El cómic de Víctor Coyote sobre caníbales y colonizadores

Doble página del cómic de Víctor Coyote para el Museo Thyssen ‘El cóndor y la caníbal’.

El conocido multiartista Víctor Coyote (Tui, Pontevedra, 1958) –músico (primero con Los Coyotes, banda de éxito en los 80; luego en solitario), ilustrador, escritor, realizador audiovisual y diseñador gráfico– ha dado forma a su quinta colaboración con el Thyssen-Bornemisza en forma de cómic. Estuvimos en la presentación de ‘El cóndor y la caníbal’ (Astiberri ediciones), inspirado en la expo del verano de este museo (‘La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza’) y pudimos disfrutar de su gran sentido del humor y retranca.

“Es un tema que me apetecía e interesaba”, comentó Coyote en la presentación de su cómic. “La historia se construye a menudo a través de medias verdades y mentiras interesadas. Toda la historia de la colonización de América tiene muchos matices; qué duda cabe que yo tengo una visión europeísta de las cosas, pero he intentado reflejar algunos de esos matices. Así hay que acercarse a este cómic, que es ficción con cierta base en hechos reales; que no es ni mucho menos un tratado sobre la colonización y la decolonización, sino un acercamiento, desde la ficción, repito, a las relaciones entre autóctonos y europeos… Hay que mirar las cosas desde diversos ángulos, no desde uno solo, y no ser maniqueo y construir historias de buenos y malos”.

Y añadió: “También me interesaba el tema del canibalismo, y lo toco un poco”.

A la pregunta de este periodista de por qué le interesa el canibalismo, Coyote responde en un tono muy suyo: “¡¿A quién no?!”.

Y añadió: “Prueba de la fascinación que han generado siempre los pueblos caníbales es que se les llevaba como gran atracción para mostrarlos en las Exposiciones Universales”. “También era una manera para los occidentales de justificar sus barbaridades y la necesidad de tutela de esos salvajes”.

Coyote reconoce que el atractivo del tema residía no solo en la historia, sino también en la posibilidad de dibujar cosas que nunca había dibujado y que aquí sí cobraban sentido, “como indios cabalgando y atacando”; la puerta abierta para tocar temas complicados, como, aparte del canibalismo, la eutanasia; así como la posibilidad de poder recrearse dibujando animales y paisajes y cuerpos desnudos. “Algo más físico, que no encajaría, por ejemplo, en una historia de chico conoce a chica en Seattle”.

Vamos, una golosina para un ilustrador.

“Una maravilla, sí”.

Más viñetas de ‘El cóndor y la caníbal’, cómic de Víctor Coyote.

Todo eso lo ha recreado Víctor Abundancia (que también ha sido conocido con este nombre) con un estilo, como apunta en el prólogo del cómic José María Goicoechea, director de comunicación del museo, “con un dibujo oscuro, anguloso, evocador”.

Son 80 páginas ilustradas, como recoge el prólogo, de sincretismo, esclavitud, violencia, eurocentrismo, exotismo y comercio, ambientadas en Quito, Haarlem y Pernambuco (Brasil), allá por el siglo XVII, “y con la sombra de la Compañía de las Indias Occidentales y explotadores de seres humanos y de materias primas”. Morbo asegurado.

A propósito de la exposición que ha dado pie al cómic, La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza, uno de sus comisarios, Juan Ángel López-Manzanares, que también asistió a la presentación del cómic del cóndor de Coyote, reconoció que la muestra les está dando “muchas sorpresas”, “ya que una parte de la prensa se ha  colocado en una posición muy militante en contra”.

Le preguntamos que, de todas esas críticas furibundas recibidas, ¿cuáles cree que han sido las más desenfocadas? “Diría que dos posturas. Las que nos han acusado de utilizar las obras de arte en función de unos intereses, de hacer una utilización espuria, en vez de valorarlas como lo que son,  obras de arte. Cuando yo creo que precisamente una obra de arte es más grande cuantas más lecturas e interpretaciones provoca, cuando se hace prácticamente inagotable y no pierde actualidad, nunca está cerrada del todo. Y, por otro lado, las críticas que nos acusan de presentismo; es decir, de hacer revisionismo de la historia desde el punto de vista contemporáneo, desde los valores y puntos de vista del presente. Y yo creo que la riqueza de los historiadores es no dejar de hacerse preguntas sobre el pasado desde la realidad en la que vivimos en cada momento, sin que eso signifique interpretaciones excluyentes, sino enriquecer el debate”.

A lo que Coyote añadió: “Yo creo que una obra de arte, cuantas más lectura proyecta, mejor obra de arte es. Esa es su grandeza: escapar del marco”.

Por último, desde El Asombrario no nos resistimos a preguntarle en directo a Coyote, más allá de cóndores y caníbales, qué hace para mantenerse tan en forma. Su respuesta (muy él): “No tener éxito; es decir, no acomodarme”.

Por cierto, el dibujante ha querido hacer partícipe a su faceta de músico en este proyecto con el Thyssen, y ha confeccionado una lista de 25 canciones Spotify ad hoc, que incluye desde un tema suyo, Verbenita, hasta canciones de Atahualpa Yupanqui, Perlita de Huelva, Víctor Jara, Los Incas, Edmundo Zaldívar, Leonor González Mina y Redbone.

 

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