El Centro de Arte Botín avanza sobre la bahía de Santander, pese a las polémicas

Centro de Arte Botín / Foto: RPBW

Santander continúa dividida mientras las obras de construcción del futuro edificio del Centro de Arte Botín crecen sobre el mar Cantábrico y el cineasta Carlos Saura las documenta. Unos, esperan las ‘bondades’ del efecto Guggenheim de Bilbao, otros como la Plataforma en Defensa de la Bahía rechazan el edificio de Renzo Piano por su ubicación tan rompedora con la fisonomía de la bahía. La polémica está servida aunque sus promotores aseguran que no hay marcha atrás y se inaugurará en junio del año que viene.

LUICÍA ARGOS (Santander)

La robusta sede central del Banco de Santander proyecta una mirada oblicua sobre el Centro de Arte Botín que se construye en la capital cántabra disparado sobre la bahía. Y es precisamente su ubicación la que desató la polémica arquitectónica y ciudadana, que no su valor como motor cultural y económico de una ciudad varada por la crisis.

La Fundación Botín, responsable del proyecto, no ha escatimado dinero ni recursos humanos para convertir el nuevo centro en un modelo de vanguardia para el encuentro de todas las artes, en línea con el eje arquitectónico del cantábrico que conforman ya el Centro Niemeyer de Avilés, el Guggenheim de Bilbao y el Kursaal de San Sebastián. Lo está construyendo el arquitecto genovés Renzo Piano, coautor del Pompidou de París, y lo inaugurará en el verano de 2014 la obra de Carsten Höller, uno de los artistas más relevantes del panorama artístico contemporáneo

El edificio, ligero hasta la transparencia, está organizado en dos volúmenes, unidos por una estructura de espacios y pasarelas que constituirán el distribuidor principal. El  ala Oeste será la dedicada al arte, con una sala de exposiciones de 2.500 m2; la Este, de menor tamaño, se dedicará a proyectos educativos.

Entre la ilusión y la desconfianza

Los dos volúmenes se elevan sobre columnas que permiten el paso de más luz. Una de las mayores innovaciones técnicas del proyecto es el revestimiento del edificio con piezas de cerámica, que reflejará la luz de la bahía y del parque aledaño. El conjunto final llegará en su mayor altura a los 20 metros y ´volará´ desde el muelle otros 20 sobre el agua. La Fundación destina 77 millones de euros a su construcción y otros 12,5 millones anuales para su mantenimiento y actividades. Se espera que sea visitado en sus inicios por unos 200.000 ciudadanos y que genere hasta 900 empleos.

Anclada en el mismo corazón del paseo tradicional santanderino, los ciudadanos contemplan al día los avances de la construcción entre ilusión y desconfianza. Entre ellos se mueve estos días un curioso Carlos Saura que realiza un documental sobre el proceso.

Una marca omnipresente

Como el banco, el Centro Botín es omnipresente en la ciudad. Y no sólo porque la Fundación dé cuenta casi semanalmente de los progresos, sino porque tampoco amaina la polémica suscitada desde los inicios sobre la ubicación. La última deriva del recurso contencioso administrativo que ha interpuesto la Plataforma en Defensa de la Bahía (DEBA) contra el convenio firmado entre el Ayuntamiento y la Fundación Botín para la ampliación –unos 400 metros- de los jardines de Pereda que abrazarán de esta forma al centro de arte.

La Plataforma, creada desde el mismo momento en que se dio a conocer el proyecto de Piano, opina que todas las actuaciones en torno al centro artístico se están haciendo sin participación ciudadana y “deprisa y corriendo”. Ya intentó sin éxito su paralización en los tribunales por considerar que el proyecto podía “arruinar irreversiblemente” la fisonomía del frente marítimo.

Centro de arte Botín / Foto: RPBW

Modificación del proyecto

A estas críticas se sumó un grupo de arquitectos y otros profesionales que, desde páginas como Santander en Peligro, Otro Santander es posible, Santander sacrificada o No al centro Botín en la bahía, buscaron movilizar a la opinión pública en contra de un proyecto que estimaban perjudicial en la ubicación que se proponía (hasta ahora el espacio estaba ocupado por un parking destinado al Ferry que une la capital con Reino Unido) porque rompía las vistas de la bahía.

