En marcha los vigilantes climáticos de Europa

Foto: Pixabay.

¿Cumplen las políticas nacionales europeas con los compromisos del Acuerdo de París? ¿Está la sociedad bien enterada de las consecuencias del cambio climático?, ¿y de los beneficios de impedirlo? ¿Sabemos cuánto contaminamos? Dar respuesta a estas preguntas son algunos de los ambiciosos objetivos del proyecto europeo ‘LIFE Clima 1,5’, una iniciativa en la que participan 13 ONGs del continente con el ánimo de saber en qué punto estamos para cumplir lo pactado con la vida en el planeta hace casi una década.

Un  barco que se hunde. A bordo va una tripulación achicando agua, pero unos lo hacen con cubos, otros con vasos y hay quien usa pequeñas cucharas. La metáfora sobre lo que está pasando en la Tierra es de David Howell, de la organización SEO/BirdLife, y refleja lo que están haciendo los dirigentes de los países más contaminantes del mundo para recortar las emisiones de combustibles fósiles que nos calientan atmósfera, Tierra y océanos. Saber lo que está pasando desde 2015 y conectar con una sociedad que se dice muy concienciada, pero que no acaba de actuar en consecuencia, es lo que se quiere conseguir, hasta el verano de 2025, con este proyecto LIFE Clima 1,5 , tal como se explicó recientemente durante su presentación en sede de la Comisión y el Parlamento de la UE en Madrid.

LIFE Clima 1,5 nace en un año en el que se ha vivido el invierno en la UE más cálido que se recuerda desde 1979 (1,44°C por encima de la media) y se vive una primavera tan seca que en España ha habido grandes incendios en marzo, provocados, eso sí, pero desbocados por la falta de humedad, y un mes de abril anormalmente seco y caluroso. Surge cuando el panel de expertos del IPCC alerta de que los actuales compromisos climáticos de los países, si se cumplen, nos conducirán a un incremento de 2,8°C a finales de siglo, pero que además no se cumplen, y que incluso quedándonos en 1,5 °C se podrán en riesgo de extinción al 20% o 30% de las especies. Para no superar este límite, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero deberían alcanzar un pico máximo en 2025 y caer un 43% en 2030 respecto a los niveles de 2019. En el caso de la UE, se ha acordado un 55% de recorte, aunque desde organizaciones como SEO/BirdLife se reclama un 65%.

Bajo la coordinación de Climate Action Network (CAN), plataforma de la que forma parte BirdLife International, este proyecto internacional busca analizar qué países lo están haciendo bien, es decir, tienen unos planes de recortes de emisiones (PNIEC, en España) acordes con el Acuerdo de París y, a la vez, aumentar la conciencia ciudadana hacia la acción climática.

En el acto de presentación, Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente, recordaba que ya estamos, de media global en los 1,1°C más respecto a 1990: “Esta legislatura hemos puesto la acción climática en el centro, pero cambiar la cultura de la sociedad no es fácil, porque hoy la calidad de vida está ligada al aumento del consumo”, reconocía. “De cara a la próxima Cumbre del Clima no debemos limitarnos al debate sobre pérdidas y daños causados, como en la anterior, porque si no somos capaces de limitar las emisiones y adaptarnos, los costes llegarán a niveles inasumibles”. Para ello, recordaba, “es esencial conocer el balance global del recorte de CO2”. En definitiva, saber qué se está haciendo para evitarlo.

Y a nivel global, todo apunta a que el recorte no llega. Si la pandemia redujo la contaminación atmosférica con el frenazo económico en 2020, en sólo dos años hemos recuperado, y con creces, niveles previos, según los datos disponibles. Ello coincide con un despliegue de energías renovables en España como no se conocía, pero que es aún incompleto para descarbonizar la actividad. Ain así, ya hay tensiones. Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife, señalaba la importancia de que las comunidades autónomas (11 de 17) y las ciudades sin planes de acción climática se pongan a trabajar en ellos, pero planificando una transición energética que “tiene que ser modélica, con un mapa claro de dónde se pueden instalar y dónde no las infraestructuras necesarias”.

