‘Encuentros vegetales’ para que te sientas como una planta

Detalle de ‘A Great Seaweed Day: Gut Weed (Ulva Intestinalis)’, Ingela Ihrman, 2019.

“Tómate un momento para respirar cósmicamente con todo tu cuerpo, más despacio de lo que lo hayas hecho en toda tu vida… Cierra los ojos… Tu piel es más que piel. Es al mismo tiempo una enorme hoja que envuelve todo tu cuerpo, un sistema respiratorio y una sucesión de órganos sensoriales, fotosensibles y acústicamente acoplados….”. Son instrucciones que sirven para explorar la nueva exposición en La Casa Encendida de Madrid, un ‘Encuentro Vegetal’ , que busca hacernos sentir como una planta, o al menos recuperar esa relación que en gran parte hemos perdido al dejar de estar en contacto con la naturaleza. Abierta al público hasta el fin del verano.

Para explorar ese mundo verde, nos cuentan que debemos sentir que “los dedos son raíces y ramas” y que de ellos “brotan otros dedos con los que abrazar el cielo y la tierra”. Y es que esa es la fusión a la que aspira la comisaria de la muestra, Bárbara Rodríguez Muñoz, de la Wellcome Collection de Londres. El museo británico fue fundado a comienzos del siglo XX por un farmacéutico y viajero estadounidense, Henry Solomon Wellcome, que en sus idas y venidas por el mundo se hizo con una gran colección de objetos relacionados con la evolución de la medicina, y esa es una historia donde las plantas tienen mucho que decir.

Hoy esa conexión entre plantas y salud sigue existiendo, pues gran parte de los fármacos que tomamos tienen una base vegetal, pero sucede lo mismo con la consciencia de esa relación, que ahora se disecciona de la mano de tres artistas empeñados en romper las barreras entre la especie humana y la flora.

“La exposición crece como las plantas”, apuntaba el día de su inauguración la comisaria, mientras nos mostraba los cinco tótems futuristas en los que la chilena Patricia Domínguez plasma nuestra conexión con un mundo que representa el 85% de la vida en la Tierra, seres que están enraizados en nuestra propia evolución, que respiran, se alimentan, crean comunidades y tienen memoria de tiempos pasados. “Ellas, las plantas, tienen 450 millones de años y nosotros apenas 300.000; nuestro nombre viene del latín humus, que significa tierra, pero sin embargo hemos cortado el vínculo, regulando su utilización como si sólo fueran recursos, rompiendo vínculos que son frágiles y tenemos que recuperar”, insistía Rodríguez Muñoz.

Matrix Vegetal, Yagé, Patricia Domínguez.

Cada tótem de Domíguez contiene reproducciones de las colecciones etnobotánicas que inició Wellcome, pero también del Museo de América de Madrid y del Real Jardín Botánico, dos lugares de exuberante riqueza vegetal gracias a las grandes expediciones coloniales que se organizaron desde España al otro lado del Atlántico en busca de plantas útiles para nuestra orilla del mundo. Entre todas ellas, para la muestra se han elegido cuatro que quieren representar la capacidad de sanación vegetal: la cinchona o quina, de la que se extrae la quinina, muy conocida como antipalúdico; la mandrágora, utilizada para calmar dolores; el floripondio y la ayahuasca, ambos utilizados tradicionalmente para conectar con el mundo espiritual.

En la otra sala de este encuentro, el argentino Eduardo Navarro expone una serie de dibujos realizados por él que son simbiosis de especies y que ocultan en su reverso unos sobres biodegradables con semillas de árboles que se sembrarán cuando el próximo 19 de septiembre acabe la muestra.

“Tus miembros giran en todas las direcciones, estirándose ingrávidos hacia a luz y la oscuridad. Crece poco a poco, tanto intensivamente en el tiempo como extensivamente en el espacio. Hazte pequeño, minimízate, consúmete. Crece al contraerte. Contráete creciendo”. Las instrucciones del propio Navarro, elaboradas junto al filósofo Michael Marde, nos invitan en este lugar a seguir el camino de la “iluminación vegetal” para acercarnos a otros seres con raíces y ramas.

Matrix Vegetal, Cinchona, Patricia Domínguez.

Y así , casi sin darnos cuenta, nos sumergimos en el universo de Ingela Ihrman, la tercera artista del trío, sueca, residente en la fría costa de Malmö. El suyo es el mundo de las algas, convertidas aquí en esculturas en una instalación que ha bautizado como A great seaweed day, en homenaje a la botánica inglesa Margaret Gatty, seguramente la primera botánica marina de la historia, allá por mediados del siglo XIX. Cuenta Ingela que el día que comenzó a trabajar en la obra que nos ha traído a Madrid pensó mucho en su estómago, en su flora intestinal, en las microbacterias que nos componen… hasta que encontró en las algas el eslabón que la unía a la flora marina.

Como en otras ocasiones, este Encuentro Vegetal de La Casa Encendida ha llegado acompañado de una serie de talleres y actividades que en esta ocasión celebran el nacimiento, hace un siglo, de la escritora brasileña Clarice Lispector, con el ciclo La ecología del alma, que tendrán lugar a lo largo de junio. Al mismo, acudirán el premio Putlizer Benjamin Moser, biógrafo de Susan Sontag, o la autora brasileña Nélida Piñón, la primera en entrar en la Academia de las Letra de su país, entre otros participantes especialistas en la obra de Lispector.

Pero como se acerca el verano y el tiempo invita, también habrá encuentro vegetal en La Terraza Magnética de La Casa, donde la programación de conciertos y cine de verano girará también en torno a la relación del ser humano con la naturaleza, ya sea con artistas musicales que nos llevarán del mundo chamánico al folk o con filmes que nos trasladarán del mundo de Herzog y su Aguirre, la cólera de Dios a ese insaciable deseo antropocéntrico de control de la naturaleza que nos refleja la película The taming garden, de Salome Jashi.

En definitiva, una puerta abierta para que, una vez conectados con las plantas, recuperemos esa relación cercana, íntima y de reconocimiento de la belleza que perdemos cuando las convertimos solamente en comida.

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