Equivocarse, aburrirse, desconectar: claves para ser más creativos

El doctor en neurociencia Henning Beck. Foto: Marc Fippel.

El doctor en neurociencia Henning Beck. Foto: Marc Fippel.

Somos distraídos, cometemos errores, olvidamos y nos mentimos con nuestra memoria. Tenemos un gran cerebro que nos hace muchas veces ‘imperfectos’, pero para Henning Beck, bioquímico y doctor en neurociencia, estas limitaciones son las que curiosamente nos hacen interesantes como humanos al posibilitar el nacimiento de nuevas ideas, mejorar nuestra comprensión y desarrollar el pensamiento conceptual. Por tanto es lógico que en su libro ‘Errar es útil. Cuando equivocarse es acertar’ (Ariel) afirme que solo el error nos hace superiores a una máquina sin creatividad.

Es de agradecer que vea el lado positivo de algunas cuestiones que siempre se perciben como negativas, como la paradoja que usted pone de manifiesto: “Errores y falta de concentración igual a poder mental”.

Sí, esa es la idea del libro, que el cerebro no es algo perfecto, que los errores que cometemos son porque nosotros no tenemos la supuesta perfección de las máquinas. El perfeccionismo es el fin de las ideas. Espero transmitir esperanza y una actitud positiva hacia el hecho de cometer errores.

Minimiza también en su libro el miedo social a cometerlos.

Porque creo que las sociedades que minimizan la búsqueda del perfeccionismo son más exitosas a largo plazo. Si se enseña a los niños a evitar los errores constantemente, no se les permite hacerse preguntas o tener curiosidad acerca de lo que les rodea, desaparece la motivación, entre ellas la del aprendizaje. Claro, no todos los errores son buenos, algunos hay que evitarlos por supuesto, pero no deberíamos tener miedo de probar cosas nuevas, hay que educar en la curiosidad y a tener iniciativas. En el mundo de los negocios, sobre todo, hay muchas situaciones en las que hay que dar un resultado definido, se cuantifica el rendimiento y hay más miedo al fracaso. Por eso pienso que es importante que las críticas no se transmitan como fracaso personal. Es fundamental también evitar las situaciones basadas en el miedo.

Estamos acostumbrados a decir que errar es humano. Cree que en esta sociedad hay la suficiente empatía para admitir ese concepto, ¿No somos cada vez más intransigentes?

Bueno, muchas veces intentamos comportarnos como máquinas. La gente intenta ser perfecta constantemente, pero creo que se aprecia cuando alguien comete un error y se levanta después de caerse. Esos son los que van a comprender las cosas, los que pueden dar un nuevo enfoque, nuevas técnicas a este mundo. Hay que generar atmósferas donde se permita hablar de las ideas, nos parezcan tontas o no. Las empresas que mejor funcionan son aquellas donde las personas pueden compartirlas sin miedo. Cuando hay miedo es más fácil cometer errores.

El error se penaliza en esta sociedad. Así que hay una lógica en tener miedo.

Sí, esto es terrible, especialmente en la educación. A los niños se les regaña para que lo hagan mejor, y esto conlleva que se vuelvan más defensivos y menos abiertos de mente al tratar de evitarlos.

Dice que equivocarse es lo mejor que sabe hacer nuestro cerebro, no sé si esto tranquiliza o inquieta.

Yo he cometido errores, la cuestión es no repetirlos. Pero la manera en cómo pensamos nosotros es muy distinta a cómo queremos que se comporten los ordenadores. Cuando escribí este libro, hablé con un antiguo profesor y hablamos sobre la no perfección de nuestro cerebro y qué nos separa de las máquinas no creativas. La conclusión es que evitar el error nos daría un mundo muy aburrido, sin cambios, sin nuevas ideas. No sabemos si las decisiones que estamos tomando hoy día son buenas o son malas. Los chicos y chicas dentro de unos años se reirán de nosotros, y dirán: mira lo que hicieron en 2019. Duele plantar cara a tus creencias, pero cada generación nueva le planta cara a la anterior, pero esto es el progreso de la cultura.