Renzo Piano defendió públicamente su idea que, por cierto, fue adelgazando y simplificando en el desarrollo de hasta 15 maquetas. Asumió  correr el edificio unos 100 metros para salvar la grúa de piedra, reliquia industrial de lo que fue un puerto próspero y proyectó soterrar un tramo de carretera que separaban los jardines de Pereda del mar. Como muchos de sus colegas, Piano está acostumbrado a las controversias sobre su propia creación. En su defensa dijo: “Llevo toda la vida escuchando que mis proyectos son bonitos, pero que no los ponga en el centro de las ciudades, y, luego, quedan encantados. Son edificios como este que tienen que estar en el centro de las ciudades para fertilizarlas, para convertir, en este caso la bahía, en un lugar intenso e interesante”.

El Centro Botín está pensado como “un lugar pionero en el mundo para el desarrollo de la creatividad a través de las artes”, explica la Fundación. Es un nuevo espacio que pretende continuar y potenciar el programa de Artes Plásticas que la institución desarrolla desde hace de 25 años. Su Comisión de Artes Plásticas, responsable de la programación, está presidida por el ex director de la Tate Modern, Vicente Todolí.

Encuentro de las artes

El Centro también aspira a formar parte de la vida diaria de los santanderinos y fortalecer el tejido social y cultural de la ciudad a través del  arte, la música, el cine, el teatro o la literatura. En torno a estas expectativas ya han tenido lugar hasta 11 encuentros entre agentes culturales de la ciudad y los gestores del nuevo espacio para conocer posibles vías de colaboración.

Pese a las críticas, nadie cuestiona el impulso cultural y económico que puede suponer para Cantabria la nueva máquina artística que se pone en pié en medio de una fuerte recesión y cuando las nuevas tecnologías obligan a redefinir el concepto de hecho cultural y su relación con los ciudadanos. Es un debate que surge en torno a los centros, como el Guggenheim de Bilbao que años antes de su mostrar su capacidad de generar riqueza para la capital vasca hizo frente a quienes vieran en la franquicia neoyorquina una forma de cesión cultural a los norteamericanos.

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Comentarios

  • Art

    Por Art, el 15 julio 2013

    Gangsterismo banquero que se disfraza con el arte para ofrecer una imagen dulce a la sociedad y disfrutar del poder de poseer grandes obras de arte. Una manita de pintura sobre la criminalidad banquera. También los jerarcas nazis rapiñaron centenares de obras de arte, era el placer de poseer la belleza, una forma de sentir que tenían el poder que solo unos pocos pueden disfrutar. Lo mismito que estos falsos mecenas de la banca.

    • Miriam Lopes Belo

      Por Miriam Lopes Belo, el 15 julio 2013

      É lamentável!

  • nickenino

    Por nickenino, el 15 julio 2013

    En El País, en cambio, aplauden con las orejas cualquier cosa que haga la familia Botín…

    • Helena

      Por Helena, el 04 agosto 2013

      Efectivamente, tienes toda la razón. Hace unos días publicó ese periódico un artículo hagiográfico de la distinguida esposa del banquero artista. Estaba relacionado con el cese de ayuda por parte del Ayto. de Madrid a la Fundación Albéniz. La denominaban «filántropa» y no es broma no, menos mal que por aquí en el Norte sabemos bien como se las gastan y no todos estamos de acuerdo con sus labores de «mecenazgo». Saludos

  • unodeporallí

    Por unodeporallí, el 18 julio 2013

    Conviene que los títulos sean claros y ciertos:
    El centro Botín avanza por la imposición de los «particulares poderosos» y mediante la complicidad de los «serviciales poderes sociales».
    Para que se produzca la polémica antes debe existir el debate.
    Las imposiciones generan contestación y repulsa, por que la prepotencia y el abuso son incívicos y anticulturales, como sabe cualquier alumno aventajado de Inteligencia Emocional y Excelencia Cultural a través del Arte, para la formación de las futuras élites.

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