Ruiz recordó que esta ONG, sólo entre 2019 y 2022, ha presentado alegaciones a 800 proyectos. También insistió en que no basta con poner placas solares y aerogeneradores, porque además hay que recuperar ecosistemas que son sumideros de contaminación: “Y sin lugares como Doñana no cumpliremos con el Acuerdo de París; son el futuro”, argumentaba el mismo día que se aprobó legalizar pozos ilegales para cultivos que desecan el acuífero el Parque Nacional en plena sequía.

Precisamente sobre el tema del agua, Morán insistió en la necesidad de reflexionar sobre lo que se ha hecho mal, pero también del riesgo del negacionismo y del peligro de que surjan dudas en el consenso social frente al cambio climático y sus impactos. “La acción es costosa, pero más cara será la inacción”, aseguró.

Desde la UE, el camino a seguir se resume en el que se conoce como programa Fit for 55, que tiene como fin reducir ese 55% las emisiones para 2030. En un debate abierto, dirigido por el periodista ambiental Luis Merino, José Giménez, de la Dirección General del Clima de la Comisión Europea, destacaba: “Con los pasos actuales, en la UE sí cumpliremos con el recorte previsto”, aunque no sólo con renovables, sino que mencionaba otras tecnologías como la captura de CO2. Menos optimista se mostraba el eurodiputado socialista Nicolás González, que auguraba que las contribuciones comprometidas por los países “nos llevan a 2°C más”, lo que habla de la urgencia de conseguir “un mayor compromiso de la ciudadanía, porque hace falta mucha pedagogía”.

En esa línea de la urgencia habló también Miguel Muñoz, representante de Iberdrola, que patrocina el proyecto LIFE Clima 1,5: “Es precisa una agenda acelerada para la transición energética y hacerla con responsabilidad y consenso social, que incorpore el diálogo”. Muñoz defendió el plan Convive de su empresa, que, dijo, trabaja en los territorios para implantar renovables atendiendo a valores sociales y ambientales. Sobre este acelerado despliegue de infraestructuras en zonas rurales, el eurodiputado socialista recordaba que en España ha habido importantes atropellos por no contar con la participación ciudadana. “No solo para poder alegar, sino para que vieran que se genera con estos proyectos valor en su territorio, porque el esfuerzo de la transición energética no se reparte de forma simétrica, y en mi ayuntamiento en Galicia hay 80 aerogeneradores y en toda la Comunidad de Madrid, cero. Eso genera mucha frustración”, apuntaba.

Fue David Howell, de SEO, con su metáfora marinera, quien puso sobre la mesa el problema en toda su dimensión global, donde unos avanzan y otros van a paso tortuga. En todo caso, recordó que el último informe del IPCC –el panel mundial de expertos en cambio climático– ya dice que pasaremos ese límite de 1,5 grados a lo largo del siglo, con lo que ello supone, aunque lo fundamental es que se corrija a final de siglo. Frente a los pasos en la UE para ello, Howell recordó que Europa recortará emisiones, como no hizo durante dos siglos, potenciando el problema actual, pero que China sigue aumentándolas, porque esa misma Europa “exporta su responsabilidad climática”, al depender de la producción industrial trasladada al país asiático. También demandó a las administraciones públicas y los partidos políticos que expliquen mejor la necesidad de cambios profundos económicos y en los hábitos. “Necesitamos una ciudadanía informada, y no lo está. Por ejemplo, la publicidad no está en ello, en redefinir que se puede tener calidad de vida con menos huella en el planeta, que hay que cambiar la definición de bienestar”.

Acciones concretas dentro del proyecto LIFE Clima 1,5 serán formar en España un comité asesor de expertos de diferentes sectores, el seguimiento nacional del

Fit For 55 europeo, analizar los planes nacionales de Energía y Clima (PNIEC), mantener y actualizar de forma periódica el Observatorio climático que evalúa las emisiones contaminantes y elaborar informes sobre lo que se está haciendo y lo que habrá que hacer para 2040, informando de ello a la sociedad.

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