 Usted habla de un cerebro analógico; sin embargo, vivimos la mistificación de lo digital, de la inteligencia artificial y de un futuro lleno de máquinas dispuestas a sustituirnos. ¿Cómo contempla esta visión ya que cree que no nos sustituirán del todo o en todo?

No he visto nunca una inteligencia artificial de verdad, sé que existen máquinas, programas, algoritmos, veo un reconocimiento de patrones, pero no veo una inteligencia verdadera, hay sistemas que siguen las reglas, pero no que las hagan y generen unas nuevas. En velocidad, precisión y eficacia de cálculo las máquinas ganan. Así que no es necesario competir con ellas.

Pero hay muchas otras cosas que hacer en este mundo y repensarlas de manera creativa; necesitamos a los demás, colaborar entre nosotros y eso no lo pueden hacer las máquinas. Pueden analizar, calcular, controlar el tráfico, optimizar los datos de Internet, pero hacer las preguntas adecuadas y activar las respuestas, ese es nuestro trabajo.

Opina que ciertos condicionantes de nuestro cerebro hay que mirarlos como ventajas, entre ellos estaría el olvido, que según usted nos permite nuevos conocimientos, y el estrés, nuevo aprendizaje. También el aburrimiento y la distracción como generadores de ideas.

Si olvidas lo que has aprendido lógicamente no es bueno, pero el cerebro no es como una máquina que lo almacena todo. Organizamos la información de manera diferente, necesitamos pausas para poder entender, necesitamos interactuar con otros para comprender lo que tenemos en nuestra cabeza. Si yo te explico algo, puedo entenderlo mejor. La gente quiere recordarlo todo, pero si esto sucediese, tardaríamos una eternidad en encontrar lo que estamos buscando al estar sobrecargado el cerebro, así que solo hay que recordar lo importante y eso es lo que hacemos.

En cuanto al estrés, es un arma de doble filo. Por un lado puede matar las buenas ideas. Si yo no quiero que tengas una buena idea, te voy a poner bajo presión. Pero por otra, algo de estrés obliga a la gente a poner el foco en la idea, el estrés ayuda a gestionar nuestro tiempo, que muchas veces es limitado.

Lógicamente todo tiene que ver con la dosis, ¿cuanto aburrimiento, cuanta distracción? No siempre tienes que mirar a la izquierda y a la derecha, pero a veces sí, porque necesitas estímulos para generar nuevas ideas. Con el aburrimiento se activan las mismas regiones que cuando estás soñando despierto, cuando te aburres tu cerebro comienza a divagar y a pensar en cosas. El aburrimiento es desagradable, pero cuando estás lavando los platos o duchándote puede ser la situación ideal para nuevas ideas. Si siempre estás concentrado y enfocado en lo mismo, es imposible tenerlas.

Parece que actualmente hay un nivel alto de ansiedad en las personas y no se permiten aburrirse al identificarlo con infelicidad.

Sí, correcto, pero la gente más creativa que conozco son las que saben desconectar. Yo este libro lo escribí montando en bici, pienso en un capítulo y luego esa actividad aparentemente ociosa va ordenando las cosas. Son las mismas regiones del cerebro las que se activan con el aburrimiento y cuando estás ocioso sin estarlo, el cerebro se entretiene y le gusta jugar con nuevas ideas, crear nuevos pensamientos y salir de ahí. Hay que saber también que al cerebro no se le da bien no hacer nada, no es un holgazán. El aburrimiento no tiene buena prensa, pero podemos pensar que es un espacio donde pueden llegar las musas. La ociosidad puede ser la madre de todos los vicios, pero al mismo tiempo el ocio es el principio de toda creatividad.

¿Falsear los recuerdos es una coherencia del cerebro?

