorge Fernández Guerra, en Lear “la orquesta suena como una amenaza, una atmósfera telúrica que (…) aplasta a los personajes». “Para quien crea en la necesaria concordancia entre la vocalidad y el acompañamiento orquestal, Lear es un desafío a su comprensión”. Aquí “lo que no es serialismo es caos”. Resultó curioso y estimulante que una partitura que, en parte, se entrega a traducir en música la ansiedad, la tortura mental y la podredumbre espiritual de los personajes fuese tan bien acogida por el público madrileño, que bendijo el estreno con hasta casi seis minutos de aplausos. Es cierto que hubo deserciones en el descanso, pero muchas menos de las que se cabría esperar de una obra que requiere del espectador una concentración absoluta y una apertura mental sin parangón para no ser expulsado de su particular universo.

Bieito pensó en esto para crear el espacio por el que se mueven los personajes: “La tecnología avanza mucho, pero quizá las emociones de las personas no avanzan tan rápidas como la tecnología. Pensé en esto y encontré una solución en las maderas que remitían a donde sucedían las obras de Shakespeare en El Globo [el teatro londinense que se ha asociado con el autor]”. La escenografía de Rebeca Ringst es así una gran caja fabricada de gigantescos tablones de madera. “Creamos un espacio quemado”, continúa Bieito, “que es un teatro. O no. Es un palacio de madera. Es una casa. Es, en realidad, un espacio abierto que no sé que es”. Un espacio que se deforma, se transforma y se destruye. Y funciona en paralelo a la música. Dejándole el espacio suficiente para que sea ella la que golpee primero. Bieito consigue que ese espacio que parece simple sea intrincado como la propia partitura: puede convertirse al mismo tiempo en la cabeza del rey ingresando en una locura lúcida y tremenda, en un palacio, un bosque, un escondite o el yermo páramo arrasado del alma codiciosa y pestilente de las dos hijas mayores del rey, que unidas en un repugnante sindicato del crimen y una vez que heredan, planean la destrucción de su padre y luchan entre sí por el poder como solo las fieras pueden hacerlo. Sin escrúpulos. Guiadas por una suerte de ley natural en la que todos terminan convertidos en animales salvajes.

Un aspecto de la escenografía de ‘Lear’ en el Teatro Real de Madrid. Foto: Javier del Real.

“Lear es como una especie de Capilla Sixtina. Es una obra inabarcable”, ha explicado Calixto Bieito, que estrenó en 2016 esta producción en la Ópera de París. Según el director de escena, la violencia de Lear es muy diferente de la que nos muestra Shakespeare en otras de sus obras y por eso la trata en un tempo muy contenido y lento. “Ese en el que las malas energías o los malos pensamientos sabes que desembocarán en enfermedades”. Pero, además, asegura que su propuesta está plagada de “iconografía de pintura española. De imágenes del expresionismo alemán. Está llena de histeria (sic) contemporánea. De neurosis y de compasión. Esta ópera es como ir al Museo del Prado”.

La dirección musical de Asher Fisch fue muy aplaudida por el público, que agradeció el esfuerzo tanto de la orquesta como del coro del Teatro Real. Los cantantes pusieron el alma no solo en la parte vocal, sino también en la actoral, demostrando gran entrega y generosidad con la producción y el público. El barítono danés Bo Skovhus se encargó del papel principal, como ya hizo en el estreno de esta producción en París en 2016. No fue el único que repetía. También lo hace el bufón interpretado por al actor alemán Erns Alisch, uno de los más ovacionados de la noche. El tenor Andreas Conrad, inmenso en el papel de Edmund, también repite; así como el barítono holandés Kor-Jan Dusseljee en el papel del conde de Kent, el tenor Michael Colvin en el papel del duque de Cornualles, el barítono estonio Lauri Vasar en un brutal conde de Gloucester, el contratenor Andrew Watts como Edgar, la soprano Erika Sunnegardh en el complicadísimo papel de Regan. Ángeles Blancas como Goneril, Susanne Elmarck como Cordelia y Torben Jürgens como el rey de Francia se estrenaban en Madrid en esta producción. Calixto Bieito ha manifestado que esta obra posee la dificultad añadida de que todos los personajes han de ser tratados como solistas, como protagonistas de la obra.

En resumen, el estreno en Madrid de Lear supone un paso más allá en el empeño de Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, en su apuesta por la introducción de grandes títulos de ópera contemporánea en la programación del Teatro. Serán seis funciones hasta el 7 de febrero. Un buen número para una propuesta sorprendente, exigente y, desde luego, no para todos los públicos ni paladares y oídos complacientes.

Puedes consultar aquí las funciones (hasta el 7 de febrero) de ‘Lear’ en el Teatro Real de Madrid. 

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