¿Eres una mujer rotonda o una mujer camino?
Tercera entrega de los retratos de mujeres que Sara Palacios realiza en su libro ‘Inventario de las mujeres que soy’ (‘Con M de Mujer’). Hoy, ‘La mujer rotonda’. “Saldré por donde yo quiera cuando esté preparada”. Faltaría más.
Los rebufos y la mirada desidiosa de su monitor escondían la sentencia del no.
No con tu edad, no con tus inseguridades, no con tus miedos
¿Pretendes conducir? Pierdes el tiempo.
Ella se aferraba al volante con la poca determinación que le proporcionaba el ‘sí puedo’. Y fue entonces cuando entró en una rotonda, y todos sus músculos se relajaron ante la inercia de esa circunferencia.
Desde esa comodidad que le proporcionaba dar vueltas sin límite y a su ritmo, lo entendió todo.
Y ante la expresión atónita de su instructor, dijo con una seguridad redonda:
–Saldré por donde yo quiera cuando esté preparada.
Hay mujeres rotonda y mujeres camino.
Las mujeres camino tienen la determinación de quienes saben a dónde se dirigen, avanzan sin titubeos a cada paso para así lograr sus metas. Son alargadas de tanto estirarse en un continuo esfuerzo por alcanzar sus sueños.
Pero, en cambio, ella se consideraba más bien una mujer rotonda, dando vueltas sobre sí misma hasta encontrar la salida. Facilita el camino a quien se encuentra, acompañando en el girar, como los satélites a los planetas.
Es una mujer redonda, sin aristas que puedan herir, y con curvas por donde deslizarse en el placer, o en las que acunar el descanso. Así es como fluye y alberga mundos en su redondez.
Ella sabe que cuando parece no haber salida, todavía se puede dar una vuelta más.
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