Todas las cosas que se recuerdan no son ciertas, no son correctas. Si recuerdas tu primer día de escuela, o cuando condujiste un coche por primera vez, seguramente no será preciso, porque el cerebro moldea todo el tiempo tus recuerdos, pero las áreas que moldean esos recuerdos son las mismas que planifican tu futuro, las que generan nuevas hipótesis. Un recuerdo perfecto sería demasiado estático, no podrías saltar de un lado a otro, tener flexibilidad. La memoria tiene que ser flexible y moldeable para generar nuevas ideas. Claro, sí es un problema en un juicio, ya que tenemos que fiarnos de los testigos.

También afirma que al cerebro le importa muy poco el tiempo y a la vez dice que no le gusta esperar. ¿Cómo se complementan estos hechos?

No sentimos el tiempo como otros estímulos sensoriales, el cerebro se da cuenta rápidamente de cuando tiene que esperar. Cuando no pasa nada, parece que el tiempo no transcurre, pero cuando esperas a que venga un tren y no llega, esa espera es muy desagradable porque no puedes hacer nada y el cerebro está esperando que suceda algo. Como es nuestro motor, siempre queremos información nueva y, si no aparece, el cerebro siente que le falta este estímulo y el tiempo se aprecia eterno aunque sean unos pocos minutos. Curiosamente, cuando se recuerda ese instante, se encogerá el tiempo.

Dice que el cerebro decide de manera emocional y no tanto de manera racional, esto no es un peligro en estos tiempos de sentimentalidades varias. ¿No habría que fomentar un poco más la racionalidad, para poder analizar mejor algunos hechos?

Sí, de acuerdo, hay que analizar para saber dónde estamos, para definir los parámetros del éxito y del fracaso. Las decisiones finales tienen que ser tomadas con responsabilidad, pero tomar una decisión siempre implica que va a tener una base emocional, en el transfondo de una buena decisión siempre hay un elemento emocional. No digo que haya que saltarse los hechos. Y es cierto que en los mensajes políticos puede haber un abuso de lo emocional. Hay que mezclar y buscar un equilibrio de todos los factores.

El cerebro no castiga nuestras decisiones, entonces, ¿por qué nos cuesta tanto tomarlas?

Las decisiones tienen que interactuar en un entorno social para salir adelante. Cuando estamos solos, tal vez estamos más relajados, pero cuando intervienen otros pensamos que tal vez nos castiguen, así que tenemos que encajarlo. Los otros nos pueden ridiculizar. Pero este feedback nos puede ayudar para plantarle cara a nuestras decisiones, creencias y opiniones. Una vez más es un toma y daca, tiene un lado bueno y uno malo.

No existe en el cerebro un lugar concreto para la toma de decisiones, interactúan muchas regiones. No nos gusta tomar decisiones, y esto se debe a que los recursos de la zona del lóbulo frontal responsable del pensamiento consciente están limitados y se pueden sobrecargar. El cerebro debería comparar todos los datos para controlar todas las opciones. Esto no gusta y además es algo que el cerebro no sabe hacer. Pero a pesar de esto, somos buenos decidiendo.

Las personas creativas están más preparadas para el azar; bajo esta premisa, ¿cómo describe a una persona creativa?

Hay muchos ejemplos de esto. Alexander Fleming dejó que su cultivo bacteriano creara moho y descubrió la penicilina. La diferencia entre una mente creativa o no es que unos se quedan en el error, y otros utilizan los elementos sorpresa para plantarle cara al problema, seguir haciendo preguntas o tomar otras direcciones. O como decía Louis Pasteur: El azar solo favorece a los espíritus preparados.

De la actual neurobiología, ¿qué es lo relevante para usted?

A mí me entusiasman los estudios sobre el aprendizaje. ¿Por qué el cerebro entiende una palabra? Escuchas una palabra y no la vuelves a olvidar. Tú le dices a un niño: esto es un perro y ya lo sabe para siempre. No entendemos cómo el cerebro genera el pensamiento, sabemos que sus células interactúan para mover nuestros músculos, pero no sabemos la gran dinámica del cerebro, conocemos los instrumentos, pero cómo se construye la melodía no lo sabemos. Cuando entendamos el pensamiento, entenderemos el cerebro.

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Comentarios

  • Celena

    Por Celena, el 24 agosto 2019

    Avanzando

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