‘Ya vamos’, la escritora berlinesa Ronja Von Rönne aborda el poliamor
La mentira como materia de defensa, el conformismo como panacea para los mediocres y el dolor como un grito que no encuentra lugar ni en todos los oídos ni en todas las pieles. Son las fibras con las que está tejida la historia de un cuarteto amoroso en ‘Ya vamos’, la recién estrenada novela de la joven columnista, bloguera y escritora berlinesa Ronja Von Rönne, de 25 años.
Existen dolores que nos resultan imposibles de acoger aunque sepamos que estamos hechos de desequilibrios emocionales. Y existen muertos cuyo nombre se escapa a nuestra imaginación. Nuestros héroes llegan a nuestra vida arropados por la eternidad y nos negamos a que la muerte pueda alcanzarlos. Pero llega un día en que la realidad gana la guerra y hemos de reconocer que hay muertes que nos hacen ver que las promesas son siempre mentiras que nos llenan los pulmones de oxígeno, mientras esperamos nuestra propia muerte.
Y así lo cuenta Ronja Von Rönne en este diario lleno de carreteras secundarias que es Ya vamos, su opera prima. La aventura de un cuarteto que sin saberlo pasa días velando un cadáver, el cuerpo de Maja, el eje que atraviesa la memoria y el alma de la protagonista (que a ratos recuerda a la Carmen Sotillos de Delibes, aunque sin cadáver y sin papeles de por medio, sin llantos visibles y sin reproches, pero con devoción).
Karl (el superhombre henchido de vanidad), Leonie (la mezquina y moldeable, la sombra del mejor amor que irá pudriéndose sin que pueda optar a otro desenlace), Jonás (el pederasta encubierto, escalofriante la huida con la hija de Leonie) y Nora (sumida en interminables ataques de pánico, porque la noche no acaba cuando lo dice la luz) emprenden una huida en la que van construyendo un abismo de lirismo contradictorio que te atrapa desde la primera línea.
Y buscan el mar como salvación, aunque el mar no estará dispuesto a lamer lo que le sobra. El amor como salvación, el poliamor como coartada de modernidad. Caminos que convocan funambulistas. Y la utilización de la sociedad alemana como sparring. El presente como prisión y como promesa, como el contrapunto que nos niega la alegría constante, como una carga que a veces se deja caer porque la vida busca heridas en los cuerpos para poder seguir siendo vida. La búsqueda del desarraigo constante, la necesidad de sobrevivirle a la noche. La necesidad de descuartizar los convencionalismos mientras tu carne se va convirtiendo en un bloque de dudas. La denuncia selectiva, pero igualmente eficaz. La finitud de las buenas intenciones, las debilidades de algunos hombres, las debilidades de algunas mujeres y esa mano en la garganta cuando llega la hora de apagar la luz de la habitación. Las consecuencias de perdonar a un niño lo imperdonable mientras es niño y que ese perdón acabe haciendo reventar la sociedad cuando se hace hombre.
Ya vamos es una novela dura, con escenas que hacen caer en el desasosiego. Es un desierto, un páramo de aire subterráneo, pero también un cuadro expresionista cuyos colores desafían a la noche interminable en que los protagonistas van colocando sus movimientos. Una historia en la que la mayoría de las palabras dejan de tener el significado que se espera de ellas.
Ya vamos es la lenta escena en la que se apaga la luz y los hombres y las mujeres dejan de ser hombres y mujeres para que Morfeo atrape los centímetros que le sobran a nuestros cuerpos y volvamos a ser niños, y el miedo aterrador nos congele el aliento porque no hay verdad que pueda negársele a la oscuridad. Una hermosa novela llena de aristas, una rara flor de la que desconocemos sus efectos hasta que palpamos la carne de sus hojas. Un enigma, o un mal sueño, un pequeño milagro sobre la lealtad y también sobre el tumulto que provoca la deslealtad. La mentira como materia de defensa, el conformismo como panacea para los mediocres, y el dolor como un grito que no encuentra lugar ni en todos los oídos ni en todas las pieles. Un prodigioso caos.
‘Ya vamos’. Ronja von Rönne. Alianza Editorial. 183 páginas.
No hay comentarios