“El mal ajeno nos produce morbo; sentirnos a salvo”

La escritora Marina Sanmartín.

“Todo surgió de un viaje a Japón hace unos años”, me dice Marina Sanmartín. Ese todo es la novela ‘Las manos tan pequeñas’ (Harper Collins), la última incursión de esta escritora valenciana en el género negro, en el que se ha convertido en un referente, no solo como autora, sino también como crítica desde Tinta Roja, la doble página que el ‘ABC Cultural’ dedica a la novela criminal. Sanmartín es una de las personas que mejor conoce el mundo del libro. Además de autora y crítica literaria, ha sido también editora y ha trabajado en grandes librerías. Desde hace unos años podemos encontrarla a diario en la librería madrileña Cervantes y Compañía, que regenta junto a otros dos socios. Nos citamos allí para la entrevista, última de las cuatro de este verano a mujeres que tienen mucho que contar y que escribir.

Ese viaje cambió tu vida, ¿no?

Sí, sin duda ha sido el viaje de mi vida. Ninguna ciudad me ha impactado tanto como Tokio, por el contraste, por la forma de vida, por la cultura, es como si estuvieras en otro planeta. Me atrae su cultura, pero sobre todo el erotismo, el arte, los grabados, la literatura. Es un erotismo muy sofisticado, pero también muy sórdido, hay un juego de luces y sombras que me interesa mucho. Es como Tokio, una ciudad muy limpia y ordenada, pero si te quedas un tiempo notas que hay mar de fondo.

El mar de fondo y la maldad. ¿Por qué nos atrae tanto el mal?

No es que nos atraiga tanto el mal, sino que nos atrae el mal ajeno, nos produce una especie de morbo lo que les pasa a los demás. Como si eso nos hiciera sentirnos más a salvo.

¿Es más fácil construir un personaje malo que uno bueno?

Un buen personaje nunca es bueno o malo del todo, tiene que tener luces y sombras. Y en el caso de que sea malo tiene que saber conquistar también al lector. En Las manos tan pequeñas no hay buenos ni malos, sino personajes perdidos.

La novela son muchas novelas, ¿no?, tiene muchas capas. Tenemos a Olivia Galván, la narradora y novelista de éxito, que escribe una especie de carta a Gonzalo Marcos, diplomático español en Tokio, a cuenta del asesinato de la bailarina Noriko Aya, en la que parece estar implicado el marido de Olivia, o la propia Olivia. Nada está claro. Aparte de la intriga, hay un juego metaliterario muy sugerente.

Efectivamente, puede leerse como una novela negra, que lo es, pero también metaliteraria. El lector se va a preguntar quién lo ha escrito y si todo lo que cuento es verdad.

Olivia no es un narrador muy fiable.

De hecho, la novela se dirige a Gonzalo, pero puede que nada de lo que cuenta sea verdad. Yo quería jugar con el concepto de la verdad y, sobre todo, de la verdad en la literatura, que curiosamente nos sirve para sincerarnos. He dicho cosas más sinceras en Las manos tan pequeñas que en persona. El obstáculo mayor para un escritor es ser capaz de ser honesto consigo mismo y de contarlo. Creo que esta es mi mejor novela, porque por primera vez he sido honesta conmigo misma y eso el lector lo intuye

Olivia mantiene una relación masoquista con su marido, César Andrade. ¿El amor puede ser masoquista?

Creo que sí.  Vivimos en una época en la que se está descafeinando la idea del amor. Las posibilidades de amar son infinitas, siempre que haya un consentimiento mutuo. Quería experimentar con esta idea. Con esta novela he sido valiente y eso me ha hecho sentirme bien. Es una novela sobre el crimen, la literatura y sobre el deseo. Desde el principio quise que fuera una novela sobre el deseo, sobre todo el deseo de las mujeres. El deseo de querer y desear de los hombres apenas se juzga, pero sí el de las mujeres. Esto por supuesto no tiene nada que ver con el maltrato. Algunos lectores me han comentado que no creían que una mujer como Olivia pudiera querer y desear como se cuenta en la novela, pero el deseo no tiene nada que ver con los estudios ni la clase social. Es un libro sobre las fronteras, del amor y el deseo, pero también físicas y geográficas.

 

¿Crees que el deseo desmedido puede llevarnos a todos a cometer actos que nos sorprenderían a nosotros mismos?

Claro. Todos tenemos momentos en los que nos sentimos ridículos por haber hecho algo en nombre del amor. El amor y el deseo sacan cosas ocultas. Yo me he rebajado por amor como no he hecho con otras aspectos de mi vida. Luego, cuando pasa, ni siquiera te reconoces.

¿Crees que hay una especie de boom de la novela negra escrita por mujeres?

Creo que no es verdad. Si lo piensas, hay una tradición muy importante de mujeres que han escrito novela negra. No solo que hayan sido relevantes, sino que han sido fundamentales. Pienso que en este género las mujeres hemos sido mejor tratadas que en otros géneros, a pesar de los clichés que siguen existiendo. El personaje de la detective mujer es una novedad, sí, pero ya se está convirtiendo en cliché. En mi novela yo pretendía crear un personaje femenino que no respondiera al cliché. Estoy hasta las narices de detectives mujeres que se comportan según el rol de los hombres. Me cuesta mucho encontrar detectives mujeres que sean creíbles y no robots.

¿Hay una manera diferente de escribir novela negra entre hombres y mujeres? ¿Esa mirada hacia el mal?

Durante milenios a los hombres y mujeres nos han educado de forma diferente, luego es inevitable que eso se inocule. Pero aparte de eso, no dejo de sorprenderme por lo contrario. Mira Carmen Mola. Un buen escritor siempre escribe distinto. Creo que esa supuesta diferencia está más en la subjetividad de quien mira. Cuando alguien es bueno, no hay manera de saber si es hombre o mujer, o no importa.

Y ya que mencionas a Carmen Mola, ¿qué opinas de la polémica que se desató?

Puedo entender que la Librería de Mujeres se sintiera estafada, pero la culpa no es de Carmen Mola. Lo que han hecho ellos no es la primera vez que se hace. Además, eso de que hay más demanda de escritoras es muy cuestionable. Lo que hacen estos autores es crear una detective mujer. Nunca reseñé a Carmen Mola, pero porque no sabía quién había detrás.

Como crítica y autora, conoces muy bien lo que se publica dentro del género. ¿Cuál es la salud de la novela negra en la actualidad? ¿Se acabará el interés del que goza hoy entre los lectores?

La novela negra va a estar siempre ahí, porque podemos encontrar obras literarias de calidad en las que además se cuenta una historia. Me da la impresión de que la gente está cansada de novelas en las que no hay una historia. Nos gusta que nos cuenten historias. Otro factor que garantiza su supervivencia es que el mal ajeno siempre es muy reconfortante; aunque sea de forma inconsciente, nos hace sentir seguros. Donna Leon me dijo una cosa que comparto absolutamente: que en la vida real no siempre se hace justicia, pero en la novela negra casi siempre se logra.

Las otras tres entrevistas de Javier Morales a escritoras, de este verano:

Ana Merino: Los papeles olvidados sobre Lorca y su relación con Joaquín Amigo

Susana Martín Gijón: “Los crímenes te permiten ahondar en la raíz de las desigualdades sociales”.

Patricia Esteban Erlés, en defensa de los ‘monstruos’.

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