El underground y la contracultura en la Cataluña de los años 70

La exposición ‘El underground y la contracultura en la Cataluña de los 70’. Foto: Xavi Olmos.

Una parte de la juventud contestataria, harta de la represión autoritaria franquista, de la moral ultraconservadora del hogar familiar y del dogmatismo de las organizaciones clandestinas de las izquierdas, emprendió una ruptura vital saltándose el aparato represivo. Los finales de los años 60 fueron convulsos en España y el resto del mundo, y Cataluña y la Barcelona pionera no fueron la excepción a esas pulsaciones que transformaron la vida cotidiana y las formas de pensar en esa década. De esta transformación nos habla la exposición ‘El underground y la contracultura en la Cataluña de los 70’, una muestra que se puede ver hasta el 28 de noviembre en el Palau Robert de Barcelona. 

A través de 700 piezas, se propone una mirada exhaustiva, inédita hasta ahora, a los protagonistas y a los movimientos sociales y culturales de una época trascendental.

La muestra la ha ideado y comisariado Pepe Ribas, cofundador de la revista Ajoblanco y autor, entre otros, de Los 70 a destajo, con la colaboración de Canti Casanovas, impulsor del digital la Web sense nom y gran conocedor de la contracultura en nuestro país. Ambos fueron actores y testigos presenciales de la eclosión del underground catalán y español.

En palabras del propio Ribas, “fueron unos años de creatividad desbordante, sin cánones impuestos, vividos al margen de prebendas, partidos e instituciones. Las incoherencias del régimen franquista en su decadencia, la persecución centrada en los partidos políticos marxistas e independentistas, y la distancia geográfica que nos alejaba del centro neurálgico de poder, hicieron posibles unas grietas por las cuales se coló una parte de la juventud inquieta y conectada con las corrientes contraculturales que llegaban de fuera del país”.

Durante unos años de inestabilidad política, por la lucha entre franquismo y democracia, esta juventud pudo vivir en un margen libertario. Fue una necesidad existencial urgente escapar de las garras del autoritarismo en los tiempos del rock-and-roll, de la contracultura y del Mayo del 68 francés. No fue fácil. Costó angustias, multas, secuestros, golpes, juicios y detenciones. No obstante, la imaginación y el entusiasmo desbordaron los muros de cualquier tenaza y poblaron las Ramblas barcelonesas, el Chino y el barrio del Borne.

Viva el Nosotros

El experimento de la libertad favoreció encuentros, asociaciones, viajes y espacios compartidos que hoy pueden parecer inverosímiles. Se renovó la música popular a través del folk, de la música progresiva y también de la música layetana; nacieron compañías de teatro que revolucionaron la escena incorporando el mimo, la máscara, lo grotesco, la expresión corporal y el ingenio. Por muchos golpes que dificultaran el camino, el arte se unió a la vida. Aquella desvergüenza y aquella ruptura vital multiplicaron la sed poética y la necesidad de conversar hasta compartir las experiencias en plena “era del Nosotros”.

El Palau Robert de Barcelona, que acoge la muestra. Foto: Xavi Olmos.

Carteles de conciertos y discos forman parte importante de la exposición. Foto: Xavi Olmos.

Aparecieron revistas contraculturales sin subvenciones ni inserciones publicitarias, así como multitud de fanzines y cuadernos de poesía. Y nació el Comix Underground como metralla contra el cerebro oprimido.

No sólo se luchó por normalizar la sexualidad, el feminismo y la lucha homosexual en favor de la igualdad de derechos, también se elaboraron alternativas de medicina natural y se desarrollaron las luchas ecologistas y los estudios sobre las energías renovables y la agricultura biológica. En psiquiatría se apostó por acabar con los electrochoques y los manicomios. Nació la objeción de conciencia y la lucha por la amnistía, también de los presos comunes.

La puesta en práctica de otras formas de vida hizo posibles muchas de las mentalidades y libertades civiles de las que hoy disfrutamos en nuestra cotidianidad, sin darnos cuenta de que tienen un origen y que nada es como antes del 68.

¿Qué vamos a encontrar?

Esta exposición nos recuerda precisamente ese origen. En todas sus salas. El primer espacio de la primera sala acoge a los visitantes con un lisérgico salón con cojines, alfombras marroquíes y ambiente a media luz. A partir de ahí nos sumergiremos en un túnel que nos atrapará con titulares novedosos: La música es el vehículo; El libro el alimento; El LSD, el sacramento, la marihuana, la hierba sagrada; La comuna, el cambio de vida; El viaje a oriente por tierra, el enfrentamiento con uno mismo.

Otras joyas son los festivales Folk de 1968, la música progresiva de Pau Riba, Sisa, Máquina!, Smash, Pan&Regaliz, Música Dispersa, Tapiman; el Canet Rock, Gay &CO, el Rrollo, Zap 275, Rock Comix y poesía, siempre poesía.

Pero también el activismo por una sociedad alternativa: la salud y el naturismo, la ecología, el sexo libre, Feminismos, Homosexualidad, Antipsiquiatría, Comunas, Copel, las Jornadas Libertarias y colectivos como Video Nou. El itinerario acaba con el punk, el caso Scala, la imposibilidad de radios libres, los neorrurales, los pactos de la Moncloa, la dispersión y fragmentación del underground en el capítulo: La Utopía Derribada.

La recuperación de algunos vídeos ha sorprendido; entre otros, la presentación de Dioptría en 1970, uno inédito del Festival de Granollers de 1971 y otro del Don Juan en el Mercat del Born de 1976.

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Comentarios

  • Bernat Capell

    Por Bernat Capell, el 11 agosto 2021

    Magnífica crònica Carolina. Y completa!
    Abrazo y buenas vacaciones.

    Bernat Capell, premsa de Palau Robert

    • Carolina Espinoza Cartes

      Por Carolina Espinoza Cartes, el 12 agosto 2021

      Gracias Bernat, se quedan muchas cosas fuera y son las que la crónica no puede retratar, por eso hay que ir: la experiencia de conocer lo que se vivió en aquellos años y lo que vemos -con impotencia- jamás se podrá recuperar.

  • Jose

    Por Jose, el 11 agosto 2021

    Aunque llegué tarde fue suficiente para que mi ADN se empapara de Lsd y yerba, de contracultura y movidas underground al margen de la «ley» . Este articulo refleja mi esencia.

    • Carolina Espinoza Cartes

      Por Carolina Espinoza Cartes, el 12 agosto 2021

      Me alegro, Jose. No importa si vivimos o no en carne propia los acontecimientos, lo lisérgico sea quizá, dejarse envolver por una generación que aún se asombraba y se interesaba por explorar para entender el momento presente.

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